Los días avanzaban con rapidez, y mientras el final de año se acercaba, la tensión entre Ariana y Daniel se hacía cada vez más palpable. Había algo en la forma en que él la miraba que dejaba entrever preguntas que aún no se había atrevido a formular. Era como si estuviera esperando que ella revelara algo importante, algo que él no lograba descifrar, pero que lo inquietaba profundamente.
Ariana se esforzaba por enfocarse en su trabajo y mantener una apariencia de normalidad, pero por dentro la incertidumbre la carcomía. Cada mirada, cada palabra de Daniel la hacía preguntarse si él estaba empezando a unir las piezas de un rompecabezas que ella trataba desesperadamente de mantener oculto. Había noches en las que, al llegar a casa, el temor la invadía hasta el punto de casi querer dejar su trabajo y alejarse para proteger su secreto.
Esa mañana, sin embargo, fue Daniel quien rompió el silencio. Tras una reunión breve con el equipo, se acercó a ella en el pasillo, con una expresión indecifrable.
-Ariana, ¿tienes unos minutos? Quiero hablar contigo en privado.
-Por supuesto, señor Montenegro -respondió ella, intentando mantener la calma.
La siguió a su oficina, cerrando la puerta tras ellos. Ariana sintió que su pulso se aceleraba, preguntándose cuál sería el motivo de aquella conversación privada. Se sentó frente a él, esforzándose por no demostrar el nerviosismo que la embargaba.
Daniel se recostó en su silla y la miró fijamente, como si intentara ver más allá de su fachada.
-Sé que lo que voy a preguntar es personal, y si lo prefieres, puedes pedir que no me meta en tus asuntos, pero... hay algo que me preocupa desde que me enteré de tu embarazo.
Ariana sintió que el aire se volvía pesado. Sabía lo que iba a preguntar y se preparó para mentir una vez más, o al menos, contar una versión de la verdad.
-¿De qué se trata, señor? -preguntó, fingiendo no saber hacia dónde se dirigía la conversación.
-Es solo que... me parece extraño. No me malinterpretes, no quiero invadir tu privacidad, pero... ¿qué pasó con el padre de tu hijo?
El silencio que siguió a su pregunta fue casi insoportable. Ariana bajó la mirada, sintiéndose invadida por una mezcla de vergüenza y frustración. Había esperado esa pregunta durante semanas, pero aún no sabía cómo responder sin levantar más sospechas.
-Fue... algo que simplemente sucedió -respondió finalmente, esforzándose por sonar convincente-. No fue algo planeado, ni tengo una pareja. La verdad, ni siquiera estaba buscando algo así en mi vida.
Daniel la miraba, intentando leer en su expresión algo que confirmara o desmintiera sus palabras. No parecía satisfecho, pero se obligó a no presionar demasiado.
-¿Entonces... fue algo de una noche? -preguntó con cuidado.
Ariana asintió, fingiendo una incomodidad que, en parte, era genuina.
-Sí, algo así. Ni siquiera tengo una idea clara de cómo... pasó -dijo, escogiendo sus palabras con cuidado-. Estaba en una noche de descanso, después de semanas de trabajo intenso. Fui a un bar a despejarme... y después, todo se volvió un poco borroso.
La incomodidad en sus ojos era evidente. Aunque sus palabras fueran sinceras, había algo en la historia que no parecía convencer a Daniel.
-¿Y no recuerdas nada? -insistió él, con una mezcla de sorpresa e incredulidad-. ¿Ni siquiera un poco?
Ariana suspiró, tratando de darle una explicación que cerrara las dudas sin ahondar en detalles que podrían resultar incriminadores.
-Solo que al despertar, supe que había pasado algo... aunque no recuerdo con quién. Fue un error, lo sé, y no es algo que suela hacer, pero... simplemente ocurrió.
Daniel asintió lentamente, como si intentara digerir la información. Su mirada permanecía fija en ella, evaluando cada palabra, cada movimiento de su rostro. Hubo un momento de silencio, y después él habló en voz baja.
-Supongo que... te afectó mucho, entonces. La situación, digo.
Ariana asintió, evitando su mirada.
-Fue un shock cuando me enteré de que estaba embarazada. No estaba preparada y mucho menos pensaba que algo así pudiera sucederme. A decir verdad, nunca había estado con alguien de esa manera antes, así que... ni siquiera sé cómo llegué a tomar esa decisión.
Daniel pareció aún más desconcertado.
-¿Quieres decir que... esa fue tu primera vez?
Ariana asintió, avergonzada. Había decidido omitir esta parte para evitar preguntas, pero era la verdad, y por algún motivo, pensó que podría ganar algo de credibilidad.
-Sí. Como te digo, no sé qué me llevó a actuar así. Estaba tan... confundida. Solo sé que pasó y, ahora, aquí estoy, tratando de aceptar la situación y hacer lo mejor que puedo.
Daniel se recostó en su silla, mirando hacia el techo como si estuviera reflexionando. Su expresión era seria, y algo en sus ojos le decía a Ariana que esta conversación no le había dejado satisfecho.
-Entiendo, Ariana. Lamento haberte hecho revivir algo que claramente no fue fácil para ti.
Ella se permitió sonreír, agradecida de que él pareciera dispuesto a dejar el tema.
-No se preocupe, señor Montenegro. Aprecio su apoyo y su interés. A veces, solo necesito enfocarme en el trabajo para no pensar demasiado en ello.
Él asintió, y por un momento, el silencio llenó la oficina. Entonces, inesperadamente, Daniel rompió la quietud con una pregunta que Ariana no había anticipado.
-¿No has pensado en intentar encontrar al padre? Saber quién es, al menos.
Ariana se tensó al oír la pregunta, sintiendo que la sangre se le helaba. Claro que había pensado en ello, especialmente al saber que el hombre desconocido podía estar muy cerca... justo al otro lado del escritorio. Pero admitir eso sería un suicidio emocional, y también laboral.
-Para ser sincera... no creo que haga una diferencia -dijo, intentando sonar razonable-. No sé quién es, y tampoco creo que quiera formar parte de esto, si es que siquiera recuerda lo que pasó. Prefiero... llevar esto por mi cuenta y concentrarme en el bebé. Además, no creo que él sea alguien que quiera involucrarse en algo tan importante, siendo un extraño.
Daniel asintió, aunque una leve sombra de duda permanecía en su expresión.
-Entiendo. Y respeto tu decisión -dijo finalmente, con una voz que sonaba casi protectora-. Solo quería asegurarme de que, si hay algo en lo que pueda ayudarte, te sientas libre de pedírmelo.
Ariana asintió, sintiendo una mezcla de alivio y tensión. No había dicho nada que la incriminara directamente, pero había algo en la conversación que la hacía sentir que él estaba cada vez más cerca de descubrir la verdad. Como si solo le faltara una pequeña pieza para conectar todo.
-Gracias, señor. Aprecio mucho su comprensión.
Daniel le dedicó una mirada seria, pero al mismo tiempo había algo en sus ojos que parecía reflejar una genuina preocupación. Algo que la hacía sentir que, en el fondo, él aún no había abandonado sus sospechas. Pero, al menos por ahora, la había dejado ir sin más preguntas.
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Al final de la jornada, cuando Ariana se preparaba para salir de la oficina, recibió un mensaje de texto de Daniel que la tomó por sorpresa.
*"Si necesitas hablar de nuevo, sabes dónde encontrarme."*
Aquellas palabras la desconcertaron. Daniel nunca había sido el tipo de jefe que ofreciera apoyo emocional, y mucho menos de forma tan directa. Algo había cambiado, y ese cambio la tenía en vilo. ¿Era posible que él comenzara a sentir una conexión inexplicable con el bebé, o acaso intuía algo que aún no quería expresar?
Ariana cerró el mensaje, diciéndose que era mejor dejar de buscar respuestas que no quería. La situación estaba volviéndose demasiado compleja, y la preocupación constante estaba empezando a pasarle factura.
Mientras regresaba a casa, solo tenía un pensamiento claro: necesitaba mantener la calma y la distancia. Si Daniel sospechaba algo, ella tendría que encontrar la manera de desviar sus preguntas. Porque, en el fondo, sabía que una vez que él comenzara a indagar más en serio, descubriría una verdad que pondría su mundo de cabeza, y ella no estaba segura de cómo lidiar con lo que sucedería después.