Capítulo 8 El amor de mi vida

Martin guardó silencio durante un momento, esperando que Cassandra se quejara de su matrimonio, pero ella fue lo suficientemente inteligente como para no hacer nada que lo provocara, y aun en caso de que solo estuviera fingiendo, él se dio cuenta de que le gustaba seguirle el juego de todas formas.

Era un hombre malvado cuyas manos estaban manchadas de sangre a los ojos de los demás, pero a ella siempre la protegía contra todo daño.

En la vida anterior de la mujer, toda la gente a su alrededor estaba convencida de que ella no servía para nada, que todo cuanto hacía era causarle problemas a Martin, por lo que nadie era capaz de entender cómo el hombre se había enamorado de un caso perdido como el suyo;

para la chica misma era un misterio igualmente. ¿Por qué era tan obstinado en su amor por ella? Si se hubiera cansado de estar a su lado y la hubiera desechado como si fuera basura, las cosas habrían sido diferentes.

"¿Cómo podría sentirme así? Casey, tú eres el amor de mi vida", aunque sus dulces palabras sonaron amenazadoras en contraste con esa expresión gélida.

Todos sabían que el hombre que tenía delante era arrogante y de sangre fría, pero nadie sabía cómo había logrado su éxito, igual que nadie sabía quién era realmente.

Él le respondió de la misma manera que lo había hecho en su vida anterior, lo que provocó a la mujer que el cuerpo se le quedara rígido durante un rato. Luego levantó la cabeza con una mirada de tristeza y dijo: "¿Me vas a dejar sola en nuestra noche de bodas? ¿Qué podría ser más importante que tu esposa en este momento?", y sin embargo, una mirada fría le atravesó los ojos a él al oír ese comentario. Tenía que irse esa noche, o los mayores del Clan Lu se quejarían de nuevo; todavía no había obtenido el control total del grupo, de modo que debía ser cauteloso y no dar ningún paso en falso, o de lo contrario, perdería todo lo que se había labrado por sí mismo.

"Señor, el auto está listo", le informó Carlos, y cuando Martin le indicó que se fuera, el otro hombre se retiró con una reverencia.

La atmósfera en el salón estaba inquietantemente silenciosa.

El hombre le acarició la cabeza a su esposa y dijo: "Volveré pronto, si...".

"¿Puedo ir contigo?", le interrumpió ella, ya que era la única forma que se le ocurrió para quedarse a su lado.

Recordando su última vida, el hombre había resultado gravemente herido aquella vez, y pensando que era su día de suerte, planeó escapar lejos de él;

por aquel entonces, Susan la había ayudado a salir de la propiedad. Lo que Cassandra no sabía era que esta mujer, en quien erróneamente había depositado su confianza, también informó a Martin de esto, pues separar a aquellos dos formaba parte de sus planes, así que desde ese momento, la confianza del hombre en ella se evaporó por completo.

Ahora él hizo una leve mueca, pero después de unos momentos, se rio entre dientes y dijo: "Está bien", haciendo que su esposa lo mirara estupefacta. Por una vez, no se le veía frío o despiadado, como de costumbre;

no obstante, ella no sabía que él pudiera reírse de una forma tan afable.

Entonces la mujer notó que un sentimiento inusual florecía en su corazón, y la respiración se le calmó, dándose cuenta en ese instante de lo ciega que había estado anteriormente. ¿Cómo podía haber pasado por alto a su apuesto hombre y haberse enamorado de un cabrón como Roger? La mera idea le rompió el corazón.

"Espera un minuto. Me quito el pijama y me cambio de ropa enseguida", dijo Cassandra poniéndose de pie y corriendo escaleras arriba.

Martin la observó irse hasta que desapareció de su vista, y mientras esperaba sentado en el sofá sin expresión en el rostro, se puso a dar suaves golpecitos al reposabrazos con esos dedos largos y delgados que tenía; sus pensamientos eran todo un misterio para los demás.

Unos minutos después, la mujer volvió a bajar, por fin cambiada y vestida con ropa negra informal, y cuando se acercó a él, le preguntó: "¿Qué te parece esto?".

Pese a que parecía que a él le era indiferente, la verdad es que era un tanto posesivo, así que, el hecho de que ella mirara a otros hombres era suficiente para provocarlo; en su vida anterior, hasta le había prohibido salir sola de Yan Garden.

En esta ocasión, el hombre pareció satisfecho con su atuendo, por lo que asintió: "Está bien", y al ponerse pie, Cassandra alargó la mano enseguida para tomarlo del brazo y preguntar con una mirada reservada: "¿Y bien? ¿A dónde vamos tan tarde?".

Con un brillo cruel en los ojos, él respondió con voz fría: "A visitar a mi familia".