-No intentes eso conmigo, cariño. Mi corazón no se derretirá-Dijo él, entonces que se acercó a ella y la miró de arriba abajo-A menos que hayas cambiado de opinión y hayas decidido pagarme de otra manera.
La boca de Danika se torció con disgusto. ¡Era increíble cómo últimamente sólo encontraba ese tipo de hombre en su vida!
-No...
La sonrisa en los labios del hombre desapareció y fue sustituida por un ceño fruncido.
-Me pagas mañana a primera hora, o te vas!
Pasó junto a ella y casi chocó contra su hombro.
Sin una pizca de energía, Danika subió las escaleras hasta su apartamento y sólo cuando llegó a poner su bolso en la mesa, se dio cuenta de que el sobre que le dio el extraño cliente todavía estaba en sus manos. Miró el bote de basura y tiró esos papeles allí.
Después de ir al baño y descubrir que no había agua, se fue a la cama y sintió que su vida no podía ser peor que eso. Pensando lo que haría, durmió y tuvo pesadillas.
Por la mañana se fue bastante temprano. Henrique ya le había enviado un mensaje, pero ella no tuvo el valor de abrirlo y leerlo. Probablemente estaba pidiendo el dinero del alquiler. Tenía que sacar el dinero del restaurante antes de conocer a Henrique o estaría jodida.
Al llegar al restaurante, entró por la puerta trasera y vio a Moira. La noche anterior no tuvo tiempo de hablar con la mujer, pero ahora al menos pudo intercambiar algunas palabras.
-¡Dios mío, Dan!-dijo Moira y echó sus brazos al cuello de Danika. Luego, la tomó por los hombros y miró a la pelirroja-¿Qué te hizo ese imbécil? ¿Y Dupont te despidió? ¡Qué culo!
-Estoy bien. Sólo necesito recibir mi pago y listo.
-Pero... ¿cómo te las vas a arreglar, amor?
Moira era una hermosa chica con brillantes ojos azules y cabello negro. En ese momento, ella estaba claramente preocupada. Desde que Danika llegó a esa ciudad y consiguió el trabajo, Moira la tomó como hermana y la cuidó, ayudándola siempre que Danika lo necesitara.
-Me las arreglaré, como siempre. No te preocupes.
-Si necesitas algo, llámame y no desaparezcas, ¿vale? Somos amigas.
-Vale. No lo haré, no te preocupes- Ella lo prometió y fue tras Dupont.
Recibió su pago, intentó encontrar otro trabajo pero, curiosamente, ¡nadie quería contratarla!
"¡No puedo creer! Siempre he sido una buena empleada y ahora, sólo porque le di un puñetazo a ese idiota de Igor Sololov más de lo que merecía, ¿me rechazan? ¡Pero se lo merecía!", gimió internamente y decidió irse a casa. Danika tendría que pagarle a Henrique y volver a buscar trabajo al día siguiente. Sin embargo, no fue lo suficientemente rápida, pues cuando llegó al edificio, algunas de sus cosas ya estaban afuera.
-¿Qué diablos?-exclamó e intentó detener a uno de los hombres que llevaba sus almohadas.
-Lo siento, señorita. Solo estamos siguiendo órdenes-Dijo el moreno y siguió trabajando. Sabía que él estaba diciendo la verdad y no podía culparlos.
-¿Dónde está Henrique?
-No lo sé... tal vez por dentro.
Ella entró al edificio conteniendo las lágrimas. El hombre estaba en su oficina, contando dinero. Cuando ella entró en la habitación, él levantó los ojos y sonrió.
-¡Hola, gatita!
-¡Ni lo intentes, Henrique!-Sacó el dinero de su bolso y lo puso sobre la mesa. -Aquí, ahora... quiero que mis cosas vuelvan a entrar.
Él cogió el dinero, lo contó y le sonrió. Luego, hizo un puchero falso.
-Lo siento, cariño, no puedo. El apartamento ya está alquilado.
-¿Qué?- Preguntó incrédula-¡Pero acabo de pagarte!
-Alguien más me pagó todo el año. No puedo evitarlo...-Olió el olor de los billetes de un dólar.
Danika estuvo a punto de desmayarse.
-Bien, entonces devuélveme mi dinero.
Él frunció el ceño y la miró divertido.
-¿Tu dinero?-Preguntó-No tengo tu dinero.
-Lo acabo de poner sobre esta mesa, ya lo tienes. ¡Ahora devuélvemelo!
-No, gatita, ese era mi dinero. Tú me poseías. Me pagaste lo que debías. Con interés.
-Pero...
-No es mi problema. Salga. A menos que decidas usar esa boca inteligente tuya para complacerme, ¡vete a la mierda!
Danika salió del edificio, sentándose en las escaleras y llorando.
Su teléfono empezó a sonar y cuando vio el nombre de su madre en la pantalla, se secó las lágrimas, se aclaró la garganta y aceptó la llamada.
-¡Hola mamá!
-¡Oye, cariño!-la voz de Thalía sonó al otro lado de la línea. La mujer resopló y Danika frunció el ceño al oír eso.
-¿Has estado llorando? ¿Qué pasó? ¿Le pasó algo a la abuela Olene?-Danika podía sentir que algo andaba mal.
-Danika, cariño, lamento mucho haberte pedido esto otra vez. Tu abuela... Necesitamos más dinero. Se le acabaron los medicamentos-dijo Talia- Lamento que seamos una carga para ti. Debería ser yo quien te ayude...-Talia comenzó a llorar de nuevo.
Danika había sido abandonada por su padre cuando era tan pequeña que ni siquiera podía recordar su rostro. Desde entonces, su madre y su abuela hicieron todo lo posible para ayudarla, hasta el día en que su abuela enfermó y Thalía tuvo que renunciar para poder cuidar de Olena. Pero... ¿Por qué no Danika? Porque como Danika le dijo "no" a un chico, que resultaba ser hijo de una familia adinerada del campo, no pudo encontrar trabajo, ni a su madre.
Hablaron un poco más y cuando terminó la llamada, Danika suspiró. Sí, ¿cómo ayudaría a su abuela? Simplemente perdió todo su dinero con Henrique y se quedó sin trabajo, sin nada. Entonces vio el bote de basura. Primero, le importaba un comino, pero recordó algo... El sobre.