Valentina y el reloj del tiempo
img img Valentina y el reloj del tiempo img Capítulo 2 CAPITULO 1
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Capítulo 2 CAPITULO 1

Os contaré una historia de una chica que vive en Gerona,

es huérfana y vive con su abuela. No conoce a nadie

más porque sus padres murieron cuando tenía 2 años y

apenas se acuerda de ellos.

Se llama Valentina y tiene 19 años. Es una chica

muy impulsiva, no piensa antes de actuar. Le gusta todo

tipo de música, pero es más de heavy o rock. Es alta, con

ojos verdes y cabello de color castaño. Convive con

su abuela Thalía que tiene 78 años y tienen una Setter

inglés de tres colores llamada Mia. Viven en un barrio

tranquilo de Girona, en un piso muy acogedor. Ahora es

cuando empieza la historia y ya hice las presentaciones.

Un día como cualquier otro, Valentina volvía de

trabajar y fue a mirar el buzón. Todo eran facturas, pro

paganda, etc. Entre todo el correo, encontró una carta

que procedía de Lucerna (Suiza); ella extrañada la abrió

y empezó a leerla. Estimada Valentina Hughes:

Me presento, soy el abogado del señor Rupert

Hughes. Escribo esta carta para informarle de que su

tío murió hace una semana. Ha dejado un testamento

en el cual se especifica que usted es la heredera de la

tienda de relojería, así como de un objeto peculiar que se

encuentra dentro de esta. Necesitaría que se presentara

en el término de 4 días en mi despacho para hacerle en

trega de su herencia. Sé que es muy repentino todo esto,

pero él hizo hincapié en que lo tenía que heredar usted.

Estamos en la calle Klosterstrasse, 15.

Gracias y que tenga un buen día.

Atentamente,

Rupert Hughes

Valentina se puso muy nerviosa porque no enten

día nada. Ella no sabía que existiera un tío suyo; siempre

ha vivido con su abuela y esta no le habló de nadie más.

Subió rápido a pedir explicaciones.

-Hola abuela, he cogido esta carta que viene de

Lucerna y no entiendo nada. Léela y dime de que se

trata.

Su abuela al acabar de leer la carta suspiró con cara

de decepción. Y le contestó:-Lo que dice la carta es verdad. Tienes un tío en

Suiza, pero no es lo que piensas. Te lo oculté por tu bien

y para protegerte. No sabes dónde te estas metiendo

Valentina.

Valentina se quedó de piedra y le dijo:

-¿Cómo que es verdad? ¿Tengo un tío en Suiza y

me lo ocultas? Sabes que siempre he querido saber de

mi familia y mis raíces. Dime una razón convincente

para que no vaya a Lucerna.

La abuela le contestó:

-Tu tío Rupert está loco. Decía que se podía viajar

en el tiempo para así poder arreglar los desastres de la

humanidad. Yo no quería que te metiera en estos pro

blemas. Además, son ideas locas de un chiflado, no se

puede viajar en el tiempo y yo no quiero que acabes

cómo él, arruinada y con una tienda de relojería. Menos

mal que ya no está entre nosotros. Te lo pido Valentina,

no vayas.

Después de la conversación con su abuela, se diri

gió a su habitación donde la esperaba su amiga peluda.

Se fue a pasearla por el campo, pero no podía dejar de

lado esa carta; tenía la curiosidad de ir a Lucerna para

saber más. A lo mejor podía averiguar que les pasó a sus

padres, saber de su pasado y entender porque su abuela

no quería que fuera.

11Regresó a casa y buscó vuelos a Lucerna. Empezó

a hacer la maleta, y fue cuando su abuela la pilló en su

habitación le dijo:

-¿Qué estás haciendo Valentina? ¿No pensaras en

irte?

-Abuela, sé que lo hiciste para protegerme, aun

que aún no entiendo de que. Así que me voy a Lucerna

a averiguar sobre mi pasado, mis padres y si tengo que

quedarme allí durante un tiempo, lo haré. No sabes lo

que es vivir sabiendo que solo tienes a tu abuela y, de

repente, un día te enteras de que tienes familia en Suiza.

Necesito respuestas, aun cuando estas sean dolorosas,

las aceptaré -contestó Valentina.

-Yo ahora mismo no puedo detenerte. Eres ma

yor para tomar tus decisiones y no te pararé. Pero yo no

me quedaré con Mia, sabes que no puedo pasearla ni

cuidarla -le respondió su abuela.

-No te preocupes por Mia, se la llevaré a Susana

para que la cuide. Ella tiene campo y estará mejor con

sus amigos peludos -dijo Valentina.

Así, una decidida Valentina se fue al aeropuerto a

coger el primer vuelo a Lucerna con carta en mano. Al

llegar al aeropuerto de Lucerna se fue directa al des

pacho del abogado de su tío. Era la hora de comer así

que se detuvo en un restaurante cerca a hacer tiempo.

Se sentó junto a la ventana y la gente del restaurante la

empezó a mirar. El camarero se acercó y le dijo:

12-Hola, señorita Valentina. ¿Querrá lo de siempre?

Hoy el chef le preparó su plato favorito.

-Perdón, ¿cómo sabe lo que quiero y cómo me

llamo? -preguntó sorprendida Valentina-. Es la pri

mera vez que vengo a este país. Y ¿me podría decir que

plato me preparó el chef?

-Se llama Valentina Hughes, tiene 19 años. Nació

aquí en Lucerna, pero se ha criado con su abuela Thalía

en España, concretamente en Gerona. Además, la re

lojería de esta misma calle es suya -contestó seguro el

chico-. Por cierto, el plato que le preparó el chef es

tortilla francesa con mermelada de fresa. ¿Quiere que se

la traiga? Y de beber, ¿una Sprite sin hielo?

Valentina se quedó de piedra. ¿Cómo un chico de

un país que ella pisó por primera vez, podría saber tanto

de ella?

Sin saber que decir, asintió la cabeza y le respondió:

-Sí, por favor.

-De acuerdo, entonces. Con su permiso, le retiro

la carta señorita Valentina. Por cierto, a veces la respues

ta más simple la tienes delante, sólo hay que fijarse y

mirar a su alrededor para entenderlo. Ahora mismo le

traigo su comida, un placer volverla a ver -acabó di

ciendo el camarero.

Al marcharse el camarero, ella empezó a pensar lo

que este le había dicho sobre ese restaurante y miró a

su alrededor. Al ver a la gente que estaba en las mesas,

comenzó a entender lo que le había dicho ese camarero.

13Todos eran científicos y gente importante del pasado,

pero no entendía que estaba sucediendo. De golpe se

levantó y fue a mirar el letrero del restaurante para sa

ber cómo se llamaba. En el letrero ponía: «Pause dans le

temps».

Volvió a entrar, se sentó y miró la decoración del

local. Mientras esperaba la comida echó un vistazo a

todo y en su cabeza se repetía «¿Pause dans le temps? ¿Pause

dans le temps?». De golpe, se levantó diciendo:

-¡Ahora lo entiendo! Pausa en el tiempo. Eso

quiere decir que aquí no pasa el tiempo para vosotros.

Pero ¿cómo podéis estar en esta epoca ¿Es que podéis

viajar en el tiempo?

Valentina se queda mirando a todo el mundo y se

levanta Albert Einstein dirigiéndose a ella.

-Señorita Valentina, cada día a esta hora hace lo

mismo una y otra vez. Sería un placer que dejara de dar

estas voces y solo se centrara en comer. Todos aquí,

como usted podemos viajar en el tiempo. Además, para

su información, cuando usted entra en este restaurante

el tiempo no corre. Mire su reloj y lo entenderá. Quiero

añadir que mi gran sentido pésame por su tío Rupert,

era un buen hombre y un gran amigo. Lo que dicen las

malas lenguas de él no se lo crea. Cuando entre en la

reunión con su abogado lo entenderá, sólo disfrute de

su comida como lo hacemos todos. Un placer volverla a

ver señorita Valentina Hughes. Que aproveche.

Valentina se sentó y acabó diciendo:

14-Gracias Albert y siento las molestias que les he

causado a todos.

El camarero le trajo la comida con la Sprite y empezó a comer. Al acabar, llamó al camarero y le dijo:

-¿Me podría traer la cuenta por favor? Y aunque

aquí me conocen todos, yo todavía no sé cuál es su

nombre.

-No se preocupe, señorita Valentina, invita la

casa. Y me llamo Thierry Paulin, para servirla -le respondió el camarero.

Valentina salió del restaurante y miró su reloj. Era

verdad lo que le dijo Albert Einstein, las manecillas empezaron a moverse otra vez. Se acordó que entró a las

15:43 y salió a la misma hora, aun cuando estuvo más de

una hora allí dentro.

Se fue pensativa a hacer una visita turística por

Lucerna. No entendía lo que ocurría. ¿Por qué su abue

la tenía tanto miedo si en el fondo había disfrutado comiendo en ese restaurante?

Por el camino al centro, Valentina encontró una

oficina de turismo. Entró un momento a coger un

mapa y se dispuso a ver todo lo típico de Lucerna. Fue

a visitar el emblemático puente sinuoso y ornamentado Kapellbrücke, luego Spreuer Bridge, Hofkirche

St. Leodegar y, por último, el monumento al león de

Lucerna.

Se sentó en un banco mirando hacia la escultura

tallada del león; era un sitio tranquilo y relajado.

            
            

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