-Oh... ah... por favor, deja que suba. ¡Gracias!-Dijo y volvió a colocar el intercomunicador en su lugar. Danika quedó muy sorprendida, pues Hernán nunca mantuvo ningún contacto con ella. Ni siquiera una pequeña nota, ni una palabra a través del señor Banks. Nunca.
Oyó sonar el timbre y corrió hacia la puerta. Respirando profundamente, la abrió y sus ojos se llenaron al ver un gran ramo de rosas rojas.
-¿Es para mi?-preguntó, con los ojos muy abiertos.
-¿Ah, señora Allaband?-Preguntó el repartidor mirando un papel.
-Si, soy yo misma.
-Entonces es para ti-el hombre le ofreció una sonrisa-Tu marido fue quien la envió y aquí está la tarjeta-Le entregó una tarjeta roja.
-¡Gracias!
-¿Dónde debería poner esto?-Le preguntó y ella le abrió la puerta para que entrara.
-Por favor, ponlo sobre la mesa. ¡Gracias!
El hombre hizo lo que ella dijo y pronto se fue. Danika miró el ramo. ¡Nunca había recibido uno! Mordiéndose el labio nerviosamente, abrió la tarjeta y olió las rosas.
"Señora Allaband. Le envío esto para informarle y felicitarla. ¡Vamos a ser papás! Su esposo, H. R. Allaband".
La nota no era muy afectuosa, pero la información que contenía era conmovedora. Ella estaba... ¡Estaba embarazada!
-¡Oh Dios mío!-murmuró Danika, colocando su mano sobre su vientre-Yo... ¡voy a ser madre!
Esa fue una súper noche para ella. Pero al mismo tiempo, Danika no tenía idea de qué debía hacer. No podía decírselo a nadie. No pudo compartir la noticia con su madre. Y eso fue estresante. En ese momento, Danika se dio cuenta de lo sola que se sentía.
Cada día Danika recibía un regalo diferente. Rosas, vestidos, libros, joyas, zapatos... Siempre con una nota de felicitación un día más de embarazo.
-Después de todo, es un romántico. Aunque este cariño no esté dirigido a mí, exactamente-Dijo sonriendo. No es que fuera una mujer ambiciosa, pero le complacía saber que ese hombre sería el padre de su hijo. Parecía una buena persona y era súper atento con su hijo.
No pasó mucho tiempo antes de que Danika comenzara a sentirse mal, como el médico le advirtió que sucedería. Las náuseas matutinas de las que todo el mundo hablaba.
Oyó sonar el timbre y acababa de vomitar.
-Oh, cielos...-dijo, y se levantó del suelo sintiéndose terriblemente mal. -¡Estoy yendo!
Cuando abrió la puerta, vio a una mujer mirándola de arriba abajo.
-¿Es usted la señora Allaband?
Danika solo asintió, ya que se sentía mal y también estaba sorprendida.
Entonces, la mujer rodeó el cuello de Danika con sus brazos y la abrazó con fuerza.
-¡Oh mi!-Dijo la mujer luciendo muy feliz-¡Qué placer conocerte!
Dio un paso atrás y agarró a Danika por los hombros, mirando a la mujer más joven de arriba abajo otra vez.
-Ah, señora... lo siento, pero ¿quién es usted?-preguntó Danika confundida.
-¡Ah claro!-La mujer hizo un gesto con la mano-¡Soy tu suegra!
-¿Mi... mi suegra?-Preguntó entrecerrando los ojos hacia aquella mujer.
La mujer era madura, de unos cincuenta años. Muy bonita. Cabello castaño y ojos azules.
-¡Soy la mamá de Hernán, querida!-Dijo-¡No puedo creer que ese mocoso nunca te haya mostrado una foto mía!
Dijo con el ceño fruncido y un puchero. Luego, miró detrás de Danika.
-Oh por favor. Lo siento, pase - Danika finalmente se dio cuenta de que mantenía a la mujer, su suegra, fuera del apartamento. Haciéndose a un lado, dejó entrar a la mujer.
-Gracias, querida-Dijo la mujer-Soy Leida, como bien sabes.
-¡Si claro!-dijo Danika sonriendo. Ella no lo sabía y ahora se sentía asfixiada. ¿Qué pasa si ella se equivocó?-Encantado de conocerla por fin, señora Allaband.
La sonrisa en los labios de la mujer vaciló.
-Veo que Hernán no habla mucho de mí-Suspiró largamente-No estoy casada con su padre. ¡Ya debes saber que esa perra, perdón el lenguaje, Vera, tomó mi lugar!
-Vaya, lo siento... Es que...-dijo Danika, pero la mujer le sonrió.
-No tiene por qué pedir disculpas. Y si no lo sabe, significa que no nos buscó en Google.
-¡Debería haber hecho eso, lo siento! ¡No quería ofenderte!
-¡Cariño, está todo bien!-Dijo Leida y dio unas palmaditas en el sofá-Sentémonos y hablemos. Me gustó que no buscaras información sobre nosotros. ¡Debes estar con mi hijo porque realmente lo amas!
¡La cabeza de Danika daba vueltas! ¡Ella solo quería acurrucarse en la cama y llorar!
Leida vio lo incómoda que estaba Danika.
-Necesitas conocer a Lazlo. Esperaba que Hernán finalmente tuviera un hijo. ¡Un heredero!-dijo felizmente.
-Ah, entonces ya sabes que estoy embarazada-dijo Danika y sonrió levemente.
-Sí, ya lo sé. Medio escuché a mi hijo hablando con el asistente, Kyson. ¿Has conocido a Kyson?
-Sí, sí-dijo Danika-Es muy amable.
-¿Amable?-Preguntó Leida frunciendo el ceño, pero luego abrió una gran sonrisa-Pero claro. Eres la esposa de Hernán. Como si ese chico se atreviera a tratarla con algo menos que amabilidad.
El teléfono de Leida sonó y ella pidió con el dedo índice por un momento que contestara, a lo que Danika accedió inmediatamente, asintiendo con la cabeza. Mientras Leida hablaba, la pelirroja sacó su propio teléfono, que estaba en su bolsillo, y le envió un mensaje a Kyson, ya que no tenía el número de Hernán.
Kyson estaba tomando un breve descanso después de una reunión. Justo cuando estaba a punto de darle un gran mordisco a su sándwich, su teléfono empezó a sonar. Un mensaje tras otro.
-¡¿Oh qué es?!-refunfuñó, poniendo los ojos en blanco. Miró la pantalla, porque podría ser el señor Allaband, y Dios no permita que no le respondiera a ese hombre. Pero no, era Danika.
Kyson estaba a punto de dejar su teléfono y comer. Danika podía esperar, pero cuando leyó el nombre "Leida" entre las palabras, sus ojos se abrieron y se levantó de su silla como si estuviera en llamas.
Después de leer los mensajes, supo que su jefe se pondría furioso.
Tocó tres veces y Hernán supo que era una emergencia. Tenían un código. Uno para cosas fáciles. Dos para mediana y tres para emergencias. Cuatro cuando alguien estaba a punto de morir. Kyson no estaba seguro de si debería haber tres o cuatro golpes.
-¿Sí?-preguntó Hernán y cuando la cabeza de Kyson apareció en la puerta, supo que algo andaba mal.
-Su madre, señor... Ella... ¡ella lo sabe!