Capítulo 9 9

_ ¡Teniente! _ escucho detrás de mí al doc sosteniéndose de los que puede. Jalo la mochila bajo la mirada de Raúl que ya imagina, así que antes de que lo haga toma asiento y se coloca el cinturón mientras mi dedo aprieta el gatillo y la compuesta se abre lanzando a dos de los agentes fuera del avión.

_ ¡Vas a pagarlo!

Su grito no me detiene y continuo buscando llegar al punto, en donde Alexander cuelga del aire solo aguantándose de la correa auxiliar.

_ Alex _ le advierto y aunque sabe lo que sigue, no muestra miedo. Solo asiente y me dejo ir llegando a él, llevándomelo conmigo mientras somos arrastrados por las corrientes de aire expulsados del avión. Lo último que veo es a él, Raúl, gritando con todo el odio que posee viéndome tomar mi dedición.

Y por primera vez en mucho tiempo me siento libre, de él, de su poder aun cuando estoy cayendo sin control desde el cielo.

_ Teniente _. El doc hace lo que puede para no soltarse mientras yo busco la jodida cuerda.

_ La cuerda, no la encuentro _ grito por sobre el viento mientras cada vez estamos más cerca de estrellarnos y quedar como puré de papa en tierra rusa o ucraniana, ahora mismo no lo sé.

_ ¡La tengo! _. Muestra la correa junto con una sonrisa de felicidad porque no moriremos.

_ ¡Hazlo ahora! _. Me aferro a él procurando no soltarlo mientras el paracaídas se libera. El jalón que nos pega hace que Alex se me escape deslizándose, solo quedando sostenido a penas por mi pierna a la que se aferra _. No te sueltes _ le advierto intentando maniobrar.

_ No lo haré _. Ahora mismo todo lo que puede hacer es aferrarse a mi pierna porque su vida sí que depende de ello.

El paracaídas apenas si sostiene el peso de ambos, pero al menos nos permite frena la velocidad mientras descendemos y le pido a todo lo divino que no terminemos gracias a una corriente en los árboles.

_ Cuando te diga, salta _. Es eso o que sus piernas se rompan cuando toque el suelo _. Confía en mí.

Dado este punto no creo que le quede de otra tampoco.

_ Lo hago _ grita por sobre el ruido intenso del aire.

_ ¡Ahora! _ De inmediato me suelta cayendo a una altura de 4 metros rodando por la nieve me las arreglo como puedo para llegar al suelo soltando la tela del paracaídas.

_ ¡Teniente! - grita desde no muy lejos.

_ Estoy viva _ respondo y escucho la carcajada hasta que le observo arrastrarse por la nieve.

_ Es la mujer más temeraria, idiota y loca que he conocido _ admite disfrutando de tener sus manos hundidas en la nieve.

_ Por suerte para usted soy todo eso, doc _. Seamos honesto, de no ser así, ya estaría muerto, y yo probablemente con mi escuadrón tranquila tomando una cerveza.

No creo que alguna vez pueda llegar a decir si esa decisión de no apretar el gatillo ha sido la mejor, pero al menos hasta ahora, aún con todo, se sigue sintiendo la correcta.

_ ¿Y ahora qué? _ Se deja caer junto a mí disfrutando de un poco de alivio.

_ Ahora iremos a pedir ayuda a unos viejo amigos _. Observo sus brazos y tomo la mochila sacando el botiquín de ella _. ¿Puedes caminar o estas mareado?

Ha soportado mucho dolor, eso, el golpe en la cabeza. No necesito que colapse en este momento.

_ Eso creo _. Observa lo que hago y aunque sabe que va a dolerle, no protesta. Se coloca de rodillas dejando que comience a curar sus heridas, las quemaduras, aunque no son profundas, podrían infectarse.

_ ¿Y qué tan lejos están esos amigos? _ La pregunta no es más que una distracción para el dolor que le provoca cada roce mientras le limpio la zona.

_ Si todo sale bien, creo que ellos van a encontrarnos, solo debemos estar en el lugar correcto _. Me mira con algo de mala cara y dejo salir una leve sonrisa.

_ A ellos nadie los encuentra, doc _. Son gente especial, por así decirlo _. Los conocí hace muchos años en una misión, me salvaron _. Levanto un poco el chaleco dejando ver la cicatriz en mi abdomen.

Termino el vendaje y me aseguro de cubrir todo, saco de la mochila ropa y se la paso. Las mochilas salvavidas no solo contienen paracaídas, también variedad de medicamento y ropa unisex para cualquier soldado, y claro, un teléfono satelital.

Marco en el teclado y de inmediato responden.

_ Alcón caído, coordenadas 23045 longitud, 4875, latitud _ es todo lo que necesito decir y la llamada termina.

_ ¿Y ahora? _ Me imita poniéndose en pie.

_ Ahora salimos de aquí ...

Avanzamos por la frontera tan rápido como podemos, las coordenadas eran precisa y ciertamente ellos no van a esperarnos.

_ ¿Qué pasara ahora contigo? _ Aunque fue una linda caminata en silencio, creo que el ruso es quien tiene ganas de hablar ahora.

Menudo tipo.

_ Ya te dije, nos sacan de aquí o los rusos nos matan primero _. Una de las dos es exactamente lo que va a pasar.

_ Me refiero a ti, receptaste _ aclara como si fuera necesario.

Admiro que se sintió bien mandar a la mierda a Raúl, alejarme de él es todo lo que quería desde hace ya bastante tiempo, pero esto es otra cosa. Justo ahora toda mi carrera, todo mi esfuerzo a sido arruinado. No solo me revelé ante él, también ante el servicio secreto, disparé y ataqué a agentes, disparé en un avión, me robé a un ruso científico que ha creado bombas químicas.

_ Estoy jodida _ admito sin darle vuelta a las cosas, la verdad sea dicha de una vez.

Y no soy la única aquí, luego de esto mi equipo entero sufrirá las consecuencias, aunque no hayan estado, ellos van a ser interrogado, conozco el protocolo.

Solo espero que puedan perdonarme por esto.

            
            

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