Capítulo 4 Gato callejero

unos pocos metros de el, cerca de la pista de baile había un conflicto.

Leandro dió unos pasos hacia la multitud, con la intención de ver que era lo que estaba sucediendo, aunque ya se podía hacer una idea.

Pudo escuchar que Aisha lo llamaba pero no le prestó atención, se acercó más rápido al ver el movimiento de personas.

- ¡vuelve aquí maldito hijo de puta!- y seguido de eso vió a varias personas salir corriendo.

Delante, huyendo por su vida iba el mismo chico con el que se había cruzado hacía apenas unos minutos atrás. Detrás de el iba un grupo de unos cinco chicos, los cuales lo perseguían gritando muchas groserías.

Leandro dudó, lo más lógico habría sido volver con sus amigos, tampoco era tanto dinero el que tenía en la cartera, no le hacía falta ponerse a correr pero... Había un impulso que le decía que lo hiciera, el impulso de saber que si los tipos alcanzaban a ese chico lo iban a destrozar.

Tras debatirse por unos segundos finalmente su impulso fue lo que ganó, dejando atrás a sus amigos empezó a correr hacia la salida, por donde se había ido ese chico.

El frío de las calles lo recibió golpeándole el rostro. Fuera ya no habían tantas personas, la interminable fila que había cuando llegaron había desaparecido, aunque las calles seguían bastante concurridas.

Pero el alboroto estaba en la calle, dónde pudo ver a los chicos correr y doblar en una esquina. Se apresuró a ir tras ellos para no perderlos. Llegó a la esquina y no se detuvo, sin embargo trataba de pensar una manera en la que podría librarse ese chico de la golpiza y no se le ocurría ninguna, tampoco quería meterse en problemas y no era muy bueno peleando en caso de que los chicos se pusieran violentos contra el.

Así que la mejor idea que se le ocurrió fue despistarlos, pero para eso tendría que alcanzar al chico antes que ellos. Así que se detuvo y retrocedió por la calle en la que iba, tomando la paralela en busca de cortar camino e interceptar al chico antes de que los otros lo alcanzaran.

Corrió lo más rápido que pudo, correr era algo que se le daba bien así que debía apreobecharlo. Llegó finalmente a la otra esquina y efectivamente vió cruzar al menor de cabellos castaños, llegó a verlo justo cuando se metió en un callejón.

Que idiota.

Pensó, pues si el estuviera huyendo lo último que haría sería encerrarse en un callejón.

Se giró para ver a los demás chicos que le venían pisando los talones, pero que al parecer no habían alcanzado a ver qué se había metido al callejón, aunque estaba seguro de que lo comprobarían si no los despistaba.

Corrió hacia ellos fingiendo estar agitado.

- Oigan...- los detuvo.

Todos los miraron pero solo uno de ellos habló alterado.

- ¿Viste a un idiota de ropa mugrosa corriendo por aquí?

- si, también lo estoy persiguiendo, me robó a mi también.- comentó fingiendo indignación.

- lacra asquerosa, tenemos que atraparlo.- murmuró el chico dispuesto a seguir persiguiendo.

- dobló por esta esquina.- mintió Leandro, señalando hacia la dirección contraria.- tenemos que ir por el antes de que se vaya más lejos pero debemos darnos prisa. Ustedes vayan por allá, yo daré la vuelta para ver si podemos acorralarlo.

Y los chicos ni por un segundo duraron de lo que les estaba diciendo, pues claro, dudar de una persona que iba vestida como el no era algo que se plantearan. Asintieron con sed de sangre y comenzaron a correr nuevamente. Leandro fingió salir hacia el otro lado, pero apenas los vió desaparecer se detuvo.

No se sentía para nada orgulloso de lo que había hecho, pero tampoco se hubiera sentido orgulloso si hubiera dejado que golpearan al chico. Pero obviamente no podía simplemente irse, pues ese niño no dejaba de ser un ladrón y no debía quedar impune.

Fue hasta el callejón, el cual se encontraba muy oscuro, y el silencio era tan denso que por un momento creyó haber visto mal, pues no parecía que hubiera nadie allí, al parecer era muy bueno escondiéndose, lo cual lo hacía pensar que tenía práctica.

Habían unos cuantos contenedores de basura y unas cajas fuera de estos. Caminó a paso tranquilo y sin hacer mucho ruido, pero precavido de que no se le fuera a escapar. Miró lo más que pudo, tratando de dar con la pequeña figura entre las sombras pero esta parecía estar muy bien escondida. Le llegó la idea de que podría estar dentro de los contenedores, escondido entre la basura, pero entonces lo vió. No estaba dentro de los contenedores sino detrás de uno de estos. Se encontraba acurrucado, abrazando sus piernas y aunque no pudo ver su rostro por la oscuridad supo que estaba aterrado, podía percibir el temblor en su pequeño y delgado cuerpo. Sin pensarlo sacó su celular del bolsillo y prendió la linterna para alumbrarlo mientras lo observaba como si de un gato callejero se tratase, uno muy arisco y temeroso.

- ya te vi, no hace falta que te sigas escondiendo.- le comenta, pero no ve reacciones de su parte más que seguir temblando. Se acerca unos pasos más para verlo mejor y entonces puede apreciar más su rostro, notando algo de lo que no se había dado cuenta en la fiesta. Sus ojos eran de un azul más claro del que le había parecido anteriormente, eran realmente hermosos. Luego estaba su ropa, la cual se veía vieja y gastada, y le iba algo grande. Pero lo que lo dejó paralizado fue su rostro. Su piel, de un tono pálido, estaba manchada de un color carmesí que no tardó en identificar, aunque eso lo confundió bastante pues... Se supone que lo había salvado de la golpiza pero se veía como si ya hubiera recibido una.

- ¿Estás asustado?- inquirió como si no fuera obvio. Las perlas celestes no dejaban de mirarlo, bien abiertas y alerta ante cualquier movimiento que hiciera. Literalmente era un gato callejero.- deberías estarlo, después de todo lo que hiciste está muy mal.- soltó duro aunque no se sentía enfadado realmente.- allí en la calle- señaló hacia fuera del callejón.- hay unos chicos buscándote y si te encuentran van a darte una paliza por ladrón.- Los ojos se abrieron aún más, si es que eso era posible y pensó que si el chico pudiera meterse dentro de la mugrienta pared lo haría. Estaba realmente aterrado.- ¿Por qué lo hiciste? ¿Acaso no sabes que eso es malo?

Pero el chico no dijo ni una sola palabra.

Lo observó durante unos cuantos segundos más y finalmente suspiró.

- mira, estás de suerte. No soy una mala persona así que no voy a dejar que te golpeen porque aunque lo que hiciste no estuvo bien, eso tampoco lo estaría.- esperó un poco con la esperanza de que esta vez el chico si se dignara a hablar pero eso no sucedió. Resignado se puso de pie.- no deben estar muy lejos de aquí así que tenemos que tener cuidado ¿Okay?- silencio.- no puedes salir así como si nada, lo mejor será que... Vaya por mi coche y te saque de aquí, ¿Te parece?- esta vez la pregunta no fue esperando que le respondiera.- iré por el coche, no te muevas de aquí si no quieres que te encuentren, espérame, enseguida vuelvo.

Se alejó tan lentamente como se había acercando, sin dejar de mirarlo. Parecía que estaba un poco más relajado pero seguía alerta.

- ¿Quédate aquí, si?

Y esta vez se sorprendió cuando pudo percibir el mínimo movimiento que el menor hizo por la cabeza, en un gesto de afirmación.

No esperó más. Se dió la vuelta y salió del callejón, volvió dos cuadras atrás hacia la fiesta y fue directo a dónde había dejado estacionado su coche. Sus amigos seguro se irían en el coche de Felipe, así que no tenía que preocuparse por ello.

No tardó mucho en estar devuelta frente al callejón. Por ahora no había rastro de los chicos a los que había despistado pero sabía que podían aparecer en cualquier momento así que lo mejor era darse prisa. Se estacionó frente al callejón y no se molestó en apagar el motor, sino que bajó directamente y fue hacia el pequeño escondite. El menor no parecía haberse movido ni un centímetro desde que se había ido.

- anda ven.- lo llamó, procurando no acercarse demasiado a el.- levántate de ahí vamos.- pudo ver duda en los ojos del castaño, lo miraba con miedo pues claramente no confiaba en el, pero a la vez sabía que si se quedaba ahí corría el riesgo de ser encontrado por los otros.- si no te das prisa nos van a encontrar y ya no te voy a poder defender, ¿Eso quieres?

Eso funcionó pues luego de negar efusivamente el menor se puso de pie y se acercó al pelinegro.

Leandro caminó hacia su coche y abrió la puerta del lado del copiloto, el chico lo miró, al parecer sin captar la indirecta tan simple.

- sube al coche niño.- puso los ojos en blanco Leandro.

Se apartó un poco para dejarlo pasar y lo vió obedecer totalmente encogido.

Una vez está dentro le cierra la puerta y da la vuelta para subirse también. Está a punto de arrancar para salir de ahí pero entonces recuerda la razón por la cual empezó todo. Se gira hacia el chico con expresión severa, el menor solo se dedica a devolverle la mirada.

- me parece que tienes algo que no es tuyo.- le recuerda extendiendo la mano hacia el. El castaño lo duda por un momento, baja la mirada y se muerde el labio, pero finalmente soltando un suspiro se mete la mano debajo de la ropa y saca de allí la cartera que luego deja encima de su mano. Leandro espera pero no lo ve con intenciones de volver a moverse así que agrega. - aún te falta algo.

Finalmente percibe en los ojos del chico algo más que solo miedo. Súplica.

- n-ni siquiera es tuya.- murmura tan bajo que apenas puede entenderlo.

- anda, pero si hablas.- sonríe irónico.- pensé que te habían comido la lengua los ratones.- mueve los dedos de su mano aún extendida.- la cartera.

Y aunque hay un poco de duda y tarda unos segundos, el chico finalmente obedece, se seca la otra cartera y se la entrega también.

- eso está mejor.- sonríe y sin más se vuelve hacia el frente para empezar a conducir.

El camino fue silencioso, de a ratos miraba al chico de reojo, el cual se encontraba tenso en su asiento.

Se veía realmente joven, su rostro era aniñado aunque quiso suponer que tendría al menos dieciocho años como para andar solo en la calle pero... Algo le decía que no.

No es tu asunto.

Trató de recordarse a sí mismo.

- ¿A dónde queda tu casa, para llevarte?- Movió sus ojos hacia el por un momento y luego hacia adelante, levantó lentamente su mano señalando una esquina.- ¿Quieres que te deje allí?- el menor asintió.

Leandro arrugó el entrecejo no muy seguro pero finalmente se hizo a un lado para orillarse. Se detuvo a un lado y se esperaba que el menor saliera huyendo apenas el vehículo se detuviera pero no fue así, este se quedó inmovil en el lugar, como esperando que el fuera quien le diera la orden para que pudiera salir de ahí.

Estuvo a punto de hacerlo pero entonces una idea le llegó a la cabeza. Miró al chico sin disimulo, dándose cuenta que estaba muy delgado, no parecía estar para nada en su peso ideal, además las heridas en su rostro le llamaban mucho la atención pero no creía que fuera buena idea preguntar sobre eso, así que en su lugar preguntó otra cosa.

- ¿Tienes hambre?

Al parecer, lo último que el chico se esperaba era que le preguntara algo así, porque se giró lentamente hacia el, con una expresión de no creer lo que estaba oyendo. Esperó un momento, quizás queriendo comprobar que no era una broma y al hacerlo se detuvo un momento antes de asentir con la cabeza.

Leandro observó atentamente cada uno de sus movimientos y luego de su respuesta suspiró.

- muy bien, entonces iremos a comer algo.

            
            

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