Esposa falsa
img img Esposa falsa img Capítulo 7 Dulce o truco
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Capítulo 10 Una chica misteriosa img
Capítulo 11 En la boca del lobo img
Capítulo 12 Seis meses para un cambio img
Capítulo 13 La niñera img
Capítulo 14 Un hombre de familia img
Capítulo 15 Rechazada img
Capítulo 16 La loca de los libros img
Capítulo 17 Un inesperado primer dia de trabajo img
Capítulo 18 Ebrio impertinente img
Capítulo 19 Recuerdos img
Capítulo 20 Emergencia familiar img
Capítulo 21 Una fiesta para encontrar esposa img
Capítulo 22 Un vestido y una máscara img
Capítulo 23 Ritual interrumpido img
Capítulo 24 Atrapada img
Capítulo 25 Tarde para salvarla img
Capítulo 26 CAOS img
Capítulo 27 Rectángulo dorado img
Capítulo 28 Escondiendo sentimientos img
Capítulo 29 Memorias de un cadáver img
Capítulo 30 Un teatro improvisado img
Capítulo 31 Gas pimienta img
Capítulo 32 Chantaje img
Capítulo 33 Rosas azules caídas del cielo img
Capítulo 34 Azúcar amargo img
Capítulo 35 ¿Fanstasma img
Capítulo 36 Gotas de lluvia img
Capítulo 37 Deseo img
Capítulo 38 Visita desde el más allá img
Capítulo 39 No te metas con mi familia img
Capítulo 40 Después de un gusto... un disgusto img
Capítulo 41 La otra Mirella img
Capítulo 42 Celos de parte y parte img
Capítulo 43 Anillo de compromiso img
Capítulo 44 Viaje de negocios img
Capítulo 45 ¿Dónde está Mirella Santori img
Capítulo 46 Malas intenciones. img
Capítulo 47 No más mentiras img
Capítulo 48 Momento de salir img
Capítulo 49 Amanecer con un cadáver img
Capítulo 50 Novia fugitiva img
Capítulo 51 Servida en bandeja de plata img
Capítulo 52 Carrera al aeropuerto img
Capítulo 53 Camino al matadero img
Capítulo 54 Un collar, un apellido y recuerdos img
Capítulo 55 Llegó la entrega img
Capítulo 56 Mal presentimiento img
Capítulo 57 Tragedia doble img
Capítulo 58 Cuervos y buitres img
Capítulo 59 La veremos pronto img
Capítulo 60 ¿Qué pasó anoche img
Capítulo 61 Falsedad img
Capítulo 62 Soñar despierto img
Capítulo 63 Piezas utilizables y descartables img
Capítulo 64 Un camino diferente img
Capítulo 65 Marcas en la piel img
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Capítulo 7 Dulce o truco

―Dulce o truco ―decía el pequeño cada vez que una persona abría les abría la puerta de su casa. Extendía sus manos que sostenían un pequeño cuenco en forma de calabaza. Las personas ponían dulces ahí. ―¿quieres un dulce? ―le preguntó el niño quitándose la capucha que completaba el traje, su rostro era redondo como el de su madre, la tes blanca estaba salpicada por algunas pecas y sus ojos eran de un bonito color almendra, más claros que de Sharon.

Serena asintió con la cabeza, el niño hundió la mano en el cuenco y luego la extendió hacia ella, llena de caramelos de diferentes tipos.

Serena pasó el resto de las visitas comiendo dulces. De niña, su madre de vez en cuando le daba un caramelo, o un pequeño chocolate, ya de adulta, en el convento solía comer postre solo los domingos, llevaban una dieta sana, balanceada y aburrida.

Los sabores, algunos desconocidos, venían en diferentes texturas, explotaban contra su lengua y su paladar y le producían un placer inexplicable que la obligaba a querer más y más, se terminó el puñado de dulces y le pidió más al niño, que no tuvo problemas en darle otro puñado.

Sintió que una energía repentina de apoderaba de su cuerpo, quería saltar, bailar y sacudirse, pero sabía que eso sería extraño, mientras Liam y Sharon se quedaban parados de pie frente a las puertas a las que llamaban, Serena caminaba por las veredas cercanas, saludaba a los niños y les pedía dulces, a los que se negaban les aseguraba que Dios los enviaría al infierno por no compartir, algunos cambiaban de inmediato de opinión. Sabía lo persuasivo que podía ser el sermón acerca del infierno. Luego volvía con Sharon y Liam.

―¿Vives por aquí cerca? ―preguntó Sharon y Serena abrió los ojos como platos. Solo asintió con la cabeza, para su conveniencia, tenía la boca llena de golosinas ―¿tienes hijos? ―Serena negó con la cabeza. Sharon sacó un pequeño frasco cuadrado y plano de su bolso, bebió de este y lo extendió hacia Serena, todos esos dulces le habían dado sed, así que cogió el frasco y se empinó. El liquido llegó de golpe a su boca y en un pestañeo estuvo en su garganta quemando todo a su paso, era amargo y desagradable, sintió que se ahogaba y empezó a toser, algunos dulces cayeron al suelo, Sharon reía a carcajadas. Serena no entendía por qué tomaba algo tan desagradable.

―¿Qué es eso? ―preguntó con la voz congestionada en cuanto pudo hablar.

―¿No habías tomado nunca? ―preguntó Sharon frunciendo el ceño con asombro.

―Soy más de vino ―contestó Serena. Obviamente estaba mintiendo, tampoco había tomado vino, pero no quería que Sharon empezara a sospechar que era una monja de verdad, la llevaría de vuelta al convento ―pero ¡esa cosa! ¡guao! Es demasiado para mí ― dijo juguetona y empezó a recoger los dulces que se habían caído.

―Es whisky ―dijo Sharon ―del mejor, es super costoso, lo robo de la oficina de mi jefe cuando él no está ―a Serena se le revolvió el estómago en cuanto escuchó aquello, Sharon era una ladrona.

―No deberías ―dijo un poco avergonzada.

―No debería ¿que? ―preguntó ella y bebió nuevamente del frasco rectangular plateado.

―No deberías robarle, a tu jefe. Te ha dado la confianza para cuidar de sus cosas, no deberías robarle ―Los labios rojos de Sharon esbozaron una sonrisa pesarosa.

―Es un capullo ―espetó y Serena percibió la rabia contenida ―se merece que le robe, además, no se da cuenta porque es muy rico. Le sobran las cosas ¿entiendes? ¿puedes creer que prefiere botar las cosas que ya no usa que donarlas? Nos trata como mierda y... ―hizo una pausa, sus mejillas se habían puesto rojas y sus ojos marrones tenían un brillo vidrioso como si estuviesen llenos de agua ―bah... olvídalo, es un capullo, eso es todo.

―¡Si tú lo dices! ―dijo Serena aclarándose la garganta, aún sentía el calor del whisky robado.

Algo en Sharon le recordaba a su madre. Y sus quejas le parecieron válidas, de pronto sentía que odiaba al capullo de su jefe sin conocerlo. Siguió comiendo dulces mientras iban a la próxima casa.

―Liam, cariño, es hora de dormir ―Sharon veía la pantalla de su móvil ―Aquí vivo le dijo a Serena apuntando a una hermosa casa. A Serena le encantó. Sharon se acercó a la casa y en vez de entrar por la puerta principal, bajó unas escaleras al costado ―vamos, entremos ―dijo abriendo la puerta, el lugar era un sótano, pequeño pero acogedor, era una casa humilde sin duda, pero eso no le quitaba lo perfectamente limpio y ordenado que se veía todo, Serena tuvo la sensación de que la Madre Alba supervisaba la limpieza de ese lugar, tan severa y despiadada como en el convento ―¿podrías? ―Sharon señaló sus zapatos, mientras ella Liam se quitaban los suyos, Serena hizo lo mismo, metió los calcetines dentro de los zapatos negros que se parecían a los que llevaban las niñas como parte de su uniforme del colegio ―Pasa y siéntate ―le dijo a Serena ―Liam, ve a cambiarte y lava tus dientes, comerás los dulce mañana ―El pequeño obedeció sin chistar.

Serena se sentó y sintió que todo a su alrededor daba vueltas, su cuerpo temblaba su cabeza parecía a punto de explotar por un dolor palpitante en las cienes. En un momento sentía frío y en otro le parecía estar quemándose debajo del hábito. Todo se oscureció a su alrededor, lo último que sintió fue su mejilla impactando contra los cojines del sofá.

QUERID@ LECT@R ¿Qué crees que le pasó a Serena? ¿crees que Sharon la drogó? cuéntame en los comentarios y si te está gustando esta historia, por favor agrégala a tu librería para que puedas recibir una notificación cada vez que se publique un capítulo nuevo. GRACIAS POR LEER.

            
            

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