Marcus y Shawn regresaban de la escuela cuando un grupo de matones les cerró el paso y los arrastró a ese callejón.
"¿Acaso no sabes a quién ofendiste?", continuó el hombre. "Pero, ¿sabes qué? Si confiesas y cooperas, tal vez considere dejarte ir ileso".
El líder del grupo era un hombre alto y fornido. Sus ojos brillaban con malevolencia.
Shawn les hizo un gesto. "¡Oigan! Estoy aquí, ¿o es que no me ven? ¿Por qué me ignoran por completo?".
"¿Y tú quién demonios te crees?", le espetó el líder, fulminándolo con la mirada. "Tú no eres más que un segundón. ¡Cierra la boca!". Sus secuaces blandieron las porras, listos para golpearlo si hacía un movimiento en falso.
La mirada de Shawn se ensombreció. Giró la cabeza hacia Marcus y le dijo: "Deja de perder el tiempo con estos tipos. ¡Acabemos con ellos de una vez!".
Acto seguido, Shawn le asestó un puñetazo en el abdomen al hombre que tenía más cerca. El golpe sordo que resonó al impactar evidenció la fuerza del puñetazo. El matón se desplomó en el suelo.
Marcus también entró en acción. Intentó arrebatarle la porra al líder, pero no lo consiguió. El hombre esquivó su embestida con agilidad.
Interesante. El tipo parecía bien entrenado. Marcus lanzó entonces una ráfaga de golpes contra el líder, quien los esquivó de nuevo e incluso contraatacó.
En un instante, se desató una pelea brutal. Se oía con claridad el sonido de cuerpos cayendo y huesos crujiendo. El aire se impregnó del olor a sangre y sudor.
Mientras más peleaban Marcus y Shawn, más letales se volvían sus movimientos. Luchaban con un único propósito: derrotar a ese grupo. Criados en una base militar, ambos habían sido entrenados para el combate. Cualquiera con habilidades de pelea ordinarias no habría tenido la menor oportunidad contra ellos.
Sin embargo, este grupo de hombres no eran simples matones callejeros. Cada golpe era despiadado, lanzado con la intención de matar.
Poco después, los dos chicos intercambiaron una mirada; comprendieron que algo no andaba bien.
Antes de que pudieran descubrir qué era, Marcus recibió un fuerte golpe en la espalda. El impacto provino de uno de los matones.
Se tambaleó hacia adelante, a punto de caer al suelo.
"¡Marcus!", gritó Shawn.
Sostuvo el cuerpo de su amigo. Tras apoyarlo contra la pared, se enderezó y fulminó con la mirada al culpable. Estaba a punto de abalanzarse sobre él cuando alguien lo pateó por la espalda. Se desplomó con un golpe seco.
Los hombres los rodearon rápidamente. Tanto Shawn como Marcus quedaron inmovilizados.
"¿Quién demonios los envió?", preguntó Marcus. Aunque le dolía todo el cuerpo, mantenía una expresión serena. A pesar de estar sometido, los miraba con un profundo desprecio.
"¿No me escuchaste la primera vez? ¡Alguien a quien ofendiste me contrató para darte una lección!", soltó el líder con una risilla mientras se agachaba frente a él.
Cuando sus miradas se encontraron, las pupilas de Marcus se contrajeron. Notó los callos en la palma y el dedo índice del hombre: las marcas inconfundibles de quien maneja armas de fuego. No eran simples matones de barrio.
Parecía que esos tipos estaban allí para matar. Marcus empezó a buscar una forma de escapar.
"Señor Haywood, ¿en qué piensa?", dijo el hombre, que no parecía tenerles ningún miedo. "¿Planea escapar, verdad? ¡Pues se equivoca! No podrá huir y nadie vendrá a salvarlo hoy".
Marcus entrecerró los ojos. De pronto, se le ocurrió una teoría sobre quién había contratado a esos hombres. Sospechó que su jefe era alguien de la capital.
"Llevamos mucho tiempo esperándolo aquí. Ahora, a trabajar. ¿Empezamos por romperle una pierna?", dijo el hombre con una sonrisa maliciosa.
"Sabes quién soy y aun así te atreviste a lastimarme. Parece que te pagaron bien", replicó Marcus, devolviéndole la sonrisa. "Déjame adivinar. No puede ser ninguno de esos cobardes de las familias menores. Así que te contrató un miembro de la familia Haywood. Tu expresión me dice que acerté". Había venido a Bluabert porque no soportaba los dramas de la capital. Ahora parecía que esa gente todavía no estaba dispuesta a dejarlo en paz.
Shawn dejó de hacer muecas de dolor y dijo: "Han ido demasiado lejos, Marcus".
"Bueno, no tiene caso que me interrogue, señor Haywood. Me pagaron para hacer un trabajo y pienso hacerlo bien. No puedo dejarlo ir sin más". El líder chasqueó los dedos hacia uno de sus hombres, quien de inmediato dio un paso al frente con un martillo. Apuntó a la pierna de Marcus.
"¡Ni se te ocurra!", gritó Shawn.
El líder soltó una carcajada y levantó la mano, indicándole a su subordinado que procediera. Marcus estaba a punto de liberarse por la fuerza cuando...
¡Clic! ¡Clic!
Un sonido metálico resonó a poca distancia.
De repente, la silueta de una chica se recortó en la entrada del callejón. Estaba a contraluz, por lo que no podían verle el rostro.
"Oye, niña. No querrás ver lo que está pasando aquí. Te aconsejo que te des la vuelta y tomes otro camino", dijo el líder de la banda, asumiendo que era una simple transeúnte despistada.
"Lo siento, pero insisto en pasar por aquí. Con su permiso", respondió la chica y avanzó dos pasos. En ese momento, un haz de luz la iluminó. Vestía ropa deportiva sencilla y tenía una apariencia algo frágil, pero su rostro era delicado y hermoso.
La chica no era otra que Emberly. Tenía un oído más agudo que el de la mayoría. Pasaba cerca de la entrada del callejón cuando oyó las palabras "la familia Haywood". Un rostro apuesto cruzó por su mente. Entonces, dio media vuelta y se dirigió hacia ellos.
"Oh, ¿son ustedes, Marcus y Shawn?", dijo. ¡Qué coincidencia! Emberly no esperaba encontrarse a sus compañeros de clase allí. Se sorprendió, pues estaba pensando en la familia Haywood de Esabury. Entonces cayó en la cuenta de repente que el apellido de Marcus también era Haywood.
Tanto Marcus como Shawn estaban atónitos. ¿No era su nueva compañera de clase? ¡Dios mío! ¿Por qué estaba ella aquí? El corazón de Marcus se encogió. En su opinión, tenía buenas posibilidades de escapar con Shawn. Pero ahora que Emberly estaba allí, con una persona más de la que preocuparse, sus posibilidades se reducían drásticamente. Temía que resultara herida, ya que había dejado claro que los conocía.
Como era de esperar, el líder de la banda se molestó aún más al saber que los tres eran compañeros de clase. Parecía que no iba a dejar ir a Emberly.
Les guiñó un ojo a sus subordinados. Dos de ellos se acercaron sigilosamente por detrás de Emberly, empuñando sus porras ensangrentadas.
"¡Cuidado!", gritaron Marcus y Shawn al unísono.
Emberly ya había sentido el peligro. Esquivó los golpes con rapidez. Aprovechando que estaba agachada, le dio una patada en la pierna a uno y le golpeó la espalda con el codo. Luego, le asestó un golpe certero en la nuca al otro hombre. En un abrir y cerrar de ojos, ambos cayeron al suelo.
De repente, el callejón quedó sumido en un silencio sepulcral.
Shawn se quedó con la boca abierta. ¿Cómo había hecho eso Emberly? ¿No era del campo? Ahora que lo pensaba... ¿Por qué una chica de campo leería *La riqueza de las naciones*? ¿Y de dónde había aprendido a pelear así?
¿Acaso lo aprendió cazando animales salvajes en la montaña? ¿Qué estaba pasando?
El líder de la banda no podía creer lo que veía. Estaba atónito al ver que una chica menuda y de apariencia frágil había derribado a dos de sus hombres. Hizo una seña y el resto de sus secuaces se abalanzó sobre los tres. Marcus y Shawn aprovecharon la oportunidad para volver a la pelea.
El callejón se convirtió de nuevo en un campo de batalla. Emberly luchaba contra los hombres, dirigiendo hábilmente cada golpe a puntos precisos.
Hacía buen uso de su conocimiento de la anatomía humana. Sus movimientos, que parecían ligeros, tenían un gran impacto.
Los tres estudiantes trabajaron juntos para derrotar al enemigo. En cuestión de minutos, todos los hombres yacían en el suelo, gimiendo de dolor. Marcus se agachó y le dijo al líder: "Ve y dile a quien te envió que... esto no ha terminado".
Entonces recogió el martillo del suelo, lo alzó sobre su cabeza y lo dejó caer sobre la rodilla del hombre.
"¡Aaargh!". Se oyó un grito desgarrador. Un segundo después, un destello de odio brilló en los ojos del líder. Llevó la mano a la bolsa que tenía en la cintura.
"¿Buscas esto?", le preguntó Emberly con una sonrisa. Con una fluidez asombrosa, una pistola con silenciador apareció en su mano. Lucía oscura y fría.
El corazón del hombre se heló. Apretó los dientes y miró a Emberly con furia. ¿Quién era esa chica? ¿Cuándo le había robado el arma? ¿Por qué no se había dado cuenta?
Emberly apoyó lentamente el cañón del arma contra la frente del hombre.
Él empezó a temblar como una hoja. Su arrogancia se desvaneció en un instante. Temía por su vida. Al ver que Emberly le sonreía con intención asesina, deseó poder someterla y estrangularla en ese mismo instante. Pero no podía. Ahora, él estaba a su merced.
"Vaya, una Glock 17. No es fácil de conseguir. Salió de un arsenal militar, ¿cierto?". Emberly apartó el arma de su cabeza. Sus dedos se movieron con una rapidez pasmosa. Antes de que nadie pudiera darse cuenta, la pistola estaba desarmada en varias piezas.
Los ojos del sicario se abrieron de par en par al ver las piezas caer al suelo. Esa técnica de desmontaje rápido solo la conocían quienes habían manejado armas de fuego durante años. ¿Cómo podía saber hacerlo esa chica, cuyas manos eran tan suaves como las de un bebé? ¡Era increíble!
Mientras tanto, Marcus estaba impactado por lo que Emberly había dicho. ¿La pistola provenía de un arsenal militar? ¿Cuál de sus tíos había conseguido que este hombre trajera un arma y lo había enviado para deshacerse de su sobrino?
Mientras Marcus estaba perdido en sus pensamientos, examinó a Emberly. Se decía que venía de un pueblo remoto. No solo sabía pelear bien, sino también manejar un arma. Era imposible que fuera una simple chica de campo. Marcus quiso interrogarla, pero decidió no hacerlo, ya que acababa de salvarle la vida.
La Emberly que había crecido en el campo no sabía nada de armas o peleas, pero la Emberly que vivió en la Era Estelar, en su otra vida, lo sabía todo al respecto. Incluso había ido a la guerra.
Marcus dejó inconscientes a todos los hombres rápidamente.
"No creo que nos hayamos presentado formalmente. Soy Marcus Haywood. Si necesitas algo, no dudes en decírmelo".
"No, gracias. Ni siquiera fue por ti", respondió Emberly con indiferencia antes de salir del callejón.
Los dos amigos intercambiaron una mirada de confusión. "¿Qué quiso decir con eso? ¿Que vino a salvarme a mí y no a ti?", comentó Shawn, volviendo a su tono burlón.
Marcus le dio un manotazo en la cabeza. "¡No digas tonterías!".
"¡Ay! ¿Y qué otra cosa iba a querer decir? ¡Después de todo, somos los únicos que conoce aquí!", replicó Shawn, molesto.
Marcus respondió: "No seas tonto. Quizá quiso decir que lo hizo por pura bondad".
"Bueno...". Shawn se quedó sin palabras.
Todavía quería replicar, cuando de pronto sonó el teléfono de Marcus.
Marcus contestó. "Hola, tío Austin", dijo en un tono respetuoso.
"Date la vuelta". Se oyó una voz masculina, profunda y agradable.
"¿Qué? ¿Estás en Bluabert?", preguntó Marcus, volviéndose con alegría.
Un lujoso auto negro estaba estacionado a la entrada del callejón. La ventanilla estaba baja. A la vista apareció el rostro apuesto de un hombre. Tenía una mandíbula marcada, cejas pobladas y profundos ojos azules. Irradiaba un aire de nobleza.
"Tío Austin", saludó Shawn también con respeto. Los Haywood y los McCoy eran amigos desde hacía muchas generaciones.
El apuesto hombre asintió levemente. Era Austin Haywood, el miembro más poderoso de la familia Haywood, a pesar de tener solo veintitrés años. Era el quinto hijo del patriarca. Como el nieto mayor de la familia, Marcus siempre había sido extremadamente terco e irrespetuoso. La única persona de la familia a la que respetaba era a Austin.
Nadie conocía el alcance de las capacidades de Austin, pero nadie se atrevía a desafiarlo. Todos en la familia Haywood y las demás familias importantes de Esabury le tenían un profundo respeto.
"¿Qué demonios les pasó?", preguntó Austin, echando un vistazo a los chicos, cuyas ropas estaban rasgadas y ensangrentadas.
Marcus explicó: "Hace un momento, un grupo de hombres peligrosos nos acorraló e intentó romperme una pierna. Son de Esabury. Sospecho que... ellos están detrás de esto". Se refería a sus otros tíos.
Un destello de frialdad cruzó los ojos de Austin al oír esto. "Ingratos bastardos. Ian, dales algo con qué entretenerse. Quizá puedas empezar con el terreno de los suburbios del oeste". Su tono era lánguido, pero sus palabras fueron despiadadas.
"Sí, señor", respondió Ian, el chófer, con respeto.
"¿Están heridos?", preguntó Austin con indiferencia, esperando una respuesta negativa. Sabía que ambos chicos sabían pelear bien.
"No, una compañera de clase pasó y nos ayudó", respondió Marcus, un poco avergonzado de admitir que una chica los había salvado.
"¿Una compañera los ayudó? ¿Fue esa chica?", inquirió Austin con curiosidad. Recordaba haber visto a una chica salir del callejón justo cuando él llegaba. Había notado que era de estatura promedio y que tenía un rostro hermoso.
"Debe de ser ella", dijo Marcus, frunciendo los labios.
Austin miró a su sobrino con incredulidad.
Después de un momento, dijo lentamente: "Marcus, la última vez que lo comprobé, todavía eras un buen luchador. No me digas que por estar fuera un tiempo ya olvidaste todo lo que aprendiste. ¿Sabes qué? Vas a volver a la base de entrenamiento conmigo. Shawn, tú también vienes".
"Está bien, tío Austin", asintió Marcus. No quería quedar por debajo de una chica.
"No tienes idea de lo que pasó, tío Austin. No es que hayamos olvidado las habilidades que nos enseñaste. ¡Es que esa chica es un fenómeno!", protestó Shawn al verse implicado.