El agua caía en mi piel y sentía como lentamente se llevaba cada rastro de sangre y sudor, es una lastima que solo sea de mi cuerpo y no de mis recuerdos. Tomé la esponja y estruje mi cuerpo hasta que sentí que me ardía, lavé mi cabello y sentí que otras manos me acompañaban y al girar me encontré con Markos, no somos nada, pero hemos desarrollado una gran amistad con beneficio en el servicio, porque fuera de aquí somos dos completos extraños.
A mí me gusta el sexo rudo y Markos sabe cómo complacerme, me tiró del cabello y me llevó hasta la pared de espalda y me penetró duro y profundo, una, dos, tres y perdí el control hasta llegar al clímax.
-pense que no vendrías- hablé mientras me vestía
-estaba con Marrota, ya sabes que cuando se propone algo, más rápido pierde la cabeza que el deseo de poseer lo que quiere- Markos estaba agachado amarrando sus botas; si no estuviera metida en este mundo me atrevería a decir que este es el hombre perfecto, bien cuidado, cuerpo fornido, obediente, ojos grises, pelo largo y un sin fin de cosas, pero también es un asesino a sueldo al igual que yo y eso es algo que no puedo olvidar. La puerta fue abierta, dando paso a Óscar uno de los integrantes de la Élite
-el Jefe Marrota quiere vernos a todos reunidos ahora- sus ojos se asombraron un poco al verme solo con el pantalón puesto y el sostén, pero trato de evadir la mirada y mantener la compostura. Markos y yo terminamos de vestirnos y fuimos hasta el comedor, ya que allí era donde siempre se hacían las reuniones.
-y ya que estamos todos reunidos, les diré lo siguiente- ¿Nos están esperando a nosotros para empezar?...oh eso me huele a regaño
-acabo de hacer una alianza con el Cártel El Manglar, para quitarles uno que otro enemigo de su amplia agenda y fueron muy específicos al decir que querían a María como su matona- todos me miraron, yo estaba sorprendida ante aquella petición, yo soy la única mujer del Clan y nunca había trabajado a solicitud de una mafia
-Jefe, pero eso es algo injusto, todos aquí tenemos derecho a recibir una tajada de ese pastel- protesto Richard
-y así será Richard, créeme que sí, siempre y cuando María necesite a uno de ustedes les dirá y hazme un favor, otro día no me lleves la contraria frente a tus compañeros ¿Quieres?- sentenció mirándole con aquella mirada penetrante y amenazadora
-disculpe señor-
-saben que todos aquí somos una familia y que ningún padre quiere el mal para sus hijos y mucho menos los desampara, aquí cada cual tiene una función y debe sujetarse a ella, ahora bien, el que no esté de acuerdo, ahí está la puerta y esto va para todos ustedes, el que se atreva a desafiarme o llevarme la contraria sabe lo que le espera y saben que no soy de amenazas, siempre los eh respetado y destacado por el trabajo tan impecable que hacen, pero no se crean que tienen tal derecho de hacer lo ya mencionado- al concluir con esa palabras se marchó y de inmediato empezaron los rumores
"seguro se está costando con Marrota, por eso la defiende tanto" "tiene más preferencias con ella que con nosotros" y un sin fin de cosas, pero yo no me desánimo por eso, al contrario me sentí maravillosa, al fin podría trabajar para un mafioso, sólo me asustaba el hecho de que fuera para ese cártel, ellos tienen la fama de ser sanguinarios, controladores, fríos y muy calculadores, pero bueno ya sabré como ingenearmelas para no salir salpicada.
Fuí a la oficina de Marrota y allí estaba fumando un habano y mirando por el ventanal -Marrota-
-te esperaba- se giró, fue hasta su escritorio y saco un sobre anaranjado y lo extendió hasta mí -abrelo-
Procedí a abrirlo y allí habían varias fotos y en todas coincidía el mismo personaje, el cual estaba resaltado con un círculo rojo en la cabeza y las fotografías estaban acompañadas de la información pertinente de sobre quién era esa persona, miré a Marrota y este prosiguió -este es tu primer trabajo para ellos, tienes una semana para hacerlo, sé que eres capaz de hacerlo María, no quiero errores-
-asi será señor- tomé el sobre y salí de la oficina, tenía que ver cuál era la mejor forma de acabar con la vida de aquel hombre. Llegue a la habitación y allí reanude la lectura, aquel hombre era un sindicalista doble moral, está encabezando varias huelgas sobre el narcotráfico y la prostitución y tiene un asqueroso fetiche con las adolescentes, tiene una vida activa en esos bares de mala muerte, pero tiene un gran contingente de seguridad que no lo deja solo, dificultando así el trabajo, pero ya veré la manera de hacerlo y salir ilesa.
La noche prometía mucho y no dude en aprovecharlo, así que me vestí con una falda de colegiala, una pequeña camisa blanca, unos bailarines negro y hice de mi larga cabellera dos coletas, sé que no soy una adolescente, que mi complexión física es la de un cuerpo trabajado, pero mi cara me ayuda mucho, ya que aún se denota inocencia en ella y me aprovecharé de ello para iniciar el juego.
Tomé un taxi y pedí que me llevarán al striper nightclub, el trayecto fue silencioso hasta que el conductor habló
-disculpe que le diga esto señorita, pero ese no es un buen lugar para una jóven, ¿Está segura que quiere ir allí?- el conductor era un poco mayor, por lo que me ahorre el mal comentario
-allí trabaja mi mamá- obvio que no le diría que estoy investigando A un hombre para luego matarle; me quedé perdida en el silencio de la noche, mientras veía por la ventana, hasta que el chófer me indicó que habíamos llegado -¿Cuánto es?- quite la mochila de mi espalda, en la cual traía efectivo, armas y un satelital
-dejelo así jóven y cuidese allí dentro- y se marchó sin más, yo caminé hasta el lugar y la mirada de los allí presentes cayó sobre mí, el seguridad me estaba revisando y cuando fue a quitarme la mochila le agarre su entrepiernas de una manera sugerente
-¡uy!- dijo sin oscilaciones y me invitó a pasar, no sin antes guiñarme un ojo.
Caminé entre las pocas mesas del lugar, escuchando todo tipo de improperios, seguí hasta la barra y pedí un sex on the beach.
El bartender extendió la bebida hasta mí y empecé a tomar, algunos hombres se acercaron y para no parecer tan obvia le acepte sus tragos y la compañía de unos cuantos
-cuentanos, que te trae por aquí pequeña- preguntó el mayor de todos, ya era un poco caucásico, una que otras arrugas en sus líneas de expresión, llevaba un traje que a juzgar por su portada diría que es un Armani, un llamativo reloj en su muñequera, cabello tupido y gran altura
-me salte las clases, eso de estudiar no es para mí, esto es lo que me gusta- sonreí y tomé un trago
-con que eres una niña mala, ¿Eh?- me miró con perversidad e intento meter una mano por debajo de mi falda
-dije que no me gusta la escuela, que me gusta esto, pero no un viejo decrépito como tú- retire su mano de mi pierna, los demás presentes le abuchearon y yo intenté ponerme en pies para marcharme pero este me lo impidió
-¿A dónde crees que vas mocosa?- grito jalandome del brazo
-a un lugar donde no estés tú- me safe de su agarre y este me volvió a agarrar, esta vez haciendo más presión en mi muñeca
-tú de aquí no te vas- se acercó hasta mis oídos para decir aquellas palabras, estuve a milisegundos de apuntarle con mi Glock 43 para que entienda cuando digo que no, pero en ese entonces intervino alguien
-¿otra vez haciendo escándalos Schman?- miré al perteneciente de aquella voz y ¡Oh sorpresa!, era mi víctima, todo me estaba saliendo mejor de lo que pensé.