No sé lo que ves en mi rostro, Achilles Valencian, pero no encontrarás ahí a la quinceañera hermana de tu mejor amigo, puesto que ella murió esa noche por tu culpa. La ironía es que ni siquiera fue culpa tuya.
"¡No me llames así!". Mi voz salió como un estallido.
Al verlo levantar una ceja, traté de calmarme. No podía mostrarle mi enojo, ya que aunque parecía estar justificado, él no tenía la culpa.
Tan era así que ni siquiera lo sabía.
"Yo... Tengo un nombre. Y prefiero que me llamen con él. No me gusta que me pongan apodos", aclaré.
La esquina de sus labios se arqueó. "Sé cómo te llamas. Pero siempre serás capullito de rosa para mí". Entonces se inclinó y su aliento caliente abanicó el lóbulo de mi oreja. "Aunque este mi capullito de rosa ya ha florecido para convertirse en una hermosa flor".
Mi corazón se aceleró.
Los susurros del pasado comenzaron a resonar en mi mente.
"¿En serio?". Me iluminé como un árbol de Navidad. "¿Eso significa que te casarás conmigo?".
Él se mordió el labio y sus ojos se iluminaron divertidos. "¡Lo siento, capullito de rosa! Pero no puedo".
"¿Por qué no?", lo cuestioné haciendo un puchero.
"Porque este no es el momento adecuado. Aún eres muy joven".
"Entonces, ¿cuándo será el momento adecuado?", le pregunté mirándolo esperanzada.
"Cuando te hayas convertido en una rosa floreciente".
Un suspiro tembloroso salió de mis labios mientras un dolor opresivo se disparaba a través de mi pecho. Mis ojos comenzaron a arder con recuerdos prohibidos. ¿Acaso él...? ¿Los recordaba?
Sin embargo, después flotaron destellos de esa noche, por lo que sentí una opresión en mi garganta, lo que me hizo apretar los puños.
Después de tragar saliva, sentí como si hubiera ácido ardiendo dentro de mí. ¡Necesitaba aire fresco!
Zafándome de sus brazos, lo aparté. La sorpresa cruzó por sus ojos, y posteriormente algo parecido a la preocupación se apoderó de su rostro. Dado que no quería quedarme allí por más tiempo, me di la vuelta y me alejé tan rápido como pude sin crear una escena.
"¡Capullito!", me llamó mientras su voz se acercaba. De reojo, vi a Tobias dirigiéndose hacia él, tal vez para evitar que me siguiera.
"¿Em? ¿A dónde vas?".
Ignorando la pregunta de Warner, salí corriendo y no me detuve hasta que estuve en la serenidad del enorme balcón.
Después de aferrarme a la barandilla, respiré el aire frío de la noche. En el cielo, colgaba una media luna, rodeada de miles de millones de estrellas titilantes, las cuales parecían estar guiñándome un ojo, como burlándose de mis patéticos sentimientos.
Una lágrima solitaria escapó de mi ojo en el momento en el que la brisa fresca tocó mi rostro, y luego dejé que algunas más cayeran libremente. Esas eran las lágrimas que había logrado contener durante años.
Mi mano se aferró a mi pecho mientras sentía el mismo dolor que sentí aquella noche, como si alguien hubiera abierto las viejas heridas.
Mordiéndome el labio con fuerza, intenté detener mi llanto. Siete años. ¡Siete malditos años! Y aquí estaba, todavía de luto por el dolor que fue el castigo por mi necedad. Siete años, y todavía me dolía físicamente recordar esa pérdida.
Seguía temiendo encontrarme con él. No había dejado de ser una cobarde. Fue por eso que le pedí a Warner que me acompañara. Necesitaba el apoyo de alguien. Sabía que de una forma u otra, tendría que enfrentarlo en algún momento en esas dos semanas. No había hecho otra cosa que tratar de escapar de él después de esa noche, evitándolo como una plaga. Incluso si en algunas ocasiones había sido imposible hacerlo antes de irme a estudiar la preparatoria a otra ciudad, había evitado mirarlo. No lo miré a la cara ni a los ojos, porque sabía que si cometía el error de voltear hacia arriba, él se daría cuenta. Se daría cuenta de todo.
Descubriría cuán patética era por creer en las palabras que le dijo a una niña ingenua de nueve años para no romper su frágil corazón.
Terminaré olvidándolo si me voy, pensé. Fue por eso que me fui a vivir a una ciudad diferente. Si salía con otros hombres, lo olvidaría, pensé. Y eso fue lo que hice, salí con muchos hombres. Si me endurecía, podría borrarlo de mis recuerdos.
Pero no fue así. Bastó una mirada y unas simples palabras para devolverme a donde había estado hacía años. Todos mis intentos habían fracasado.
"¿Por qué?", susurré con voz temblorosa.
¿Por qué no puedo simplemente superarlo y seguir adelante? Después de todos estos años, ¿por qué me sigue doliendo?
¡Jódete, Achilles Valencian! ¡Jódete por joder mi vida!
Al sentir una presencia detrás de mí, me limpié la cara. Él tenía un vaso de jugo de naranja frente a mí.
"Dame un momento, Warner. Entraré en un rato".
"Siento decepcionarte, pero no soy tu novio. Él está disfrutando mucho su bebida con tu hermano allá adentro".
Al escucharlo levanté bruscamente la cabeza. ¿Me había seguido hasta ahí?
Sus tormentosos ojos grises se habían oscurecido con ira, y su mandíbula ensombrecida estaba apretada. Su traje gris marengo brillaba bajo la luz de la luna mientras se elevaba sobre mí. Incluso después de todos esos años, solo le llegaba a sus anchos hombros con mis 160 de altura.
La malicia con la que pronunció la palabra 'novio' no pasó desapercibida para mí. No me gustó para nada ese tono.
"¿Qué haces aquí?", pregunté dando un paso atrás, pues su proximidad me asfixiaba.
El instantáneamente cubrió la distancia que había creado entre nosotros y me entregó el vaso. "Vine a ver si estabas bien".
Nunca me buscaste en todos estos años.
"No hay necesidad de que te preocupes por mi bienestar". Froté mi brazo con mi mano libre mientras el aire helado besaba mi piel desnuda.
Uno de los músculos de su mandíbula se contrajo al notarlo. Entonces se quitó la chaqueta y la colocó sobre mis hombros. Yo traté de alejarme de su abrumadora presencia, pero él me mantuvo en mi lugar y aseguró la chaqueta alrededor de mi cuerpo. Su embriagador aroma llenó todos mis sentidos.
"Siempre me preocupará por tu bienestar, Emerald. No podría dejar de ser así aunque quisiera. Y no quiero".
"¿Por qué?", lo interrogué mirando sus intensos ojos grises. Sus brazos todavía me estaban rodeando en ese momento.
¿Por qué no hacía nada por alejarme?
"Porque me importas".
¿Cómo? ¿Cómo una hermanita?
La acidez subió por mi garganta.
"¿Y por qué se supone que te importo?", pregunté en tono amargo.
Inclinándose, él hundió su nariz en mi cabello, inhalando mi aroma. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Entonces se apartó y miró dentro de mi alma, mirando brevemente hacia mis labios entreabiertos.
"Dejemos esa respuesta para otro día. Dejemos que el tiempo se encargue de lo inevitable por sí mismo". Colocando un mechón detrás de mi oreja, se dio la vuelta y se alejó, dejándome allí de pie, confundida.
¿A qué se refería con 'inevitable'?
Como fuera, no me importaba. Volteando hacia el cielo, respiré hondo para calmarme. Una vez que sentí que había recuperado un poco de control sobre mí misma, volví a entrar.
Una vez dentro, lo encontré a los pies de la enorme escalera hablando con un hombre calvo de mediana edad, pero sus ojos estaban sobre mí.
Apartando mi mirada, detuve a un camarero que pasaba.
"¿Sí, señorita? ¿Qué le gustaría tomar?", me dijo señalando la variedad de bebidas en su bandeja.
"Nada, pero necesito que haga algo". Entonces me quité la chaqueta y se la entregué. "¿Podría devolvérsela al señor Valencian? La olvidó conmigo".
El camarero siguió mi mirada, y al ver la tensión de su mandíbula, el color de su rostro se desvaneció. El hombre se tambaleó ligeramente en su lugar con la bandeja y la chaqueta en ambas manos. Antes de darle la oportunidad de objetar, le di las gracias y me fui.
Cuanto más me alejara de él y de las cosas relacionadas con su persona, mejor sería para mí.
"¿Em? ¿Dónde has estado? ¿Todo está bien? Estaba a punto de ir a verte, pero tu hermano me dijo que te diera algo de tiempo a solas. ¿Qué pasó?", me fusiló con preguntas Warner tan pronto como me vio, y mi hermano, quien estaba a su lado, me miró con preocupación.
Yo le dirigí una sonrisa tensa. "No ha pasado nada, todo está bien. ¡No te preocupes! Es solo que necesitaba un poco de aire fresco".
Él no parecía convencido, pero asintió con la cabeza de todos modos. Eso era lo que me gustaba de él, que nunca me obligaba a hacer nada que no quisiera.
Cuando le pedí a Tobias las llaves del auto disculpándome por no sentirme bien, me pidió que me quedara hasta el anuncio del compromiso y el corte del pastel. Acepté hacerlo solo por mamá y papá, puesto que no quería que se preocuparan. Durante todo ese tiempo ignoré un par de ardientes miradas sobre mí.
Necesitaba escapar cuanto antes si quería mantener intacta mi cordura.
***
El estruendo de la alarma de mi teléfono me despertó de mi sueño, el cual me había venido con mucha dificultad la noche anterior. Los suaves rayos del resplandor de la mañana bañaron la habitación, lo que hizo que entrecerrara los ojos. Dejando escapar un bostezo, me incorporé.
Mi cabeza se sentía pesada, y pronto la siguió mi corazón mientras volvían los recuerdos de la noche anterior.
Después de cerrar los ojos, pellizqué el puente de mi nariz. Solo era cuestión de unos días más y luego me iría.
El zumbido de mi móvil llamó mi atención.
Debía ser una de las chicas.
Extendiendo la mano, tomé el aparato y vi un número desconocido.
'¡Buenos días, mi capullito de rosa! Espero que hayas dormido bien por la noche.
A'.
Mi corazón se sobresaltó. ¿A? ¿Eso s...? ¿Significa, Ace?
Mis manos se apretaron alrededor del teléfono.
¿Qué quería ahora?
¿Mi comportamiento de la noche anterior no había sido suficiente para aclarar que no quería tener que ver nada con él? Aunque no sabía la razón, en realidad no me importaba.
Pensé en responderle con un 'mantente alejado de mí', pero luego decidí borrar el mensaje antes de arrojar mi teléfono sobre la cama y entrar al baño.
"¿Entonces? ¿Qué vas a hacer ahora?". Casie arqueó la ceja mientras Beth masticaba las chispas de chocolate que había traído con ella.
Habían venido a pasar el rato en mi casa y decidimos tomar el desayuno juntas. Ahora estábamos viendo la televisión en la sala tumbadas en los sofás de cuero. Mamá y papá habían ido de compras justo después del desayuno en preparación para la próxima fiesta de compromiso de Tess. Y Warner estuvo feliz de acompañarlos. Menos mal que pude compartir todo con las chicas sin temer que nadie nos estuviera escuchando.
"No lo sé. Y no importa, ¿sabes? Simplemente está siendo cortés por ser amigo de la familia, eso es todo", contesté.
"¿Y cómo puedes estar tan segura?", preguntó Beth con la boca llena de papas fritas.
Yo me encogí de hombros. "¿Por qué más podría actuar tan amablemente de repente? Antes de que me mudara a Nueva York, él nunca estuvo presente. E incluso si lo estuviera, ni siquiera me dedicó una palabra, cosa por la que estoy agradecida. Pero ahora, después de todos estos años, de repente es muy gentil conmigo. Me llamó capullito de rosa, como si nada hubiera pasado".
Ambas estaban escuchando mi parloteo con la mayor atención.
"Hmm, es un poco confuso", tarareó Casie. "Quizá tengas razón. ¿Pero dices que recordó lo que dijo cuando cumpliste nueve años?".
Yo asentí. "Dijo las mismas palabras. Pero no sé si fue solo una coincidencia que lo hiciera. ¿Es posible que ni siquiera supiera lo que estaba diciendo?".
¿De verdad lo había hecho?
"Incluso dijo que le importas y su comportamiento era muy extraño", declaró Beth, y entonces sus ojos se iluminaron al darse cuenta de algo, "¿Quizá cuando te vio anoche se enamoró perdidamente de ti? Ya sabes, amor a primera vista".
Yo puse los ojos en blanco.
"¡Cállate, Beth! Achilles Valencian no es un hombre que se enamore de nadie a primera vista. En todos estos años, ¿lo has visto con una sola chica a su alrededor?", se burló Casie, "Algunos incluso piensan que podría ser un gay de closet".
¿Ni una sola chica? Yo pensé que si no estaba con Tess, entonces debía haber otra chica en su vida".
Algo comenzó a arder dentro de mi pecho ante ese pensamiento, pero lo ignoré. No era posible. Debía haber alguien en su vida.
"Eso no es cierto y te lo puedo garantizar", replicó Beth, "¿Ya olvidaste la cantidad de chicas que solían rodearlo en la escuela?".
Casie le lanzó una seña con el dedo medio y se dejó caer en el sofá. "No podemos estar seguras. ¿Quizás cambió su preferencia sexual después de irse a Inglaterra durante dos años, justo después de que Em se mudara a Nueva York?".
Yo había escuchado que se había ido a Inglaterra para obtener algún título, y que en esos dos años no regresó a casa ni siquiera una vez.
"Como sea. Además, dices que ya lo superaste, ¿no es así? Quieres a Warner. Entonces, ¿por qué te importa lo que haga o deje de hacer Achilles Valencian?", me cuestionó Beth.
Yo me quedé sin respuesta ante eso. "¡Uh, por supuesto que lo superé! ¡Y quiero mucho a Warner!", aseguré levantando la barbilla con confianza, "Y no me importa lo que haga o deje de hacer. Solo les estaba compartiendo lo que pasó anoche".
Ambas me miraron sin estar nada convencidas. Entonces cambié mis ojos hacia la televisión.
El timbre sonó en ese preciso momento, rompiendo con la incómoda situación. Literalmente suspiré de alivio cuando ambas miraron hacia la puerta.
Casie fue a abrir y un minuto después entró.
"Bueno, creo que ahora sí que debes preocuparte por este asunto", comentó llevando un ramo de rosas blancas en la mano.
"¿Para quién es?", la interrogó Beth poniéndose de pie.
Los ojos de Casie buscaron los míos. "¿Adivina?".
Yo me levanté de un salto, tomé el ramo y saqué la nota, la cual decía...
'Un hermoso día como este debería comenzar con unas hermosas flores. Espero que te gusten.
A'.
Mi corazón se aceleró en un instante.
"¿Quién las envió? ¿Quién es 'A'?", preguntó Beth frunciendo el ceño.
Casie puso los ojos en blanco hacia ella. "Si no es por esa letra, entonces deberías entender al ver estas docenas de capullos de rosa entre las flores".
Los ojos de la primera se agrandaron cuando dedujo quien las había enviado. "Entonces te envió flores", exclamó con voz burlona, "No sabía que la gente le enviaba flores y mensajes de buenos días a los amigos de la familia sin ningún motivo. Pero, ¿por qué las rosas blancas?".
Yo volteé a ver a Casie cuando dijo: "Las rosas blancas simbolizan la paz", su boca dibujó una sonrisa. "Y también significan un nuevo comienzo. De manera que será mejor que empieces a preocuparte, Emerald Hutton, porque creo que Achilles Valencian quiere un nuevo comienzo contigo. Y como todos sabemos, él siempre obtiene lo que quiere".
Mi corazón se detuvo en mi pecho al escucharla.