Embarazada del CEO Casado
img img Embarazada del CEO Casado img Capítulo 5 La Niebla de la Memoria
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Capítulo 6 El Silencio que Habla img
Capítulo 7 ¿Cómo seguir adelante cuando todo parecía desmoronarse img
Capítulo 8 El Juego de Carmen img
Capítulo 9 La Encrucijada de Alejandro img
Capítulo 10 Lo que suceda de aquí en adelante depende de ti img
Capítulo 11 El Secreto Bajo la Superficie img
Capítulo 12 Tenía que encontrar una salida img
Capítulo 13 ¿Cuánto control tenía Carmen sobre todo esto img
Capítulo 14 La Encrucijada img
Capítulo 15 El Fuego Bajo la Superficie img
Capítulo 16 La Conversación No Dicha img
Capítulo 17 La Manipulación de Carmen img
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Capítulo 5 La Niebla de la Memoria

El sol se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación en un resplandor suave y dorado. Sofía parpadeó, sintiendo el peso de su cabeza, como si un millón de martillos estuvieran golpeando en su sien. Un dolor punzante la despertó, y cuando intentó mover sus brazos, notó que algo no estaba bien. Un sentimiento de confusión la invadió al instante, y por un momento, se quedó paralizada en la cama, tratando de procesar lo que estaba sucediendo.

La habitación era desconocida. El espacio era lujoso, con muebles caros y una decoración elegante, pero no era su casa. No podía recordar cómo había llegado allí. Un sudor frío comenzó a formarse en su frente mientras trataba de levantarse. Al hacerlo, algo se deslizó de su cuerpo, y la sensación de desnudez la hizo detenerse en seco.

¿Por qué estoy desnuda?

La pregunta la golpeó como un rayo, pero no podía encontrar respuestas. Miró a su alrededor, buscando alguna pista. El ambiente de la habitación le parecía ajeno, y al girar su cabeza hacia el lado, vio a Alejandro acostado junto a ella. Él también estaba desnudo, su cuerpo completamente visible en la luz de la mañana. Sofía tragó saliva, incapaz de mover un músculo mientras observaba la figura de su jefe, quien se encontraba en la misma cama, inconsciente, y también evidentemente confundido.

La incertidumbre la rodeaba. ¿Cómo había llegado aquí? ¿Qué había pasado la noche anterior? Un cúmulo de recuerdos dispersos comenzó a asomar, pero todo era borroso, como si estuviera viendo a través de una niebla espesa. Recordó el champán, la conversación, la atracción inexplicable que había sentido por él en la fiesta, pero nada de lo que había ocurrido después parecía claro.

¿Qué hicimos?

La pregunta flotaba en su mente, y cada vez que trataba de pensar en la respuesta, su mente se nublaba aún más. Se giró para mirar a Alejandro una vez más, pero él no parecía despertar. Su rostro estaba relajado, pero también completamente ajeno a lo que estaba sucediendo. A medida que la confusión aumentaba, el pánico comenzó a apoderarse de ella. ¿Cómo se explicaría esto? ¿Qué le diría a Alejandro? ¿A Carmen?

Con una mano temblorosa, Sofía intentó cubrirse, arrugando las sábanas y tratando de encontrar alguna forma de recuperar el control de la situación. Mientras lo hacía, sintió la presión de los recuerdos que comenzaban a resurgir, pero sin estructura. Una conversación aquí, una risa allí, una sensación de calor que la envolvía. Pero más allá de eso, todo lo demás era un vacío.

En ese instante, Alejandro comenzó a moverse. Sofía contuvo la respiración, observando cómo su jefe lentamente despertaba, aparentemente igual de confundido. Los ojos de él se abrieron con lentitud, y cuando se dio cuenta de la situación, su rostro pasó de la relajación al desconcierto absoluto. Miró a su alrededor, primero la habitación, luego a Sofía, y finalmente, se percató de su propia desnudez.

- ¿Qué... qué está pasando? - murmuró Alejandro, su voz grave y baja, arrastrada por el sueño y la confusión.

Sofía no pudo responder de inmediato. Las palabras se atascaban en su garganta, y lo único que pudo hacer fue mirarlo, con los ojos abiertos de par en par, sin saber qué decir. La sensación de vergüenza la invadió como una ola.

- ¿Sofía? - Alejandro la miró con una mezcla de sorpresa y algo más, algo que Sofía no pudo identificar. - ¿Por qué... por qué estamos aquí?

La pregunta la golpeó en el pecho. No tenía idea de lo que había sucedido, pero la desesperación creció con cada segundo que pasaba.

- No lo sé. - Su voz salió quebrada, casi en un susurro. - No recuerdo nada de anoche.

El silencio llenó la habitación por un largo momento. Ambos se miraron, buscando respuestas en los ojos del otro, pero solo encontraron la misma confusión reflejada. Sofía se sentó en la cama, intentando cubrir su cuerpo con las sábanas mientras sus manos temblaban.

- Esto no puede estar pasando... - murmuró Alejandro, casi como si estuviera hablándose a sí mismo, pero Sofía lo escuchó perfectamente.

La pregunta flotó en el aire entre ellos: ¿Qué había pasado la noche anterior? No podían recordar nada, pero todo parecía indicar que algo importante había ocurrido. Algo que los había dejado allí, en esa habitación, con sus cuerpos desnudos y sus mentes atrapadas en un laberinto de incertidumbre.

Sofía sintió el impulso de levantarse, de salir de la habitación y alejarse de todo. Pero algo la retenía, una especie de magnetismo en el aire, como si el espacio entre ellos se hubiera vuelto más denso y difícil de atravesar. ¿Qué debía hacer ahora? ¿Cómo se enfrentaría a lo que estaba ocurriendo? ¿Cómo explicaría algo que no recordaba?

Alejandro se levantó lentamente de la cama, cubriéndose con las sábanas mientras trataba de procesar la situación. Su rostro, normalmente tan controlado, estaba marcado por la sorpresa y la incredulidad. Parecía completamente perdido.

- ¿Lo recuerdas? - preguntó, como si esperara que Sofía pudiera ofrecerle alguna pista que explicara lo que había sucedido.

Ella negó con la cabeza, incapaz de articular palabra. El mareo, el dolor de cabeza, la confusión... todo era demasiado para procesar en un solo momento. Solo sabía una cosa con certeza: no sabían qué había sucedido entre ellos, pero todo apuntaba a que lo que había ocurrido no era normal.

- No sé qué pasó... - repitió Sofía, más para sí misma que para Alejandro.

Alejandro la miró fijamente. Sus ojos oscuros parecían más frágiles de lo que Sofía recordaba. Había algo en su mirada que no podía identificar, algo cercano a la culpabilidad, pero sin ninguna prueba de que él estuviera involucrado en algo que los hubiera llevado hasta allí.

- Sofía, esto es... - Alejandro comenzó, pero sus palabras se quedaron en el aire. Parecía estar luchando con algo, con sus propios pensamientos, antes de que finalmente se acercara a ella. - Esto no tiene sentido.

El silencio volvió a llenarlos, mientras la realidad de lo que estaba sucediendo comenzaba a asentarse sobre sus hombros. No tenían respuestas. No tenían una explicación. Solo quedaba una pregunta en el aire, latente y pesada: ¿Qué habíamos hecho anoche?

De repente, un golpeteo suave en la puerta los interrumpió. Sofía y Alejandro se miraron, un destello de pavor cruzando sus rostros. ¿Quién estaría afuera? ¿Y qué significaba esto para ellos?

- ¿Quién es? - Alejandro preguntó en voz baja, como si alguien pudiera escuchar la confusión en su tono.

La voz que les respondió del otro lado era Carmen.

- Alejandro, Sofía, ¿están bien? - su tono sonaba despreocupado, pero había algo en su voz que no era natural. Algo frío y controlado.

Sofía sintió un nudo en el estómago. Carmen había llegado. Y Sofía, sin poder evitarlo, temió lo peor. ¿Qué pensaría Carmen si descubriese lo que había pasado? ¿Y cómo podrían explicar algo tan incomprensible?

La puerta se abrió lentamente, y Carmen apareció en el umbral, con una sonrisa que no alcanzó a llegar a sus ojos.

- Creo que tenemos mucho de qué hablar. - Dijo Carmen, con una calma inquietante, mientras sus ojos se posaban en Sofía y Alejandro.

                         

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