Capítulo 6 El Peso de una Verdad

Dominic salió del parque después de haber perdido por completo a Anastasia de su camino.

Él no podía asimilar con rapidez lo que había acabado de escuchar.

Se sentía abrumado por toda esa situación, sorpresa que había aparecido así tan repentinamente de su vida en ese momento.

En lugar de querer saber cuál fue el camino que Anastasia usó para llegar a su casa e ir tras ella porque su olfato de hombre lobo era tan poderoso que podría haberlo hecho, él decidió que lo mejor en ese momento era dejar que ella estuviera un momento a solas, ya luego, como pudiera hacerlo, Dominic se encargaría de buscarla para conversar acerca de lo sucedido porque ese era un tema que no podía dejarse pasar.

Dominic se adentró en lo más profundo del bosque para cuando siguió su camino. Su casa era una mansión ubicada en medio de un bosque frondoso, oscuro y frío. Al llegar a casa, Dominic se ha encontrado con la calidez de quienes eran integrantes de su manada.

El aire fresco y helado de la noche le recibió al mismo tiempo en que él abría la puerta de la mansión.

Allí dentro, varios de sus compañeros de manada, dejaron de hacer lo que estaban haciendo para mirarle y acercarse a él.

- ¡Dominic! ¿Cómo te fue con Anastasia? ¿Conseguiste que ella te dijera todo eso que necesitabas saber de ella? - preguntó uno de ellos, con una mezcla de curiosidad en su voz, sin él siquiera saber de qué hablaba.

Desde hace tiempo, Dominic venía siguiendo el paso de Anastasia, la siguió hasta su oficina en el trabajo, lo único que no pudo conseguir de ella fue saber dónde vivía, pero antes de que su encuentro en el restaurante llegará, él ya sabía todo de ella, inclusive, ese mismo día, antes de encontrársela en el restaurante, Dominic supo lo que Anastasia había estado haciendo en el interior de una clínica para inseminación maternal.

Dominic sabía que su esperma estaba ahí, y que iba a ser usado en alguna mujer por error en cualquier momento, y entonces, él nada más quería averiguar era a qué mujer le iban a inyectar su esperma para procrear.

Dominic le había dicho a su manada que él iba a ir a reunirse con Anastasia sin haberles mencionado acerca del tema del embarazo porque él sabía muy bien cuál sería su reacción.

Un hijo procreado en el cuerpo con una humana y usando un esperma de hombre lobo no iba a ser una gran idea para nadie, ni para el propio Dominic, pero él no iba a ser tan cruel con aquella personita que iba a ser su primogénito en la vida.

Dominic se detuvo un momento en medio del gran salón de la casa, sus dedos jugaban a mover sus llaves de un lado para el otro, haciendo un pequeño ruido con cada movimiento que se escuchó como un eco en el lugar, entre tanto silencio que hubo.

- Fue... Un encuentro muy extraño, trate de hacerlo lo más casual que pude, en un principio, todo fue incómodo para ambos, pero luego, el ambiente se aflojó, y marchó muy bien hasta que me di cuenta de una verdad que cambiará mi vida para siempre cuando confirme que es así - respondió Dominic con seriedad en su voz.

Los lobos a su alrededor intercambian miradas entre ellos. Ellos han percibido la seriedad en las palabras de quién pronto iba a ser su líder en tan solo un par de días para cuando llegara el momento de celebrar la ceremonia de elección de su nuevo alfa.

Ellos se han dado cuenta de que, efectivamente, ha ocurrido un asunto bastante serio que intrigaba a su próximo líder.

- Pero... ¿Se siente usted bien? - preguntó otro de sus compañeros, con intriga, al parecer todos estaban preocupados por su líder.

- Mm, no lo sé, por lo pronto, no más preguntas sobre el tema, ¿Quieren servirme una copa de ese whisky que están compartiendo, por favor? - dijo Dominic al observar que en la mesa, sus compañeros de manada disfrutaban de una botella de un buen whisky que a él le gustaban, y al mismo tiempo, ellos jugaban al dominó.

La partida del juego había llegado a su fin, y con Dominic allí, iban a comenzar una nueva. Pues sus compañeros de manada le invitaron a jugar, Dominic aceptó sin dudarlo, y otro de sus compañeros de manada, que no había dicho ninguna palabra acerca de todo lo que ha ocurrido, se ha dedicado a servirle una copa de whisky a Dominic mientras que él se sentaba justo a un lado vacío de la mesa donde se encontraba ahí, la única mujer loba de la manada sentada.

Ella era Sara, y aunque era hermosa y estaba rodeada de los hombres lobos más guapos de su manada, de los cuales estarían dispuestos a hacer todo por ella a cambio de una muestra de su amor sincero, para nadie era un secreto que ella estuviera enamorada de Dominic, desde que tenía memoria, ella siempre había tenido fuertes sentimientos hacia él, y aunque esté nunca le ha correspondido, ella se ha encargado de hacer que su relación de compañeros de manada se haya mantenido buena para ambos.

Ese día, al ella saber qué Dominic iba a reunirse con una mujer, le había partido el corazón en dos, y cuando Dominic se ha sentado a su lado para jugar con ellos, Sara le miró con ojos fríos y dolidos, y de inmediato, le dio un último sorbo al poco trago de licor que me quedaba en su copa y se alejó de la mesa para subir a su habitación.

Dominic se quedó mirándola, y él sabía que ella estaba dolida con él.

Los demás hombres lobos se burlaron de lo que acababa de ocurrir.

- Diablos, Sara es bastante exigente, parece que nuestro jefe le ha roto el corazón en dos - comentó otro de los hombres lobo allí presente que estaba devolviendo las fichas del dominó encima de la mesa para comenzar una nueva partida.

Ese comentario solo provocó risas entre ellos, pero Dominic permaneció serio y con la mirada perdida sobre Sara hasta que se perdió de su vista.

- ¡Cállense! ¡Ya estuvo bueno! - ordenó Dominic con seriedad y determinación a su manada.

Sin embargo, parece que ellos no querían hacerle caso.

- Discúlpenos Jefe, pero es que es demasiado chistoso ver cómo ella se desvive por usted, y usted hasta ahora ni cuenta sé hadado, aun sabiendo que todos nosotros, nos desvivimos por estar con ella, y ella nada más tiene ojos, es para usted - respondió otro de sus compañeros de manada.