Fruta Prohibida.
img img Fruta Prohibida. img Capítulo 8 SUCUMBIENDO AL DESEO (Parte 1)
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Capítulo 10 SUCUMBIENDO AL DESEO (Parte 3) img
Capítulo 11 SUCUMBIENDO AL DESEO (Parte 4) img
Capítulo 12 SUCUMBIENDO AL DESEO (Ultima Parte) img
Capítulo 13 Extra 2: Sucumbiendo al Deseo. img
Capítulo 14 UN JUEGO ENTRE AMIGAS img
Capítulo 15 PASIÓN PROHIBIDA. (Parte 1) img
Capítulo 16 PASIÓN PROHIBIDA (Parte 2) img
Capítulo 17 PASIÓN PROHIBIDA (Ultima Parte) img
Capítulo 18 AQUEL DESCONOCIDO (Parte 1) img
Capítulo 19 AQUEL DESCONOCIDO (Última Parte) img
Capítulo 20 EXTRA: PLACER POR TRES. img
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Capítulo 8 SUCUMBIENDO AL DESEO (Parte 1)

Desde que el nuevo profesor de ballet llegó a la academia no he dejado de sentirme incómoda.

Cesar es el tío de una de mis mejores amigas, Tatiana y me lleva 8 años. Recuerdo haberlo visto unas pocas veces cuando las dos íbamos en los últimos años de primaria, más luego se desapareció y hace unos meses está viviendo con su familia nuevamente.

Es un hombre que mide 1,65m trigueño de cabello castaño claro y ojos color miel, con un pequeño lunar debajo del lagrimal derecho y su simpatía no ha dejado de robar suspiros a todas y cada una de las mujeres en la academia.

ese aro similar diamante que lleva en la parte izquierda de su nariz nos vuelve locas. Todas lo desean e incluso yo, aunque ninguna ha tenido el privilegio de besarlo como yo, la noche anterior y no me había comentado nada al respeto.

Aún los recuerdos vagan por mí mente.

FLASH BACK.

Como cada domingo de por medio, mis padres me dieron permiso para que me quedase en casa de Tati ya que como era su cumpleaños iríamos a cenar con su familia.

Como hacíamos siempre, en su casa me vestía con ropa de chicas de mí dar ya que por mis padres tenía que utilizar vestidos hasta por encima de los tobillos y que cubran absolutamente toda mí delantera por sobre todo, mí delantera. Pero precisamente hoy se me hizo tarde y que mejor idea la de Tati que decirle a su tío, que recién ingresaba de la calle, que luego que los dos estemos listos, fuéramos en su auto hasta el restaurante.

- lo lamento, pero si esperamos más nos perderemos la reserva. - mis ojos se abrieron como platos y algo en mí intuyó lo que diría. - Cesar te llevará ya que él también viene tarde. -

Él me miró completamente serio y yo como estúpida no pude sacarle mis ojos de encima.

Cuando todos se fueron y nos dejaron solos me dispuse a subir las escaleras pero él me detuvo enseguida.

- ¡Espera! - es solo tenerlo cerca que no sé ni que decir. Lleva tres meses en la ciudad y son pocas las veces que hemos tenido la oportunidad de cruzar palabras, aunque nunca sé que decirle.

- dígame. - lo trato de usted, pero él se acerca lo suficiente que yo tengo que correrme hacia atrás hasta que mí espalda toca la baranda.

- tienes . . . - me dice y me toca el rostro yo instintivamente cierro los ojos y formó con mis labios un beso, pero me quedo esperando porque el solo coloca el mini mechón que estaba literalmente dentro de mí boca.

- ¿querés que te bese? - me pregunta y yo siento mis mejillas arder.

- lo siento. - digo avergonzada e intento irme, pero sujeta mí muñeca y me atrae hacía él. - ¿que hace, señor? - intento estar calmada, aunque siento un fuego entre medio de mis piernas.

- no me trates de usted que solo te llevo ocho años. - ¿cómo lo sabía? se acerca lo suficiente a mis labios como para respirar sobre ellos y que yo pueda sentir el calor.

- bueno. - ¿que otra cosa puedo decir? No tengo tanta experiencia en hombres, y aunque debería alejarme o gritar ante su cercanía, solo quiero quedarme así, en sus brazos.

Sus ojos mieles me miran fijamente y cuando se posan en mis labios él muerde los suyos. Ger leído por.ahi que ese gesto es altamente erótico, por lo que agua, comencé a sentir que mí cuerpo generaba en mí zona íntima. ¿me estaba excitado? Claramente eso.estana sucediendo.

- me contó Tati que nunca has besado a nadie. - lo escucho decir aquello y quiero asesinarla, pero lo cierto es que no lastimó ni a una mosca, no soy capaz y está situación me avergüenza muchísimo.

- ¡mentira! - digo ofendida intentando fingir que quiero morirme o desaparecer, el ríe. - ¿que e año gracioso? - pregunto ofendida.

- que no pareces una chica de tu edad. - ¿que quiso decir?

- ¿cómo es una chica de mi edad? - quiero saber, aunque estoy muy molesta por la forma en la que me lo dijo.

Él me deja y unos pasos se corre hacia atrás, se cruza de brazos y habla.

- por empezar, no se viste con la ropa de su abuela. - y no quise escuchar más. intenté darle una bofetada pero su movimiento fue realmente ágil que llevo mí brazo hacia la parte baja de mí cuerpo y me pega a él.

- ¿que haces? - su cercanía me pone al rojo vivo. No responde, solo mira mí boca. - ¡deja de mirarme la boca! - le exijo pero él hace un comentario que no me dio tiempo a procesar, ya que enseguida hizo algo que no espere.

- imaginarte debajo de toda aquella ropa, para no sentir que voy a besar a una mujer que podría ser mí abuela con esa ropa. - sonríe, y lo dice. - listo. - y me besa.

¡ME ESTÁ BESANDO!

Me estaba besando con una desesperación que no me permitía poder seguirle el ritmo. Yo nunca había besado a nadie, por lo que no sabía muy bien como hacerlo. Su lengua batallaba con la mía en tanto sus manos me tocaban sin parar.

Con arduo trabajo logró alcanzar el final de mi vestido, ese mismo que me llegaba por encima de los tobillos. Una vez que logró tener el doblez en sus manos, lo deslizó por mi torso hasta sacarlo por mi cabeza. Debería estar llena de miedo por si Tati o cualquiera de sus padres se les ocurra volver por algo que olvidaron, pero sin embargo estoy tan excitada con sus besos que si quiera me detengo a pensar en cómo haremos para fingir, lo que evidentemente esta ocurriendo. Aunque francamente ahora solo puedo concentrarme en lo que Cesar le está provocando a mi cuerpo semidesnudo.

- Me encantas desde el primer momento en que te vi. – me dice pegado a mi boca mientras sus manos recorren mi espalda y aprietan mis glúteos, completamente cubiertos por mi ropa interior. Había visto que en las películas condicionadas las mujeres no utilizaban como las que tengo puestas yo, pero ¡qué va! Nunca he utilizado ninguna otra que no sean estas y no me animo a ir a la tienda y comprar esas que no te cubren absolutamente nada.

- Tú también me gustas . . . mucho. - ¿qué otra cosa puedo responderle? Él deja de besarme para mirarme un momento.

- Eres distinta a todas las amigas de Tati que he conocido hasta el momento. – habla mientras con su pulgar acaricia mis labios.

- ¿eso esta mal? – hasta donde sé, cuando un hombre te empieza a comparar es por dos motivos, uno negativo y otro positivo. Creo que a lo último no se refiere, ya que las chicas nuestras amigas son algo desatadas, por decirlo de algún modo. En cambio, no sucede eso conmigo. Mientras ellas cuentan los chicos que se besan o se acuestan al final de la semana, yo leo un pasaje de la biblia antes de dormir para re preguntarme si hasta respirar es pecado.

- No. – lo escucho y sonrío. Me sorprendió. – a veces lo diferente es mejor. – y no sé si tomarlo como un cumplido, solo sé que ahora, sus manos vuelven a tocarme.

De momento a otro siento como sus fuertes brazos me alzan y acomodo mis piernas a cada lado de sus caderas. En cuanto cruce mis piernas por detrás de su espalda, pude sentir su erección haciendo presión por encima de mi prenda interior y no evite soltar un gemido que él capturó inmediatamente con sus labios.

- Muero por estar contigo. – me dijo y creída que se refería a estar de novios, de pareja por lo que yo le dije lo que sentía en ese momento.

- Yo también. – y en ese momento él se detiene en lo más alto de la escalera para mirarme fijamente a los ojos y hacerme una pregunta que no comprendí muy bien, pero me sentía tan caliente, tan excitada que a todo le decía que sí.

- ¿enserio? – asentí. - ¿enserió, Ariadna? – insiste y lo tomo de las mejillas.

- Sí, muy enserio. – le aseguro y esta vez soy quien lo besa.

Caminó conmigo hasta llegar a una de las habitaciones de la casa, a la suya cuando al cerrar la puerta tras de nosotros me subió encima del escritorio y mientras atacaba mi boca se movía hacia delante y hacía atrás.

- Ahhhh . . . – no evito soltar un gemido lo suficientemente audible y él hace lo mismo. – esta . . . esta . . . . esta dura. – logro decir respecto a su miembro y él carcajea.

- A veces no se si eres inocente o te gusta fingirlo, pero me estás volando la cabeza. –

Mientras nos besábamos él sujetaba la parte baja de mi espalda atrayéndome más a él provocando que aquel toque entre de su polla sobre mi vagina sea aun más fuerte y que la misma sea un torrente de agua queriendo escurrirse en todo el largo de su miembro. De solo imaginarlo siento como palpita mi intimidada.

- Bésame los pechos. – le pido y lo veo morderse el labio inferior.

Se alejó unos centímetros y yo aproveche para desabrochar los ganchitos. Una vez que lo logré, lo deslizo por mis brazos hasta que lo dejo caer al suelo. Él se queda unos momentos mirándolos y lamiéndose la boca, y debo admitir que ese gesto fue caliente, pero el estar con los senos desnudos mientras no deja de mirarlos me hacían sentir incómoda.

- Son hermosos, cómo me los imaginaba. – eso me dejó pasmada porque no imaginé que él estuviera imaginando mi cuerpo debajo de toda esta ropa. Me sentí alagada.

En cuanto sus labios tocaron mis pezones mi espalda automáticamente se hizo hacía atrás, mientras que mis pechos empujaron su rostro.

Sus manos sujetaron mis senos y los apretaban con fuerza. ¿me dolía? Sí, un poco, pero lo disfrutaba.

Estiraba con sus dientes mis pezones, en tanto yo jugaba con sus cabellos. Miro el reloj y noto que llevo cerca de media hora en la casa y las ganas por los cielos.

- Cesar . . . es tarde, es tarde . . . – le digo, pero mis ojos permanecen cerrados.

- No importa. – contesta despegándose de mis pezones por un segundo.

- Pero Tati – intento explicarle y él muerde con fuerza mi pezón. - ¡AY! – él ríe y a mí no me parece para nada chistoso. – no vuelvas hacer eso, no tienes idea de cómo duele. –

- Lo siento. – dice, pero se ríe. No le creo nada.

De momento a otro pongo mis manos delante y me bajo de su escritorio, el se me queda viendo sin comprender el por qué de mi reacción, pero yo solo quiero irme al cuarto de mi amiga para cambiarme.

- ¡ESPERA! – me detiene en cuanto salgo por la puerta a buscar mi vestido que habíamos dejado en uno de los escalones de la escalera del hall de entrada.

- Es tarde. – le digo en cuanto me alcanza y veo que en sus manos tiene mi sostén, por lo que se lo saco bruscamente. – gracias. – le digo y vuelvo a girarme sobre mi propio eje, directo a la alcoba de mi amiga.

- ¡LO SIENTO, SI FUI UN IMBECIL! – sonrío sin verlo y cierro la puerta tras de mí.

- Ese hombre, hace que todo mi cuerpo arda de deseo. -

            
            

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