El amanecer se filtraba débilmente entre las copas de los árboles, tiñendo el bosque de un tono rojizo que parecía anunciar la tensión que se avecinaba. Lenara y Kael se habían refugiado en un claro oculto, rodeado por un muro natural de raíces y maleza. La noche había sido silenciosa, cada uno sumido en sus propios pensamientos.
Kael mantenía su espada cerca, una herramienta práctica que denotaba la experiencia del licántropo. Lenara, por su parte, reflexionaba sobre las implicaciones de su creciente cercanía con él. Aunque el orgullo de su linaje vampírico le impedía admitirlo, había algo en la lealtad y fuerza de Kael que comenzaba a intrigarla.
-No podemos quedarnos aquí mucho más tiempo -dijo Kael finalmente, con los ojos escaneando el bosque como un depredador siempre alerta-. Los rastreadores deben estar acercándose.
Lenara arqueó una ceja con escepticismo.
-¿Qué tan seguros estás de eso? Tal vez tus compañeros no son tan eficaces como crees.
Kael soltó una risa seca.
-No se trata de si son eficaces. Se trata de Alden. Él siempre cumple su objetivo.
El nombre provocó un escalofrío en Lenara, aunque no lo dejó notar. Había oído hablar de Alden: un guerrero licántropo implacable conocido por cazar vampiros sin tregua.
No habían avanzado mucho cuando ocurrió el primer ataque. Un silbido agudo atravesó el aire, y Kael reaccionó instintivamente, empujando a Lenara justo cuando una flecha atravesó el espacio que ella había ocupado segundos antes.
-¡Corre! -gritó Kael, desenvainando su espada mientras figuras emergían de las sombras.
Lenara dudó un instante, pero obedeció. Corrió entre los árboles, zigzagueando para evitar convertirse en un blanco fácil, mientras el sonido de la lucha resonaba detrás de ella.
Kael se enfrentaba a tres atacantes simultáneamente, moviéndose con precisión mortal. Entre ellos apareció Alden, un licántropo de presencia imponente y mirada despiadada.
-¿Así que esto es lo que has llegado a ser, Kael? Protegiendo a una criatura que ni siquiera es de los nuestros.
Kael bloqueó un golpe con su espada, retrocediendo un paso.
-No es asunto tuyo. Da un paso atrás.
Alden rió con desdén.
-Lo que hagas siempre será asunto de la manada, traidor.
Mientras tanto, Lenara había llegado a un claro. Su respiración era irregular, pero su mente estaba alerta. De repente, sintió una presencia familiar detrás de ella. Al girarse, sus sospechas se confirmaron: Darius, el vampiro que su familia había enviado, estaba allí.
-Hermana, ¿realmente pensaste que podrías escapar de nuestra familia?
Lenara tensó los hombros, tratando de mantener la calma.
-¿Qué haces aquí, Darius?
-Cumpliendo órdenes, como siempre -respondió con frialdad-. Padre quiere que regreses. No para protegerte, sino para mantener las apariencias. Ya has causado suficientes problemas.
Antes de que pudiera responder, Darius avanzó hacia ella, rápido como un relámpago. Aunque Lenara estaba limitada por las circunstancias, no se dejó intimidar. Esquivó su ataque inicial y contraatacó, demostrando que no era una presa fácil.
La batalla entre Kael y Alden había alcanzado su punto crítico. Kael estaba acorralado, con heridas que comenzaban a ralentizar sus movimientos. Alden, con su fuerza abrumadora, parecía tener la ventaja.
-Esto termina aquí, Kael -gruñó Alden, levantando un brazo para asestar el golpe final.
Pero antes de que pudiera atacar, un aullido resonó en el bosque. Era un llamado de retirada, emitido por otro líder del grupo. Alden detuvo su ataque, lanzando una mirada de advertencia a Kael antes de desaparecer entre las sombras.
Kael, respirando con dificultad, sabía que su tiempo era limitado. Se dirigió rápidamente hacia el claro donde había visto desaparecer a Lenara.
Kael llegó justo a tiempo para ver cómo Lenara se enfrentaba a Darius. Aunque impresionado por la habilidad de la vampira, no dudó en intervenir, sorprendiendo al atacante con un movimiento rápido.
Darius, claramente superado, lanzó una última advertencia antes de escapar.
-Esto no ha terminado, hermana. Nuestra familia te encontrará.
Cuando la tensión finalmente disminuyó, Lenara se dejó caer al suelo, agotada. Kael se acercó, con una mezcla de preocupación y respeto en su rostro.
-Eres más fuerte de lo que imaginaba.
Lenara lo miró con una mezcla de gratitud y desafío.
-Y tú eres menos salvaje de lo que pensé.
Kael extendió una mano para ayudarla a levantarse.
-Debemos seguir. La caza apenas comienza.