- Si es por mí, que no venga más el otro profesor. – dijo una de las chicas sin quitarle los ojos de encima y mordiéndose el labio inferior al final de su frase.
- Bueno alumnas, mi nombre es Cesar Monteverde y seré el profesor suplente del profesor Álvaro. Por lo que resta del mes corriente. – nos informa de manera seria.
Yo aun sigo sorprendida ¿es bailarín? ¿porqué nunca me había dicho nada Tati? En fin. Comenzó a pedirle a cada una que se presente, que comenten su nombre y en qué nivel están porque, aunque todas estamos bajo el mismo programa, lo cierto es que no todas estamos a la misma altura.
En el momento en el que me tocó a mí hablar, solo dije mi nombre, que claramente él conocía, pero ante todas mis compañeras solo somos dos extraños cuyos roles no les permite tener nada más lejos que lo académico.
- Mucho gusto, Ariadna. – hasta mi nombre en sus labios era realmente una melodía preciosa
"Ariadna, estás enojada. Recuérdalo."- me advierto a mí misma.
Como si fuera tan fácil recordar que lo estoy cuando tengo su cuerpo, con solo la fina tela tapando sus partes prohibidas y su no tan trabajado torso. Es evidente que hace mucho no ejerce la profesión.
Mientras algunas realizan la pirouette sin mayor dificultad, cada vez que intento lograr el equilibrio para poder hacer la rotación con la pierna derecha, me trastabillo y caigo al suelo. Por suerte, en esta academia se fomenta la tolerancia y el respeto de los tiempos de aprendizaje de los demás, por lo que ninguna se ríe ante mi tercera caída, la misma que comienza a desesperarme y que hace que quiera dejarlo todo e irme. ¿no les pasa cuando se sienten frustrados por algo? A mí me sucede muy seguido de hecho.
- ¡demonios! – se me escapaba y cubro mi boca inmediatamente.
- ¿estás bien? – me pregunta Lady, una de mis compañeras y extiende su mano para ayudarme a levantarme, la misma que recibo.
- ¿qué sucedió? – llega Cesar y le hago señas a mi compañera para que me dejen sola con él.
- Me caí. – digo restándole importancia al asunto.
- ¿siempre te sucede? – indaga interesado.
- Es un paso que no domino muy bien. – digo la verdad y él piensa.
- ¿me puedes mostrar? – me pide amablemente y yo me pongo en posición para intentarlo una vez más.
- ¡maldición! – maldigo por lo bajo, pero no lo suficiente ya que él pudo oírme y carcajeó. - ¿qué le causa tanta gracia? – le pregunto seria y tratándolo con formalidad.
Por un momento ambos nos olvidamos donde estamos y nos quedamos viéndonos hipnotizados. Supongo que la obviedad era tan grande que el silencio se hizo al instante y mis compañeras comenzaron a murmurar entre ellas, pero el sonido del despertador de su teléfono nos sacó de esta ensoñación.
- Eh . . . – no sabía que decir, se rascaba la parte baja de la cabeza mientras se dirigía hacía las demás. – chicas, mañana las veo a la misma hora. Recuerden practicar los pasos de la performan, ya que nos queda poco para las audiciones. – todas asienten y toman sus botellas de agua para retirarse, pero cuando yo quiero hacerlo, me detiene. – espera. – me pide por lo bajo. - ¿podemos hablar? – me pide y miró detrás de mí para darme cuenta que no hay ninguna de mis compañeras.
- Dígame. – sigo con la formalidad, pero él sonríe de lado lo cual hace que me derrita por dentro.
- Háblame de tú. – me pide y yo hago lo que dice. – perdóname por no comentarte que era profesor de danzas y juro que desconocía que estudiaras aquí. -
- ¿debo creerte? – sonríe y ya sé la respuesta.
De momento a otro da un paso hacia delante, situándose tan cerca como le era posible, pero en consecuencia yo doy uno hacia atrás y él se detiene.
- ¿pasa algo? – pregunta y no sé si es ingenuidad o lo hace adrede.
- Estamos en un lugar público. – es lo que me sale decirle, entonces él mira hacia ambos lados y toma mi mano. – vamos. – y yo, lo sigo.
Confíe en él.
Caminamos por toda el aula hasta llegar a la puerta donde nos conducía al vestuario de los profesores, gracias a dios no había nadie más que nosotros en el sitio, mis compañeras se habían retirado por lo que agradecí infinitamente.
Al llegar a al vestuario, lo atravesamos por completo y nos metimos en una de las duchas, él cerró la cortina y prendió el agua, para luego besarme.