Capítulo 8 08: ꧁ Derek Leonardo ꧂

"Ryan David Clark", llamé, parando de una vez por todas su parloteo, "por el amor a nuestro santo rey Jesucristo que murió para salvarnos, ¿puedes callarte de una vez?"

Mi oficina estaba llena del eco de su constante cháchara sobre Samantha, pero ya no podía soportar más. Ryan había pasado toda la mañana desglosando la información que había obtenido de la mujer de la pastelería, y honestamente, me estaba sacando de quicio.

Me costaba creer que alguien pudiera hablar tanto sobre una persona que acababa de conocer. Y lo peor era que estaba haciendo todo esto con una energía que rozaba el entusiasmo, como si estuviéramos hablando del próximo gran caso en lugar de una simple fotógrafa.

"De acuerdo, lo que sea que hayas averiguado, lo que sea que hayas escuchado", dije, intentando mantener la calma, "ya no importa tanto como tu capacidad para dejar de hablar. Necesito concentrarme en el caso que, si no recuerdas, también estás conmigo, no en un relato interminable sobre la vida de una desconocida."

Ryan parecía sorprendido por mi tono, pero sus ojos aún brillaban con una chispa de curiosidad que no parecía apagarse. Se detuvo por un momento, buscando palabras, pero me limité a mirar por la ventana de mi oficina, sintiendo la frustración sobre mis hombros.

Me giré hacia él, intentando mantener una expresión neutral a pesar de que me estaba costando contener una sonrisa burlona. Ryan no solo estaba emocionado por la información que había sacado de la mujer de la pastelería, sino que también parecía que había encontrado en Samantha un objeto de admiración romántica.

"Oh, ¿y qué fue lo que te atrajo tanto en esos dos minutos?", pregunté, con un tono que no podía ocultar mi escepticismo.

"La forma en que parecía tener todo bajo control, a pesar de la impresión de que todo es casual. Hay algo en ella que, honestamente, no puedo dejar de pensar."

No pude evitar soltar una risa seca.

La idea de que Ryan, después de una breve conversación y una serie de observaciones, ya estuviera considerando a Samantha como alguien que, no podía dejar de pensar era, en el mejor de los casos, cómica.

"Ryan, has hablado con ella solo dos minutos. Dos minutos. Y ya estás listo para escribirle una carta de amor", dije, tratando de no reír. "Me sorprende que no estés pensando en cómo pedirle su número de teléfono a la mujer que te habló de ella."

"Vamos, Leo", replicó él, sin parecer afectado por mi tono. "Estoy seguro de que, si conocieras más sobre ella, también verías lo que yo veo. Hay algo... especial."

"Especial, ¿eh?", continué con un tono irónico. "Debo decir que me alegra que tengas una visión tan idealista. Pero, si no te importa, me gustaría que esa, visión, se mantuviera dentro del ámbito personal. Ahora mismo, estamos aquí para un propósito más serio.

"Lo sé, lo sé", dijo Ryan, levantando las manos en un gesto de rendición. "Pero no puedo evitarlo. Samantha me parece alguien que vale la pena conocer más a fondo, y cualquier información adicional que pueda obtener, la aprovecharé."

Levanté una ceja, sintiendo cómo la paciencia se me agotaba.

"¿Y qué piensas hacer con esa información, exactamente? ¿Invitarla a cenar y luego hablar sobre la vida mientras se toman un vino?"

Ryan se encogió de hombros con una sonrisa traviesa.

"¿Por qué no? Siempre he pensado que una buena cena puede ser una excelente manera de conocer a alguien. Además, si resulta que hay una conexión, ¿quién soy yo para rechazarla?"

"¿Y si la conexión es solo en tu cabeza?", le pregunté, intentando no dejar que la exasperación se notara demasiado. "Si sigues así, lo único que conseguirás será parecer un tipo raro que no sabe cuándo dejar de hablar de alguien que apenas conoce."

Ryan se echó a reír, claramente disfrutando el tirón de broma.

"Vamos, Leo, no seas tan serio. Estoy seguro de que si te dieran la oportunidad de conocer a alguien que te intriga, también te verías tentado. No me digas que no te ha pasado antes."

"Oh, claro", dije con sarcasmo. "Soy conocido por mi capacidad para obsesionarme con desconocidos. Recuerdo claramente el tiempo que me pasé investigando a la mujer que vendía flores en la esquina de la oficina. ¡No te imaginas las cosas interesantes que descubrí sobre ella!"

"¿En serio?", Ryan levantó una ceja, interesado. "¿Cuántos secretos ocultos descubrió nuestro investigador de flores?"

"Nada más allá de la cantidad de veces que preguntaba si quería una flor o un ramo entero", respondí, intentando mantener el tono humorístico. "Pero me alegra saber que la florista te inspiró."

Ryan no pudo contener una risa.

"Tienes un don para el sarcasmo, lo admito. Pero creo que lo que estoy haciendo es algo más valioso."

"Claro, claro", dije, levantando las manos en señal de rendición". El caso, la misión secreta, el destino de la humanidad, todo depende de qué tan bien puedas impresionar a una fotógrafa. No sabía que tenías ese tipo de ambiciones.

"Lo que pasa es que", continuó Ryan, sin perder el ritmo, "además de hacer mi trabajo, también disfruto de un poco de emoción. Y si eso implica conocer a gente interesante, ¿por qué no?"

"Bueno, ya veo que tienes un enfoque único para la investigación", dije, con una sonrisa irónica. "¿Hay alguna otra actividad extracurricular que te gustaría agregar a tu repertorio?"

Ryan hizo una mueca pensativa, como si estuviera considerando mi pregunta.

"Hmm, tal vez debería pensar en ser crítico de restaurantes o en hacer reviews de fotografía. ¿Qué opinas?"

"Está bien, está bien", dije, intentando controlar mi risa. "Sigamos adelante con el caso. Pero si vuelves a empezar con el tema de Samantha, estaré listo para irme a mi casa y dejarte todo."

"Prometo mantener mis comentarios románticos al mínimo, solo por hoy", respondió Ryan, con una sonrisa burlona. "Además, no serías capaz de dejarme solo con esto."

"¿Me estás retando, David?", pregunté, alzando una ceja.

"Para nada, y no me llames David. Cada vez que lo haces, siento que me estás regañando o que me vas a mandar a confesar mis pecados."

Reí negando mientras volvía a revisar los papeles.

"Por cierto, ¿has hablado con Clarissa?", preguntó, y justo cuando abría la boca para responder, la puerta se abrió revelando a la susodicha. "Vaya, la invoqué como si fuera Beetlejuice."

"Ryan", advertí bajo, y él simplemente alzó las manos en señal de rendición. Volví a ver a Clarissa. "¿Qué necesitas y por qué entras así a mi oficina, abogada Rodríguez?"

"Tenemos que hablar", dijo, y ya sabía a dónde iba a dar todo esto.

"Estoy ocupado ahora, pero podemos hablar a la salida si así lo prefieres", dije, regresando la atención a los papeles que, por culpa de Ryan, no había prestado suficiente atención.

"¡No lo prefiero de esa manera!", gritó, logrando asustar a Ryan, que dio un pequeño salto y se quedó mirando entre sorprendido y desconcertado.

"Clarissa", dije con paciencia, intentando mantener la calma. "Si quieres hablar, hazlo, pero te pido que no conviertas esto en una escena."

"¿Una escena?", su tono se volvía más agudo. "¡No es una escena, Derek! Es que no entiendo por qué no puedes simplemente admitir que también te importa nuestra relación. Todo el mundo sabe que estamos juntos, pero tú sigues actuando como si eso no existiera."

Ryan, claramente incómodo, hizo un movimiento hacia la puerta, como si intentara escapar de la tensión en la habitación.

"Voy a dejar que ustedes resuelvan esto", dijo rápidamente, antes de salir y cerrar la puerta tras él con un suave clic.

Yo seguí observando a Clarissa su enojo estaba a flor de piel.

"Clarissa, no se trata de que no me importe", dije con voz firme. "Se trata de mantener el equilibrio entre mi vida profesional y personal. No puedo dejar que las cosas se mezclen, y eso incluye tener discusiones en el trabajo."

"¡Eso no es lo que estoy diciendo!", gritó, su frustración claramente desbordándose. "¡No entiendo por qué no podemos tener un momento para nosotros aquí, cuando estás tan obsesionado con mantener tu imagen!"

Su grito resonó en la oficina, y aunque intentaba mantenerme sereno, el estrés de la situación se hacía más palpable. Clarissa parecía cada vez más exasperada, y a mí me resultaba cada vez más difícil encontrar las palabras adecuadas para calmarla.

"Clarissa, por favor", dije, intentando moderar mi tono. "No estoy tratando de ignorar nuestros problemas, solo intento no mezclar lo personal con el trabajo. Si necesitas hablar, hagámoslo fuera de este lugar."

Ella resopló con enojo y, al ver que no había conseguido llegar a un acuerdo, dio media vuelta y salió de la oficina con un portazo que dejó el aire pesado. Me quedé solo en la oficina, preguntándome si había alguna forma de arreglar esta relación o simplemente darla por terminada.

Lo mejor sería terminar de una vez por todas algo que no tiene solución.

⋅───⊱𓇬⊰───⋅

"Invítame a comer", me dijo Ryan cuando salimos del bufete.

"¿Por qué yo?", pregunté, viéndole de reojo.

"¿Cómo que por qué? Eres mi mejor amigo", dijo, como si eso fuera la razón más importante del mundo.

"¿Y qué tiene que ver eso con que yo te pague la comida?", repliqué, levantando una ceja.

"Pues, ¿qué clase de mejor amigo eres si no alimentas a tu compañero hambriento?", respondió con toda la seriedad del mundo, como si fuera un argumento lógico e irrefutable.

"O sea, ¿tu plan es que yo pague siempre y tú te quedas con el estómago lleno?"

"Exacto, y en agradecimiento te seguiré hablando de Samantha."

Solté una risa sarcástica.

"Ah, genial, entonces invitarte a comer es como comprar un boleto para el peor monólogo de la historia."

Ryan se encogió de hombros.

"Mira, todos ganan. Tú te diviertes con mi charla, y yo no me desmayo de hambre."

"Me divertiría más viendo cómo te desmayas."

Ryan soltó una carcajada como si hubiera contado el mejor chiste del día.

"Bueno, si me desmayo, ¿quién te va a entretener con historias fascinantes de Samantha?"

"Fascinantes, claro", respondí, rodando los ojos. "Está bien, pero elige un lugar barato, no pienso gastar mucho solo para escuchar cómo te imaginas una vida entera con una chica con la que has hablado dos minutos."

Ryan asintió entusiasmado.

"¡Perfecto! Entonces un lugar con papas fritas. Son el alimento del alma, y seguro me ayudan a pensar mejor sobre mi futuro con Samantha."

"¿Tu futuro?", repetí, incredulidad evidente en mi tono. "Ni siquiera has tenido presente con ella."

Ryan sonrió con suficiencia.

"Eso es porque todo gran romance comienza con una buena historia... y unas papas fritas."

Solté una risa seca, abriendo la puerta del coche.

"¿Y después te preguntarás por qué sigues soltero?"

Ryan se subió al coche con una sonrisa de oreja a oreja, claramente encantado con su propia lógica.

"Exactamente, Leo. Si sigo saliendo solo contigo, me vas a convertir en un ermitaño antisocial. Necesitas ampliar tu círculo, conocer gente. Y si no es para ti, al menos déjame inspirarte con mis aventuras románticas."

"¿Aventuras románticas?", dije, encendiendo el motor. "Ryan, has hablado con ella relativamente muy poco, lo más cerca que has estado de una aventura romántica es mirar películas de comedia romántica."

"Y de esas he aprendido mucho, déjame decirte", respondió con una mirada seria, aunque solo le duró un segundo, antes de soltar otra carcajada. "Además, poco es más que suficiente para sentir la chispa. ¡Lo mío con ella es destino!"

"Destino o desesperación, aún no estoy seguro", murmuré, tomando el camino hacia el restaurante más cercano.

Ryan se encogió de hombros, sonriendo como si nada pudiera derrumbar su entusiasmo.

"Lo importante es que me mantengo positivo, Leo. ¿Qué harías tú sin este rayo de sol en tu vida?"

"Probablemente tener un poco más de paz mental, pero ¿quién necesita eso?", dije con sarcasmo, acelerando un poco más de lo necesario.

Ryan se rió y se estiró en el asiento, claramente disfrutando de mi exasperación.

"Sabes que en el fondo me adoras. Además, sin mí, estarías todo el día enterrado en esos malditos papeles, volviéndote más y más aburrido."

"Sí, porque lo que más necesito en mi vida es tu constante parloteo sobre destinos románticos y chispas", le lancé una mirada rápida. "Es una suerte que seas tan entretenido, Ryan, de lo contrario ya te habría lanzado por la ventana hace mucho tiempo."

"Te contienes porque sabes que en el fondo tengo razón. Samantha y yo... es cuestión de tiempo. Lo presiento. Además, ¿qué hay de ti y Clarissa? Seguro que puedes aprender algo de mis técnicas infalibles."

Solté una risa seca mientras estacionaba el coche.

"¿Tus técnicas infalibles? Por favor, la mitad de las veces ni siquiera sabes lo que estás diciendo."

"Ah, pero mira quién sigue en una relación complicada mientras yo, con solo dos minutos de charla, ya estoy construyendo un imperio romántico."

Me bajé del coche, cerrando la puerta con fuerza.

"Si tu imperio romántico es igual de estable que tu capacidad de concentración, no va a durar ni una semana."

"Oye, eso dolió", respondió, mientras reía y seguía al restaurante". Pero te perdono porque sé que tienes el corazón más blando de lo que te gustaría admitir.

"No te hagas ilusiones, Clark", le advertí antes de empujar la puerta del restaurante.

Él simplemente se rió, como siempre. Y mientras lo escuchaba seguir con sus delirios sobre aquella mujer, no pude evitar pensar que, a pesar de lo molesto que podía ser, la vida definitivamente sería mucho más aburrida sin su interminable charla.

Y con eso, oficialmente daba por terminado mi día.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022