Capítulo 10 10. ¡Bastardø!

-¡Papá, dime que ya no seguirás defendiendo a ese maldito bastardo! -se escuchan los gritos a todo pulmón de Remi.

Desde que ella supo de la existencia de Marcello Alejandro, ha mostrado su desagrado.

Ese «BASTARDO», como lo llama, es el hijo extramatrimonial de su hermano.

Un chico que siempre ha sobresalido por su inteligencia. Aunque no creció dentro del seno de su familia, sus padres lo tratan con el mismo cariño que a sus demás nietos.

Eso la enfurece. Por primera vez pensó que podría superar a su hermano en importancia... que finalmente alguien en la familia la miraría con admiración. Pero entonces apareció él. El bastardo que todo lo arruinó.

Sus hijos, Lee y Aurelio Adams Gardini, eran los mayores de la nueva generación. O eso creía, hasta la aparición de Alejandro.

Siempre había puesto sus esperanzas en Lee para que asumiera el cargo de DIRECTOR GENERAL del imperio Gardini. Aurelio no contaba, ya que desde muy pequeño se inclinó por los negocios de su exmarido.

Los otros hijos de su hermano Luigi son preadolescentes. Así que no estaban dentro de la competencia que ella creó entre Alejandro y Lee.

Pero usa las emociones inestables de los chicos para herir a su hermano.

Se aprovecha de la rebeldía propia de su juventud.

Cuando Luigi se niega a darles algo esperando que se lo ganen por méritos, ella interviene regalándoselos. Avivando así las confrontaciones entre padre e hijos, haciendo que lo vean como un ser imponente y tacaño.

No tiene afecto por sus sobrinos; solamente los utiliza como instrumento para herir a su hermano.

Utiliza la mente débil y sin madurar de sus sobrinos, manipulándolos para sembrar discordia contra Alejandro. Convenciéndolos de que es un BASTARDO que ha venido a despojarlos de lo que por derecho les pertenece.

Les dice:

"Niños yo los amo como si los hubiese parido, por eso deben estar atentos al bastardo, ya se infiltró en la casa de sus abuelos y ahora busca hacer lo mismo en la de sus padres."

Cada palabra va cargada con el más profundo veneno.

Sus planes con los chicos han dado resultados satisfactorios. Tere, al mostrar un gran afecto hacia Alejandro, ha alimentado los celos de los adolescentes, quienes ahora lo ven como un usurpador y enemigo.

Aunque Luigi no es muy expresivo, ella sabe que valora las opiniones de su hijo mayor. Así que, al sembrar discordia y cizaña a diario, logra molestar a Luigi, y eso es suficiente para hacerla feliz.

El odio contra su hermano y su sobrino se incrementó mucho más hace seis meses, cuando descubrió algo que la dejaría fuera de la herencia familiar.

En ese momento su mundo se vino al piso... y su dolor lo enfocó en hacerle la vida imposible a su hermano y sobrino.

Con el dolor en el alma actuó rápido en conjunto con su otro hijo...

La policía la llamó para informarle que su hijo Lee había muerto en un trágico accidente. Según el dictamen médico, estaba conduciendo a alta velocidad bajo los efectos del alcohol.

Remi no aceptó esa versión de los hechos y convenció a su padre y a su exesposo para que efectuaran una investigación paralela.

Sabía que ese fatídico día su hijo saldría con Scarlett Spencer Scott e Ian Williams.

Creo dudas y preguntas:

«¿por qué bebió Lee si nunca solía hacerlo?

¿Cómo fue posible que la seguridad del club permitiera salir conduciendo en estado de ebriedad?

¿Dónde estaban sus supuestos amigos en ese momento?

¿Acaso la princesa Spencer estaba drogada?

¿Qué realmente ocurrió esa noche?»

Remi se anticipó a cada paso de su padre. Solicitó las grabaciones de las cámaras de vigilancia del club y de los alrededores... pero todas fueron borradas o eso les hizo creer.

Ella sembró la idea de que fue obra del magnate de las comunicaciones para proteger a su hija.

Para colmo, ve en primera plana al bastardo de su sobrino a quien detesta, como si ello fuera poco está junto a la mujer a la que le tiene un odio profundo. Ella le robo algo que sentía que le pertenecía y la convirtió en algo que nunca espero ser.

Para todos Scarlett Spencer es una drogadicta que asesino a su hijo.

No perderá la oportunidad de enlodar el nombre de Marcello Alejandro. Aprovechando que él no cuenta con el respaldo de su hermano.

Aunque a veces lo duda.

Siempre se molesta cuando la escucha nombrándolo despectivamente.

Sin embargo, está dispuesta a arriesgarse.

Si logró convencer a sus padres para abrir una investigación sobre la muerte de su hijo, será sencillo hacer creer que su sobrino también está implicado.

Después de todo, Ale es el primer beneficiario de la tragedia.

Ante los gritos de Remi, don Aurelio y doña Renata se apresuran a ir a su encuentro.

-¿Qué pasa, hija? ¿Por qué gritas de esa forma? -pregunta su madre, saliendo del salón con el ceño fruncido y la voz templada, aunque en sus manos temblorosas se nota el mal humor.

No quiere una batalla campal con su hija, que, a pesar de los años, es una mujer caprichosa y manipuladora.

-¿Acaso no has visto las noticias? ¡MIRA! -vocifera Remi, con los ojos desorbitados y una furia indomable vibrando en la voz. Agita una revista como si fuera un arma, clavándola en el pecho de su madre-. ¡Tu adorado bastardo, besando a la asesina de mi hijo!

Sus dedos crujen al apretar la revista, amenazando con partirla.

La portada es clara, cruel: Marcello Alejandro y Scarlett Spencer en una imagen robada, tan íntima como condenatoria.

Doña Renata retrocede un paso, como si el papel la hubiera golpeado. Su rostro se descompone en segundos. Don Aurelio, al notar el temblor en sus manos, se adelanta a sostenerla.

-¿Ya lo sabías? -pregunta ella, con una voz quebrada que oculta una tormenta.

-Quería hablar con él... entender qué pasa. Las imágenes no siempre cuentan la historia completa -responde su esposo, mirando la foto con una mezcla de incredulidad y resignación

Don Aurelio, toma a su esposa de la mano y la guia a hacia el sofá. Ella no está en edad para esos sobresaltos.

-Quiero que no me ocultes nada. Amo a Alejandro y siento que tenemos una deuda con él por no conocer su existencia cuando nació. Pero la traición es algo que no puedo perdonar -dice doña Renata, llevándose una mano al pecho.

-Déjame hablar con él y luego sacas conclusiones, mujer.

Remi, detrás de ellos, esboza una sonrisa. Ella solo necesita sembrar la duda.

-Alejandro debe comprender que la familia es lo primero; sin embargo, si la elige a ella, asumiré que he perdido otro nieto -pronuncia doña Renata, sintiendo el corazón doler y una lágrima traicionera resbalando por su mejilla.

Remi sonríe ante las palabras de su madre. Sabe que ella es una mujer de convicciones y su padre siempre la apoya en todo.

El que Alejandro vuelva a estar fuera de la ecuación le vuelve a dar la ventaja. Su otro hijo será el heredero principal.

Los negocios de su exmarido no marchan muy bien. Aurelio Junior es un chico listo y preparado. Él puede ser el sucesor del imperio Gardini.

Debe echarle más leña a la hoguera y avivar el fuego.

-Papá, perdona que te lo diga así, pero ese maldito bastardo nunca ha sido de los nuestros. No entiende de lealtades, ni de sangre, ni de dolor. Las imágenes no mienten... Está besándose con la asesina de tu nieto como si nada. ¿Acaso ya no te duele, papá?

Hace una pausa, baja la mirada, pero no por humildad. Es cálculo puro. Su voz se vuelve un susurro herido.

-Porque yo aún no puedo dormir. Cierro los ojos y escucho la voz de Lee... pidiéndome que no lo deje solo. Que no lo olvide. Que haga algo... mientras ustedes parecen dispuestos a enterrarlo otra vez, pero esta vez en el silencio.

El golpe es directo, sin compasión. El anciano cierra los ojos, herido.

-Hija... sabes cuánto amaba a Lee. Su muerte me duele todos los días. Pero te lo suplico, no condenes a Alejandro sin pruebas. Dale el beneficio de la duda...

-¿Duda? -Remi levanta la voz, y su rostro se crispa con un odio total-. ¡¿Duda?! Ese bastardo no es inocente, papá. Es el único que ganó con todo esto. Lee está muerto y él... él está en la portada, en la casa, en tus planes, en tus ojos. ¡Él lo tiene todo!

-Papá, por Dios, deja de ser ciego, ese maldito bastardo...

-¡¿A quién llamas bastardo?!...