El echo de pensar que todo eso estará entrando y saliendo de mí en unos momentos me hace sentir un ardor exquisito entre medio de mis piernas, bien adentro de mi vagina.
Sonrío pero antes de poder hacer algo él se inclina para poder tomar con fuerza mis cabellos y hacer que lo mire mientras yo siento como su personalidad dominante hace que me humedezca de una manera que no logré experimentar antes con ninguno de los hombres de mi edad con los que me he acostado y créanme que no han sido muchos.
- A Dios vas a tener que pedirle, que rogarle por que deje de penetrarte. – sonrío sin darle mucha importancia a su amenaza, porque en realidad eso es lo que mi cuerpo le pedía a gritos, poder sentirlo enterrarse en mí, arrasando con mis adentros de una manera violenta.
- Fóllame, fóllame tan duro como te de el cuerpo. – le pedí, casi supliqué.
En el sexo era una mujer demasiado exigente. De echo terminaba mis relaciones porque ninguno podía complacerme. Follaban rico, no voy a negar, pero nunca podía llegar al éxtasis, nunca podía abrazar el orgasmo.
Recuerdo que a mi ultimo novio le pedí que en pleno acto pusiera sus manos en mi cuello y haga presión, porque lo había visto en una película condicionada y sinceramente ver aquello me excito demasiado y moría porque alguno lo hiciera conmigo. Pero claro, no voy a ir por la vida buscando que cualquiera me folle para que me haga eso.
- ¿eso quieres? – me pregunta observándome con malicia.
- Sí. – contesto firmemente.
- Entonces, mételo en tu boca. –
Y antes de que pueda ser consciente de sus palabras, abre mi boca e introduce su erecto y enorme miembro.
Con esa acción casi me ahoga, pero me encantó experimentarlo y no pretendía detenerme.
¿creen que fue dulce y cuidadoso? ¡ja! ¡CASI ME AHOGA! No dejaba de sujetar mi cabello en tanto movía su pelvis haciendo que entre y salga su miembro de mi boca, en tanto abría tan grande como podía su boca para gemir mi nombre y eso hacía que em moje aún más.
- Ohhh Denisse . . . OH DIOS, DENISSE ¡QUE BOCA! – grita y agradezco que mi madre no esté en casa y sí este trabajando ya que sería incómoda la situación de que me escuche teniendo intimidad con un hombre y difícil de explicar que em encuentre de rodillas, con un pene en la boca y que el dueño sea mi vecino, diez años mayor y con esposa.
Sus movimientos iban en aumento en tanto apenas me dejaba tiempo para poder darle aire a mis pulmones, pero no podía detenerme, no quería hacerlo.
De momento a otro saca su miembro de mi boca y jalando mi cabello hace que me ponga de pie.
- Me calienta lo que haces con esa boca. – me dice tocando con fuerza mi mentón y uniendo nuestros labios al fin.
Su beso fue violento, tanto que mordió mi lengua y pude saborear mi sangre. No imaginé en la vida que fuera tan brusco en el sexo, pero era todo lo que busqué y soñé que un hombre me trate en la cama por lo que ahora que podía experimentarlo, sin importarme que fuera casado, dejaría que se vaya de mi vida.
No sé que me excitaba más, si su polla entre medio de mis piernas, masturbándonos al mismo tiempo, sus manos abriendo mis glúteos o la manera en la que me besa. La sádica forma en la que posee mi cuerpo.
Su lengua ataca toda mi cavidad bucal, y mientras me concentro en llevarle el ritmo, una de sus manos se cuela por delante y se introduce, pasando por entre los labios de mi vagina, hasta llegar a mi hendija y penetrarme fuertemente.
- ¡AHHHHH! – fue un grito de placer rozando el dolor. Este hombre me vuelve completamente loca.
- Así . . . – vuelve a introducir bien a fondo sus dedos y provoca otro grito desde lo más hondo de mi garganta.
- ¡AHHHH DIOS! – sonríe y aumenta sus movimientos en tanto pega su boca a la mía.
Me cuesta mantenerme en pie porque son tan violentas sus penetraciones que no demora en manifestar, mi cuerpo, espasmos. Sé que estoy punto de llegar, de abrazar el orgasmo y derretirme en sus brazos y él también lo sabe.
- ¿te vienes? – me pregunta y yo no soy capaz de responder, en ese momento él deja de penetrarme y me empuja a mi cama, se arrodilla a mis pies, me toma las piernas y las eleva, separándolas tan fuerte que siento un tirón en cada extremidad. -¡respóndeme! – me grita al darse cuenta que no contesto.
- Hazlo tu. – le pido y él eleva sus cejas. – hazlo con tu lengua. – le pido y sin decir nada hunde su cabeza entre mis piernas. - ¡AHHHH! –