Capítulo 6 El vínculo roto

El viento frío de la noche soplaba con fuerza mientras Lenara y Kael se adentraban en una pequeña cueva oculta entre los riscos. Habían pasado días huyendo de cazadores y conspiradores, y finalmente habían encontrado un lugar donde descansar, aunque fuera por unas horas. La cueva no era más que un refugio improvisado, pero ofrecía protección contra los elementos y, con suerte, los enemigos.

Lenara se dejó caer contra una de las paredes de piedra, exhalando con cansancio. Su cuerpo estaba agotado, y su mente luchaba por mantenerse alerta. Desde que había sido traicionada por su familia, no había tenido un momento de paz. Ahora, incluso en compañía de Kael, la desconfianza persistía.

Kael, por su parte, encendió un pequeño fuego con ramas secas que había recogido en el camino. Su rostro reflejaba la tensión de los días recientes, pero también una determinación que lo mantenía en pie.

-No podemos quedarnos mucho tiempo aquí -dijo, rompiendo el silencio. Sus ojos se encontraron con los de Lenara-. Si nos encuentran, estaremos atrapados.

Lenara asintió, aunque no pudo evitar sentir un ligero resentimiento.

-Lo sé. Pero necesito un momento. No todos somos lobos incansables como tú.

Kael frunció el ceño ante su comentario, pero no respondió. En cambio, se sentó junto al fuego, sacando una daga que comenzó a afilar con movimientos metódicos.

El silencio que siguió fue pesado, cargado de emociones no expresadas. Ambos sabían que había algo cambiando entre ellos, algo que ninguno estaba dispuesto a admitir.

La noche avanzó lentamente, y el agotamiento finalmente obligó a Lenara a cerrar los ojos. Sin embargo, su sueño fue inquieto, plagado de imágenes de su familia, del Consejo Vampírico y de los cazadores que los perseguían. En sus sueños, veía los ojos de su padre llenos de frialdad mientras la entregaba a los licántropos, y sentía el peso de la traición como una herida abierta.

Kael, que permanecía despierto vigilando la entrada de la cueva, observó a Lenara mientras dormía. Había algo en ella que lo desarmaba, algo que iba más allá de su apariencia. A pesar de ser una vampira, una especie que había aprendido a odiar, Lenara había demostrado una valentía y una fuerza que lo habían hecho cuestionar sus propios prejuicios.

-Eres más fuerte de lo que aparentas -murmuró para sí mismo, sin esperar respuesta.

Al amanecer, Lenara se despertó con una sensación de inquietud. Miró a Kael, quien aún estaba sentado junto al fuego apagado, su expresión sombría.

-¿Dormiste algo? -preguntó, aunque sabía la respuesta.

Kael negó con la cabeza.

-No podía arriesgarme.

Lenara se acercó a él, aunque mantuvo cierta distancia.

-Kael, no puedes cargar con todo tú solo. No es sostenible.

Kael la miró, y por un momento, pareció dudar. Pero luego negó con la cabeza, apartando la mirada.

-No es solo por mí. Si fallo, ambos morimos.

Lenara suspiró, frustrada. Sabía que Kael era testarudo, pero también sabía que había algo más detrás de su comportamiento.

-Escucha -dijo finalmente, su voz más suave-. No podemos seguir así, siempre desconfiando, siempre al límite. Si queremos sobrevivir, necesitamos confiar el uno en el otro.

Kael la miró de nuevo, y esta vez, algo en sus ojos parecía más vulnerable.

-Confío en ti más de lo que debería -admitió en voz baja-. Y eso me asusta.

Lenara quedó sorprendida por su confesión, pero antes de que pudiera responder, un ruido proveniente del exterior de la cueva los puso en alerta.

Un grupo de renegados, tanto vampiros como licántropos, había estado siguiendo sus movimientos. Al parecer, la pequeña tregua que Kael y Lenara habían encontrado no duraría mucho. Los renegados, liderados por un vampiro llamado Marek, no estaban interesados en la guerra entre especies, sino en su propio beneficio.

Marek, un vampiro de ojos oscuros y sonrisa sarcástica, se presentó en la entrada de la cueva con un grupo de seguidores armados.

-Kael, Lenara -saludó con una inclinación teatral-. Qué placer encontrarlos aquí.

Kael se puso de pie de inmediato, colocando una mano en el hombro de Lenara para indicarle que se quedara atrás.

-¿Qué quieres, Marek?

Marek sonrió, mostrando sus colmillos.

-Solo una conversación civilizada. No es común ver a un licántropo y una vampira viajando juntos. Me intriga saber qué los une.

Lenara dio un paso adelante, ignorando la advertencia de Kael.

-Eso no es asunto tuyo.

Marek arqueó una ceja, divertido.

-Ah, pero lo es. Verás, estoy construyendo algo más grande que estas disputas insignificantes entre nuestras especies. Y ustedes dos... bueno, podrían ser útiles.

Kael gruñó, dejando entrever su desconfianza.

-No necesitamos tu ayuda.

Marek suspiró, fingiendo decepción.

-Qué lástima. Entonces, me temo que no me dejan otra opción.

Antes de que pudieran reaccionar, los renegados atacaron.

La batalla fue caótica y brutal. Kael y Lenara lucharon espalda con espalda, sus movimientos sincronizados de una manera que reflejaba la confianza que, aunque no querían admitirlo, habían desarrollado el uno en el otro.

Lenara utilizó su agilidad para esquivar los ataques de los renegados, mientras Kael usaba su fuerza para derribar a los enemigos que se acercaban demasiado. A pesar de estar en desventaja numérica, su determinación les permitió resistir más de lo que Marek había anticipado.

Finalmente, Marek decidió intervenir personalmente, enfrentándose a Lenara con una sonrisa cruel.

-Eres interesante, Lenara. Pero me temo que este es el final para ti.

Lenara lo miró con desafío, levantando su puñal.

-No tan rápido.

Su enfrentamiento fue intenso, pero justo cuando parecía que Marek tenía la ventaja, Kael intervino, derribándolo con un rugido que resonó en toda la cueva.

-No la toques -gruñó, su voz llena de una furia protectora.

Marek, sorprendido por la intervención de Kael, retrocedió.

-Esto no termina aquí -dijo, antes de dar la orden de retirada.

Cuando finalmente estuvieron solos, Lenara se dejó caer al suelo, exhausta.

-Eso estuvo cerca -dijo, tratando de recuperar el aliento.

Kael se sentó a su lado, también jadeando.

-Demasiado cerca.

Lenara lo miró, y por un momento, sus ojos se encontraron.

-Gracias -dijo, sinceramente.

Kael asintió, pero no dijo nada. En ese momento, ambos entendieron que su relación estaba cambiando, y que, aunque el mundo parecía decidido a separarlos, había algo entre ellos que los unía de una manera que ninguno podía ignorar.

            
            

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