Luna de Traicion
img img Luna de Traicion img Capítulo 4 Miradas Peligrosas
4
Capítulo 10 Fuego Cruzado img
Capítulo 11 Secretos en la Oscuridad img
Capítulo 12 El Lobo Solitario img
Capítulo 13 El Arte de la Manipulación img
Capítulo 14 Entre Dos Fuegos img
Capítulo 15 Una Propuesta Oscura img
Capítulo 16 Pasión Prohibida img
Capítulo 17 El Juego de Cass img
Capítulo 18 La Visión de Amara img
Capítulo 19 La Rebelión Se Acrecienta img
Capítulo 20 Decisiones Peligrosas img
Capítulo 21 Ecos del Pasado img
img
  /  1
img

Capítulo 4 Miradas Peligrosas

El murmullo elegante de la fiesta continuaba, pero para Elena Castillo, el aire había cambiado. La velada, que había comenzado con un toque de misterio y seducción, se estaba transformando en algo más intenso, más peligroso. Mientras se dejaba llevar por el magnetismo oscuro de Lucian D'Arcy, un escalofrío recorrió su espalda, como si fuera observada desde las sombras.

No tardó mucho en confirmar sus sospechas.

Desde el otro lado del salón, una figura alta y poderosa avanzaba hacia ellos. Damien Wolfe se abrió paso entre los invitados con una confianza que no requería permiso ni disculpa. Su mirada gris, fría como el acero, estaba fija en Elena, pero al llegar frente a ella y Lucian, sus ojos se estrecharon, lanzando una advertencia implícita al vampiro que la acompañaba.

Elena sintió cómo la tensión en el aire se volvía palpable, como la calma tensa que precede a una tormenta. Sabía que ambos hombres no estaban simplemente intercambiando miradas; había un juego de poder en marcha, un choque de voluntades que se extendía mucho más allá de lo visible.

"Lucian," dijo Damien con voz firme, inclinando apenas la cabeza en un gesto de saludo que estaba lejos de ser amistoso. "No esperaba verte tan pronto."

"Damien," respondió Lucian con una sonrisa suave pero calculada, su tono goteando una cortesía que bordeaba lo sarcástico. "No podía perderme la oportunidad de conocer a la encantadora Miss Castillo. Y debo decir que no me ha decepcionado."

Elena sintió el peso de las miradas de ambos hombres sobre ella. Sabía que estaba en el centro de una disputa de la que apenas comenzaba a entender las reglas. Pero, a pesar del nerviosismo que podría haber sentido, algo en su interior se encendió. Había poder en ser deseada por dos hombres tan formidables, y Elena no estaba dispuesta a ceder ese poder fácilmente.

"Elena," dijo Damien, desviando su atención de Lucian para enfocarse en ella, su voz suavizándose levemente. "No esperaba encontrarte aquí esta noche. ¿Te está tratando bien D'Arcy?"

La pregunta estaba cargada de significado, y Elena lo sabía. Había una intención protectora en las palabras de Damien, pero también una reclamación territorial. Era como si estuviera marcando su presencia, dejando claro que él también tenía un interés en ella.

Lucian, por su parte, no dejó pasar la insinuación. "Elena es más que capaz de decidir por sí misma, Damien. De hecho, hemos estado disfrutando de una conversación muy interesante. ¿Verdad, Elena?"

Elena levantó la barbilla, consciente de que sus palabras podrían inclinar la balanza de una manera u otra. Pero también sabía que no debía permitir que ninguno de los dos hombres la usara como un trofeo en su batalla de egos.

"Ambos están en lo cierto," dijo con una sonrisa serena, mirando a cada uno en turno. "Esta velada ha sido reveladora, y debo decir que estoy interesada en lo que ambos tienen que ofrecer. Pero también soy consciente de que, en mi posición, cada decisión debe tomarse con cuidado y consideración."

Elena notó una chispa de respeto en los ojos de Damien, mientras que Lucian esbozó una sonrisa de aprobación, como si hubiera pasado una prueba que él mismo le había impuesto. Sin embargo, la tensión entre ellos no disminuyó.

"Me alegra escuchar eso," dijo Damien, su tono más suave, pero con un filo apenas disimulado. "Espero que recuerdes que no todos los que te rodean tienen tus mejores intereses en mente."

Lucian soltó una risa baja, aunque sin verdadero humor. "Parece que Damien cree que necesita protegerte, Elena. Pero te aseguro que en mi compañía, estás en buenas manos."

"Eso lo decidiré yo," replicó Elena, manteniendo su voz firme pero diplomática. "Aprecio la preocupación de ambos, pero creo que soy capaz de cuidar de mí misma."

Por un momento, ninguno de los dos hombres dijo nada, sus miradas intercambiando palabras que no necesitaban ser pronunciadas. Elena podía sentir la electricidad en el aire, la fuerza de la naturaleza sobrenatural que ambos representaban, chocando en un silencio cargado.

Finalmente, fue Damien quien rompió el silencio, inclinando levemente la cabeza hacia Elena. "Por supuesto. Y no lo dudo. Pero si en algún momento necesitas... una perspectiva diferente, estaré cerca."

Elena asintió, aceptando la salida diplomática que Damien le ofrecía. "Lo tendré en cuenta, Damien. Gracias."

Lucian, aunque mantuvo su compostura, no pudo evitar que sus ojos brillaran con una intensidad renovada. "Bueno, parece que tendremos mucho de qué hablar en el futuro, Elena."

Elena esbozó una sonrisa que no revelaba del todo sus pensamientos. "Estoy segura de que sí."

Con un último intercambio de miradas cargadas de significado, Damien y Lucian se despidieron, cada uno retrocediendo sin dejar de vigilar al otro. Elena sintió que había sobrevivido a una tormenta, pero también sabía que esta era solo la primera de muchas batallas.

Cuando Lucian le ofreció su brazo para continuar la velada, Elena lo aceptó, aunque su mente estaba trabajando en mil direcciones. Sabía que no podía permitirse ser una espectadora pasiva en este juego; si quería sobrevivir y mantener su control, tendría que ser más astuta, más fuerte, y jugar mejor que ambos hombres.

La noche continuó, pero para Elena, el verdadero juego acababa de comenzar. Mientras la música volvía a llenar la sala, sus pensamientos se centraban en una cosa: cómo convertir esta guerra entre dos titanes en una ventaja para ella.

Elena caminó junto a Lucian, sus tacones resonando suavemente contra el mármol mientras se adentraban más en la mansión. A su alrededor, las conversaciones continuaban, las risas llenaban el aire, pero para ella, el mundo había cambiado de forma sutil pero decisiva. Sabía que cada movimiento que hiciera sería observado, analizado y, en última instancia, utilizado en el intrincado juego de poder en el que se encontraba atrapada.

Lucian la condujo hacia una pequeña sala privada, apartada del bullicio principal. La habitación estaba decorada con una opulencia sobria: pesados cortinajes de terciopelo, muebles antiguos y una chimenea que crepitaba suavemente, llenando el espacio con una calidez acogedora. Lucian la guió hasta un sofá, donde se sentó con la elegancia de alguien que estaba completamente en control.

Elena se acomodó a su lado, consciente de la proximidad entre ambos. A pesar del encuentro con Damien, sentía la atracción que emanaba de Lucian, un magnetismo oscuro que la inquietaba tanto como la fascinaba.

"Espero que no te haya incomodado la presencia de Damien," dijo Lucian, rompiendo el silencio. "Parece que está decidido a protegerte."

"Damien es... protector por naturaleza," respondió Elena con cuidado. "Pero no soy una mujer que necesita ser protegida."

Lucian sonrió, una sonrisa que no alcanzó del todo sus ojos. "Eso es lo que más admiro de ti, Elena. Tu fuerza, tu independencia. Es raro encontrar esas cualidades en alguien en tu posición."

Elena mantuvo su mirada fija en él, decidida a no dejarse envolver por su encanto. "Y, sin embargo, parece que ambos están decididos a disputarse mi atención."

"Más que tu atención, querida Elena," dijo Lucian, su voz suave pero llena de intención. "Lo que buscamos es una alianza. En mi caso, estoy convencido de que juntos podemos lograr grandes cosas, cosas que ni siquiera has imaginado."

Elena entrecerró los ojos, intentando discernir las verdaderas intenciones de Lucian. "¿Y qué tipo de cosas serían esas?"

Lucian se recostó en el sofá, tomando un sorbo de su vino antes de responder. "Tu empresa tiene el potencial de revolucionar no solo el mundo tecnológico, sino también otros ámbitos... más oscuros, por así decirlo. Con mi apoyo, podrías acceder a recursos que están fuera del alcance de la mayoría de los mortales. Podrías transformar tu imperio en algo verdaderamente imparable."

Elena sintió un escalofrío recorrer su espalda ante la palabra "mortales". Era la primera vez que Lucian mencionaba de manera tan directa su naturaleza sobrenatural, y aunque ella ya lo intuía, oírlo de sus propios labios lo hacía mucho más real.

"Eso suena tentador," dijo finalmente, su tono calculado. "Pero soy una persona que necesita hechos, no solo promesas."

Lucian sonrió, esta vez con más calidez, como si apreciara su escepticismo. "Lo entiendo. No espero que tomes decisiones precipitadas. De hecho, prefiero que evalúes todas tus opciones... con cuidado."

Antes de que Elena pudiera responder, la puerta de la sala se abrió de golpe, y ambos se giraron para ver a Damien entrando con una expresión severa. Sus ojos se posaron inmediatamente en Lucian, llenos de un peligro latente que apenas estaba contenido.

"Lucian," dijo Damien, su voz tensa. "Creo que Elena y yo tenemos algunas cosas que discutir. En privado."

Lucian no se movió, pero su sonrisa se volvió más afilada. "Damien, siempre tan directo. Pero Elena es capaz de decidir con quién desea hablar, ¿no es así?"

Elena sintió cómo las miradas de ambos hombres la atrapaban entre el deseo y la confrontación. Sabía que elegir un bando en ese momento sería crucial, pero también entendía que mostrar su independencia era aún más importante.

"Realmente agradezco la oferta, Lucian," dijo, levantándose con elegancia del sofá. "Pero creo que Damien y yo necesitamos aclarar algunas cosas. Estoy segura de que nos veremos de nuevo."

Lucian se levantó también, con un gesto de aceptación en sus movimientos. "Por supuesto, Elena. Estaré esperando ansiosamente nuestra próxima conversación."

Sin más, Lucian se despidió con una inclinación de cabeza y salió de la sala, dejando a Elena a solas con Damien. El silencio que siguió fue denso, cargado de la tensión no resuelta que flotaba entre ellos.

Damien dio un paso hacia ella, su expresión endurecida mientras la observaba con esos ojos grises que parecían ver directamente dentro de ella. "No deberías confiar en Lucian," dijo finalmente, su tono tan firme como una orden.

Elena lo miró sin parpadear, consciente de que el momento había llegado para establecer sus propias reglas en este juego. "Y tampoco debería confiar ciegamente en ti, Damien. Soy capaz de tomar mis propias decisiones."

Damien pareció considerar sus palabras por un momento, antes de asentir lentamente. "Eso es lo que más me gusta de ti, Elena. No te dejas intimidar fácilmente. Pero debes saber que Lucian tiene sus propios motivos, y ninguno de ellos incluye tu bienestar."

"Y tú, Damien," replicó Elena, manteniendo la calma. "¿Cuál es tu verdadera motivación? ¿Qué es lo que realmente quieres de mí?"

Damien se acercó, la intensidad de su presencia envolviéndola por completo. "Quiero protegerte, Elena. Quiero asegurarme de que no te conviertas en una pieza más en el tablero de Lucian. Porque si te atrapa en su red, te perderás a ti misma."

Elena sintió la sinceridad en sus palabras, pero también detectó la posesividad que las acompañaba. Aunque sabía que Damien tenía razones para preocuparse, no estaba dispuesta a ser controlada por nadie.

"Te agradezco la preocupación, Damien. Pero no soy una pieza de juego. Y si voy a sobrevivir en este mundo que ambos habitan, necesito entenderlo por completo, con todas sus facetas."

Damien la miró por un largo momento, su expresión suavizándose un poco. "Lo entiendo. Pero prométeme una cosa, Elena. Ten cuidado. Lucian puede ser encantador, pero es peligroso, más de lo que puedas imaginar."

Elena asintió, sabiendo que había mucho más en juego de lo que aún podía comprender. "Lo prometo, Damien. Pero también te prometo que no me dejaré atrapar tan fácilmente."

Damien sonrió ligeramente, como si reconociera la fuerza de la mujer que tenía delante. "Eso espero, Elena. Porque hay muchas cosas en juego, más de lo que cualquiera de nosotros quisiera admitir."

Con esas palabras, Damien se acercó un poco más, tomando su mano por un breve momento, como si quisiera transmitirle algo más que palabras. Luego, se retiró, dejando a Elena con sus pensamientos.

Mientras se quedaba sola en la sala, el fuego de la chimenea lanzando sombras danzantes en las paredes, Elena sintió que había cruzado una línea invisible. Sabía que las decisiones que tomara a partir de ahora no solo afectarían su vida, sino también el destino de aquellos que la rodeaban.

La guerra por su lealtad apenas había comenzado, y Elena estaba decidida a asegurarse de que, al final, no fuera ni Damien ni Lucian quien saliera victorioso, sino ella.

Mientras la noche avanzaba, la sensación de peligro y promesas no cumplidas la rodeaban, pero Elena estaba lista para enfrentarlas. Sabía que la clave para sobrevivir era mantener el control, y eso era algo que no pensaba perder, sin importar lo que le costara.

Así, con la mente llena de estrategias y un plan que comenzaba a tomar forma, Elena abandonó la sala, preparada para lo que viniera. La batalla por el poder, la supervivencia y, quizás, algo más, había comenzado.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022