antes de tomar mi bolso negro, alisar mi cabello una vez más y bajar por las escaleras.
Warner me esperaba en la puerta. Su boca se abrió mientras observaba mi cuerpo de pies a cabeza con sus ojos azul claro. "¡Demonios! Te ves...", intentó decir sacudiendo la cabeza, "No tengo palabras para expresarlo".
Yo sonreí. "Gracias. Tú no te ves nada mal".
Él se veía muy bien con su traje de tres piezas y su corbata.
"¿Nos vamos?", le pregunté.
"¡Claro! Dios sabe que nadie podrá quitarte los ojos de encima esta noche". Sonriendo, me ofreció su brazo y lo tomé.
Una vez afuera, nos encontramos con la imagen de mamá ajustando la corbata de papá mientras él gruñía algo en voz baja. Su rostro se volvió sombrío al vernos juntos. Después de que mamá halagara efusivamente mi apariencia y se enorgulleciera de parecerme a ella, todos nos amontonamos en el auto.
Ella había intentado preguntarme sutilmente si me sentía bien después de dejar la cena a la mitad la noche anterior usando como excusa la diferencia horaria. Yo sabía que quería asegurarse de que estuviera bien, no física, sino emocionalmente.
Todo el mundo había evitado hablar del compromiso ante mi presencia tanto como les fue posible. Ellos pensaron que podría molestarme porque tenían una idea de la angustia que había sentido hacia siete años. No obstante, no lo sabían todo. No sabían lo que había pasado exactamente esa noche.
Y tampoco sabían que yo ya no era la misma quinceañera inocente de ese entonces.
Iba a ver cara a cara al hombre que me rompió el corazón en aquel momento, y lo iba a ver anunciar su compromiso con mi hermana ante el mundo. No tenía importancia. Ya habían pasado quince años. Yo tenía novio y me había mudado.
Después de la noche anterior, todavía no la había visto. Y honestamente, no quería hacerlo. Incluso si ya no me importaba, no podía evitar sentir la ira y la traición que sentí aquella noche. A pesar de saberlo todo, ¿cómo pudo venir y anunciarme su compromiso como si nada hubiera pasado?
¿Cómo pudo...?
Entonces sacudí la cabeza queriendo olvidar el pasado. Ahora era una mujer más fuerte, el pasado debía quedar en el pasado. Era mi deber estar feliz por ella.
A fin de cuentas ya habían pasado muchos años. Ya había superado el pasado, así que ya no me afectaba. En absoluto.
El coche se detuvo con un chirrido, al igual que mi corazón. Mamá y papá salieron primero y Warner los siguió.
Estábamos ahí.
"¿Em?", me llamó este último, quien me esperaba afuera.
Yo respiré hondo, mis manos apretando mi vestido a la altura de las rodillas. Con el corazón palpitando dentro de mi pecho, mi boca se secó mientras una gota de sudor corría por mi nuca.
Mi compostura estaba tambaleante. El semblante aparentemente tranquilo estaba escapando de mi control.
"¿Cariño? Vamos, Tessa nos está esperando dentro", sondeó mamá.
Puedo hacerlo. Eso no fue nada. Ya lo he superado.
Asintiendo con fuerza, apreté los dientes y salí con las rodillas temblorosas. Después cogí el brazo de Warner con un gran apretón mientras mis ojos se posaban en la enorme mansión, la cual no recordaba la última vez que la había visitado.
"¿Todo está bien? Te ves un poco pálida", preguntó Warner cuando cruzamos el umbral.
Esa era la línea que no debía cruzar.
"Estoy bien". Mis uñas se clavaron en mis palmas al responder.
"¿Estás segura?".
Yo asentí con la cabeza, sujetándolo con más fuerza. Él hizo una mueca, pero no hizo más preguntas. Y yo estaba agradecida por eso.
Entonces dejé que me arrastrara a través de la multitud de personas vestidas con ropa sofisticada y de marca. El vasto salón era suficiente para tragarse a la multitud sin ayuda. Todo estaba decorado a la altura de una de las familias más influyentes: de manera elegante y deslumbrante al mismo tiempo.
Cuando pasamos junto a la multitud que charlaba y bebía, vimos a Tess de pie junto a algunos de sus amigos. Al vernos, ella se disculpó y corrió hacia nosotros arrastrando la cola de su brillante vestido plateado detrás de ella. Tobias hizo lo mismo.
Si todos sus amigos estaban ahí, eso significaba...
Zafando mi mano del brazo de Warner, di un paso hacia atrás. Mis ojos miraron a mi alrededor. Mis piernas me instaban a salir corriendo de ahí y regresar a la seguridad de mi habitación donde esa persona no pudiera alcanzarme. Esa persona a la cual ya había enterrado en el pozo de mis recuerdos.
"¡Oh Dios mío! ¡Mira a mi bebé, te ves tan hermosa!", se escuchó la voz de mamá mientras miraba a papá, "¿En qué momento creció tanto nuestra hija, Wilson? Mírala con su anillo de compromiso", sollozó.
Yo aparté la mirada de su anillo y tomé una copa de vino de un camarero que pasaba. Mi mano tembló al hacerlo.
Papá frotó la espalda de mamá mientras Tess ponía los ojos en blanco. "Mamá, solo anunciamos nuestra fecha oficial de compromiso. ¡No me casaré esta noche!".
"No te preocupes por tu madre, es solo que se puso un poco emocional. Como sea, ¿dónde está tu prometido?", preguntó papá mientras echaba un vistazo a su alrededor.
"¡Oh, está por allá!", respondió mi hermana señalando cerca de la barra. Yo me quedé congelada.
Lenta y gradualmente, seguí la mirada de todos. Había cuatro hombres parados juntos, y uno de ellos estaba de espaldas a nosotros.
¿Es...? ¿Él?
Siete años. Después de siete años, finalmente me enfrentaría a él cara a cara. Me veré obligada a mirar esos ojos grises tormentosos...
Dejé escapar un suspiro tembloroso. Necesitaba aire, necesitaba salir de ahí.
Justo cuando estaba a punto de escabullirme de ese lugar, Tess lo llamó.
"¿Caleb?".
Mis pasos se detuvieron en ese momento ¿Caleb?
Miré en esa dirección en el instante preciso en el que ese hombre se dio la vuelta y una amplia sonrisa iluminó su rostro. Después de acercarse, él besó la mejilla de mi hermana y saludó a mamá y a papá.
Sus brazos estaban entrelazados mientras se veían a los ojos con cariño... Yo parpadeé y un jadeo silencioso se escapó de mis labios.
Eso significaba que era Caleb con quien Tess se había comprometido. ¿No era el primo de Achilles?
Ahora esa 'V' en su anillo cobraba sentido. 'V' de Valencian. Caleb Valencian.
Una presión en mi pecho desapareció de repente, llenándose de aire. Ellos no eran pareja.
"¿Em? ¿Emerald? ¿Eres tú?", me preguntó Caleb, parpadeando mientras sus ojos marrones me reconocían. "¡Oh Dios mío! ¿Es la infame Emerald Hutton, quien ni siquiera ha llamado a este pobre hombre abandonado en todo este tiempo?".
Yo me las arreglé para formar una sonrisa. "Hola, Caleb".
Él me envolvió en un abrazo de oso, y yo no pude evitar devolverle su demostración de cariño, ya que él era como un hermano mayor para mí. No obstante, cuando decidí distanciarme de ese hombre, corté lazos con toda la familia Valencian.
Él se apartó y puso sus manos sobre mis hombros. "¿Alguien te ha dicho que te has convertido en una hermosa mujer?".
Riendo, negué con la cabeza. El agarre alrededor de mi vaso se mantuvo firme.
"Si ya terminaste de coquetear con mi hermana, ¿puedo abrazarla ahora?". Tess miró a su prometido enarcando una ceja.
Sonriendo, él le dio un beso en la sien. "Sabes que solo tengo ojos para ti, ¿no es así?".
Poniendo los ojos en blanco, ella lo apartó y me dio un abrazo. "¡Te ves preciosa!".
"Tú también", respondí. Nuestras miradas se cruzaron. Algo parecido al arrepentimiento brilló en sus ojos, y después percibí algo más que no pude descifrar.
"Emerald, yo...".
"¡Bueno! Es hora de bailar", interrumpió Caleb. La mirada que le dio a Tess no me pasó desapercibido. ¿Qué estaba pasando? "¿Bailamos?".
Parpadeando, mi hermana se aclaró la garganta, sonrió, puso su mano sobre la de Caleb y juntos saltaron a la pista de baile. Mamá y papá comenzaron a conversar con otra pareja.
El teléfono de Warner sonó, interrumpiéndolo cuando estaba a punto de decir algo. Excusándose conmigo, se alejó para atender la llamada.
Tobias notó mis miradas cautelosas alrededor del salón. Él sabía que estaba muy intranquila. "Relájate, todo estará bien".
"¿Qué? ¿Por qué dices eso?", lo cuestioné fingiendo estar confundida.
Él suspiró negando con la cabeza. "Por nada. ¿Quieres otro trago?", entonces apuntó con la barbilla a mi vaso vacío.
No, prefiero que te quedes aquí conmigo. Quería decirle eso, pero decidí no hacerlo. "Claro".
Con un asentimiento, él se dirigió al bar a conseguir bebidas.
Yo no necesitaba a nadie que me apoyara. Podía lidiar con eso sin ayuda de nadie. Ya no era esa adolescente ingenua que se tambaleaba con solo una mirada.
De repente, el pelo de la nuca se me erizó y se me puso la piel de gallina.
Entonces me giré para observar mi entorno. No parecía haber nada inusual.
Entonces, ¿por qué razón sentía que alguien me estaba mirando?
Mientras las luces de colores se movían alrededor de la masa de gente que charlaba entre sí, mi mirada se dirigió al primer piso y se quedó fija allí. En la esquina más alejada, detecté una figura cuyo rostro estaba oculto bajo una sombra. Con las manos en los bolsillos, permanecía inmóvil, su cuerpo en mi dirección. Incluso si no podía ver su rostro, sabía que me estaba mirando, y por alguna razón, eso me puso nerviosa. Pero ni siquiera eso hizo que apartara mi mirada.
¿Quién era él?
"¿Em?".
Después de pegar un salto me di la vuelta.
"¡Guau! ¡Guau! Relájate, soy yo", dijo Warner levantando las manos.
Yo exhalé un suspiro de alivio y me volví nuevamente, pero ya no estaba ahí.
"¿Estás bien?".
"Sí, lo estoy. Me asustaste", respondí humedeciendo mis labios.
"De acuerdo. ¿Bailamos?", solicitó ofreciéndome su mano.
Entonces busqué a Tobias. Y ahí estaba, riendo con unas chicas con los dos vasos aún en la mano.
Yo sacudí la cabeza hacia él y le lancé a Warner una pequeña sonrisa antes de tomar su mano.
No quería estar sola.
Una vez en la pista de baile, comenzamos a balancearnos bajo las tenues luces y la música lenta, y fue en ese momento cuando volví a percibirla. Esa mirada, una mirada ardiente mirándome desde lejos, siguiendo cada uno de mis movimientos.
Warner colocó un mechón detrás de mi oreja, pero mis ojos ardientes buscaban algo entre la multitud.
"¿Em? ¿Segura que estás bien? Pareces estar un poco perturbada desde anoche", me cuestionó él frunciendo el ceño.
"Sí, todo está bien. No te preocupes. Es solo el desfase de horario", le mentí. No quería hacerlo, pero no podía decirle la razón por la que mis nervios se habían vuelto locos desde que llegamos a esa fiesta.
"Está bien. Si tú lo dices. Pero sabes que puedes decirme cualquier cosa y te escucharé, ¿cierto?".
Esta vez le dirigí una sonrisa genuina y asentí con la cabeza. "Lo sé".
Sus labios se curvaron mientras tomaba una de mis manos y la besaba en el dorso.
Entonces escuché a alguien aclararse la garganta a mi espalda. "¿Podría cederme la oportunidad de bailar con esta hermosa dama?", preguntó una voz profunda y dura con un distante acento griego.
Al instante me puse rígida.
Warner echó un vistazo por encima de mi cabeza y sus ojos se abrieron un poco. Al reconocer a la persona, sus ojos brillaron y una educada sonrisa tiró de sus labios. "Claro". Haciéndose a un lado, me miró. "Te esperaré en el bar", dijo antes de desaparecer de la pista de baile.
¡No!
Eso es lo que le quería decir, pero no pude moverme ni pronunciar palabra.
Ni siquiera podía darme la vuelta. No me atrevía a hacerlo. Mi corazón comenzó a latir con fuerza dentro de mi pecho cuando sentí su calor detrás de mí. Un par de grandes manos callosas cubrieron las mías, colocándolas juntas frente a mí, sus brazos envolviéndome. Un grito ahogado escapó de mis labios ante la electricidad que corría en ondas por mis venas.
Como no me moví, él tomó el control y comenzó a balancearme con su enorme cuerpo a mi alrededor en movimientos lentos. La embriagadora combinación de su exótica colonia mezclada con el humo abarrotó mis sentidos.
Siempre sucedía lo mismo.
Mi cerebro dejó de funcionar y su aliento tibio me hizo cosquillas en el cuello, debilitando mis rodillas. Una grosera miríada de emociones se estrelló contra mí. Algo apretó mi pecho en el momento en el que un tembloroso aliento salió de mis labios.
Ambos permanecimos en silencio mientras nos balanceábamos bajo la suave música. Todo lo que podía escuchar era la música, mi respiración profunda y los latidos de mi corazón. Mis manos se estremecían bajo las suyas.
No podía hacerlo. ¡Era imposible! ¡Tenía que irme de ahí!
Alejando sus brazos, traté de irme, pero él tomó mi mano y me hizo girar, tirándome hacia adentro. Mi pecho chocó contra su cuerpo. Cuando finalmente lo miré, estaba jadeando...
Mi respiración estaba atascada en mi garganta.
Esos ojos grises tormentosos.
Después de siete años, los estaba viendo nuevamente, y eso era lo que más temía. Me tenían cautiva, tal como solía ser hacía años. Esos estanques grises se asomaron a mi alma, obligándome a quedarme. Su rostro estaba a solo unos centímetros del mío.
Sin aliento, observé sus demás rasgos y me quedé sin palabras.
Mandíbula fuerte y cincelada, mentón prominente, una hermosa nariz afilada, labios firmes y deseables, y una amplia frente. Ni siquiera un mechón de su cabello negro azabache estaba despeinado. Lo llevaba largo, los extremos tocando su cuello. Era como un dios griego.
Su encantadora mirada juvenil había desaparecido, y ahora todo en él gritaba hombre. Y no cualquier hombre, sino uno rudo y poderoso.
Yo me quedé sin aliento, sin poder apartar la mirada de su rostro. No tenía idea de que los años hacían a la gente más hermosa. No, esa no era la palabra. Las palabras no bastaban para describir a Achilles Valencian.
Era... De otro mundo.
Levantando una mano, él apartó un mechón de mi cara provocándome un escalofrío, el cual no sentí cuando Warner hizo lo mismo antes. Su mirada recorrió cada centímetro de mi rostro, como si estuviera memorizándolo. Parecía estar en una especie de trance. Como si no pudiera evitarlo, él rozó sus nudillos contra mi mejilla. Un murmullo entrecortado que no pude descifrar salió de sus labios.
Inconscientemente, me incliné para mantener su contacto sin apartar los ojos de su rostro. Mi piel pedía más, ya que solo esos fuertes brazos a mi alrededor no eran suficientes. Mi corazón anhelaba algo más mientras disfrutaba bajo su mirada abrasadora.
La mirada por la que moriría para que me deseara aunque fuera por un segundo. Mi visión ardía debido a las emociones que se arremolinaban en mi pecho.
Mi Ace...
Pero entonces su voz rompió con mi trance, devolviéndome a la realidad del presente.
"¿Seguirás sin hablarme, capullito de rosa?". Sus ojos grises enganchados con los míos color turquesa.
¿Capullito de rosa? ¿Acaso todavía recordaba que alguien a quien solía llamar así existía en su vida?
Eso significaba que también debía recordar el dolor que le provocó hacía muchos años.