Violeta corrió al granero, eso decía la nota:
"Violeta, necesito explicarte todo, nos vemos en el granero en cuanto recibas esta nota. Con amor; Noah"
Para cuando llegó al granero, ya estaba empapada. Se quitó la cofia que había absorbido tanta agua, que se había hecho muy pesada para su cabeza. El cabello negro estaba enredado, no lo había cepillado esa mañana, no se había aseado.
Abrió el portón, la luz entraba tenue por las ventanas y el tragaluz pero no iluminaba mucho, era una mañana nublada y oscura. La lluvia retumbaba sobre el techo produciendo un bramido como el del viento cuando acaricia las copas de los árboles; tan hermoso como espeluznante.
Justo en medio del granero, estaba el cofre, Violeta corrió hacia él, se dejó caer de rodillas al suelo y lo abrió, rebuscó entre los libros, no consiguió las cartas, aquellas cartas eran lo más importante; contenían un secreto que no podía saberse.
Un relinchar proveniente de la caballeriza le alertó de la presencia de alguien, conocía a Mopa, no era de quejarse a menos que la asustara un animal o una persona extraña.
―Tranquila cariño ―le susurró mientras se acercaba ―shh.. shhh―calma hermosa ―le repitió un par de veces acariciando su cuello, echó la mirada hacia el piso, no había ratones, serpientes u otra cosa.
―Hola Violeta ―Una voz femenina les hizo dar un brinco de susto; a Violeta y a Mopa
―¿Que hace usted aquí? ―preguntó cuando vio de quien se trataba; la mujer de la otra vez, la que había llegado junto a Noah, no recordaba su nombre pero sí su rostro, su gesto de desprecio al mirarla y su porte; la barbilla siempre en alto , como si el mundo no la mereciera. Llevaba un vestido verde como el olivo, eran tan largo que arrastraba la paja seca a su paso. El portón se abrió.
―Debani, querida ―dijo la mujer mirando a la entrada del granero, Debani no estaba empapada estaba seca y radiante luciendo un pomposo vestido color crema, tan largo como el de su madre, su cabello rubio estaba recogido y cubierto por un tocado a juego con el vestido y los guantes, levantaba en su mano izquierda, una lámpara de aceite. Violeta se preguntó que hacían vestidas así en un granero.
―¿Debani? ¿Margot? ―Una voz provenía de afuera, era una voz masculina, un rostro se asomó ―¿qué ocurre? ―era ese chico; Eiden. Violeta lo recordaba bien, el chico grosero y presumido que había calmado a Mopa ―¿qué se supone que hacemos aquí? ―preguntó con fastidio. Tenía un porte parecido al de Noah, delgado, pero fornido. Violeta imaginó que debajo de todas esas capas de ropa debía tener brazos fuertes, espalda ancha y abdomen tallado, igual que Noah.
―Eiden, no deberías llamar a nuestra madre por su nombre, te he dicho que es una falta de respeto ―Debani le rezongó y Eiden rodó las pupilas hacia arriba.
―Déjalo querida ―intervino Margot ―no me importa, en lo absoluto.
―¿Dónde está la puta? ―Una voz grave, cavernosa, se escuchó mientras entraba un tipo desagradable, iba tan bien vestido como el resto, pero su rostro, su expresión, sus dientes, todo era repulsivo en él, era alto, mucho más que Noah y Eiden y mucho más fornido que ellos también.
―Darren ¿de qué demonios hablas? ―le preguntó Eiden ―nadie ha hablado de ninguna puta. Margot, Debani ¿que se traen entre manos? Ah, hola niña ―dijo quitándose los guantes ―¿qué ocurre? ¿tomaremos el té en el granero? No me agrada este lugar, la última vez que estuve aquí, terminé bañado en estiércol de caballo.
―Bien, ya están todos ―dijo Margot y Violeta se preguntó dónde estaría Noah ―hijos; Debani, Eiden, hoy aprenderán una importante lección ―Eiden miraba a su madre con la misma cara de confusión de Violeta, pero Debani, sabía lo que ocurría, se le notaba en el rostro, tenía una sonrisa de satisfacción, como si esperase a que algo grandioso aconteciera ―el puesto de poder que ostentan en Mérinton, es muy importante, los sacrificios que tendremos que hacer para mantenernos en nuestras respectivas posiciones, son muchos. En ocasiones, tendremos que defender nuestros derechos con uñas y dientes, esta es una de esas ocasiones.
―¿Y todo esto qué tiene que ver conmigo? ―preguntó Violeta caminando a zancadas hacia Margot ―¿qué hacen en mi propiedad? ―empezaba a asustarse, estaba confundida, no tenía idea de lo que ocurría ―llamaré a mi padre ahora mismo ―cuando quiso ir hacia el portón, Darren, el tipo alto y grande se interpuso y le dio un empujón que la dejó tendida en el piso, el golpe al caer se lo llevó en un lado de la cadera, dejó salir un gemido.
―¡Darren! ―gritó Eiden ―¡¿qué Demonios?! ¡madre! ¿por qué le permites esto? ―se acercó a Violeta y le extendió la mano, ella lo rechazó y se alejó a rastras.
―¿Ya puedo? ―preguntó Darren girándose a mirar a Margot con ojos ansiosos; un cachorro a espera de aquella rama lanzada por los aires. Violeta lo supo, eso era ella, la rama lanzada por los aires . Darren tenía la voz temblorosa, se le escuchaba, apretaba los puños, los soltaba y volvía a apretar una y otra vez, como un tic nervioso. Violeta clavó la mirada en Margot, tenía la misma sonrisa que Debani y afirmó con solo un movimiento de la cabeza, eso bastó para que Darren saltósobre Violeta. De inmediato le levantó el vestido y empezó a manosearla, Eiden intentó detenerlo, pero Darren era muy fuerte, lo apartó de un manotazo, Violeta gritaba y lloraba, Mopa no paraba de relinchar y de moverse.
Violeta alcanzó a ver detrás del rostro lujurioso de Darren, a Margot y a Debani sonriendo, no veía a Eiden. Sintió un dolor punzante en su sexo, Darren se movía sobre ella jadeante, Violeta miró a todas partes, detrás de ella, había una oz de mango corto apoyada de la caballeriza, estiró su mano tanto como pudo, logró cogerla y sin pensarlo, clavó el objeto punzante en la frente de Darren, lo clavó justo en medio de sus dos ojos, le salpicaron unas gotitas de sangre en la cara, Violeta imaginó que tendría que defenderse también de Margort y de Debani, por lo que sacó la oz del la cabeza de Darren, al hacerlo, un chorro de sangre tibia salió de la cortada, empapandole el pecho, todo el peso de Darren cayó sobre el cuerpo de Violeta, ella intentó hacerlo a un lado, Debani empezó a gritar desesperada, la lámpara de aceite que cargaba encendida en la mano, se le cayó y el forraje no tardó en arder.
―Vamos Debani ―le gritó Margot, pero Debani estaba pasmada, inmóvil ―Debani, muévete ¡AHORA!
―No podemos dejarlo ―dijo Debani sollozando mientras señalaba a Eiden que seguía inconsciente en el suelo. Margot puso los ojos en blanco y fue por Eiden
―Vamos, ayúdame ―lo cogió de un brazo y Debani lo cogió del otro, ambas lo arrastraron.
Mientras tanto, Violeta casi había logrado quitarse de encima el cadáver de Darren, le parecía que pesaba unos mil kilos, cuando pudo quitárselo, escuchó cerrarse el portón, daba igual, no había forma de llegar a la salida, el fuego la tenía rodeada. Las paredes ardían, el techo también; estaba atrapada, después de unos minutos, escuchó a su padre gritar desde afuera
―VIOLETA ¿ESTÁS AHÍ DENTRO?
―¡Papi! ¡papi! aquí estoy ¡ayúdame papi, por favor! ―gritaba desesperada ―¡ayúdame papi! el portón se abrió, su padre entró, ambos se miraron impotentes a través de la columna de fuego que los separaba, el padre de Violeta llevaba a un rastrillo, empezó a golpear las llamas, justo cuando estaba logrando aplacar el fuego, una viga se desprendió del pecho y le cayó encima, intentaba sacarse el gran trozo de madera de encima, mientras el fuego lo consumía, gritaba con desespero, eran gritos aterradores, Violeta no movió un músculo aunque quería hacerlo, su cuerpo se paralizó, sentía el aire cada vez más difícil de respirar. Se desplomó en el suelo al mismo tiempo que los gritos de su padre cesaron, hacía un gran esfuerzo por inhalar, pero todo lo que entraba por su nariz era humo que le hacía arder el pecho.
Cerró los ojos y al abrirlos, estaba en esa prisión, con quemaduras en el cuerpo, al lado de esa horrible mujer que le exigía ponerse a bordar y con un solo pensamiento en la cabeza.
¿Como te llamas? ―le preguntó la mujer que acababa de despertarla con un balde de agua en el rostro. Violeta pensaba en su nombre, lo recordaba escrito en tinta sobre el papel, Violeta, pensó ¿por qué Violeta? Era un nombre especial, jamás había conocido a nadie más que lo llevara.
V – I – O – L – E – T – A lo deletreó en su cabeza. VENGANZA, pensó. Su mente divagaba, estaba enloqueciendo, o no.
―Violeta ―respondió ella con la mirada perdida ―Violeta con V de Venganza -agregó.
La mujer la miró con los ojos entornados. Violeta sintió un olor desagradable que le produjo arcadas. No pudo contener el vómito.
Después de arrojar solo líquido, mientras se limpiaba las comisuras con el vestido que llevaba puesto, notó que en la celda había tres camas.
―¿Tenemos otra compañera de celda? ―preguntó
―Sí, pero está enferma ―la mujer señaló hacia la cama
Violeta se puso de pie y se acercó a la cama, había alguien envuelto entre sábanas amarillentas con manchas marrones, no quiso ni pensar de qué eran aquellas manchas, estremeció a la mujer para despertarla, pero no se movía, quitó la sábana y contempló el rostro con horror.