Con lágrimas en mis ojos emprendo mi huida, no puedo seguir aquí en la mira de todos, con la triste y patética carta en mis manos. Salgo a toda prisa de la iglesia, alguien grita mi nombre quizás mi padre, pero no presto mucha atención, al llegar a la salida me fijo que está lleno de reporteros los focos andan sobre mí, no me dejan paso estoy desesperada quiero salir de aquí, todos me taladran con preguntas, ¿es verdad que te dejo por otra? ¿Qué se siente ser humillada públicamente? - no logro decir palabra alguna sobre el tema, siento que me falta el aire, todo da vueltas estoy a punto de desfallecer.
Me hago un ovillo tapándome los oídos les suplico que me dejen en paz y no me escuchan solo quieren su primicia, alguien se abre paso entre la gente, se arrodilla frente a mí, estoy segura porque lo siento cerca, alzo la mirada para ver bien de quien se trata y es ahí cuando lo veo, cabello negro como la noche, ojos color azul tan hermoso como lo es el cielo, dice algo que no logro entender ya que estoy un poco distraída mirando sus labios que, con su piel morena, se ven de color carmesí.
Saliendo de mi aturdimiento o mejor dicho de mi admiración de todo su ser, veo como con toda gentileza me ofrece su mano ay 4es donde entiendo lo que me decía, en medio de mi ensoñación, quiere ayudarme huir de aquí.
Sin quitarnos la mirada, me quito los tacones con los que no podre correr como quiero si los sigo utilizando, Como un caballero de radiante armadura me toma de la mano, se abre paso entre los reporteros y como si de un cuento se tratara una princesa es salvada por su príncipe.
Dejándome llevar nos dirigimos al estacionamiento donde al parecer esta su auto. Ya un poco lejos de la iglesia vamos disminuyendo nuestra carrera ya estoy un poco agotada, me duelen un poco los pies por correr descalza, mientras seguimos caminando me tomo mi tiempo en inspeccionarlo por detrás, tiene los hombros anchos podría decirse que está bien ejercitado es un poco más alto que yo, con ese traje se ve muy bien, a decir verdad.
Llegamos, Abre la puerta del copiloto para mí y de inmediato reacciono cuando me indica que me suba al auto.
-N no puedo. Digo con nerviosismo
-Es enserio? dice cruzándose de brazos- esa gente llegaran pronto solo sube te llevare a tu casa. indica señalando a la iglesia.
-Eres un total desconocido para mí, estaría loca si me voy contigo- lo señalo- que tal si eres un secuestrador, le digo como si fuera obvio esto es una total locura.
Él se pasa una mano por su cabello exasperado por mi resistencia a subirme con un suspiro se gira sobre sus talones y se encamina al lado del conductor, antes de subirse me dice.
-Si quieres quédate, solo quería ayudarte parecías mal, lo siento error mío. Enciende el motor miro a la iglesia desde lo lejos veo cómo se van acercando, con todo el miedo del mundo sabiendo que me voy arrepentir, antes que arranque abro la puerta y me introduzco dentro.
Voltea a mirarme un poco impresionado, vuelve su vista al frente y arranca el auto.
Pasamos los primeros minutos en total silencio. Veo como se me hace conocida las vista y mi ceño se frunce en confusión.
-Sabes dónde vivo? Le pregunto. Solo me mira de reojo, no contesta.
-Como sabes dónde vivo? Vuelvo a preguntar, el sigue ignorándome. Mi mente viaja a mil por horas, quizás sea un acosador o algo así. Intento tomar la calma estoy paranoica, pensando en estupideces.
Como si adivinara la guerra que hay en mi cabeza, sonríe un poco, mientras dice.
-no es lo que tu pequeña cabecita esta maquinando, me mira y creo perderme en la profundidad de su mirada, en ese cielo que son sus ojos- tengo un traje puesto eso significa que fui invitado a tu boda.
Logro soltar un poco el aire y confiar en su palabra, pues a mi boda solo fueron familiares y amigos de confianza, así que como no lo conozco debe ser hijo de alguno de los socios de papa.
-Puedo pedirte algo, si no es abusar mucho de la confianza. Me mira con intriga esperando mi petición.
-No quisiera ir a mi casa, necesito estar sola.
Se lo piensa un poco hasta que dice – Está bien dime dónde quieres ir.
-Exactamente no lo sé, me lo pienso un poco- por casualidad no tendrás un lugar que me puedas recomendar, nunca he estado sola.
Se muerde un poco los labios con gesto pensativo, cuando me mira con un brillo en sus ojos y es cuando sé, que sabe el lugar perfecto para tener un poco de paz con una sonrisa encantadora se desvía al lugar en su mente.