-¿Y quién dijo que lo siento por ti?-Preguntó ella en voz baja, sólo para que él pudiera escucharle. Hernán la miró incrédulo y ella le devolvió la mirada con una ceja levantada.
"¡Es muy grosero! ¡No se parece en nada al amable caballero del hospital! ¡Qué cabrón mentiroso!", pensó.
No, ella no lo dijo como si se disculpara o se avergonzara, sino más bien como "No me importan tus sufrimientos". ¡Nadie se atrevió jamás!
Hernán respiró hondo e irritado y comenzó a subir la rampa de la mansión, que, por supuesto, había sido adaptada para recibirlo.
Ya se encontraban algunos invitados para celebrar el aniversario de la empresa, que coincidió con el cumpleaños del fundador, el abuelo de Hernán, Lazlo Allaband.
Danika estaba muy nerviosa, al fin y al cabo, las pocas veces que participó en este tipo de celebraciones -y no fueron tan magníficas- ella siempre fue la camarera, nunca la invitada.
Un hombre parecido a Hernán, pero mayor, se acercó a ellos con un vaso en la mano y una sonrisa en el rostro.
-¡Mi hijo!-Dijo y se inclinó para abrazar a Hernán-Por fin estás aquí. Y... ¿Quién es esta hermosa joven?-preguntó, mirando a Danika.
Leida no compartió la noticia con su familia, ni siquiera con el padre de Hernán. Habló con Hernán y él le pidió que le permitiera presentar a Danika a todos. Aunque no estuvo de acuerdo, Leida obedeció. Ella no vivía en la mansión porque no estaba casada con Brennon y por eso era más fácil mantener las cosas en privado.
-Ésta, padre, es mi esposa. Danika Allaband-Dijo Hernán y tomó la mano de Danika, besándola y mirándola con una ternura que la dejó perpleja-Mi amor, este es mi padre, Brennon Allaband.
"Este hombre es realmente un actor, ¿no?", pensó ella con desaprobación.
-¿Tu... tu esposa?-preguntó Brennon, sorprendido y confundido - ¿Cuándo...? ¿Cuándo te casaste, hijo? ¡Y no se lo dijiste a nadie!
-No quería que los medios se entrometieran. Danika no es una mujer a la que le gusten ese tipo de cosas y yo nunca la sometería a eso.
Ella tragó fuerte y luego miró a Brennon, que la estaba estudiando. Danika sonrió.
-Sí, Hernán es un caballero. ¡Él siempre piensa en todo!-Dijo y se inclinó, sosteniendo el rostro de Hernán con una mano y depositando un tierno beso en su mejilla-No había manera de que no me enamorara de él, ¿verdad?
Hernán no esperaba esa actitud de ella y definitivamente sentir el cálido beso de los suaves labios de la bella pelirroja lo dejó estremecido. Pero él supo manejar la situación y le acarició el rostro.
-Yo digo lo mismo, mi amor. Es imposible para mí no haberme enamorado de ti.
Brennon se aclaró la garganta, indicando que se sentía incómodo con todo ese amor acaramelado.
-Entremos, ¿vale? Tu abuelo está adentro-dijo Brennon y Danika se dio cuenta de que él no solo estaba sorprendido, sino también un poco enojado. Simplemente no sabía si era porque no le habían informado antes o simplemente porque su hijo se casó. O peor, si fue porque Hernán se casó con ELLA.
Danika siguió a Hernán a su lado, hablaron con algunas personas en el camino, pero su "esposo" no le explicó nada a nadie, solo asintió. Danika hizo lo mismo.
El lugar era inmenso. Acababan de pasar por los jardines, que estaban muy cuidados y bien iluminados. Danika se preguntó cómo sería sin todas esas luces artificiales, pero con la luz del sol natural tocando las plantas.
La puerta de entrada a la Mansión era doble, inmensa. Danika no era muy buena con las medidas, pero sabía que medía al menos tres metros. Puertas de madera oscura con tallas y detalles dorados. El edificio parecía estar hecho de mármol.
Por dentro, puro lujo. La alfombra roja, flanqueada por franjas doradas. Las columnas de mármol, los grabados en la parte superior de cada columna, los tapices en las paredes... Había jarrones con flores, rosas y algunas personas hablaban aquí y allá.
Justo en el centro, al final del gran salón, había una enorme escalera que se bifurcaba en la parte superior. Los pasamanos eran dorados con punta de mármol. Y el gran candelabro era gigantesco.
"¿Eso es cristal?" Se preguntó Danika, asombrada. "¡Me siento como si estuviera en un palacio! No es que haya estado alguna vez en uno, pero..."
Un tirón en su mano la devolvió a la realidad. Danika miró hacia abajo y vio a Hernán mirándola con ojos azules penetrantes y enojados. Su cabello negro, oscuro como la noche, estaba bellamente peinado. Normalmente la gente tenía el pelo castaño oscuro, pero el pelo negro, realmente negro, no era tan fácil de ver. El suyo no era grisáceo, no era rojizo. Era simplemente negro.
-¡Mi abuelo viene aquí!-Dijo Hernán con los dientes apretados y entonces Danika se dio cuenta que debía parecer una idiota. Ella asintió levemente y miró hacia adelante, viendo a un hombre de unos setenta años, muy bien vestido, con ojos como los de Hernán. Su cabello ya era gris, casi cada mechón ya era blanco. Su postura era impecable.
-¡Hernán!- Dijo y abrazó a su nieto-¿Y... señorita...?
-Abuelo, esta es mi esposa. Danika-dijo Hernán y el anciano alzó las cejas sorprendido, pero sonrió cálidamente, a diferencia de Brennon.
-Perdóneme, señora Allaband-Dijo y le tendió la mano, pidiéndole a Danika que colocara la suya allí. Tan pronto como lo hizo, él la besó y miró a la joven-Bienvenida a la familia.
-¡Y abuelo, felicidades! ¡Te deseo salud, felicidad y muchos, muchos años de vida!-dijo Hernán y Danika se dio cuenta de que estaba siendo nada menos que sincero. Era un afecto genuino por el hombre mayor.
-¡Gracias mi querido!
-¡Hernán!-Sonó la voz de otro hombre y Danika, que estaba de la mano de Hernán, lo sintió tensarse.
Siguió la mirada del cumpleañero y vio a otro hombre que debía tener alrededor de la edad de Hernán, de ojos azules, pero diferente. También era muy guapo, pero no de la misma manera.
Junto al hombre, una mujer de cabello castaño, llamativos ojos azules, un cuerpo espectacular, claramente visible en el vestido rojo que llevaba, con una sola tira al hombro. La abertura de la falda permitía ver sus torneadas piernas a cada paso que daba.
-Xandros y...-dijo Hernán y miró a la mujer-Catriona.
-¿Quién es esa?-preguntó Catriona y Danika vio cómo la mujer recorría su cuerpo con total desprecio.
"¡Qué mujercita!" Pensó Danika, sintiendo ya que le guardaría rencor a esa mujer.
-¡Xandros, Catriona!-Dijo Lazlo, un poco incómodo, por lo que notó Danika-Esta es la esposa de Hernán, Danika.
Catriona parecía aún más disgustada y Danika se dio cuenta de que esa mujer probablemente estaba interesada en Hernán. Aunque ella y su marido no eran una pareja real, ¡fue muy atrevido por parte de la mujer que estaba con el hermano de Hernán mirar a Danika así!
"Sí... ¡no me gusta nada!" Luego, miró a Hernán, quien parecía deslumbrado por la mujer y Danika quiso golpearlo en la cabeza. ¡Una falta de respeto!
Cuando Danika miró a Xandros, él la estaba mirando fijamente, con una sonrisa de reojo y ojos más oscuros. Sintió como si él la estuviera desnudando allí mismo. Ella no fue la única en notar los ojos del hombre. Hernán frunció los labios, porque por más que había mirado el cuerpo de Catriona, ¡él había sido su prometido! Pero Xandros... ¡lo estaba haciendo a propósito, sólo para fastidiar a Hernán!
-Voy al ala de la mesa con mi esposa-Anunció haciendo un breve movimiento de cabeza -Permiso Xandros, Catriona y Abuelo-Tenía que alejarse de esos dos antes de decir demasiado, como preguntarle a su querido hermano si pretendía tomar otra mujer suya.
Tiró de la mano de Danika y maldijo porque no caminaba por sus propios pies. ¡La sujetaría por la cintura y le mostraría a su maldito hermano que Danika era suya! No sólo su hermano, sino todos los hombres que había visto mirando con deseo a su esposa.
"Si te pusieras en pie, Xandros no estaría con Catriona y ni siquiera conocerías a Danika", le recordó la voz en su cabeza. Y era verdad. Catriona lo dejó por su estado tras el accidente.
-¿Hernán?-Danika lo llamó por su nombre y tiró de su mano. Luego él la miró y vio que Danika miraba hacia un lado. Estaban en el pasillo y se les acercó una mujer rubia con expresión de pura burla.