Capítulo 5 Confianza y Desesperación

Capítulo 5: Confianza y Desesperación

Sophie había llegado a un punto en el que las horas se desdibujaban. La vida en el club se había convertido en una rutina tortuosa. Cada día era una repetición del anterior: la mirada fría de Mario, las sonrisas falsas de los hombres que entraban, el constante sentimiento de ser observada y utilizada. Pero dentro de esa rutina, algo había comenzado a cambiar.

David, un hombre que parecía tan distante como un espectro, se había convertido en uno de los clientes más frecuentes. Sophie no podía entenderlo del todo. Él nunca la trató de la misma manera que los demás. No la miraba como si fuera un objeto, ni la tocaba con la misma indiferencia. De hecho, cada vez que Sophie se encontraba con él, sentía un extraño alivio, como si por un momento pudiera escapar de la pesada sombra de Mario y todo lo que representaba ese lugar.

Pero Sophie no se atrevía a confiar completamente en él. Sabía que el club era un mundo donde no existían lealtades reales. A pesar de la atención que le prestaba David, una parte de ella sabía que no podía esperar nada genuino de él. Cada vez que se miraban, sentía que él también tenía sus propios demonios, y Sophie no quería ser una carga más.

Una tarde, mientras Sophie estaba en la zona de descanso, sentada sola en un rincón, una figura conocida se acercó. Era Amelia, una de las chicas que había llegado hace poco al club. Amelia no había tenido la misma suerte que Sophie; su mirada era más vacía, como si la vida se le hubiera escapado lentamente. Pero Sophie se dio cuenta de algo al verla: Amelia tenía una chispa de rebeldía, una resistencia que, aunque débil, seguía encendida. Era una chispa que Sophie deseaba tener, pero que sentía que se le había apagado con el tiempo.

Amelia se sentó junto a ella, sin decir una palabra al principio. Sophie miró a su alrededor, asegurándose de que nadie las observaba, y luego se permitió mirar a Amelia. La mujer tenía los ojos rojos, como si hubiera estado llorando, pero trataba de disimularlo. Por un momento, el silencio entre ellas se sintió cómodo, como si ambas compartieran la misma carga invisible.

"¿Cómo lo haces?" preguntó Sophie finalmente, su voz baja, casi temblorosa.

Amelia la miró con una mezcla de sorpresa y comprensión, como si ya supiera lo que iba a decir. "¿Cómo lo hago con qué?" respondió, su tono suave, pero con una dureza oculta.

"Cómo sobrevives aquí... cómo sigues adelante cuando todo parece perdido", Sophie explicó, sus ojos llenos de desesperación.

Amelia suspiró y bajó la cabeza. "No sé si sobrevivo, Sophie. Solo... sigo existiendo. Es lo único que me queda. No hay otra forma de hacerlo. Aquí no tienes muchas opciones."

Sophie sintió un nudo en el estómago, pero al mismo tiempo, algo dentro de ella comenzó a entender. Amelia estaba rota, pero aún de alguna manera seguía luchando. No sabía cómo, pero algo en su interior le decía que debía seguir buscando una salida, que la luz al final del túnel aún podía existir.

"Yo..." Sophie no podía terminar la frase. No sabía cómo pedir ayuda. ¿Cómo podría alguien ayudarla si ni siquiera ella misma sabía cómo pedirlo?

"David...", murmuró finalmente.

Amelia levantó una ceja. "¿David?"

Sophie asintió lentamente. "Él viene siempre. Es diferente de los otros. Siempre me mira, pero no con los ojos vacíos. No sé cómo explicarlo. No es como los demás. Tal vez pueda ayudarme."

Amelia la miró con cautela, como si estuviera evaluando sus palabras. "No confíes demasiado en él, Sophie. Aquí, en este lugar, nadie es realmente lo que parece. Todos tienen algo oculto. Incluso David tiene su propia historia, sus propios miedos."

Sophie la miró con incredulidad. "¿Cómo sabes eso?"

Amelia suspiró, su mirada se suavizó, pero el dolor aún estaba allí. "Porque todos estamos aquí por una razón, Sophie. Nadie llega a este lugar sin haber sido tocado por algo oscuro. David no es diferente."

Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Sophie. Amelia tenía razón. En este lugar, no había inocentes. Todos estaban atrapados en una red de mentiras, manipulaciones y miedos. Pero, por alguna razón, Sophie no podía dejar de pensar en David. Había algo en su mirada que la hacía sentir que tal vez, solo tal vez, no todo estaba perdido.

"Él te está observando", dijo Amelia de repente, señalando hacia la entrada del club. Sophie giró la cabeza y vio a Mario acercándose. Su presencia llena la habitación como un veneno que se arrastra bajo la piel. Mario no la miró directamente, pero Sophie pudo sentir la tensión en el aire. Sabía que cualquier cosa que hiciera o dijera ahora podría tener consecuencias.

"Vamos", dijo Amelia rápidamente, tomando la mano de Sophie. "No dejes que te vean débil."

Sophie no entendió del todo, pero siguió a Amelia mientras se alejaban de la vista de Mario. Mientras caminaban por el pasillo, Amelia volvió a hablar.

"Si quieres salir de aquí, no esperes que alguien venga a salvarte. Tú eres la única que puede hacerlo. No importa lo que digan, no importa lo que te digan que hagas. Tienes que encontrar tu fuerza, Sophie. Y si alguna vez necesitas ayuda, tienes que confiar en ti misma primero."

Sophie asintió, aunque su mente seguía atrapada en las palabras de Amelia. ¿Realmente podía hacerlo? ¿Podía encontrar una forma de escapar de este lugar sin perder todo lo que quedaba de ella misma?

Esa noche, cuando Sophie se preparaba para su turno, su mente estaba llena de preguntas. ¿Podía confiar en David? ¿Era posible que alguien como él, tan atrapado en sus propios miedos, pudiera ayudarla a salir de esta oscuridad? Mientras se vestía, mirando su reflejo en el espejo, se dio cuenta de algo. No podía seguir viviendo con miedo. No podía dejar que este lugar la cambiara por completo. Algo en su interior le decía que si no luchaba ahora, nunca tendría la oportunidad de hacerlo.

David seguiría siendo una incógnita, pero por primera vez, Sophie pensó que tal vez, solo tal vez, había una posibilidad de escapar.

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