Luna de Traicion
img img Luna de Traicion img Capítulo 3 El Encanto Oscuro
3
Capítulo 10 Fuego Cruzado img
Capítulo 11 Secretos en la Oscuridad img
Capítulo 12 El Lobo Solitario img
Capítulo 13 El Arte de la Manipulación img
Capítulo 14 Entre Dos Fuegos img
Capítulo 15 Una Propuesta Oscura img
Capítulo 16 Pasión Prohibida img
Capítulo 17 El Juego de Cass img
Capítulo 18 La Visión de Amara img
Capítulo 19 La Rebelión Se Acrecienta img
Capítulo 20 Decisiones Peligrosas img
Capítulo 21 Ecos del Pasado img
img
  /  1
img

Capítulo 3 El Encanto Oscuro

Elena Castillo estaba sentada en su despacho, revisando los documentos para una fusión inminente cuando su secretaria entró con una elegante invitación plateada. La sobresaliente caligrafía en relieve destellaba bajo la luz suave de la oficina.

"Esto acaba de llegar para usted, señorita Castillo," dijo la secretaria, entregándole el sobre con una leve inclinación.

Elena frunció el ceño mientras lo tomaba, notando el sello en el sobre: un símbolo antiguo que no reconocía de inmediato. Rasgó el papel con cuidado, revelando una tarjeta de invitación que desprendía un aroma sutil a jazmín. Leyó el contenido con creciente curiosidad.

"La Alianza Sanguínea tiene el placer de invitarla a una velada exclusiva en honor a los líderes más influyentes del mundo. Un evento privado para aquellos que están destinados a moldear el futuro. Esperamos contar con su presencia el viernes a las 20:00 horas en la Mansión D'Arcy."

La invitación estaba firmada por Lucian D'Arcy.

Elena se reclinó en su silla, considerando la invitación. Sabía quién era Lucian D'Arcy, aunque nunca lo había conocido en persona. Su reputación en los círculos de poder era casi legendaria: un hombre de inmensa influencia, cuyas manos parecían estar en cada gran movimiento financiero del mundo. La Alianza Sanguínea era conocida, aunque de manera reservada, como una organización que manejaba gran parte de la riqueza global. El hecho de que alguien como Lucian estuviera interesado en ella era, como mínimo, intrigante.

Pero también sentía una leve inquietud. Desde su encuentro con Damien Wolfe, no había podido dejar de pensar en el juego de poder en el que parecía estar siendo arrastrada. Sabía que aceptar esta invitación significaba adentrarse aún más en ese mundo, pero la curiosidad era una fuerza poderosa, y Elena siempre había sido alguien que enfrentaba los desafíos de frente.

Tomó su decisión rápidamente. Levantó el teléfono y llamó a Izzy.

"¿Has recibido algo de la Alianza Sanguínea?" preguntó Elena, yendo al grano.

Izzy, que estaba siempre al tanto de las cosas, ya sabía a qué se refería. "Sí, supe de eso. ¿Vas a ir?"

"Por supuesto," respondió Elena con una sonrisa. "No todos los días se recibe una invitación de alguien como Lucian D'Arcy. Además, estoy interesada en ver qué es lo que realmente quiere."

"Ten cuidado, jefa," advirtió Izzy. "La Alianza Sanguínea es poderosa, y Lucian es conocido por ser... persuasivo."

Elena dejó escapar un pequeño suspiro. "No te preocupes, Izzy. Sé manejarme en estos eventos. Y si intentan algo más de lo que deben, lo sabré."

"Eso espero," respondió Izzy, aunque su tono sugería que no estaba del todo convencida. "Estaré a una llamada de distancia si necesitas algo."

"Lo sé," dijo Elena, agradeciendo su lealtad. "Nos vemos mañana."

Colgó el teléfono y miró de nuevo la invitación. Había algo en ella, algo que la llamaba de una manera que no podía ignorar. Sabía que esta noche cambiaría algo en su vida, aunque aún no podía precisar qué.

El viernes por la noche, Elena se preparó para la velada en la Mansión D'Arcy. Eligió un vestido negro largo, ajustado, que acentuaba sus curvas de manera elegante pero poderosa. Su cabello oscuro estaba recogido en un moño sofisticado, dejando a la vista su cuello esbelto y la joya que colgaba de su collar de diamantes. Estaba lista para enfrentar lo que fuera que Lucian D'Arcy tuviera planeado.

La mansión estaba ubicada en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, rodeada por altos muros y guardias discretos pero eficientes. Cuando su coche se detuvo frente a la entrada, un hombre vestido de negro abrió la puerta con una inclinación respetuosa.

"Bienvenida, señorita Castillo," dijo con una voz suave. "El señor D'Arcy la está esperando."

Elena salió del coche y subió las escaleras de mármol, su mirada recorriendo el impresionante edificio. La mansión era un monumento a la opulencia, con candelabros dorados iluminando la entrada y el sonido suave de una orquesta tocando en el fondo. La sensación de riqueza y poder impregnaba el aire, y Elena no pudo evitar sentir una mezcla de admiración y cautela.

Fue recibida en el vestíbulo por un hombre de aspecto impecable, que la condujo a través de un largo pasillo hacia una gran sala de baile. La sala estaba llena de figuras elegantes, todas vestidas con trajes de alta costura, sus conversaciones mezclándose con la música. Pero incluso en esa multitud, Lucian D'Arcy era inconfundible.

Estaba de pie al final de la sala, junto a una gran chimenea de mármol, con una copa de vino en la mano. Su presencia dominaba el espacio, aunque no hacía ningún esfuerzo por atraer la atención. Era un hombre alto, con el porte de alguien que estaba acostumbrado a mandar. Su cabello rubio cenizo estaba perfectamente peinado, y sus ojos, de un azul penetrante, parecían captar cada detalle de la sala sin esfuerzo.

Cuando sus miradas se encontraron, Lucian sonrió con una suavidad que envió un escalofrío por la columna de Elena. Era una sonrisa que prometía secretos y placeres ocultos, y en ese momento, Elena comprendió por qué tanta gente caía bajo su hechizo.

Él comenzó a caminar hacia ella, moviéndose con una gracia que casi parecía sobrenatural. Los invitados se apartaron sin darse cuenta, como si sintieran su presencia sin necesidad de verlo. Cuando llegó a donde ella estaba, se inclinó levemente, tomando su mano y rozando sus labios contra sus nudillos en un gesto que era tanto un saludo como una caricia.

"Señorita Castillo," dijo con voz suave, profunda y seductora. "Es un placer finalmente conocerla."

Elena sintió una descarga eléctrica en la piel donde sus labios habían tocado. Mantuvo su compostura, aunque su corazón latía más rápido de lo que le gustaría. "El placer es mío, señor D'Arcy," respondió, devolviéndole la sonrisa.

"Por favor, llámame Lucian," dijo él, guiándola suavemente hacia un rincón más apartado de la sala, donde las sombras eran más profundas y las miradas menos frecuentes. "Esta es su noche. Quiero asegurarme de que se sienta cómoda y bien recibida."

Elena no pudo evitar notar la elección de sus palabras. "Me siento halagada por su invitación, Lucian. Aunque debo admitir que tengo curiosidad sobre el motivo de esta velada."

Lucian la miró con esos ojos azules que parecían ver a través de ella. "La curiosidad es una cualidad admirable, Elena. Y esta noche es una celebración de aquellos que, como usted, tienen el poder de cambiar el mundo. Pero debo confesar que también deseaba conocerla personalmente. He oído hablar mucho de usted, y quería asegurarme de que lo que dicen es cierto."

"¿Y qué es lo que dicen?" preguntó Elena, inclinando ligeramente la cabeza, sintiendo cómo el ambiente se volvía más íntimo.

"Dicen que es una mujer de gran fuerza, pero también de gran inteligencia. Alguien que no se deja intimidar por los desafíos, sino que los enfrenta con determinación," dijo Lucian, su voz bajando a un susurro que parecía resonar en la piel de Elena. "Alguien, en resumen, con quien me gustaría colaborar."

"Colaborar," repitió Elena, saboreando la palabra. "¿En qué tipo de colaboración está pensando?"

"En una que beneficie a ambos," respondió Lucian, acercándose un poco más. "Su empresa está en la cúspide de algo grande, Elena. Pero para alcanzar las alturas a las que realmente puede llegar, necesitará aliados poderosos. Alguien que pueda abrirle puertas que de otro modo permanecerían cerradas. Alguien que pueda ofrecerle... lo que ningún otro puede."

Elena sintió cómo sus palabras la envolvían, como una red sutil que apenas notaba. Pero a pesar de la seducción en su voz, no se dejaba engañar fácilmente. "Y supongo que usted es ese alguien," dijo con una sonrisa cautelosa.

Lucian sonrió, inclinando la cabeza en un gesto casi humilde. "Soy alguien que reconoce el valor cuando lo ve. Y veo en usted un futuro brillante, uno que podría ser aún más espléndido con la alianza adecuada."

Elena se tomó un momento para observarlo, sopesando cada palabra. Lucian D'Arcy era sin duda un hombre encantador, pero también era claro que era un maestro en el arte de la manipulación. Sin embargo, había algo en él, una especie de magnetismo oscuro, que la atraía de una manera que no podía ignorar.

"Es una propuesta interesante," dijo finalmente, decidiendo seguirle el juego, al menos por ahora. "Pero tengo la sensación de que hay más de lo que se muestra a simple vista."

"Siempre lo hay," dijo Lucian suavemente, su voz apenas un susurro. "Pero esta noche no es para decisiones precipitadas. Esta noche es para disfrutar, para conocernos. El futuro puede esperar."

Elena asintió, consciente de que estaban jugando un juego peligroso. "Entonces, Lucian, muéstreme lo que esta noche tiene para ofrecer."

Lucian sonrió, esta vez con un brillo en los ojos que hablaba de promesas no dichas. "Será un placer, Elena. Un verdadero placer."

La música continuaba en la distancia, y mientras Lucian la guiaba de nuevo hacia el centro de la sala, Elena sintió que la noche había tomado un giro inesperado. Sabía que estaba adentrándose en un mundo lleno de sombras, donde cada paso podría llevarla más cerca del poder... o de su propia perdición.

Pero también sabía que no podía echarse atrás. El encanto oscuro de Lucian la envolvía, y aunque sabía que debía tener cuidado, no podía negar que estaba intrigada, seducida por la promesa de algo mucho más grande de lo que había imaginado.

Y así, con una sonrisa enigmática en sus labios, Elena se dejó llevar por la música, consciente de que su vida estaba a punto de cambiar para siempre.

Elena se dejó guiar por Lucian a través de la opulenta sala, sintiendo cómo los ojos de los demás invitados se posaban sobre ellos con curiosidad y, en algunos casos, envidia. Era como si el mundo se hubiera reducido a los dos, y aunque sabía que era parte del encanto oscuro que Lucian ejercía, no podía evitar sentirse atrapada en su órbita.

Llegaron a un rincón apartado de la sala, donde un grupo de músicos tocaba una suave melodía que resonaba en el aire con una calidad casi etérea. Lucian se detuvo y giró hacia Elena, sus ojos azules brillando con una intensidad que la hizo estremecer.

"¿Le gustaría bailar, Elena?" preguntó, extendiendo una mano hacia ella.

Elena vaciló por un segundo, consciente de que aceptar sería un paso más hacia un camino del que no estaba segura si quería regresar. Pero la curiosidad y la atracción que sentía eran demasiado fuertes. Con una leve sonrisa, colocó su mano en la de él.

Lucian la atrajo hacia él con una suavidad que contradecía su fuerza evidente. Mientras la música llenaba el aire, comenzaron a moverse en perfecta sincronía, sus cuerpos deslizando por el suelo de mármol como si hubieran estado bailando juntos toda la vida. Elena sintió el calor del cuerpo de Lucian, la firmeza de su agarre, y una corriente de electricidad que fluía entre ellos.

"Debo admitir que es usted una excelente bailarina, señorita Castillo," murmuró Lucian, sus labios cerca de su oído, enviando un escalofrío por su columna vertebral.

"Me temo que no practico tanto como debería," respondió Elena, su voz firme pero con una nota de diversión. "Pero parece que usted tiene más experiencia en esto de lo que deja ver."

"Digamos que he tenido mucho tiempo para perfeccionar mis habilidades," replicó Lucian, su tono suave pero lleno de insinuaciones. "Y me alegra ver que ha decidido acompañarme esta noche. Creo que ambos podemos beneficiarnos de conocernos mejor."

Elena sabía que había un subtexto en esas palabras, pero decidió no profundizar por el momento. En cambio, se permitió disfrutar del momento, de la sensación de ser llevada en un baile que, en su interior, sabía que era tanto físico como metafórico.

"Este lugar es impresionante," comentó Elena, mirando a su alrededor. "La mansión D'Arcy es legendaria en muchos aspectos."

"Es un legado que he mantenido durante siglos," dijo Lucian, sus palabras pesadas con el peso del tiempo. "La Alianza Sanguínea ha sido una parte integral de este mundo durante más tiempo del que la mayoría imagina. Nos aseguramos de que el equilibrio de poder se mantenga... y que quienes merecen el poder lo obtengan."

Elena lo miró con una mezcla de curiosidad y cautela. "¿Y usted decide quién lo merece?"

Lucian sonrió, un gesto que no alcanzó sus ojos pero que no carecía de calidez. "Soy un guía, Elena. Un facilitador. Ayudo a aquellos que tienen la capacidad de liderar a alcanzar su máximo potencial. Y veo ese potencial en usted."

Elena estaba a punto de responder cuando algo llamó su atención. En el borde de su visión, notó una figura conocida que se acercaba. Sophia Devereaux, la mujer que había visto con Lucian en las fotos de prensa, y que sabía tenía una relación complicada con él, se acercaba con una mirada que irradiaba peligro y curiosidad.

"Lucian," dijo Sophia con una sonrisa que no alcanzó sus ojos cuando se detuvo junto a ellos. "¿No vas a presentarme a tu encantadora acompañante?"

Lucian mantuvo la calma, aunque Elena pudo sentir una ligera tensión en su agarre. "Sophia, esta es Elena Castillo, la CEO de Castillo Technologies. Elena, te presento a Sophia Devereaux, una vieja amiga y socia de la Alianza."

Elena extendió la mano con una sonrisa profesional. "Es un placer conocerte, Sophia."

Sophia tomó la mano de Elena con una presión que parecía querer transmitir algo más que un simple saludo. "El placer es mío, Elena. He oído hablar mucho de ti. Parece que estás haciendo olas en el mundo empresarial."

"Solo intento hacer mi trabajo lo mejor que puedo," respondió Elena, manteniendo la calma bajo la mirada evaluadora de Sophia.

"Eso es lo que decimos todos, ¿verdad?" dijo Sophia, soltando la mano de Elena y dirigiendo una mirada significativa a Lucian. "Espero que disfrutes de la velada. La Mansión D'Arcy es conocida por sus... momentos inolvidables."

Elena notó la insinuación en su tono, pero antes de que pudiera responder, Sophia ya se había alejado, dejándolos a solas de nuevo.

Lucian exhaló suavemente y guió a Elena hacia una terraza que daba al jardín iluminado por antorchas. El aire fresco de la noche la envolvió, brindándole un respiro del ambiente cargado de la sala de baile.

"Te pido disculpas por Sophia," dijo Lucian, deteniéndose junto a la barandilla y volviéndose hacia Elena. "Tiene un sentido del humor un tanto peculiar."

"No te preocupes," respondió Elena, sintiendo que finalmente podía relajarse un poco. "Me he encontrado con peores."

Lucian la miró durante un largo momento, sus ojos buscando los de Elena como si intentara leer lo que pasaba por su mente. "Eres una mujer intrigante, Elena. Muy pocos tienen la capacidad de mantenerse firmes en situaciones como esta. Y aún menos logran capturar mi interés de la manera en que lo has hecho."

Elena lo observó con cautela, consciente de que cada palabra de Lucian estaba cuidadosamente seleccionada. "Tengo la sensación de que capturar tu interés es tanto un cumplido como una advertencia."

Lucian sonrió lentamente, como si apreciara su perspicacia. "Tal vez sea ambas cosas. Pero no debes temerme, Elena. Si decides unirte a nosotros, descubrirás que puedo ser un aliado valioso... e incluso un amigo."

Elena se apoyó en la barandilla, mirando las sombras que danzaban en el jardín iluminado. Sabía que estaba en una encrucijada, y aunque la oferta de Lucian era tentadora, también sabía que cualquier alianza con él no sería sin condiciones.

"Me has dado mucho en qué pensar, Lucian," dijo finalmente, volviendo su mirada hacia él. "Pero antes de tomar cualquier decisión, necesito entender mejor lo que realmente implica ser parte de tu mundo."

Lucian asintió, su expresión suave pero calculada. "Y te prometo que lo harás, Elena. Esta noche es solo el comienzo. Te mostraré lo que podemos lograr juntos, y entonces, podrás tomar tu decisión."

Elena asintió lentamente, sabiendo que había aceptado el primer paso en un camino peligroso, uno del que no habría retorno. Pero también sabía que no podía volver atrás. No después de haber vislumbrado el poder que Lucian ofrecía.

"Confío en que así será," dijo ella, manteniendo su voz firme.

Lucian extendió su mano, una invitación que iba más allá de un simple gesto. Elena la tomó, sintiendo cómo su piel ardía al contacto. Juntos, regresaron al interior de la mansión, donde la fiesta continuaba, ajena a la batalla de voluntades que se estaba librando entre ellos.

Y mientras la música llenaba el aire, Elena sintió que, aunque la noche estaba lejos de terminar, su vida ya había comenzado a cambiar de manera irrevocable.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022