Capítulo 6 Solo para avisarte

Ante la noticia de su matrimonio con Ryan, Jennifer le informó de inmediato a sus amigos que trabajaban en la industria de los medios, pidiéndoles que lo difundieran lo más rápido posible.

Como era de esperarse, la noticia de la unión entre las familias Gu y Lu se extendió por toda la Ciudad F a una velocidad increíble. Y como también era de esperarse, la curiosidad despertó en todos los habitantes.

La primicia se volvió tendencia en la prensa y las plataformas de redes sociales, tanto así que algunos cibernautas iniciaron una investigación sobre el tema. La mayoría creía que Ryan nunca se casaría con una mujer como ella y que seguramente esta había empleado algún método turbio para obligarlo a contraer nupcias.

Al ver dichos comentarios en diferentes sitios web, la recién prometida simplemente sonrió, aunque su rostro era una máscara ilegible.

El tono de una llamada telefónica interrumpió sus pensamientos: era Elliot.

Miró la pantalla de su teléfono, respiró profundo y contestó: "Hola, papá...".

"¡Jennifer, vuelve ahora mismo!", gritó Elliot enojado desde el otro lado del teléfono.

Antes de que pudiera responder, él ya había colgado.

Ella guardó su teléfono y se dirigió serenamente a la casa de la familia Lu.

No le sorprendió que su padre estuviera echando chispas. En efecto, cuando llegó lo encontró sentado en el sofá con la cara roja de la ira. En el momento en que la vio, sus ojos resplandecieron despiadadamente, como si estuviera a un paso de estrangularla.

La joven captó aquella mirada, se acercó a su padre con una leve sonrisa y le dijo: "Estoy de vuelta".

¡Bum!

El saludo apenas salía de su boca cuando él golpeó con la palma de la mano la mesa que tenía en frente. Acto seguido, la miró y le ordenó con violencia: "Explícame lo que está pasando. ¿Cómo eso de que te casas con Ryan? ¿Cuándo lo decidiste?".

Hace dos días había declarado su intención de que su hija se casara con Francis y se convirtiera en miembro de la familia Gu. Ciertamente se volvería miembro de esa familia, pero el hombre con el que se iba a casar era Ryan. ¡Ryan!, el rival acérrimo de Jacob. ¿Cómo se lo explicaría ahora?

Como si ignorase la ira reflejada el rostro de su padre, Jennifer encogió los hombros y le dijo: "Parece que ya sabías. En ese caso, déjame poner las cartas sobre la mesa: conozco a Ryan desde hace mucho tiempo y creo que es una buena idea casarme con él. Así que fui a ver a Jason para que tomara la decisión por mí, y estuvo de acuerdo.

Papá, si mi memoria no me falla, ¿no dijiste hace dos días que querías que me casara con un Gu? Obtendrás lo que quieres; me caso con Ryan y seré miembro de la familia Gu. Francis no tiene poder ni influencia en esa casa, en cambio mi futuro marido es diferente. El señor Jason siempre lo ha tratado como el heredero y de todos modos, sus aspiraciones futuras son mejores que las de su hermano".

Gracias a su visión periférica, Jennifer se dio cuenta de la expresión exasperada de Elliot. Pese a ello, continuó con una sonrisa inocente: "Papá, tú me enseñaste desde que era niña que no importa lo que haga, tengo que poner mis propios intereses por delante de todo, y no creo que elegir a Ryan como mi futuro esposo esté mal. Cuando se convierta en la cabeza de los Gu, yo seré la esposa de la cabeza y entonces tendré todo lo que quiero. Ahora, imagínate que me caso con Francis. No importa cuánto se esfuerce, Ryan siempre le pasará por encima. En fin, no creo que haga falta mencionarte los pros y los contras".

Lo que la joven dijo era verdad: su padre se lo inculcó cuando era niña. Para su sorpresa, ahora ella estaba usando sus propias palabras en su contra.

Los ojos enfadados de Elliot se encontraron con la mirada ingenua de Jennifer, influenciada por un toque de dolor, cual chica buena que siempre escucha a su padre.

Aquellos ojos infantiles le hablaron a su padre, le dijeron que solo estaba acatando sus consejos y que no había hecho nada malo.

Elliot sintió una punzada de pesar. Había intentado orientar a su pequeña hija diciéndole aquellas palabras, a las cuales nunca pareció prestar atención y, ¿quién hubiera pensado que podría citarlo palabra por palabra?

Fue incapaz ofrecer una respuesta adecuada.

Jennifer estaba contenta de ver su frustración, pero logró adoptar una fachada de tranquilidad. "Oh, por cierto, los Gu vendrán a visitarnos y hablarán sobre la boda que será en dos días, entonces espero que los trates bien. Al fin y al cabo estoy dispuesta a hacer lo que sea, incluso algo descarado, con el objetivo de casarme con Ryan. No querrás que mis esfuerzos sean en vano, ¿verdad, papá?

Esto lo hago solo por tu bien y el por el desarrollo del Grupo Lu. Mira que ahora me conocen como la sinvergüenza que agobió a Ryan para que le pidiera matrimonio".

Sus palabras provocaron que el rostro de Elliot se volviera aún más pálido. Con voz fría preguntó: "¿Quieres decir que Ryan no quería casarse?".

Ella asintió. "Sí, no estuvo de acuerdo. Sin embargo, su abuelo sí lo estuvo, por lo que no le quedó otra opción".

Al escuchar esto, Elliot sintió un toque de alegría en su corazón. Se aclaró la garganta y dijo: "Jen, no tienes que hacer esto. Si Ryan no quiere casarse contigo, no tendrás asegurada una buena vida incluso si te casas con esa familia. Escucha mi consejo, déjalo. Creo que Francis en realidad es un buen hombre".

'¿Francis?'.

Pensó Jennifer con desdén en su interior. '¿Es que todavía no se ha rendido?'.

Jennifer se negó rotundamente: "No, me voy a casar con Ryan".

Se mantuvo firme.

Su fuerte discurso tenía a Elliot casi ahogándose en sangre de la ira. Este fanfarroneó con el ceño fruncido: "Cuando se trata del matrimonio de sus hijos, la voluntad de los padres siempre prevalece. Además, ni siquiera le gustas, entonces, ¿por qué no rescatas la dignidad que te queda? Eres mujer, pero un hombre te rechazó. ¿Cómo puedes seguir siendo tan descarada y seguir molestándolo? ¿Acaso quieres acabar con el honor de nuestra familia?".

La señorita Lu ocultó su sonrisa de superioridad y le respondió: "Papá, estés de acuerdo o no, me casaré con Ryan".

No quiso seguir actuando de esa manera frente su padre, así que le expresó su decisión en términos claros.

Elliot no podía creer que su hija, quien siempre había sido obediente, lo decepcionara una y otra vez. Aun ahora, había tomado una decisión sobre su propio matrimonio sin decírselo.

Si se casaba con alguien, él estaría encantado, así se casara con un mendigo al borde de la carretera, quería que se fuera de la familia Lu lo antes posible. Pero, ¿quién hubiera pensado que se casaría con ese muchacho?

Acababa de decirle que quería que estuviera con Francis, pero en un abrir y cerrar de ojos se enteró de que se había comprometido con su hermano. Es como si lo hubiera hecho a propósito.

"¡Jennifer, estás haciendo esto a propósito solo para hacerme daño!", rugió furiosamente.

¿Cómo se lo iba a explicar a Jacob?

Ella le respondió fríamente: "Papá, no sé de qué estás hablando".

"Tú...". El rostro del señor Lu estaba casi morado de rabia y su pecho se hinchaba brutalmente. Se precipitó hacia Jennifer y procedió a castigarla. "¡Eres una hija tan indigna! Con la reputación que tienes en este momento, ¿crees que calificas para casarte con la familia Gu? ¿En qué estaba pensando ese hombre al comprometerse con una cínica como tú? Te lo digo de una vez: vas a ir a la casa de los Gu y vas a cancelar tu compromiso de inmediato. ¿No te basta con enlodar la reputación de nuestra familia que además tienes que dañar el buen nombre de otra familia? Eres... eres insoportable".

"Me casaré con Ryan", insistió la joven.

Cada vez que se empecinaba en salirse con la suya, la rabia de su padre ardía aún más. "Ven aquí, mocosa, hoy te voy a golpear hasta la muerte, de lo contrario vas a deshonrar aún más a la familia".

Elliot dijo esto con la mano levantada para golpearla.

En ese momento, el semblante de Jennifer se volvió hostil, y sus ojos, en un principio dulces, ahora parecían afilados fragmentos de hielo.

Aquella mirada afilada atravesó el corazón de su padre, tanto que su mano se detuvo en el aire.

En ese instante, Elliot se horrorizó al descubrir que en realidad no era inmune a la mirada de su hija y que su mano temblaba ligeramente. Una situación así nunca debió haber ocurrido.

"Solo vine para avisarte que me voy a casar, y no necesito tu permiso", le notificó con su voz helada. Finalmente, se dio la vuelta y se fue, ajena a los ojos de su padre que disparaban dagas a su espalda retirándose.

Elliot solo observaba la figura de su hija alejándose, con la mano todavía en el aire, hasta que se desvaneció. Sintió un miedo prolongado, pero no sabía por qué.