Hacia tiempo que había dejado de usar un móvil, incluso cuando estaba con él, en un punto no le parecía que hablara con nadie y terminó por romperlo. Ahora no usaba debido a que él podría rastrearla, él estaría varios años en prisión, pero conociendo sus contactos, quizás saldría antes y entre menos elementos tuviera para rastrearla, mucho mejor.
Para hablar con Ely usaba un teléfono público en un pueblo cercano, sabía como llegar gracias a un taxista, aunque tendría que aprender a ir en autobús, era mucho más económico. Le mandaba correos usando un nombre falso y siempre encriptado, así le costaría encontrarla, eso era lo que más temía.
- Gracias –le sonríe cuando recoge las cosas, él asiente, la mayoría estaban un poco alegres, quizás debería conseguirles algún taxi–, disculpa, ¿podrías llamar 1 o 2 taxis? –pregunta bajo.
- Claro, ¿quieres uno para ti también? –dice él mirándola atenta, ella desvía la vista con un leve sonrojo y niega.
- No gracias, ya sabes que vivo cerca y no tome nada –señala su vaso, había tomado 4 piñas coladas.
- Es verdad, casi lo olvido, ahora llamo a los taxis –ella asiente y él se aleja, todos cantaban una canción un poco extraña, no recordaba haberla escuchado.
- George, Harry, Greg y el jefe según recuerdo, viven para el mismo rumbo, así que se irán en un solo taxi –dice ella ayudando a sus compañeros a ponerse sus abrigos y sostener sus maletines, los acompaña a la puerta cuando Deim le avisa que el primer taxi llegó.
Tras ayudarlos y darle instrucciones al taxista, así como pagarle, entra para hacer lo mismo con el resto, una vez que termina, se acerca a la mesa para tomar sus cosas.
- Voy de salida, ¿quieres que vayamos juntos? –la sexi voz de Deim la hizo dar un respingo, estaba tan concentrada en guardar sus cosas que no lo escucho llegar.
- Claro –dice sonriendo nerviosa, se coloca su mochila y salen del bar.
- No sé que tan irrespetuoso o invasivo te parezca mi pregunta, y eres libre de no responder nada pero, ¿fue mi imaginación o estabas muy incómoda por la atención? –pregunta suave, ella lo mira de reojo.
- No soy buena manejando la atención, soy más como un ratoncito de biblioteca –se encoge de hombros, el hombre era enorme.
- Si alguna vez pasa de nuevo con alguien que no conoces y estoy cerca, no dudes en pedir ayuda, ya sabes, debo ser un buen vecino –le guiña un ojo cómplice, ella ríe asintiendo, debía admitir que era muy bonita, aunque había percibido en sus ojos una profunda tristeza que iba y venía.
- Muchas gracias –dice cuando llegan a la entrada del edificio–, si no te molesta, usaré las escaleras –dice caminando hacia ellas.
- Haré lo mismo –ella asiente y ambos comienzan a subir.
- ¿Vives tu solo o tienes compañeros? –pregunta ella tras llegar al segundo piso.
- Vivo con mi tía, ¿y tú estás sola o buscarás compañeros? –le mira de reojo, ella parecía concentrada en subir las escaleras.
- Sola, aunque sería buena idea que alguien más viviera conmigo, pero no sé –se encoge de hombros–. Llegué, gracias y buenas noches –dice ella caminando a su puerta.
- Descansa Circe –dice suave, era un nombre bonito; ella se gira y le sonríe con las mejillas un poco rojas, se gira y tras meter la llave entra.
Cuando no la ve sigue su camino, esperaba no encontrar a su padre, lo odiaba de sobre manera, ojalá se muriera y los librara de su presencia.
Al llegar a su casa, mete la llave tras no sentir más que a su madre, seguro estaría durmiendo, así que entra en silencio y se dirige a su cuarto, se quita las botas y se acuesta en la cama, sonríe al recordar a Circe, sentía que escondía algo, no sabía como pero, lo descubriría, y quizás lo mejor era siendo amable y acercándose a ella de manera amigable.