Cicatrices
img img Cicatrices img Capítulo 5 Invitación a cenar
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Capítulo 6 Encuentros no tan casuales img
Capítulo 7 Mi salvador es... img
Capítulo 8 No tengo miedo img
Capítulo 9 Vivir de nuevo img
Capítulo 10 Revelaciones dolorosas img
Capítulo 11 Callejón sin salida img
Capítulo 12 Antes de la tormenta img
Capítulo 13 No me importa img
Capítulo 14 La muerte también es libertad img
Capítulo 15 Arrepentimiento img
Capítulo 16 ¿El fin img
Capítulo 17 La muerte no es el único fin img
Capítulo 18 Gracias. img
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Capítulo 5 Invitación a cenar

La semana había transcurrido de manera normal, el trabajo era tranquilo, sus colegas eran amables y no dudaban en apoyarla, el hombre que había comprado el inmueble imposible, como le habían llamado; solía enviarle flores de agradecimiento, siempre le decía que gracias a ella había hecho una compra excelente. En otro momento eso la habría hecho feliz, pero ahora se estaba volviendo algo incómodo.

- Hasta mañana –dice antes de salir de la oficina, pasaría al supermercado por algunos víveres, entre ellos toallas sanitarias, estaba a días de que su periodo llegara.

Tras haber comprado todo lo necesario, había decidido tomar un taxi, no es que hubiese comprado mucho, sin embargo, había llevado un poco de trabajo a su casa, debía revisar unas propiedades, era mejor si dejaba libre el fin de semana para poder leer, Ely le había hecho unas excelentes recomendaciones.

- Espero no te moleste compartir –dice la sexi voz de Deim, logrando que de un salto por la sorpresa.

- No, claro que no –dice apenada, el taxista abría la cajuela para que metieran las bolsas.

- Es bueno que uno como esposo ayude a la compra –dice el hombre al ver a Deim guardar todo, Circe sentía la cara roja.

- No, no es –dice casi tartamudeando–, no es, él no es mi esposo, somos vecinos –explica de manera torpe.

- Fue una casualidad encontrarla –dice abriendo la puerta para que ella suba, le agradece y lo hace, acto seguido, él hace lo mismo.

- Una disculpa, me pareció que eran una bonita pareja –dice el hombre tras haberse subido.

Ella no agrega nada, es Deim el que se encarga de darle la dirección.

- Hoy no traes flores –dice en tono casual, quizás así ella dejaría de sentirse incómoda.

- Las deje en la oficina, hoy eran un poco más grandes –dice sonriendo de lado–, y bueno, debía hacer la compra, poco me falta para comerme el bonsái que tengo –se encoge de hombros luciendo casual, él comienza a reír.

- Cuando no tengas ganas de cocinar, puedes venir a mi casa, seguro que a mi tía le gustará tener compañía –dice en tono casual.

- Me daría mucha pena hacer eso, no me imagino llegando y diciendo: buenas noches, soy Circe y su sobrino me dijo que podía venir a cenar, ¿qué hizo? –niega mortificada.

- A ella no le molestaría, le gusta mucho recibir visitas –le sonríe–, es más, vamos ahora que lleguemos, así te la presento y no te desgastas en guardar todo y luego preparar la cena –se gira para mirarla–, y no acepto un no como respuesta –dice mirándola con fijeza, estaba segura que no la dejaría en paz a menos que aceptara.

- Esta bien, pero al menos, déjame llevar algo para tomar –lo mira atenta–, ¿les gusta el vino blanco? –dice intentando recordar si tenía el vino–, ¿o tinto? –lo mira preocupada, él niega mientras sonríe.

- Cualquiera de los 2 estará bien –dice en tono suave, Circe asiente.

El taxi se detiene frente al edificio, Deim baja y ayuda a bajar las cosas, así que ella aprovecha para pagarle al taxista.

- No, si me vas a invitar a cenar, déjame pagar el taxi –dice intentando quitarle la bolsa de la compra.

- Entonces, déjame llevar tu compra hasta tu apartamento, así me aseguro que no te escapes –le guiña un ojo bromista, ella ríe negando, esta vez usarían el elevador.

- Esta bien –dice una vez dentro, presiona el piso 3 y espera en silencio hasta que llegan. Bajan y caminan a su departamento, por suerte, estaba frente al ascensor.

Mete la llave y lo invita a pasar, le dice que deje todo en la cocina, guarda la carne y algunas frutas y verduras, deja su mochila en su pequeño despacho y sigue a Deim.

- Hola querido –dice una mujer joven tras abrir la puerta, era una mujer muy hermosa, y Circe calculaba que tendría unos 7 u 8 años más que ella.

- Tía, quiero presentarte a Circe, es la nueva vecina –dice moviéndose un poco para que la vea.

- Buenas noches Sarah, lamento la interrupción –dice apenada–, Deim insistió en que viniera, espero no importunar –dice extendiendo la botella de vino tinto–, traje esto –sí, cuando estaba nerviosa solía hablar mucho.

- Un gusto querida –le sonríe con calidez, Deim se parecía mucho a ella, imaginaba que la madre de Deim era muy similar a Sarah–, pasa –toma suave su muñeca y la hace entrar.

- ¿Qué hiciste de cenar? –pregunta Deim desde la cocina, Circe se sentía nerviosa, quería ayudar con algo.

- Un poco de pollo en salsa de queso y verduras salteadas –dice sonriendo, sabía que su hijo amaba esa comida.

- No me consientas tanto tía, me volveré muy engreído –dice saliendo de la cocina–¸Circe creerá que soy un mal vecino –dice colocando la mano en su pecho como si eso lo hiriera, ellas comienzan a reír.

- No creo que lo seas –dice Circe mientras le ve tomar la botella y dejarla en la mesa, vuelve a la cocina para tomar otro mantel, además de otro plato y cubiertos. Ella se acerca y los toma cuando sale de la cocina, se mueve rápido evitando que se las quite, acomoda las cosas igual que las otras.

- Querido, lleva las copas por favor –dice Sarah mientras entra en la cocina, sale con uno de los platillos, Circe se mueve para ir por la otra cacerola. La deja en la mesa mientras Deim trae 3 copas y el sacacorchos.

Toman asiento mientras Deim comienza a servir, Sarah comienza a servir la comida.

- Gracias –les dice a ambos, la comida tenía una pinta increíble, por no decir el olor.

- Un placer querida –dice Sarah antes de comenzar a comer–. ¿Qué te ha parecido la ciudad?, ¿te tratan bien? –pregunta Sarah poco después.

- Sí, mis colegas son muy amables y son muy buenos conmigo –dice un poco más relajada–, la ciudad es bonita y por ahora, puedo decir que mis vecinos son muy buenos, incluso se ofrecen a cargar mi compra –Deim ríe negando.

- No fue nada, esta gran señora crío a un caballero –le sonríe a su madre, ella le devuelve la sonrisa.

- Me alegra que te trate bien, si es grosero, me dices y le doy unas nalgadas –dice Sarah guiñándole un ojo a Circe, ella comienza a reír mientras Deim se pone rojo por la vergüenza.

- Claro –le sonríe a Sarah–, sólo no comiences a mandar flores, por favor –dice medio en broma, medio en serio.

- ¿Alguien está haciendo eso Circe? –pregunta Sarah intrigada, ella asiente tras suspirar.

- Un cliente en agradecimiento –dice con una sonrisa de lado–, al inicio me pareció un lindo gesto, pero se está volviendo un poco incómodo –muerde su labio, de verdad deseaba que se detuviera–, y por más que le digo que no es necesario, lo sigue haciendo, ¿creen que debería decirle a mi jefe? –pregunta angustiada–. Sé que es uno de sus mejores compradores, no quisiera que se vieran afectados –alza la vista y los mira atenta, Sarah sostiene su mano y le da un suave apretón.

- No debes vivir así Circe –dice ella en tono triste, Circe podía entender esa mirada, Sarah sufría.

- Ella tiene razón, habla con tu jefe, si no te hace caso, te puedo ayudar a buscar otro trabajo, conozco a muchas personas –dice serio, en sus ojos había algo que la atrapó por completo, era algo hipnótico.

- Tienen razón, gracias –les sonríe a ambos, toma de su copa, podía sentir la mirada de Deim sobre ella, y eso la estaba poniendo muy nerviosa.

- ¿Y qué me cuentas de ti Circe?, ¿de dónde vienes? –dice Sarah intentando aligerar el ambiente.

- De Pensilvania, en Estados Unidos –dice suave–, vine aquí tras mi divorcio, no tengo familia así que pensé que cambiar de aire sería bueno para mí –se encoge de hombros.

- El matrimonio a veces es difícil –dice Sarah de manera muy vaga.

- Sí, pero bueno, es mejor que cada quien ande por su cuenta –dice Circe antes de comer un poco de pollo, sentía el ambiente pesado.

- No sé si te conté tía, pero el primer día casi la arrollé –dice él intentando cambiar el ambiente.

- ¿Te tiro al suelo? –se gira a verla, no parecía tener nada.

- No, no, estoy bien –dice apenada–, se abrió la puerta del ascensor, y bueno, como soy tan alta –se señala a si misma–, Deim no me vio, por suerte la única que sufrió daños fue mi maleta –ríe bajito.

- Debes tener más cuidado Deim, debes ver por dónde vas –Sarah lo mira mal, Deim se sonroja.

- Estaba algo enojado –se rasca la cabeza algo apenado.

- Esta bien, igual fue muy amable, me ayudó a llevar mis cosas –se acomoda un mechón de cabello.

Sarah había decidido no preguntar nada más sobre la vida de Circe, ella parecía incómoda con el tema y estaba segura que aún debía dolerle haberse divorciado, quizás ella aún amaba a su exesposo o sólo extrañaba la vida que dejo atrás.

Lo que si pudo notar, fue la manera en que se veían y la forma en que interactuaban, nunca había visto a su hijo interesado en nadie, y eso la hacía feliz, al fin su hijo comenzaría a vivir, y le gustaba Circe, quizás ambos podían curarse las heridas.

                         

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