-Señor, tal vez ella todavía cambie de opinión-dijo Kyson en voz baja, tratando de tranquilizar a su jefe. Hernán lo miró y Kyson casi lloró.
-Ah, pero ella cambiará de opinión. ¡Asegúrate de eso!-Hernán exhaló, su rostro era un puro ceño fruncido y su tono más frío que un iceberg. Kyson miró confundido a Hernán, quien le devolvió la mirada-¿Qué sigues haciendo ahí?
-Quieres que... encuentre la manera, ¿es así, señor?-cuestionó Kyson y Hernán asintió -Quieres que te prepare una trampa, ¿no?
-Sí, Kyson, ¿algún problema con eso?-preguntó Hernán, ya no muy paciente.
Hernán Allaband era un hombre que tenía una gran fuerza de voluntad. Cuando quería algo, hacía todo lo posible para conseguirlo. Sin embargo, él no era alguien que jugara sucio. Y eso dejó a Kyson confundido.
-Pero señor, hay muchas otras chicas por ahí. Y estoy seguro de que estarán dispuestas a...
-¡Ella es la candidata perfecta!-dijo Hernán un poco más alto de lo que normalmente lo haría-Kyson, esperé, busqué y finalmente la encontré. El hecho de que a ella no le gustó lo que le propuse, que reaccionó como una bestia lista para atacar, sólo me hizo estar aún más seguro de que ella era la elección correcta. ¡Y no quiero un hijo con un cazafortunas!
-Pero...
-No perderé mi puesto, Kyson. Soy el director general de este grupo y no me iré de aquí para que el maldito Xandros ocupe mi lugar. ¡Él no!-El enfado en la voz de Hernán fue una advertencia para Kyson de que sería mejor hacer que la chica aceptara el trato.
-Sí señor, yo me encargo de todo. Permiso.
Hernán podría conseguir otra mujer ya que usaría inseminación artificial y ninguna de ellas necesitaría acostarse con él. No, no era un hombre feo, pero estaba en silla de ruedas debido a un accidente. Esa fue incluso la razón por la que su prometida lo dejó por... ¡su medio hermano, Xandros!
Lazlo Allaband fue el fundador y ex director ejecutivo de la empresa. Trabajó duro y algo que siempre valoró fue su familia. Para él, un hombre que no puede hacerse cargo de su propia familia no puede hacerse cargo de una empresa. Su hijo, Brennon, no tenía mucha inclinación hacia estos asuntos, no sólo familiares, sino también empresariales. Cuando Hernán, el hijo mayor, tuvo edad suficiente para conocer el negocio familiar, Lazlo no perdió el tiempo. Al ser hijo de una mujer distinta de la señora Allaband, Hernán tuvo que trabajar duro para demostrar a todos su valía. Y él hizo.
A los 28 años, era un gran director ejecutivo, pero tenía un defecto: no tenía familia propia. Y por mucho que Lazlo lo amaba, no podía hacer la vista gorda ante ese hecho. Por eso le dio a Hernán una fecha límite y esa fecha límite se acercaba a cada segundo. Cuando Hernán vio a Danika, después de meses de intentar encontrar una candidata, supo que ella era diferente.
Kyson salió de la oficina de Hernán y se fue a la suya. Llamó a muchas empresas y les prohibió contratar a Danika. ¿Cruel? Sí, pero necesario. Más tarde ese día, recibió un mensaje y sonrió. ¡Su jefe era un tipo tremendamente afortunado! Sentado en su silla, Kyson marcó el número de la persona que acababa de informarle sobre la situación de Danika.
-Sí... quédate con el apartamento. ¡Paga todo un año!
No pasó mucho tiempo antes de que sonara su teléfono. Cuando leyó el nombre en el identificador de llamadas, sonrió pero mantuvo la calma.
-Habla Kyson Banks-Respondió, como si no supiera quién era-¡Ah, señorita Sinclair!
-Hmm, señor Banks, me gustaría hacerle algunas preguntas sobre este documento que me dio.
-¡Por supuesto que estaré encantado de responder a todo! Y ese documento es un acuerdo prenupcial.
Luego de escuchar todas sus preguntas y responder cada una de ellas, colgó y regresó a la oficina de Hernán, con expresión llena de satisfacción. Tocó sólo una vez y escuchó la voz de Hernán permitiéndole la entrada.
-¿Qué pasa ahora, Kyson?-preguntó Hernán sin siquiera levantar la cabeza y continuó firmando los papeles. Cuando Kyson permaneció en silencio, Hernán dejó el bolígrafo y miró hacia arriba, viendo una sonrisa en el rostro de Kyson. Pronto, él también sonrió-¿Ella...?
-¡Sí señor! Llamaré a tu prometida ahora mismo. ¡Felicidades! Ella solo pidió una cosa... -Kyson sabía cuánto odiaba Hernán que lo cuestionaran o lo contradijeran, por lo que la petición de Danika puso nervioso a la asistente.
"¡Aquí pensemos en positivo!", se dijo.
Hernán aspiró aire entre los dientes. Le ofreció a Danika una gran suma de dinero. Un millón y medio, para alguien que no tenía nada y necesitaba dinero desesperadamente, era más que suficiente. Ya irritado, suspiró.
-¿Qué pidió ella?-preguntó Hernán, esperando saber cuánto dinero más quería la mujer para permitirle usar su útero.
-Quiere ver al niño después del "divorcio". En sus palabras, es injusto hacer que los niños crezcan sintiéndose abandonados por uno de sus padres. Sería traumatizante.
Hernán se tomó unos momentos para reflexionar. Pudo ver que Danika era una buena persona; de lo contrario, nunca pediría sus servicios como madre sustituta. Pero aun así, no creía que ella quisiera mantener contacto con el niño por mucho tiempo. Él sonrió, ya que lo que ella preguntaba no era nada absurdo. Pondría algunas reglas y ese sería un problema menos en su vida.
-¡Entonces, Kyson, llévala al apartamento que te pedí que prepararas especialmente para ella!