Capítulo 3 03: ꧁ Elianne Rosevelt ꧂

El sol de la mañana se filtra a través de las cortinas y me despierta con su calidez. Me levanto con el ánimo dispuesto y me dirijo a la cocina, donde comienzo mi rutina de limpieza. Con la esponja en mano y un cubo de agua jabonosa al lado, me sumerjo en el trabajo mientras dejo que la música de Pascal Danel, "La plage aux romantiques", llene el aire.

Canto suavemente para mí misma, dejándome llevar por la melodía. "Elle était si loin la dune..."

Mis movimientos se sincronizan con el ritmo de la canción mientras limpio el fregadero. La esponja se mueve en movimientos circulares, casi como si estuviera bailando al compás de la música.

Me desplazo a la encimera y continúo con el trapo húmedo en mano. La canción avanza, y yo repito con entusiasmo "Comme le temps a passé..."

Cada línea me da un nuevo impulso y me hace sentir más viva. Cambio el agua del cubo y continúo con la misma energía, moviéndome entre la cocina y el salón con una sonrisa en el rostro.

Mientras aspiro la alfombra del salón, me siento casi como si estuviera bailando. La melodía de "La plage aux romantiques" marca el ritmo de cada tarea, y mi ánimo se eleva con el estribillo: "Je veux t'aimer à mon idée..." La combinación de la música y el quehacer me llena de una sensación de paz y satisfacción.

A medida que avanzo con las tareas, mi hogar se transforma a mi alrededor, y la canción me acompaña en cada paso, envolviéndome en una burbuja de tranquilidad y alegría. Este es mi momento de paz, mi pequeño ritual matutino que hace que cada día comience con una nota positiva.

Claro que mi momento de paz se ve interrumpido cuando veo el reloj que ya marca las nueve menos diez, y es ahí donde toda paz se esfuma. Mi corazón da un pequeño salto, y el ritmo tranquilo con el que venía trabajando se convierte en un torbellino de movimientos apresurados.

Apago la aspiradora con un clic rápido y dejo el trapo sobre la encimera, sin siquiera preocuparme de que todo esté perfectamente limpio.

"¡No puede ser que ya sea tan tarde!", digo mientras corro hacia el baño, buscando poner en orden mi aspecto antes de salir corriendo por la puerta.

Sigo corriendo hacia el baño, y en cuestión de segundos me encuentro frente al espejo, mirando mi reflejo.

"Vamos, Elianne, no es momento de pánico", me digo mientras me lavo la cara rápidamente. Pero mis manos traicionan mi calma aparente, y mis movimientos se vuelven torpes y rápidos.

Mientras me seco, mi mente comienza a repasar mentalmente lo que tengo que hacer antes de salir. Tomo el cepillo y en un par de pasadas rápidas intento domar mi cabello. No es el mejor peinado, pero tendrá que ser suficiente. Paso al maquillaje, aplicando lo básico para parecer presentable.

Una capa ligera de rímel, un toque de rubor... pero, por supuesto, una línea de delineador sale mal, y tengo que borrarla con un poco de algodón.

Dejo caer las cosas de vuelta en el cajón y corro hacia el armario. Mi corazón late con fuerza mientras intento decidir qué ponerme.

Algo cómodo, pero que no grite "me vestí en dos minutos". Finalmente, opto por unos jeans y una blusa sencilla, que combino con mis zapatillas favoritas.

Miro el reloj de nuevo, y ahora marca las nueve en punto.

"¡Es muy tarde!", pienso mientras me apresuro a la cocina. Tomo mi bolso, reviso que las llaves estén dentro, y me lanzo hacia la puerta.

La paz de la mañana se ha desvanecido por completo, sustituida por una prisa que me hace sentir que el día ya empezó a correr antes que yo. Salgo al pasillo, cerrando la puerta detrás de mí, y bajo las escaleras casi de dos en dos, sintiendo cómo la prisa me empuja hacia adelante.

Mi mente sigue repasando todo lo que necesito hacer hoy, cuando de repente, uno de mis tobillos decide, por su cuenta, que es un buen momento para descansar.

En un instante, pierdo el equilibrio. Intento agarrarme de la barandilla, pero mis manos fallan y caigo al piso de un solo golpe. El dolor se extiende desde mi tobillo hasta mi rodilla, y por un segundo, el mundo se detiene. La adrenalina inunda mi cuerpo, y aunque me duele, lo primero que hago es mirar a mi alrededor, asegurándome de que nadie haya visto mi desastrosa caída.

"¡Ay, Elianne, siempre igual!", me regaño mientras intento levantarme. El tobillo late con fuerza.

"¿Estás bien?", pregunta alguien que, hasta el momento, no había visto que estaba cerca.

Levanto la vista, y ahí está Derek, con una expresión neutra. Después de que lo vi hace dos días cuando lo conocí y ayer cuando me pidió bajar el volumen, creo saber que, bajo esa fachada calmada, seguramente está tratando de no reírse de mi torpeza.

Me sonrojo un poco, avergonzada por la situación, pero intento disimularlo con una sonrisa.

"Sí, sí... estoy bien", respondo, aunque el dolor en mi tobillo sugiere lo contrario. Me esfuerzo por levantarme del todo, pero mi tobillo flaquea y casi vuelvo a caer.

Derek, rápidamente, me agarra del brazo para estabilizarme. Su toque es firme, y tal vez me hace sentir un poco menos ridícula. Me mira con esos ojos que parecen ver a través de mí, y sé que no le he convencido.

"Déjame ayudarte", dice, su tono más suave ahora, mientras me ofrece su brazo como apoyo.

"Gracias", murmuro, aceptando su ayuda a regañadientes. No me gusta sentirme una carga, pero en este momento, no tengo muchas opciones.

Nos movemos lentamente por el pasillo, cada paso enviando una pequeña punzada de dolor por mi pierna. Intento no mostrarlo, pero Derek es demasiado perceptivo para dejarlo pasar.

"Deberías sentarte un momento", sugiere mientras nos acercamos a un banco en el vestíbulo.

"No puedo, voy a llegar tarde", protesto, aunque el dolor en mi tobillo me grita que lo haga.

"No te preocupes por eso ahora. Más vale que llegues tarde que empeorar una torcedura", responde él, su voz calma pero firme.

Finalmente, cedo y me dejo guiar hacia el banco. Derek me ayuda a sentarme con cuidado, y una vez que estoy acomodada, se agacha frente a mí, examinando mi tobillo con el ceño fruncido.

"Voy a buscar hielo y a ver si hay una venda en algún lado. No te muevas, ¿de acuerdo?", dice, levantándose antes de que pueda protestar.

Lo veo alejarse, y la frustración me invade. Este no era el plan para mi mañana. Siento una mezcla de gratitud y vergüenza, sabiendo que, aunque me gusta ser independiente, a veces es bueno tener a alguien en quien apoyarse, incluso cuando todo lo demás parece ir en contra.

Después de unos minutos, veo a Derek regresar con una bolsa de hielo y una venda en la mano. Su rostro está serio, enfocado en lo que está a punto de hacer. Sin decir una palabra, se arrodilla frente a mí y comienza a aplicar el hielo en mi tobillo con una suavidad que contrasta con su expresión concentrada.

El frío alivia el dolor de inmediato, y dejo escapar un pequeño suspiro de alivio. Derek no dice nada, simplemente se dedica a su tarea, envolviendo el tobillo con la venda con la misma precisión y cuidado que pondría en uno de sus casos legales.

"Gracias", murmuro, sintiendo la necesidad de romper el silencio, aunque él apenas reacciona.

Cuando termina, se aparta ligeramente y se pone de pie. Es en ese momento que lo veo mirar su reloj de pulsera. Su mandíbula se tensa, apretándola con fuerza, como si también estuviera luchando contra el tiempo. Esa pequeña acción me dice todo lo que necesito saber: él también está en contratiempo, y mi torpeza no ha ayudado.

Me siento un poco culpable, sabiendo que le estoy retrasando. Derek se da cuenta de mi expresión y suaviza un poco su semblante, como si intentara no hacerme sentir peor.

"Lo siento", murmuro por lo bajo. "No quise hacer que te retrasaras..."

Derek me mira con esos ojos que parecen siempre estar analizando, pero su expresión sigue siendo neutra. Por un momento, parece que va a decir algo, pero en lugar de eso, asiente ligeramente, como si no quisiera hacer mucho alboroto.

"Está bien", responde, su voz tranquila pero distante. Es evidente que no está acostumbrado a situaciones como esta, y menos con alguien que apenas conoce.

Intento sonreír, aunque sé que mi charla sin parar probablemente lo ha abrumado en las pocas interacciones que hemos tenido antes de hoy. Él parece ser del tipo de persona que mantiene una cierta distancia, casi como si se refugiara en su propio mundo.

Y aquí estoy yo, haciendo lo contrario, invadiendo su espacio personal sin siquiera intentarlo.

"De verdad, gracias por ayudarme. No quiero causarte más molestias", añado, esperando que no me vea como una carga.

Él sacude la cabeza, quitándole importancia a mis palabras, cruza sus brazos queriendo relajar el ambiente, pero se nota que está incómodo con la situación.

"No es una molestia", responde, aunque su tono sugiere que preferiría estar en cualquier otro lugar. Mira su reloj una vez más, y esa pequeña acción me dice que está tratando de calcular cuánto tiempo más puede permitirse estar aquí sin arruinar su propio horario.

Hay un silencio que se instala entre nosotros, uno que normalmente llenaría con palabras, pero esta vez, me contengo. No quiero invadir su espacio más de lo que ya lo he hecho.

Finalmente, parece tomar una decisión. Se aclara la garganta, sin mirarme directamente a los ojos.

"Necesito irme", dice, su voz seria resonando por mis oídos. "Pero asegúrate de descansar. Si necesitas algo, podrías... no sé, tocar en mi puerta o algo así."

Es un ofrecimiento torpe, casi como si no estuviera seguro de cómo ofrecer ayuda sin parecer demasiado invasivo. Su naturaleza reservada lucha contra su instinto de ser amable.

"Gracias, Derek. Eso significa mucho", respondo, con una sonrisa que intento hacer lo más cálida posible, aunque sé que, de alguna manera, lo pone nervioso.

Asiente una vez más, y con un último vistazo hacia mí, se da la vuelta y se dirige hacia la salida. Lo veo alejarse, notando cómo su paso rápido sin dejar su manera elegante de caminar.

Mientras desaparece por la puerta, me quedo pensando en lo curioso que es que, aunque apenas nos conocemos, él se tomó el tiempo de ayudarme. Tal vez, debajo de esa fachada seria y reservada, haya alguien que simplemente necesita tiempo para abrirse.

⋅───⊱𓇬⊰───⋅

"¡Jefa!", exclama Lucas al verme entrar cojeando a la pastelería, su tono mezcla de preocupación y dramatismo que solo él puede manejar. "¿Qué te pasó?", pregunta rápidamente mientras se acerca a grandes zancadas, casi tropezando con una silla en el proceso.

Me ayuda a caminar hasta una de las mesas que hay en la tienda, con una mano en mi espalda como si estuviera manejando un vaso frágil.

"Tuve un accidente bajando las escaleras", digo, sintiendo algo de vergüenza.

Lucas se detiene en seco, mirándome con los ojos bien abiertos como si acabara de decirle que me había enfrentado a un león.

"¡¿Qué?! ¡Espera, espera!", Se arrodilla frente a mí, examinando mi tobillo vendado con una expresión de falsa seriedad. "¿El maldito escalón fue el culpable? ¿Dónde está? ¡Voy a ir a darle su merecido ahora mismo!"

No puedo evitar soltar una carcajada, lo cual parece exactamente lo que Lucas buscaba. Siempre tiene una forma de hacerme reír, incluso en momentos como este.

"Ya lo enfrenté, Lucas. Tú llegas tarde a la pelea", le digo, siguiendo su broma mientras él se endereza dramáticamente y pone las manos en la cintura.

"Bueno, bueno, en mi defensa, el villano no dejó pistas. ¡Pero tranquila! Mi venganza será dulce.", Hace una pausa, y luego me lanza una sonrisa traviesa. "Como los croissants de la casa, que voy a prepararte ahora mismo, ¿o qué te parece una tarta especial para animarte?"

Me río de nuevo y niego con la cabeza.

"Solo necesito que me hagas compañía, no croissants ni tartas."

Lucas finge llevarse una mano al pecho, como si estuviera profundamente conmovido.

"Ah, la jefa necesita de mis encantos y brillante compañía. No sabes lo bien que eso suena, jefa", dice con un tono ligero, aunque noto ese toque de sinceridad que siempre está presente cuando me llama "jefa" con tanto cariño.

Es obvio que le gusto, y aunque sé que sus sentimientos son genuinos, hemos llegado a un punto en el que ambos hemos aceptado la amistad que compartimos. Me alegra que él lo lleve tan bien y no haga las cosas incómodas. La verdad es que Lucas es un gran amigo, y su sentido del humor es lo que más aprecio en los días largos.

"Entonces, ¿cuántos escalones malvados fueron? ¿Uno? ¿Tres? Porque si fueron más de cinco, podrías considerar demandarlos", bromea, mirándome de reojo mientras comienza a preparar algo detrás del mostrador.

"Con uno fue suficiente, gracias", le respondo, rodando los ojos.

"Vaya. Pues menos mal que no fue más, o me tocaría llevarte al hospital y hacer una entrada heroica con una camilla", dice, haciendo un gesto exagerado de cargarme en brazos.

"Lucas, basta", le digo entre risas. "Solo necesito descansar un poco."

Él asiente, pero no sin antes soltar una última broma.

"Bueno, mientras descanses, yo estaré aquí. Eso sí, cualquier escalón sospechoso, lo reportas y yo lo destruyo."

Mientras me acomodo en la silla, Lucas sigue con su espectáculo habitual, bromeando sobre hacer una campaña de justicia para eliminar todos los escalones del mundo. Me río suavemente, sintiendo cómo poco a poco el dolor en mi tobillo se va calmando, gracias al hielo que Derek me aplicó y la venda que aún lo sostiene.

Lucas, aunque es divertido y un poco exagerado, sabe cuándo bajar el ritmo. Me sirve una taza de té caliente sin decir nada, y se sienta frente a mí, cruzando los brazos con una sonrisa que suaviza todo el ambiente.

"Bueno, jefa, parece que el día no ha sido tan malo después de todo, ¿no?", dice mientras se recuesta en su silla, su mirada amigable y cálida.

Le devuelvo una sonrisa sincera. A pesar de la torpeza de la mañana y el incidente con Derek, me siento agradecida de tener a alguien como Lucas que siempre sabe cómo hacer que las cosas se vean mejor, aunque sea solo con un chiste o un gesto amable.

"No, no ha sido tan malo", respondo, llevándome la taza a los labios. "Y podría ser peor, siempre podría haber más escalones."

"¡Exactamente!", exclama, levantando su taza como si brindara. "A celebrar las pequeñas victorias.

Nos quedamos en silencio por unos segundos, el tipo de silencio cómodo que solo tienes con un verdadero amigo."

            
            

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