Capítulo 9 El club

Caminaba por las frías calles a paso lento, buscando alargar lo más posible el camino, pues lo último que quería era llegar a ese lugar.

Pero finalmente, luego de unos minutos ya se encontraba frente al club. Se detuvo tan solo unos segundos a observar la puerta, la de un típico lugar para ir a bailar, eso pensaría cualquier otra persona, pero era mucho más que eso.

Aaron lo sabía más que nadie.

Tomando fuerzas se adentró en el lugar. Iba casi rengueando pues le dolía mucho el cuerpo, sin embargo trató de disimular lo mejor que pudo.

Caminó por los pasillos, pasando varias puertas hasta llegar a la parte principal del club.

Lo primero que se podía ver era una barra, la típica donde se servían las bebidas, luego había una zona llena de mesas en la parte de más atrás, y luego, estaba lo que llamaban la zona vip, que era donde habían unos cuantos sofás, también con mesas delante, más bajitas para más comodidad. Estas eran las que se encontraban más adelante, más cerca del enorme escenario que era la parte principal del club, la razón por la que se llenaba casi todas las noches.

Tragó saliva al verlo.

Había varias personas caminando de un lado al otro, a esta hora estaban todos los preparativos para la noche, viendo las luces, fijando algunos detalles que deberían ser asegurados antes de que todo comenzara.

Pero Aaron sabía perfectamente a quien tenía que buscar, tampoco le costó mucho encontrarlo, aunque por un momento pensó en fingir que no lo había visto y simplemente quedarse apartado.

Pero la idea fue descartada inmediatamente pues sabía que Patrik no le iba a perdonar otro error más. Necesitaba satisfacerlo, necesitaba que lo perdonara pues no había nada peor a que estuviera enojado con el.

Comienza a acercarse hacia la barra, dónde ve al hombre de barba, de unos cuarenta años, que está bebiendo de manera distraída pero que en algún momento lo encuentra con la mirada. Termina de tomarse el trago rápidamente y se pone de pie para acercarse a el.

Aaron baja la mirada cuando lo tienen en frente y se encoge en su lugar.

Ramos era un hombre bastante violento en muchas ocasiones, por lo que Aaron le tenía mucho miedo, incluso más que a Patrik. Patrik solo se enojaba si le daba razones para hacerlo y aunque sus castigos eran horribles, no se comparaban con las palizas que Ramos le había llegado a dar, muchas veces por razones totalmente absurdas. Un paso en falso y lo aprovecharía para descargar su ira con el.

- vaya, veo que Patrik te mandó antes de lo esperado, que habrás hecho ahora- sonrió, Aaron se mantuvo inmovil.- pero mejor, así levantas un poco este club de mierda, que parece que eres el culo más cotizado aquí.

Sin esperar más lo tomó sin cuidado del brazo y lo arrastró por el lugar hasta el pasillo que daba a los camerinos, lo metió en uno y cerró la puerta.

Había unos cuantos chicos más allí, arreglándose para dar el show de todos los días.

Algunos hablaban entre ellos a la vez que se maquillaban y se vestían. La mayoría de ellos no pasaba los veintidós años. Todos estaban ya acostumbrados a este tipo de cosas, siendo para ellos parte de una rutina. Aaron no podía evitar ponerse nervioso cada vez que iba al club.

Ramos lo llevó hasta Kika, una de las maquillistas que se encontraba limpiando una de las brochas que acababa de usar con otro chico.

- Kika, aquí tienes más trabajo.- le anunció y la mujer de edad avanzada se volteó para mirar a Aaron.

- ¡Pero mira nada más quien ha venido!- se acercó hasta el castaño y tomó sus mejillas para apretarlas de manera cariñosa.

Si había algo bueno de ir al club definitivamente era ver a Kika, quien siempre era buena con el y jamás le gritaba. En realidad era buena con todos los chicos del club, una mujer con mucha paciencia y muy amable con todos.

- date prisa que lo necesitamos en el escenario.- le dijo el canoso soltandolo y yendo hacia otra parte de la habitación, dónde habían unos cinco chicos charlando.- ¡ustedes!- todos lo voltearon a ver de inmediato.- los quiero afuera ahora, si quieren comer tendrán que hacer dinero hoy.- los chicos se pusieron de pie y obedecieron, comenzando a salir de la habitación.- ¡Vamos, usen esa boca para cosas más productivas que decir tonterías!- y tras eso se marchó del camerino dando un portazo.

Kika puso los ojos en blanco y le dió otra pequeña caricia en la mejilla.

- ese hombre nunca deja de gruñir.- susurró de forma juguetona.- anda cariño, siéntate ahí que te voy a poner más bonito.

El menor fue hasta la silla alta frente al espejo y se sentó, vió a Kika buscar todo lo que necesitaba para comenzar a maquillarlo.

Aaron solo la observó en silencio mientras ella le colocaba las sombras, el delineador y algunas cosas más. Siempre decía que el maquillaje en su rostro debía ser muy sutil, que no opacara sus bellos razgos de niño que tenía.

Kika siempre le decía que era muy bonito.

La primera vez que lo conoció estaba muy asustado. Aaron recordaba que Patrik lo trajo por primera vez en un momento en el que no les estaba yendo muy bien con los clientes por su cuenta, Ramos apareció en el apartamento y mientras tomaba unas cervezas con Patrik le dijo que lo mejor era llevarlo al club, que allí haría dinero por el tiempo en el que el invierno pasaba y los clientes volvían a circular por las calles.

Patrik no aceptó en un principio, el siempre fue diferente con Aaron a como era con el resto de sus chicos. Siempre fue más quisquilloso con la idea de prestarlo a cualquiera, incluso fue bastante difícil que lo dejara salir a la calle y en un principio era el la única persona que conseguía los clientes. Luego le puso a Dominic la responsabilidad del chico y le dijo que si algo le sucedía sería su culpa. Aaron iba para todos lados con el, Dominic lo llevaba a la calle y cuando un cliente se interesaba por el castaño, Dominic se quedaba en la puerta del hotel por órdenes de su chulo, esperando a que terminaran. Con el tiempo empezó a cuidarse solo y ya no lo necesitó. Aprendió todas las reglas que Patrik le daba y trató de seguirlas siempre al pie de la letra.

Cuando Patrik aceptó llevarlo al club el aún no había salido a la calle, por lo que se asustó mucho cuando llegó a ese lugar lleno de personas y de hombres mayores que lo miraban como si se tratase de un pedazo de carne lanzado a una jaula de leones.

El pánico lo invadió y Ramos lo golpeó cuando intentó escapar. Lo arrastró hasta los pasillos, llorando desesperado, pidiendo volver con Patrik, ya que a pesar de todo, el era la única persona que podía llegar a protegerlo de aquellos hombres. Pero el no estaba ahí, lo había dejado en manos de Ramos y este no iba a ayudarlo.

En el camerino todos lo miraron cuando entró, vieron como lloraba desesperado y aún así, pronto todos volvieron a sus labores, ignorandolo pues era algo normal en ese lugar.

Sin embargo, Kika se acercó a el y lo tomó de las mejillas, aunque le dolió un poco, no se quejó porque está enseguida empezó a limpiar sus lágrimas y le dió unas palmaditas en la cabeza con sus manos arrugadas.

"ya no llores"

Le había dicho y lo había tomado en brazos para llevarlo a una silla, dónde lo sentó y luego se puso a revolver unos cajones. Volvió a el con una barra de chocolate.

Cómo a todo niño, a Aaron le brillaron los ojitos cuando la vió. La mujer la abrió y se la entregó. Aaron la comió desesperado y gustoso. Y mientras se comía el chocolate inocentemente, la mujer lo preparaba para que luego saliera a darle un espectáculo a todos esos hombres a los que tanto temía.

Kika era una antigua prostituta del lugar. Había estado allí casi toda su vida dando servicios, pero luego se puso vieja y los hombres ya no la querían, ya no daba dinero como antes así que la pusieron a hacer otro tipo de servicios. Como era muy buena con el tema del maquillaje, eso era lo que hacía, se encargaba de la estética de los chicos del club.

Luego de un rato estuvo listo para salir, siguió a dos chicas que también estaban listas y juntos salieron para juntarse con la otra parte del grupo.

Luego todo transcurrió como siempre en el club.

Se subieron a la tarima, bailaron para los hombres que cada vez llegaban más, semidesnudos, expuestos por completo a merced de esas personas que los miraban con deleite. Aaron sentía terror cada vez que estaba en esa situación, aún así se tuvo que obligar a bailar.

Al terminar el espectáculo era obvio que tendría varias citas que atender.

Primero estuvo con un tipo de unos cincuenta años, el cual lo obligó a tomarse una cerveza con el y luego lo folló, nada del otro mundo.

Sin embargo quiso morir cuando Ramos lo entregó a dos tipos de unos cuarenta y pico cada uno, los cuales también estaban tomando y reían entre ellos.

Aaron los siguió hasta la habitación con la cabeza gacha, antes de cruzar el umbral de la puerta pensó en correr pero sabía que eso sería peor para el, ya que lo atraparían a dónde quiera que se le ocurriese ir, y el castigo sería aún más horrible.

Así que entró a la habitación.

- súbete a la cama putito.- le ordenó uno de los tipos mientras se quitaba la camiseta. El otro soltó una risa, sentado en una punta de la cama mientras bebía de su botella.

Aaron obedeció sin rechistar, se subió a la cama y gateo un poco, antes de dejarse caer boca arriba y esperar a que ellos hiciesen lo que quieran con su cuerpo.

El tipo que le dió la orden fue el primero en acercarse. Observó su cuerpo de arriba a abajo, con el rostro neutro, luego se acercó más y alzó su botella. La inclinó un poco, provocando que el contenido cayera sobre el cuerpo del menor, haciéndolo dar un saltito por lo fría que estaba.

- quieto.- le advirtió rápidamente y Aaron puso todas sus fuerzas para dejar su cuerpo inmovil.

Pero entonces el tipo se acercó a su rostro y de manera brusca, coloco el pico de la botella dentro de su boca. Se ahogó rápidamente y quiso escupirlo, pero fue tomado de los brazos y el hombre continuó ahogandolo. La bebida se le fue a la nariz y le ardió.

Cuando por fin lo soltó, Aaron tosió y tosió pero aún así no pudo sacarse la sensación de ahogo.

Pasó unas dos horas en la habitación con esos dos tipos. Al principio solo uno de ellos jugó con el, lo torturó por un rato más, tocó su cuerpo, le tiró bebida por todos lados y lo ahogó unas cuantas veces con esta, lo tiró varias veces contra el suelo solo para humillarlo, ordenandole luego que se volviera a subir a la cama.

Aaron estaba temblando para la cuarta vez que cayó al suelo, sin embargo, antes de que le volvieran a ordenar subirse a la cama, fue el otro hombre quien lo llamó.

Estaba sentado en un pequeño sofá mugriento, con las piernas abiertas y la bragueta del pantalón bajada. Sacaba su erección y la masajeaba lentamente.

- ven.- le hizo una seña con el dedo para que se acercara.

Aaron lo hizo rápidamente, quería alejarse del otro tipo a toda costa. Se arrodilló frente al pelirrojo barbudo y no necesitó que le dijera nada, sabía lo que tenía que hacer.

Las mamadas duraron un rato más y luego pasaron al sexo.

Justo como imaginaba quisieron hacerlo a la misma vez.

Lo obligaron a acostarse encima de la erección de uno de ellos, el cual envolvió su cintura con los brazos y le abrió las piernas para que el otro también pudiera entrar.

Lloró de dolor pero eso no les importó, jugaron con el como todos los demás, sin importarles su llanto, incluso cuando intentó poner sus manos por inercia en el pecho del hombre para intentar detenerlo, este le dió dos puñetazos que lo dejaron medio atontado.

Cuando acabaron Aaron ya no sentía nada de la cintura para abajo. Lo tiraron a un lado en la cama y se levantaron para comenzar a vestirse mientras el jadeaba sosteniéndose la barriga con una mano y con la otra apretaba las sábanas manchadas de sangre, semen y sudor.

Por fin se marcharon pero no fueron los últimos. Ya no pudo levantarse para recibir a los demás así que Ramos dejó que entraran a la habitación y jugaran con el. Algunos comenzaron a quejarse de que ni siquiera se movía así que Ramos por fin decidió que había acabado.

No esperó ni un segundo, y a pesar de que le dolía todo, tomó su ropa y se vistió lo más rápido que pudo para luego salir prácticamente corriendo del lugar.

Caminó por las calles sin mirar a su alrededor, se sentía tan mal que solo quería llegar al departamento y acostarse un rato a descansar. Sus piernas le fallaban y sentía que se caería en cualquier momento.

Estaba a unas calles de llegar, su mirada iba en la acera cuando de repente, una voz a lo lejos lo hizo quedarse estático de la sorpresa. Una voz que pensó que jamás volvería a escuchar.

Una que, a pesar de que la había escuchado muy poco, se acordaba perfectamente.

Levantó la cabeza sin poder creerlo y su mirada fue hasta la vereda de en frente.

Allí estaba.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022