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Llego a la empresa, pero no quiero estar aquí, quiero volver a ver sus ojos y esa cara tan bonita de ella.
Me encuentro sentado en mi escritorio pensando mucho en ella, mi corazón palpita de emoción por haberla conocido esta mañana.
-¿Perdido en tus pensamientos, Caden? -mi amigo Marcus hace que vuelva a tierra- ¿Y a qué se debe? -prosigue indagando y se sienta frente a mí.
Sonrío, entonces me acomodo en el escritorio estirando mis manos hacia adelante.
-Verás, ya tengo a Karla viviendo bajo mi techo.
Suelto esta bomba, entonces él abre los ojos bien grandes y queda atónito por mi confesión.
-¿¡Que-e!? -exclama boquiabierto.
-¡Así es, está en mi hogar y quiero ir lo más rápido posible, a ver esa linda muchacha otra vez!
Expreso estas palabras colmados de mucha emoción.
-¿Se puede saber, qué hiciste para lograr eso? -Mi amigo continúa indagando y no lo culpo porque esta alocada decisión mía es chocante para cualquier persona.
-Hablé con el dueño de los apartamentos donde viven ellos, o mejor dicho vivían. Sabes, le pagué la deuda que tenían y le pedí a ese señor que echara a la calle a María y su familia, pero el día antes ya le había dicho a ella que estaba a su disposición de ayudarla en cualquier situación que se le presentase.
Le confieso mi plan siniestro y él se espanta, entonces pone las manos en su cabeza.
. -¡Se te fue la mano, Caden, te está pasando!
-No, soy capaz de cualquier cosa para lograr lo que quiero y tú lo sabes.
-¡Ojalá, y no tenga consecuencias con esto, Caden! Fuiste muy drástico. -él me habla con voz firme y preocupada.
-No, Marcus, tranquilo. -expreso, muy relajado y despreocupado.
Seguimos conversando sobre esto y a él le explota la cabeza por esta locura que hice.
Más tarde, me marcho a la mansión.
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Tiempo después
Llego a mi hogar y en cuanto entro a la sala mi madre me esperaba inquieta y sé perfectamente el motivo.
-¿Dime, qué está pasando Caden? -enseguida me reclama con los brazos cruzados.
-Mamá... -titubeo en ser directo con ella, pero es algo que caracteriza y no lo puedo evitar, entonces sin dudar más continuo a hablar. -Me gusta la hija de María y quiero estar con ella, por eso ellos están aquí.
-¡Que, no me digas! ¿En qué quedamos hijo?, te he dicho que encuentre a una mujer para tu esposa, y que tenga a tu hijo, no que hiciera esta barbaridad.
-Lo sé, mamá. -Digo, aun con mi chaqueta en manos, evitando mirarla a los ojos por mi descabellada hazaña.
-Si esa muchacha te gusta, te casarás con ella. Bien.
-Así lo haré, con tal de estar con ella, ya que María me ha dicho lo mismo que tú. -respondo sonriendo de medio lado.
-Entonces tiene que decírselo, que te vas a casar con ella Caden, pero... ¡¿Por qué tienen que estar todos aquí?!
-Es una larga historia, te cuento...
Culmino de decirle mi descabellada acción, entonces ella se altera.
-¡No puedo creer lo que me dices! ¡Eso no está bien, desiste de esa locura...! No traspase los límites, hijo.
-No mamá, ahora menos que conozco a su hija.
Por supuesto, mi respuesta es negativa porque estoy decidido a no desistir.
-¡Te desconozco totalmente, Caden! -me grita enojada sacudiendo sus manos. Soy consciente del dolor de cabeza que le estoy haciendo pasar a mi madre ahora, pero supongo que esto pasará pronto.
Ella se marcha, muy molesta, entonces yo voy hasta mi habitación.
Tiempo después
Nos encontramos cenando mi madre y yo, pero por alguna razón que ya conozco no miro a Karla.
Mi madre se marcha cuando culminamos de cenar, entonces la miro a ella fijamente mientras coge los utensilios, algo asustada delante de mi presencia.
-Doña María, ¿por qué no he visto a Karla cuando llegué? Quiero hablar con ella, ¿acaso usted la tiene encerrada para que no la mire? -Le indago impaciente
-Fíjese que no, señor Caden. Ella solo fue a la universidad a ver cuando se inscribirá.
Me enojo bastante, pues no esperaba esto.
-¡Ah, no me diga! De ahora en adelante ella no saldrá sin mi consentimiento, ¿estamos? ¡Cuando llegue dígale que vaya a verme al estudio porque la estaré esperando!
Me marcho al estudio agitado y muy disgustado por esto porque quiero verla otra vez.
Minutos después
Ella toca, luego abre la puerta cuando le digo que pase.
Mi corazón palpita de emoción al ver a esta joven de nuevo.
-Señor Caden, me dijo mi madre que quería verme, ¿será para lo que voy a trabajar aquí?
Me muevo de un lado a otro, muy inquieto por su presencia. -No Karla, tú... No sé cómo decirte esto, quiero que este conmigo.
Ella se planta frente a mí con firmeza, decidida y yo me quedo hipnotizado, sin poder moverme, perdiéndome en sus bellos ojos color café claros.
-¡¿Cómo que esté con usted, qué es lo que quiere decir, a ver?!
En este instante entra al estudio María.
-Lo que quiere decir, es que te cases con él.
-¡¿Cómo, mamá, qué es esto?! ¿Qué está pasando?
Ella se mueve como loca con esta confesión quedando en shock y no es para menos soy consciente de ello.
-Pasa hija que tendrás que casarte con él, si no queremos estar en las calles o debajo de un puente. -su madre le aclarece más sobre mis intenciones.
-¡Entonces se está aprovechando de la situación! ¡Señor, yo ni lo conozco ni usted a mí! ¡Eso jamás! -Me grita señalándome con el dedo mientras sigo estático y sin palabras frente a ella, estando los dos muy cerca el uno del otro.
Al ver su negativa, y al estar ella tan decidida, de pronto reacciono.
-Karla, por favor, mira que irán a la calle si no acepta, así que tendrás que hacerlo obligatoriamente. -le imploro.
-Sí, podría ser, pero no voy a ser suya que le quede claro... ¡Esto es una locura! -grita ella finalmente con gran ímpetu en su voz e inquieta moviéndose de un lado a otro mientras mueve sus manos.
-¡Déjenos solos, doña María! ¡Por favor! -Le ordeno al ver que no he logrado mi objetivo con Karla.
Ella se planta frente a mi desafiante.
-¡No, mi madre no tiene que irse, señor!
María se acerca a ella y toca su hombro.
-Está bien. Me iré Karla porque él tiene que explicarte esta locura. -su madre le habla preocupada, pues ya sabes a las consecuencias que van a abstenerse si no acceden a mi propuesta.
Ella se marcha y una vez cierra la puerta me acerco más a su hija.
-Karla, por favor, no voy a ser nada que tú no quiera. -enseguida trato de explicarle. <
Karla cierra sus ojos y los aprieta en señal de agobio y e impotencia.
-Señor Caden, por favor, dígame de una vez, ¿qué es lo que pretende con esto?
-Que no vayan a las calles, o talvez vayan a vivir debajo de un puente, como dice tu madre, pero eso no pasará a cambio de que te cases conmigo.
Ella se enoja mucho y postra su rostro muy cerca del mío.
-¡No se preocupe, hallaremos la manera de salir de aquí, y que no nos chantajee más! ¡Adiós! ¡Seguro mañana encontraremos una solución a esto!
Culmina de gritarme muy desafiante, y me ha sorprendido, puesto que esperaba que ella fuese sumisa, una vez supiera que la tengo en mis manos, pero veo que no es así.
Mi madre Antonia entra al poco tiempo de salir Karla, mientras me he quedado aturdido y sorprendido por el ímpetu con el que ha hablado.
Sigo de pie frente al escritorio con mis manos en la cintura totalmente inmóvil, entonces ella busca la mirada mía, pero la esquivo.
-Hijo, esa jovencita no quiere nada contigo, porque la vi como se marchó de aquí y está muy furiosa.
-Lo sé mamá, por eso... -callo de pronto sintiendo un nudo en mi garganta.
-¿Por eso que...? ¿Qué le has hecho? -insiste mi madre en saber.
-Nada, le ofrezco mi ayuda para que no estén en las calles, es todo.
-¿Tu ayuda Caden?, o sea, es casarte con ella chantajeándola.
-Se la he ofrecido, a cambio de estar con ella, mamá. -le respondo sin pudor alguno.
-De casarte con ella querrás decir, porque esa joven no es una cualquiera se le nota. -me aclara ella.
-Antes, tengo que cerciorarme de algo "ma".
-¿"Cerciorarte", de qué hijo?
-Que ella sea, virgen.
Mi madre se exalta y me mira con estupor, y es que entre inconscientemente a este tema con ella.
-¿Por qué tiene que hacer eso, Caden?
Ella continúa su indagatoria algo curiosa por esta locura.
-Es que... -Me sonrojo al hablar de esto con mi madre, entonces camino hacia la puerta. -Bueno, me iré a descansar ya, mamá.
Ella se altera -¡No está bien lo que haces!
-Lo siento mamá, no voy a desistir.
Me marcho acalorado a mi habitación por esta conversación con mi progenitora.