No había podido comunicarse con Kenshi aquel día, el teléfono simplemente sonaba y sonaba.
Volvió la mirada hacia el computador y escribió en el buscador, el número de teléfono de Kenshi.
El nombre de un barrio apareció como resultado.
"Ginza, Tokio"
Pero no había más que eso.
Miroki observó su reloj y las diez de la mañana se marcaba en él. El barrio de Ginza quedaba a unos cuarenta minutos de la preparatoria por lo que para las once o tal vez antes podía estar allí.
Sin dudarlo, Miroki dejó a cargo al vicedirector de la preparatoria y se dirigió hacia el estacionamiento para subir a su vehículo.
Un golpe se oyó en la ventana del vehículo antes de encenderlo. Miroki sobresaltada se giró rápidamente hacia el sonido y observó a Haru parado allí.
Apresuradamente bajó la ventanilla.
-Haru, creí que habías regresado a casa.
Sus manos temblaban repetitivamente.
-No podía quedarme esperando a mi muerte- su tono se oía apagado.
Miroki apoyó una mano sobre su hombro.
-Haré todo lo posible para detenerla. Hay alguien que sabe como hacerlo, iré a buscarlo y ustedes estarás a salvo, lo prometo.
Haru levantó la mirada y una pequeña esperanza se observó en su rostro.
-¿Podemos detenerla?- esta vez su tono sonaba más animado.
-Aún no tengo la total certeza, pero prometo que haré todo lo que este a mi alcance para poder lograrlo.
-Déjeme ir con usted- pidió Haru.
-No sé si sea buena idea Haru.
-Será mejor si voy con usted, tal vez pueda ser de ayuda.
-Bien, no tenemos mucho tiempo. Sube.
Y emprendieron viaje hasta Ginza sin la certeza de donde se encontraría Kenshi o si inclusive aún residía allí porque el comentario había sido escrito un año atrás.