Cicatrices
img img Cicatrices img Capítulo 3 Un nuevo comienzo
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Capítulo 6 Encuentros no tan casuales img
Capítulo 7 Mi salvador es... img
Capítulo 8 No tengo miedo img
Capítulo 9 Vivir de nuevo img
Capítulo 10 Revelaciones dolorosas img
Capítulo 11 Callejón sin salida img
Capítulo 12 Antes de la tormenta img
Capítulo 13 No me importa img
Capítulo 14 La muerte también es libertad img
Capítulo 15 Arrepentimiento img
Capítulo 16 ¿El fin img
Capítulo 17 La muerte no es el único fin img
Capítulo 18 Gracias. img
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Capítulo 3 Un nuevo comienzo

Había despertado temprano, había sido una buena idea hacer compras el domingo, así no tendría que preocuparse por lo que debía desayunar o comer en el almuerzo.

Tras preparar un rápido almuerzo, bañarse y colocarse un traje sastre, salió tras asegurarse de cerrar todo.

Tras salir del edificio, comienza a caminar, no estaba lejos de ahí su nuevo empleo, era algo bueno, no se podía dar el lujo de gastar en taxis, al menos, hasta que pudiera costearse un automóvil propio o en todo caso, una bicicleta.

La inmobiliaria era antigua, según le habían dicho, era la tercera generación en el negocio, algo de sorprenderse, no siempre los hijos querían trabajar en lo mismo que sus padres, para ejemplo, el de ella. Había querido ser chef en lugar de contadora, quizás por eso es que él había sido su tabla salvavidas, salvo que estaba roto, pero en fin.

- Circe Price, ¿verdad? –dice suave una mujer de no más de cuarenta años; ella asiente– querida, pasa, te estaba esperando, Ally me hablo mucho de ti, ella es tan encantadora, ¿no lo crees? –comentaba emocionada, sin poderlo evitar, sonríe de acuerdo.

Parte de la mañana la pasó aprendiendo sobre la parte técnica, también recibió consejos para conseguir cerrar las ventas, era interesante, si bien no era para lo que había estudiado, debía adaptarse.

A la hora de la comida, le habían dicho que podía ir a su casa si quería, eso le había alegrado, mañana sin duda lo haría, hoy ya traía su almuerzo, así que comería en algún parque cercano, quería disfrutar la paz y la tranquilidad.

Se había sentado bajo la sombra de un árbol, suspira antes de comenzar a comer un sencillo emparedado de pollo. Tras terminar, decide leer mientras come un poco de fruta, la historia era de suspenso y misterio, Pretend you don't see her de Mary Higgins Clark la había atrapado desde el primer momento, por eso sufría cada que tenía que detenerse, no dejaba de pensar en que ocurriría en el siguiente capítulo, o si peor le iba, en el siguiente párrafo.

Guarda las cosas en la pequeña mochila, se la echa al hombro y comienza a correr, no quería llegar tarde y dar una mala impresión.

- Gracias por la ayuda chico –dice el hombre de mediana edad, en realidad no necesitaba trabajar, su padre le daba considerables cantidades de dinero, uno que él no tocaba, prefería hacer pequeños trabajos y así tener dinero.

- Lo siento –dice una muy conocida voz, había pasado demasiado rápido, apenas le había dado tiempo de reaccionar y apartar las cajas de su camino, escucha al hombre reír.

- Es bueno ver a la juventud con tanta energía –dice cepillando su barba.

- Creo que se le hace tarde –dice tras verla girar en la esquina, si no tuviera los reflejos que tenía, seguro se habría estampado contra las cajas.

- Si no tuviera energía, no correría de esa manera –dice palmeando su hombro, deja las cajas con cuidado cerca de la entrada.

- Debo irme, me toca turno en el bar –le sonríe al hombre, a él le ayudaba sin esperar un pago.

- Que te vaya bien muchacho –le sonríe antes de entrar. Comienza a caminar al bar dónde trabajaba de barman, le gustaba mezclar y crear, más que infligir miedo a los otros, pero lo hacía obligado, si no, las consecuencias las pagaría su madre, y ya era suficiente con el abuso.

- ¿Volviste a discutir con tu tía? –pregunta su jefe, para todos ahí, ella era su tía, la cual se había hecho cargo de él desde adolescente tras la muerte de su madre, una mujer que tendría unos 40 años, a diferencia de los 25 que tenía Sarah.

- No, sólo me aburro, lo normal –se encoge de hombros comenzando a limpiar su lugar de trabajo.

- No seas tan duro con ella –le sonríe, sabía que le interesaba su madre, era uno de sus muchos admiradores, sin embargo, su madre estaba atada a su padre hasta el día de su muerte.

- A veces me pregunto para que abro toda la semana –dice viendo el bar, había 2 o 3 personas.

- Si lo hicieras cafetería u otra cosa parecida, seguro vendría más gente –se encoge de hombros, le gustaba tomarle el pelo, sabía que para eso tendría que cocinar o encontrar un cocinero, y no quería pelearse con él por hacer lo que se le viniera en gana, como había dicho una vez.

La tarde paso tranquila, algunos venían, se tomaban 1 o 2 copas y luego se iban, un gran alboroto en la puerta llama su atención, eran los empleados de bienes raíces, una de las chicas agitaba de los hombros a su vecina, esta parecía incómoda, además, la escena era muy graciosa, todos ellos le sacaban al menos 15 o 20 centímetros, así que era fácil que no se viera.

- Deim, una ronda de tequilas para todos –grita el jefe, siempre era así de animado, incluso parecía que era otro empleado más–, vamos a festejar la primera venta de la novata –todos ríen y asienten emocionados, excepto ella, que parece incómoda con la atención.

- Jamás había visto una venta tan rápida –dice su socia, que también era su prometida.

- Él estaba muy interesado, ya la había visto y sólo basto decirle un poco de información para que aceptara –dice ella en voz baja, había servido 8 caballitos, me acerco con la bandeja en mano y los coloco con cuidado, así como limones y sal. Ella alza la vista y conecta con la mía por unos segundos, hasta que la aparta avergonzada.

- Eres tan modesta, todos habíamos intentando venderle esa propiedad tras decir que le gustaba, pero no quiso con nadie, ni siquiera con nuestro jefe, y vienes tú y sin más te dice que sí, es muy raro –dice pensativa.

- Quizás es el encanto americano –dice uno de los chicos.

- O también, que Circe es tan mona que él quedo encantado –dice otro, ella se remueve incómoda, podía notarse a leguas que prefería estar en otro lado, menos aquí.

- Quizás sólo fue suerte –dice bajo encogiéndose de hombros, todos ríen y niegan antes de tomarse su caballito, excepto ella.

- ¿No te gusta el tequila?, puedes pedir otra cosa –dice Ellen, la prometida de Marcus.

- No tomo alcohol –dice apenada, me había acercado para servirles otra ronda–, disculpa, ¿te puedo pedir una piña colada sin alcohol? –dice con timidez, parecía un cachorrito asustado.

- Enseguida te la traigo –digo en tono amable, ella asiente, todos parecían entretenidos en sus móviles, pero ella jugaba con la correa de su mochila, era raro que alguien tan joven no estuviese pegada a esos aparatos.

- ¿Qué te trajo tan lejos? –pregunta uno de los chicos, todos voltean a verla.

- Pues quise cambiar de aires, siempre me ha parecido encantador Cambridge, así que me dije, ¿por qué no?, y bueno, aquí estoy –sonríe con timidez, le daba vergüenza contar la verdadera razón, seguro pensarían que era una tonta por quedarse tanto tiempo al lado de un hombre tan miserable como su exesposo.

- No pareces del tipo aventurera, seguro que guardas más trucos bajo la manga –dice su jefe riendo.

- Aquí tienes –dice él dejando la piña colada junto con los caballitos.

- Gracias –dice bajo, mira a todos tomarlo de un jalón, ella toma con calma su bebida, conforme pasaban los minutos, ella comenzaba a relajarse, de vez en cuando la pillaba mirándole, y a veces se encontraba mirándola.

            
            

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