El Consejo Vampírico era una construcción imponente, un palacio antiguo rodeado de niebla perpetua que se alzaba en un acantilado oscuro. En su interior, columnas de mármol negro sostenían un techo decorado con intrincados grabados que narraban las leyendas de la supremacía vampírica. Las paredes estaban adornadas con tapices teñidos de rojo oscuro, como si la misma sangre hubiera sido usada para teñirlos. En el centro de la sala principal, un largo estrado presidido por las figuras más poderosas de la sociedad vampírica se alzaba como un altar de autoridad.
Lenara Drakov había crecido escuchando historias sobre este lugar y los secretos que albergaba. Ahora, exiliada y perseguida, no podía evitar preguntarse si su padre estaba sentado allí, conspirando junto con el resto del consejo.
Mientras tanto, en una región lejana, el Alfa Supremo de los licántropos, Kyran, convocaba una reunión paralela. La sala del consejo licántropo, aunque menos majestuosa, era igual de intimidante. Situada en una caverna profunda, sus paredes estaban iluminadas por antorchas y decoradas con símbolos antiguos que representaban la fuerza y la unidad de la manada. Kyran, con su imponente figura y sus ojos dorados llenos de ferocidad, presidía la asamblea.
En el consejo vampírico, Lady Selyne, una de las figuras más influyentes y mentora de Lenara, tomó la palabra. Su presencia era magnética; su voz, suave como la seda, escondía un filo peligroso.
-La fuga de Lenara Drakov es una afrenta a nuestra autoridad. Pero más preocupante aún es su alianza con un licántropo. Esto podría debilitar nuestra posición frente a las otras especies.
Un murmullo de desaprobación recorrió la sala.
Lord Drakov, el padre de Lenara, permanecía en silencio, sus ojos oscuros fijos en la mesa frente a él. Aunque había sido él quien entregó a su hija, la culpa y el remordimiento lo carcomían en secreto. Sin embargo, no podía permitir que su debilidad fuera evidente ante el consejo.
-No debemos subestimar la amenaza que representan -continuó Selyne, mirando directamente a Drakov-. Si Lenara tiene información que podría comprometer nuestras estrategias, debemos actuar de inmediato.
-¿Y qué propones? -preguntó finalmente Lord Drakov, con un tono frío que no lograba ocultar su nerviosismo.
-Enviaré a Darius para eliminarla. Él se asegurará de que esta traición no se convierta en una chispa para la rebelión.
Mientras tanto, en la caverna del consejo licántropo, Kyran golpeó la mesa con un puño cerrado, silenciando cualquier discusión.
-No podemos permitir que un traidor como Kael ponga en peligro nuestra causa. Ha sido exiliado por una razón, y ahora, aliarse con una vampira es el mayor insulto a nuestra especie.
Erynn, una de las alfas más leales a Kyran, asintió con determinación.
-Debemos cazarlos antes de que sus acciones debiliten nuestras defensas. Si los vampiros descubren que estamos divididos, se aprovecharán de ello.
Kyran sonrió con malicia.
-Por eso he enviado a un grupo de cazadores. Pero hay algo más en juego aquí. No creo que la alianza entre Kael y Lenara sea casualidad. Alguien los está manipulando desde las sombras.
Un silencio tenso llenó la caverna. Kyran continuó:
-Si queremos mantener nuestra posición, debemos descubrir quién está detrás de todo esto.
En un lugar apartado, una figura envuelta en sombras observaba los movimientos de ambos consejos con satisfacción. No era ni vampiro ni licántropo, sino algo más antiguo y poderoso, un ser que había estado esperando siglos para ver a ambas especies destruirse mutuamente.
-Todo está saliendo según lo planeado -susurró para sí mismo, mientras sus ojos brillaban con un tono sobrenatural.
Esta fuerza manipuladora había estado sembrando discordia entre vampiros y licántropos durante generaciones, utilizando mentiras y traiciones para mantener viva una guerra interminable. Ahora, con Lenara y Kael como piezas clave en su juego, el caos estaba asegurado.
Lejos de las intrigas de los consejos, Lenara y Kael continuaban su huida a través del bosque prohibido. Aunque desconocían los detalles, ambos sabían que se encontraban en el centro de un conflicto mucho más grande de lo que habían imaginado.
-¿Qué opinas de tu querido consejo ahora? -preguntó Kael con sarcasmo mientras cortaba ramas para hacer un refugio temporal.
Lenara lo miró con irritación.
-No todos los vampiros son iguales. Al igual que no todos los licántropos son despiadados como Kyran.
Kael dejó escapar una risa amarga.
-Quizá no, pero ambos consejos están más interesados en mantener su poder que en proteger a los suyos.
Lenara no pudo discutir eso. Había visto de primera mano la hipocresía de los líderes vampíricos, y aunque aún sentía lealtad hacia su gente, empezaba a cuestionar si valía la pena luchar por ellos.
-No podemos enfrentarnos a ambos bandos solos -dijo finalmente-. Necesitamos aliados.
Kael la miró, sorprendido por su pragmatismo.
-¿Y quién estaría dispuesto a ayudarnos?
Lenara miró hacia el horizonte, sus ojos llenos de determinación.
-Los renegados.
Mientras los consejos conspiraban, una resistencia silenciosa comenzaba a formarse entre vampiros y licántropos que habían sido marginados por sus líderes. Renegados, como Marek, que buscaban un camino diferente al de la guerra interminable.
La llegada de Lenara y Kael al campamento renegado sería un catalizador para esta rebelión, pero también traería nuevos peligros y desafíos. ¿Podrían convencer a los renegados de unirse a su causa, o serían vistos como enemigos por igual?