Capítulo 7 Casa de la abuela

Ya había pasado una semana desde el castigo impuesto hacia Emely. Al fin ya podría salir otra vez, siempre y cuando informara a alguien de su familia. Estaba cansada, realmente cansada, los días encerrada en su habitación casi la vuelven loca, la bestia no cesó con su aviso ni por un minuto.

- ¿Ya te vas cariño? –preguntó su madre.

-Si madre –respondió tomando su mochila.

-Cuida bien de los gemelos –dijo despidiéndolos.

Iba feliz en el camino, es como si su cuerpo estuviese adormecido estaba flotando con cada paso que daba, ni siquiera le importaba el alboroto que hacían los gemelos en el camino, al visualizar la casa de su abuela la emoción creció; corrió hasta ella y entró emocionada.

- ¡Buenos días abuela! – gritó al entrar.

- ¡Buenos días abuela! –repitieron los gemelos al unísono.

-Buenos días niños, ya tengo preparada sus habitaciones -informó. La felicidad invadió a Emely al escuchar esto, se quedaría en la casa de su abuela por una semana mientras sus padres viajaban a la ciudad por el funeral de una tía de su madre. Corrió emocionada y se lanzó sobre la cama vieja que le había preparado su abuela, era realmente dura, pero con el cansancio que sentía en ese momento era más que perfecta, los días de sueño perdido surtían efecto, así que se quedó dormida en ese instante.

-Cariño –escuchó a lo lejos –Cariño –escuchó repetir. Abrió su ojos lentamente, era su abuela –Ya es la hora del almuerzo –informó.

-Si abuela –respondió levantándose. Había dormido de maravilla, se sentía revitalizada.

Bajó por las escaleras rápidamente para luego sentarse en el comedor, junto a sus hermanos y su abuela, el comedor estaba lleno: carne, arroz, ensaladas, guisantes, eran algunos de los platillos que decoraban la mesa.

Unas horas después del almuerzo Emely salió a la calle donde le esperaba el grupo de niños con el que había juagado antes.

- ¡Hola Emely! – grito Scarlette.

- ¡Hola! –respondió Emely refiriéndose a todos.

-Hoy ellos quieren jugar a las escondidas –informó María.

-Suena divertido –respondió Emely.

-Benjamín es tu turno de contar –dijo Matías.

-Pero es el turno de Emely ella llego al fi... -la réplica de Benjamín fue detenida por un golpe en la cabeza que le propino Matías.

-Te quedas –repitió.

-Bien, escóndanse –respondió Benjamín enojado –uno, dos, tres... - Contaba. Todos corrieron a esconderse. Emely corrió hasta unos matorrales que había al cruzar la calle - ¡Aquí voy! –Escuchó gritar a Benjamín –un, dos, tres ¡Alexander te vi! –le escuchó gritar y así hasta que únicamente faltaban María, Scarlette y ella.

Emely decidió moverse de escondite, había escuchado a Benjamín muy cerca de ella un par de veces, corrió hasta un gran árbol que había cerca de su escondite, planeaba treparse.

-Emely -susurró Matías -agáchate, Benjamín, está cerca escóndete -le dijo. El espacio que abarcaba el árbol no era mucho, así que ambos tenían que estar verdaderamente cerca para que pudiese ocultarlos a ambos. El corazón de Emely latía como loco, estaba casi segura de que Matías podía escucharlo, tenía sentido, Matías tenía la cara tan roja como un tomate. Ambos se miraron fijamente a la cara; pareciese que estaban en una competencia de quien podía ponerse mas rojo. Sus rostros se acercaron poco a poco; los nervios traicionaron a Emely quien cayó de espaldas llevándose con ella a Matías.

Matías cayó sobre Emely, ninguno se movía.

–¡Aquí están Emely y Matías! –escuchó ya gritar habían perdido. Al escuchar el grito Matías se levantó rápidamente, extendiéndole su mano a Emely ayudándola a levantarse; ambos no se miraron el resto del día sin evitar que sus caras se ternara de un brillando color rojo. El juego duró unas horas más con algunas peleas entre Anisa y Benjamín por unas cuantas trampas que enunciaban. La semana en la casa de la abuela, haba sido increíble; Emely había dormido de maravilla, se había divertido tanto, lástima que únicamente quedaban tres días.

-Queremos salir a juagar con tus amigos –reprocharon los gemelos.

-Son muy pequeños –les respondió Emely al salir.

Los gemelos estaban aburridos ya no quedaba nada que hacer y las caricaturas ya habían pasado, así que idearon un plan; saldrían a juagar con su hermana.

-Abuela –llamo el pequeño Mati.

-La abuela está dormida –le respondió Alma.

-No podemos salir Alma –dijo Mati.

-Iremos con Emely volveremos con ella –respondió Alma. Los gemelos resolvieron alcanzar a Emely para ir a juagar con ella, lástima que simplemente fueran unos niños pequeños que apenas habían aprendido a caminar correctamente no pudieron seguirle el paso a Emely, así que se encontraban perdidos, habían caminado lo suficiente como para perder de vista la casa de la abuela; así que continuaron caminando hasta que encontraran a alguien conocido.

                         

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