Capítulo 2 2

¿Alguna vez deseaste con todas tus fuerzas tener una maquinita del tiempo y redimir un error? ¿Actuar diferente, cambiar tus acciones o decir algo inteligente justo en ese momento?

¿Sí?, genial. Porque así me sentí cuando escuché su voz por encima de mi cabeza, aquella sensación de morir por dentro e intentar en vano arreglarlo.

Dirás que soy extraña y sí, lo soy. Nadie tiene esa sensación cuando su Crush le habla. Las chicas deben tener personalidad y no dejarse desmotivar pero....¿Qué harías tú llena de tierra, uniendo los pedazos de una maceta rota y sentada en un jardín ajeno?

No sé qué harías pero te diré lo que yo hice:

Correr.

Correr tan rápido como pude, correr a mi casa. Llena de vergüenza. Porque antes de que él pudiera decir algo más yo pensaba estar en la luna clavando la bandera de mi país, o eso creía yo. Miré por encima del hombro un par de veces y no encontré a nadie siguiéndome.

Frené en seco con una sonrisa triunfal y proseguí con mi caminata algo más tranquila. Divisé una bicicleta a lo lejos, o más bien, un tipo en una bicicleta, no creas que divisaba bicicletas andando solas, todavía no llegaba a ese estado de demencia.

La bicicleta parecía más grande, después de unos segundos me fijé que venía en mi dirección. Cuando pude entrever el rostro del chico me di cuenta que tenía que correr, y rápido.

Y no, no era el Crush de mi vida, de hecho, era todo lo contrario, parecía un zombi recién regurgitado de su tumba. Cuando notó mi expresión de desagrado pedaleó aún más. Y como tú ya debes intuir, seguí mi instinto.

Fue una bendición no caerme.

Sentía aquel ruidito característico de la cadena detrás de mí mientras corría por mi vida. Vi a lo lejos otra silueta, al parecer de un hombre por su altura.

«Dios quiera que este no sea otro idiota» pensé decidida a pedirle ayuda.

-Princesa, no corras, solo dame lo que tengas y te dejaré ir -escuché tras de mí. Una voz jadeante, horrible y gruesa, sacada del propio The walking dead.

Ni siquiera me tomé el tiempo de responder. Tomaría todas mis opciones antes de dejarme morder de aquel desagradable zombi, o bueno, robar.

Corrí hacia esa persona.

Sin saber quién carajos era me acerqué aún más rápido, su silueta me daba la espalda pero no me importaba; cualquier cosa era mejor que aquel zombi detrás mío. Me di cuenta que era un muchacho por su manera de caminar, tal vez lo suficientemente alto para salvarme. No tenía voz para gritar por ayuda, apenas pude dar un gruñido lo suficientemente fuerte para que él girara en mi dirección.

Y tal como una princesa me dejé caer en sus brazos cuando llegué a él.

No creas que aprovecho cualquier excusa para lanzarme a un chico, estaba ya sin aire y el movimiento de mis piernas era un instinto de supervivencia; un movimiento que casi ni podía controlar. Así que me eché encima de aquel chico consciente de que era una mala idea.

El tipo de la bicicleta se alejó frustrado y yo sonreí triunfal al rostro curioso y confundido que me observaba.

Y así me di cuenta que no debí escalar ladrillos, romper macetas, ni correr como estúpida cuando anochecía... ¡Pero vamos!, ¿No es así como debe ser la vida?

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No Mía, no es así como debe ser la vida.

            
            

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