Esposa falsa
img img Esposa falsa img Capítulo 5 Mentiras
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Capítulo 10 Una chica misteriosa img
Capítulo 11 En la boca del lobo img
Capítulo 12 Seis meses para un cambio img
Capítulo 13 La niñera img
Capítulo 14 Un hombre de familia img
Capítulo 15 Rechazada img
Capítulo 16 La loca de los libros img
Capítulo 17 Un inesperado primer dia de trabajo img
Capítulo 18 Ebrio impertinente img
Capítulo 19 Recuerdos img
Capítulo 20 Emergencia familiar img
Capítulo 21 Una fiesta para encontrar esposa img
Capítulo 22 Un vestido y una máscara img
Capítulo 23 Ritual interrumpido img
Capítulo 24 Atrapada img
Capítulo 25 Tarde para salvarla img
Capítulo 26 CAOS img
Capítulo 27 Rectángulo dorado img
Capítulo 28 Escondiendo sentimientos img
Capítulo 29 Memorias de un cadáver img
Capítulo 30 Un teatro improvisado img
Capítulo 31 Gas pimienta img
Capítulo 32 Chantaje img
Capítulo 33 Rosas azules caídas del cielo img
Capítulo 34 Azúcar amargo img
Capítulo 35 ¿Fanstasma img
Capítulo 36 Gotas de lluvia img
Capítulo 37 Deseo img
Capítulo 38 Visita desde el más allá img
Capítulo 39 No te metas con mi familia img
Capítulo 40 Después de un gusto... un disgusto img
Capítulo 41 La otra Mirella img
Capítulo 42 Celos de parte y parte img
Capítulo 43 Anillo de compromiso img
Capítulo 44 Viaje de negocios img
Capítulo 45 ¿Dónde está Mirella Santori img
Capítulo 46 Malas intenciones. img
Capítulo 47 No más mentiras img
Capítulo 48 Momento de salir img
Capítulo 49 Amanecer con un cadáver img
Capítulo 50 Novia fugitiva img
Capítulo 51 Servida en bandeja de plata img
Capítulo 52 Carrera al aeropuerto img
Capítulo 53 Camino al matadero img
Capítulo 54 Un collar, un apellido y recuerdos img
Capítulo 55 Llegó la entrega img
Capítulo 56 Mal presentimiento img
Capítulo 57 Tragedia doble img
Capítulo 58 Cuervos y buitres img
Capítulo 59 La veremos pronto img
Capítulo 60 ¿Qué pasó anoche img
Capítulo 61 Falsedad img
Capítulo 62 Soñar despierto img
Capítulo 63 Piezas utilizables y descartables img
Capítulo 64 Un camino diferente img
Capítulo 65 Marcas en la piel img
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Capítulo 5 Mentiras

Era treinta y uno de octubre; el día del cumpleaños número dieciocho de Serena. Al fin tendría la mayoría de edad y la verdad era que ni siquiera sabía por qué anhelaba tanto tal cosa, después de todo, daba igual si tenía dieciocho o noventa y ocho; las cosas seguirían siendo iguales para ella. No saldría nunca del convento más que para hacer las compras del mes o para alguna labor de caridad o algún aburrido almuerzo social.

Trapeaba el piso en la oficina de la madre Alba. Escuchó voces que se acercaban, se escuchaban preocupadas. Le picó el mosquito de la curiosidad. Cogió el balde y lo metió debajo del escritorio, puso el trapeador en una esquina y corrió a esconderse junto al balde de agua. La puerta se abrió.

―Creo que estás exagerando Lucía ―la madre Alba susurraba

―Que no exagero ―la hermana Lucía gritaba a los cuatro vientos

―Cierra la puerta por favor y baja la voz ¡POR DIOS! ¿qué quieres? ¿que nos escuche todo el convento? ―explícame bien que fue lo que viste.

―Ya te lo dije Alba, ese hombre Marroquín estaba hablando con ella. No le decía cualquier cosa. Serena estaaba tan blanca como una hostia y creo que vi que se le asomaban una lágrimas.

Estaban hablando de ella, de l que había pasado en el supermercado. No sabía que la hermana Lucía le había dado tanta importancia a ese asunto.

―Pero... ―la madre Alba hizo una pausa ―dices que ha sido el más joven; el apuesto.

―Da igual cual haya sido Alba, es un Marroquín y la ha visto, la haa visto y ha hablado con ella ¿y si saben dónde está?

―Ya te dije que pudo ser una casualidad ―Ricardo Marroquín era un niño cuando todo eso pasó, no creo que tenga nada que ver, ni siquiera creo que sepa algo al respecto.

―¿Y si lo están usando para buscar a Serena? ¿y si quiere matar a Serena como mató a Mafer?

A Serena se le hizo un nudo en la garganta. Sintió que se le arrugaban los recuerdos, de pronto era una pequeña niña que despertaba por los llantos de las hermanas en el convento, una niñita que caminaba por los pasillos bajo la mirada lastimera de las mojas que iban y venían, una niña que se había entrado a esa misma oficina hacía ya tantos años recibir la noticia de que su madre había sido atropellada por un conductor ebrio.

―Gustavo Marroquín no sabe de la existencia de Serena, para él, el día que mató a Mafer, ese mismo día eliminó todas las pruebas que lo asociaban al tráfico de mujeres, él no tiene idea de que las cintas están aquí.

―No, no tiene idea, pero si se enterase de que Serna existe y de que vive en el convento ¿qué crees que pensará?

―Sabrá que Mafer dejó a su hija en el mismo lugar que dejó las cintas

Serena estaba enojada, salió de debajo del escritorio sin importarle un carajo. La madre Alba y la hermana Lucía abrieron los ojos como platos en cuanto la vieron

―Serena, no es lo que crees, cariño ―dijo la hermana Lucía

―Me han mentido ―sentenció Serena ―me han mentido y yo les he creído como una tonta ―las lágrimas corrían por sus mejillas ―seguro que también saben quién es mi padre y nunca me lo dijeron para que me quedara aquí, encerrada en este horrible lugar. ¡Las odio! ¡las odio a todas! ―dijo imaginando que no solo ellas dos sabían aquella verdad ―¡me han mentido y se irán al infierno por eso!

Salió de la oficina dando un severo portazo. Corrió hacia su habitación y cerró la puerta tras de sí, pero un pensamiento alocado le cruzó la mente; tenía que salir de ahí, tenía que abandonar aquel lugar y no volver jamás. No soportaba que le hubieran mentido toda su vida y no quería estar rodeada de esas personas ni un minuto más.

Abrió la puerta despacio para comprobar que no la habían seguido. El pasillo estaba vacío.

Caminó hacia el claustro, las hermanas que limpiaban el jardín se estaban retirando, algunas conversaban cerca de la fuente, cogió una escoba y fingió estar barriendo, cuando todas estuvieron distraídas corrió hacia la salida, aun no ponían seguro a las rejas por lo que pudo salir sin ningún problema.

Caminó hasta que le dolieron los pies. No sabía a dónde iba, pero quería alejarse todo lo que pudiera del convento y no volver nunca más. La noche había caído, hacía frío, estaba sola y aterrada, aun así, una sensación de libertad la invadió.

No sabía que haría. Se fue metiendo por una calle y luego por otra y empezó a notar que había niños vestidos de manera muy extraña, iban y venían, de un lado a otro, algunas niñas vestían hermosos vestidos con brillantes llamativos, algunos niños tenían armaduras como caballeros de la edad media, otros eran más futurísticos con trajes de robots.

Pero no solo los niños, algunos adultos también iban vestidos raros, incluso había un chico muy musculoso con el cuerpo todo pintado de verde y solo llevaba puestos unos pantaloncillos morados, no comprendía nada.

Había una mujer que llevaba hábito, pero cuando Serena le vio el rostro, cogió con fuerza la cadena con la cruz que colgaba de su cuello, se sintió aterrada, la mujer estaba pálida con ojeras espantosas y sangre saliendo de su boca, parecía un demonio vestido de monja.

La gente se había vuelto loca. Pensó en volver al convento hasta que escuchó una voz detrás de ella.

―¡Me encanta tu disfraz! ―Serena se dio media vuelta ―era una chica iba con un pequeño niño vestido con un enterizo rojo y azul que parecía plástico brillante pegado a su cuerpo, el niño le arrojó una cosa blanca que parecía telarañas ―es muy realista, hasta tu rostro es angelical, como el de una auténtica monja.

La mujer llevaba un vestido negro ajustado al cuerpo que apenas le cubría las piernas, Serena se alarmó por lo mucho que mostraba, también tenía un escote inmenso y un gran sombrero puntiagudo sobre su cabeza, desde debajo del sombrero caían mechones de cabello negro muy muy brillantes.

―¿Mi disfraz? ―preguntó Serena confundida.

―Sí, tu disfraz de monja, me gusta ―dijo la mujer ―pero no es mi estilo, yo prefiero ser una bruja sexi ―la mujer dio una vuelta y a Serena le ardieron las mejillas. ―Vamos, Liam. Pidamos dulces en aquella casa ―le dijo al niño de las telarañas.

―Puedo... ―la voz de Serena salió como un murmullo. Se aclaró la garganta ― ¿puedo ir con ustedes? Es que no sé, no sé qué tengo que hacer, es la primera vez que hago esto.

―¡Claro! ―dijo la mujer sonriendo ―soy Sharon, mucho gusto

―Yo soy Serena.

―Vamos Serena, te enseñaré todas las maravillas de Halloween, pero no ahora, pediremos dulces con Liam... ehh.... ―sacó un teléfono de sus pechos y lo miró por nos segundos ―media hora más, lo dejaremos con la niñera y saldremos a celebrar el Halloween como celebran las niñas grandes ―Serena asintió con la cabeza.

QUERID@S LECTOR@S. por favor, recuerden pinchar el corazoncito y dejar un comentario con su opinión; me ayudarían mucho al hacerlo. Muchas gracias por leer y por favor, tengan un poco de paciencia con los capítulos. Trataré de hacer mi mayor esfuerzo por publicarlos a diario.

            
            

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