calle se cerraron de golpe, se encendieron las luces de
la tienda y el mostrador de la caja empezó a hundirse
hacia abajo. Valentina se giró de golpe asustada mirando
el mostrador.
Cuando se vino abajo, Valentina se acercó a mirar don
de había quedado el mostrador. Este no estaba, pero
aparecieron unas escaleras que conducían a una especie
de sótano iluminado. Ella, temerosa, cogió un paraguas
por si tenía que defenderse de cualquier cosa que estu
viese bajó las escaleras. Era una cámara blanca, con pa
neles luminosos y en medio había una cúpula de cristal
guardando un reloj de bolsillo. Se acercó a la cúpula,
observando que era exactamente lo que había: un reloj
de bolsillo normal y corriente. En la puerta de entrada
de la misma había como un código de letras para poder
lo abrir. Volvió a leerse la carta para ver que tenía que
hacer ahora. Dijo en voz alta:
-¿Cinco letras? ¿No será el pájaro que hay en to
dos los relojes? Voy a probar, me parece que son cinco
letras.
23Valentina puso el nombre y la puerta se abrió. Ella
dudosa de que fuera todo tan fácil tiro el paraguas para
ver si había alguna otra prueba o trampa, pero no pasó
nada. Entró y recogió el reloj. Volvió de nuevo a la tien
da y al subir arriba, el mostrador y las persianas volvie
ron a ponerse como estaban anteriormente. Valentina
se quedó indiferente. Empezó a examinar el reloj de
bolsillo: sus botones, el diseño, etc. No vio nada inusual.
Al levantar la tapa del reloj había una foto de sus pa
dres y ella de bebé. Siguió mirando el reloj y encontró
una frase en latín muy difícil de leer que ponía «Gratam
futurum». Valentina lo tradujo y pensó «¿Bienvenida a su
futuro?». Le dio curiosidad por ver qué pasaba si apre
taba el botón, y en el momento en que lo hizo... ¡su
cuerpo empezó a levitar! Asustada, ya que no sabía lo
que ocurría, todo empezó a ir hacia atrás. De menos, a
más rápido. Vio a su cuerpo de hace un rato, al abogado,
todo lo que hizo en ese momento; vio desde el ventanal
que pasaban los días, etc. Cerró los ojos y de repente se
paró todo. Cuando se dispuso abrirlos, una voz le dijo:
-¡Buenos días, sobrina! ¿Qué tal tu primer viaje en
el tiempo?
Valentina abrió por fin los ojos.
-¿Tío Rupert? ¿Cómo que viaje en el tiempo? ¿No
estabas muerto? -preguntó sorprendida Valentina.
-Tranquila sobrina, siéntate -le contestó su
tío-. Seguro que te sientes algo mareada por el viaje, es
normal. Tu cuerpo no está acostumbrado a los saltos en
24el tiempo. Ahora mismo responderé a tus preguntas. Sí,
estoy muerto, pero estoy muerto en tu tiempo. Has via
jado al pasado por una sola razón: vas a ser mi sucesora
en la Agencia del Tiempo.
Valentina se quedó atónita y, de golpe, se desmayó.
Rupert la llevó al sofá de la tienda, la estiró, abrió
una botella de arsénico, se la acercó a la nariz y, así,
Valentina empezó a despertarse. Justo en ese momento,
la cacatúa ninfa rosada de su tío se posó en la barriga de
una Valentina que estaba despertándose y le dijo a esta:
-¡Ohm! ¿Estás mejor mujercita?
Al recuperar la consciencia del todo y ver la cabeza
de la cacatúa pegada a la suya, Valentina pegó un salto
y se asustó.
-¿Qué cosa es esa? -preguntó Valentina.
Su tío le dijo que era su mascota, una cacatúa hem
bra que le hacía compañía en todo momento. Le ofreció
sentarse, tomarse un té negro con un toque de limón
y le invitó a que le preguntase cualquier duda que tu
viera acerca de qué estaba pasándole en ese momento.
Valentina se repuso, bebió un poco de té y comenzó a
interrogarle.
-Para empezar, ¿en qué año estoy? ¿Esto es un
sueño? ¿Y cómo puedo viajar hacia atrás con un simple
reloj de bolsillo? -preguntó Valentina.
-Para empezar -comenzó a decir imitando a
Valentina-, estás en el año 1881. Por la expresión de
tu cara diría que no concuerda el año con mi edad, pero
25esa información no te la puedo dar de momento. El
reloj que llevas contigo era de tu padre. Lo único que
puedo decirte es que somos una agencia separada de la
sociedad y nos encargamos de mantenerla tal y como
está -le contestó Rupert.
-Así que este reloj era de mi padre y por eso es
que contiene una foto de los tres. Entiende que para mí
todo esto es nuevo y aún no logro centrarme tío -dijo
Valentina.
-Lo entiendo y, por lo que veo, ya llegamos tar
de. Einstein nos dará uno de sus pequeños reproches.
Siempre dice que para qué tenemos un reloj tan avanza
do si no somos puntuales. Recoge tu chaqueta sobrina y
vamos a la cita -le dijo Rupert.
Los dos salieron de la tienda. Valentina se fijó por
el camino en la gente y sus vestimentas; a ella la mira
ban mal por la ropa que llevaba. En cambio, a su tío no
le paraban de saludar. Pusieron rumbo hacia la central.
Valentina preguntó dónde estaba y si había que reco
rrer mucho camino para llegar. Rupert le dijo que se
encontraba en el lago de la escultura del león. Le estuvo
explicando que él se quedaba en esta época porque le
gustaba el estilo de vida y que para él era más cómo
do vivir donde aún la tecnología no era tan avanzada.
Ahí, la gente era más reservada, siempre tenían buena
fe y podía contribuir en la agencia con más ímpetu.
Valentina también aprovechó para preguntarle por qué
la supuesta central de la agencia estaba en Suiza. Su tío
26le explicó que ese era el lugar perfecto para ser discretos
con la central, ya que nadie pensaría que estaban cerca
de la sociedad. Valentina le comentó que ella ya estuvo
en ese lago, le cogió prestada la barca a un pescador y
ya había investigado el efecto del lago al lanzar objetos
pequeños. Rupert empezó a reírse y le dijo:
-¿Así que ya conoces a Vincent? Él es nuestro vigi
lante del lago, nos avisa de intrusos. Se ocupa de la gente
curiosa, como por ejemplo tu visita no programada.
-¿Es vuestro guarda? Si aparenta ser un pesca
dor normal y corriente. Me dejó la barca y todo -dijo
Valentina.
-Es su trabajo, aparentar lo que no es en realidad.
Cuando está descansando suele pintar cuadros o retra
tos. A ti te hizo una excepción al dejarte ir con su barca,
no suele ser tan simpático -le aclaró su tío.
Cuando estaban aproximándose al lago, Vincent se
les acercó y les saludó. Valentina le comentó que la en
gañó muy fácilmente, que era un placer conocerlo y que
ella también pintaba cuadros, pero no era tan buena.
Rupert se dirigió a Vincent y le dijo:
-Vaya, vaya, así que ya conociste a mi sobrina.
Algún día le puedes pintar un retrato.
Valentina, sorprendida por lo que dijo su tío, le pre
guntó a Vincent cuál era su apellido. Él le contestó que
se llamaba Vincent Van Gogh. Ella se quedó atónita
sabiendo quien era. Le comentó que si podían hacerle
una visita una noche para poder charlar un poco y así
27satisfacer sus curiosidades. Vincent aceptó encantado y
les dijo que si querían que los acompañara con su barca
hacia la entrada.
-No hace falta, Vincent. Con que nos prestes una
de tus barcas será suficiente -le respondió Rupert.
Con el permiso de Vincent, se dispusieron a co
ger una barca. Valentina, dudosa, preguntó hacia donde
iban con la barca. Su tío le dijo que al centro del lago,
donde se encontraba el símbolo de la agencia. Ella le co
mentó que ya había ido con la barca pero no pasó nada;
que se avalentó a cruzar el sello y tampoco ocurrió nada.
Su tío empezó a reírse y le dijo:
-En ese momento, todavía no tenías la llave para
abrir la puerta y así poder entrar a la central.
Cogieron la barca; ella estuvo pensando qué llave
era la que abría la puerta, y se quedó mirando el reloj. Al
llegar al sello, su tío le dijo:
-¿Estás preparada para abrir la puerta?
-Pero ¿cómo se abre? -le preguntó Valentina.
-Tan solo tienes que apretar el botón de la izquier
da y decir tu nombre y apellido -le contestó su tío.
El reloj hacía de señal radiofónica para que la puer
ta se abriera. Valentina apretó el botón de la izquierda,
dijo su nombre y apellido y, de repente, el agua que había
encima del sello empezó a apartarse y la plataforma del
sello comenzó a bajar. Asustada y sin entender lo que
estaba pasando, Valentina solo veía cómo iban bajando
los pisos. Cada vez que bajaban uno, ella miraba lo que
28había en ellos. Vio una biblioteca y su tío le comentó
que ahí era donde se documentaban de las noticias del
pasado, estudiaban si había cambios en el tiempo y su
fuente de información. En el siguiente piso al que baja
ron, se encontraba la cafetería a la cual su tío le dijo en
total confianza que no fuera a comer allí, ya que el café
y la comida no eran muy buenos. En su lugar, le sugirió
que fuera al restaurante localizado en la misma calle que
la tienda de relojería. El tercer piso era el taller. Rupert
le comentó que era donde se arreglaban los relojes y se
mejoraban.
Finalmente, llegaron al piso principal. La puerta del
ascensor se abrió y, así, accedieron a la planta principal.
Bajaron de la barca con cuidado y al salir del ascensor,
la puerta se cerró y la barca volvió a subir. Justo en ese
momento, apareció Blue Lewis. Esta le dijo a Rupert:
-Ya era hora de que llegara, señor Hughes. Llegan
tarde. El profesor Einstein les está esperando, pero an
tes tenemos trabajo. Perdón por mis modales. -Miró
a Valentina-. Hola, Valentina. Me llamo Blue Lewis,
pero me puedes llamar Blue. Encantada de conocerte.
-Gracias, Blue. Lo mismo digo. Es curioso ese
nombre, es la primera vez que lo escucho -le comentó
Valentina.
-Ahh, sí. Mi madre era una adicta al color azul, así
que de ahí viene mi nombre -le explicó Blue-. Venga,
vamos. Parece que ha habido un cambio en el tiempo y
no tenemos tiempo que perder. ¡Vaya! Eso ha sonado
29muy metafórico ¿no? -dijo Blue, a la vez que soltaba
una risa leve.
«Parece que también es algo chistosa», pensó
Valentina.
Los tres se dirigieron a la sala de control lo más
deprisa que pudieron. Al entrar estaba Einstein y, junto
a él, un chico muy serio con gafas. El profesor al verlos
les dijo:
-Hola chicos y Valentina. Sé que no es el mejor
momento para hacer presentaciones, pero no sería lógi
co que no te presentara. Este muchacho jovencito con
gafas y con un humor más seco que un pajar se llama
Leopold García.
-¿Siempre tiene que ser tan gracioso? Hasta en
los momentos delicados como ahora tiene que salir su
humor -intervino Leopold.
-Tranquilo Leopold -le dijo Einstein-, no la
vamos a poner nerviosa a la primera de cambio. -Hizo
una pausa y prosiguió-. Bueno a lo que decía. El cam
bio de tiempo ha sido en el año 58 antes de Cristo, cuan
do la novena legión cayó frente a los britanos en la em
boscada que tuvieron los romanos y perdieron el águila
de oro. Todos sabemos que los romanos perdieron y
ellos recibieron la emboscada, pero aquí vemos que ha
sido al revés. Alguien le dijo al general Augusto que
ellos mismos recibirían una emboscada y les aconsejó
que fueran por otro camino para sorprender a los bri
tanos. Ahora mismo es todo lo que sabemos.