La serenidad de los olvidados: operación colada
img img La serenidad de los olvidados: operación colada img Capítulo 3 Un agente de policía I.
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Capítulo 6 Un sin techo I. img
Capítulo 7 Mimetizarse. img
Capítulo 8 Todos. img
Capítulo 9 Un agente de policía III. img
Capítulo 10 Él no es él. img
Capítulo 11 Un sin techo II. img
Capítulo 12 Los dos. img
Capítulo 13 Uno más. img
Capítulo 14 Uno menos. img
Capítulo 15 Los otros. img
Capítulo 16 Un amigo. img
Capítulo 17 Un exagente de policía. img
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Capítulo 3 Un agente de policía I.

Desde que empezó este servicio de la Operación Colada, estoy... ¿cómo llamarlo, desubicado? No sé... Me asaltan dudas constantemente acerca de mi profesión.

Y ya ves... yo que creía que mi vocación era imperturbable, que cuando decidí dedicarme a ella tenía -y era así, lo sentía con nítida claridad- suficientes razones y motivos para desempeñarla con dedicación y entusiasmo. Sin duda, y te lo digo a ti, Nadie, en este momento de mi profesión, y por qué no decirlo (además, no se lo digo a nadie, solo a ti, Nadie, que es como decirlo a todas las gentes posibles), me siento como un títere regido por los hilos de aquellos que buscan su propio beneficio. Quién me iba a decir a mí que necesitaría construir palabras para acercarme, en más o menos medida, a la liberación personal.

A quién contarle mejor que a Nadie, que me escucha y me comprende y entiende mejor que yo mismo.

Eres un interlocutor tan neutral y al mismo tiempo tan apasionado...

Si no fuera por ti, ya hubiera desistido.

Al final de cada reflexión siempre me haces apreciar cualquier atisbo, recoveco, que me insta a seguir en el camino.

Seguiré porque te descubrí, Nadie, y me insuflas la energía que necesito para no desandar el camino...

Pero aún así, ¡quién me mandaría a mí poner en la solicitud de acceso al cuerpo nacional de policía que hice dos años de interpretación en la escuela Viento Sur Teatro! Estaría ahora, seguro, haciendo servicios normales. «A patrullando la ciudad», como decía aquél... Y no aquí, conociendo de primera mano a los olvidados de esta sociedad hipercapitalista y sin poder hacer nada para ayudarlos.

Ayudaré, eso sí, a que el sistema siga siendo como hasta ahora: a esconder la parte que les avergüenza en aras de engrandecer la imagen de una ciudad. Pero y a ellos, ¿quién les ayudará?...

¿Lo ves? Me acabas de recordar Nadie, que al menos habré contribuido a desmantelar una organización importante de tráfico de drogas, y con suerte, meter entre rejas algún que otro narco de envergadura.

Nunca podría haber imaginado que una operación policial absorbiera tanto de mí a nivel personal. Tanto, que a veces me pierdo entre los dos Quinos, policía e indigente, y me hago un nudo entre las dos identidades intentando diferenciarlas en los momentos en que una de ellas me tira con más fibra. Hasta ahora estoy logrando deshacerlo, pero cada día me tengo que esforzar más para conseguirlo. Tengo que confesarte Nadie, que ha habido jornadas enteras en las que el Quino indigente ha sido dueño de mí y si no se hubiese dado el requisito de tener que ir a la comisaría para dar novedades acerca de las indagaciones, bien por ser reclamado por el inspector jefe o porque era día de hacerlas, te digo yo que el Quino policía hubiese tardado en aparecer.

Sí, paradójico, pero en ocasiones tengo la sensación de que me identifico más con él. He vivido tan de cerca situaciones en las que simplemente por haberte criado en un mal barrio, la línea que separa entre ser «un olvidado» y no serlo es tan fina... Compañeros de colegio y amigos y conocidos la cruzaron sin apenas darse cuenta. Y es que haber vivido en un arrabal donde descubres la parte más cruenta e injusta de la sociedad, y aun habiendo subsistido a ellas, permanece en uno, al menos en mi caso, un gran sentido inalterable de la humildad y de la solidaridad. Sí, ya lo sé. Y no me chilles. Además, lo sé por dos vertientes en principio distintas, pero que al final confluyen ambas: En la práctica de la interpretación, el actor jamás debe dejar que el personaje se instale en el Yo personal. Que es esencial para poder vivirlos sin que te atraviesen los filamentos emocionales. Y en cuanto al desempeño de la actividad policial, igualmente te debes hacer de un parapeto/coraza para poder preservar la vitalidad mental ante tan infaustas situaciones.

Lo sé.

Pero hay situaciones que por más barricadas que te construyas, te sobrepasan.

No sé...

Esta noche he dormido con el Capi y Anika en los bajos de la galería comercial. No quería dejarla a ella allí, con el Capi durmiendo la mona, que no se entera de nada ya pueden caer cohetes. Y he podido dormir. Como lo oyes. Estuve contemplando a Anika dormida y me contagió. Me entró un sopor...

Tiene una cara muy dulce y transmite paz. No sé.

A las cuatro estoy citado con Serrano para informarle de novedades, así que voy a desayunar y a descabezar un poco.

Creo que no esperaré más para pedirle lo que es justo. Que, por otro lado, es algo que necesito para poder continuar...

            
            

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