Valentina y el reloj del tiempo
img img Valentina y el reloj del tiempo img Capítulo 4 Capitulo 3
4
Capítulo 6 Capitulo 5 img
Capítulo 7 Capitulo 6 img
Capítulo 8 Capitulo 7 img
Capítulo 9 Capitulo 8 img
Capítulo 10 Capitulo 9 img
Capítulo 11 Capitulo 10 img
Capítulo 12 Capitulo 11 img
Capítulo 13 Capitulo 12 img
Capítulo 14 Capitulo 13 img
Capítulo 15 Capitulo 14 img
Capítulo 16 Capitulo 15 img
Capítulo 17 Capitulo 16 img
Capítulo 18 Capitulo 17 img
Capítulo 19 Capitulo 18 img
Capítulo 20 Capitulo 19 img
img
  /  1
img

Capítulo 4 Capitulo 3

De repente, se fue corriendo a coger la carta de

su tío; la leyó de nuevo y se dio cuenta de que era ese

reloj el que mencionaba Rupert. Se puso enfrente del

reloj pensando qué hora tenía que poner. Cogió la carta

una vez más y leyó que tenía que poner una numera

ción. Entonces, pensó que lo más lógico era su hora

de nacimiento ya que salían sus padres en el reloj. Así,

Valentina se dispuso a poner su hora de nacimiento:

18:35. En el momento en que lo hizo, no pasó nada. Se

retiró del reloj y al darse la vuelta... los ventanales de la

calle se cerraron de golpe, se encendieron las luces de

la tienda y el mostrador de la caja empezó a hundirse

hacia abajo. Valentina se giró de golpe asustada mirando

el mostrador.

Cuando se vino abajo, Valentina se acercó a mirar don

de había quedado el mostrador. Este no estaba, pero

aparecieron unas escaleras que conducían a una especie

de sótano iluminado. Ella, temerosa, cogió un paraguas

por si tenía que defenderse de cualquier cosa que estu

viese bajó las escaleras. Era una cámara blanca, con pa

neles luminosos y en medio había una cúpula de cristal

guardando un reloj de bolsillo. Se acercó a la cúpula,

observando que era exactamente lo que había: un reloj

de bolsillo normal y corriente. En la puerta de entrada

de la misma había como un código de letras para poder

lo abrir. Volvió a leerse la carta para ver que tenía que

hacer ahora. Dijo en voz alta:

-¿Cinco letras? ¿No será el pájaro que hay en to

dos los relojes? Voy a probar, me parece que son cinco

letras.

23Valentina puso el nombre y la puerta se abrió. Ella

dudosa de que fuera todo tan fácil tiro el paraguas para

ver si había alguna otra prueba o trampa, pero no pasó

nada. Entró y recogió el reloj. Volvió de nuevo a la tien

da y al subir arriba, el mostrador y las persianas volvie

ron a ponerse como estaban anteriormente. Valentina

se quedó indiferente. Empezó a examinar el reloj de

bolsillo: sus botones, el diseño, etc. No vio nada inusual.

Al levantar la tapa del reloj había una foto de sus pa

dres y ella de bebé. Siguió mirando el reloj y encontró

una frase en latín muy difícil de leer que ponía «Gratam

futurum». Valentina lo tradujo y pensó «¿Bienvenida a su

futuro?». Le dio curiosidad por ver qué pasaba si apre

taba el botón, y en el momento en que lo hizo... ¡su

cuerpo empezó a levitar! Asustada, ya que no sabía lo

que ocurría, todo empezó a ir hacia atrás. De menos, a

más rápido. Vio a su cuerpo de hace un rato, al abogado,

todo lo que hizo en ese momento; vio desde el ventanal

que pasaban los días, etc. Cerró los ojos y de repente se

paró todo. Cuando se dispuso abrirlos, una voz le dijo:

-¡Buenos días, sobrina! ¿Qué tal tu primer viaje en

el tiempo?

Valentina abrió por fin los ojos.

-¿Tío Rupert? ¿Cómo que viaje en el tiempo? ¿No

estabas muerto? -preguntó sorprendida Valentina.

-Tranquila sobrina, siéntate -le contestó su

tío-. Seguro que te sientes algo mareada por el viaje, es

normal. Tu cuerpo no está acostumbrado a los saltos en

24el tiempo. Ahora mismo responderé a tus preguntas. Sí,

estoy muerto, pero estoy muerto en tu tiempo. Has via

jado al pasado por una sola razón: vas a ser mi sucesora

en la Agencia del Tiempo.

Valentina se quedó atónita y, de golpe, se desmayó.

Rupert la llevó al sofá de la tienda, la estiró, abrió

una botella de arsénico, se la acercó a la nariz y, así,

Valentina empezó a despertarse. Justo en ese momento,

la cacatúa ninfa rosada de su tío se posó en la barriga de

una Valentina que estaba despertándose y le dijo a esta:

-¡Ohm! ¿Estás mejor mujercita?

Al recuperar la consciencia del todo y ver la cabeza

de la cacatúa pegada a la suya, Valentina pegó un salto

y se asustó.

-¿Qué cosa es esa? -preguntó Valentina.

Su tío le dijo que era su mascota, una cacatúa hem

bra que le hacía compañía en todo momento. Le ofreció

sentarse, tomarse un té negro con un toque de limón

y le invitó a que le preguntase cualquier duda que tu

viera acerca de qué estaba pasándole en ese momento.

Valentina se repuso, bebió un poco de té y comenzó a

interrogarle.

-Para empezar, ¿en qué año estoy? ¿Esto es un

sueño? ¿Y cómo puedo viajar hacia atrás con un simple

reloj de bolsillo? -preguntó Valentina.

-Para empezar -comenzó a decir imitando a

Valentina-, estás en el año 1881. Por la expresión de

tu cara diría que no concuerda el año con mi edad, pero

25esa información no te la puedo dar de momento. El

reloj que llevas contigo era de tu padre. Lo único que

puedo decirte es que somos una agencia separada de la

sociedad y nos encargamos de mantenerla tal y como

está -le contestó Rupert.

-Así que este reloj era de mi padre y por eso es

que contiene una foto de los tres. Entiende que para mí

todo esto es nuevo y aún no logro centrarme tío -dijo

Valentina.

-Lo entiendo y, por lo que veo, ya llegamos tar

de. Einstein nos dará uno de sus pequeños reproches.

Siempre dice que para qué tenemos un reloj tan avanza

do si no somos puntuales. Recoge tu chaqueta sobrina y

vamos a la cita -le dijo Rupert.

Los dos salieron de la tienda. Valentina se fijó por

el camino en la gente y sus vestimentas; a ella la mira

ban mal por la ropa que llevaba. En cambio, a su tío no

le paraban de saludar. Pusieron rumbo hacia la central.

Valentina preguntó dónde estaba y si había que reco

rrer mucho camino para llegar. Rupert le dijo que se

encontraba en el lago de la escultura del león. Le estuvo

explicando que él se quedaba en esta época porque le

gustaba el estilo de vida y que para él era más cómo

do vivir donde aún la tecnología no era tan avanzada.

Ahí, la gente era más reservada, siempre tenían buena

fe y podía contribuir en la agencia con más ímpetu.

Valentina también aprovechó para preguntarle por qué

la supuesta central de la agencia estaba en Suiza. Su tío

26le explicó que ese era el lugar perfecto para ser discretos

con la central, ya que nadie pensaría que estaban cerca

de la sociedad. Valentina le comentó que ella ya estuvo

en ese lago, le cogió prestada la barca a un pescador y

ya había investigado el efecto del lago al lanzar objetos

pequeños. Rupert empezó a reírse y le dijo:

-¿Así que ya conoces a Vincent? Él es nuestro vigi

lante del lago, nos avisa de intrusos. Se ocupa de la gente

curiosa, como por ejemplo tu visita no programada.

-¿Es vuestro guarda? Si aparenta ser un pesca

dor normal y corriente. Me dejó la barca y todo -dijo

Valentina.

-Es su trabajo, aparentar lo que no es en realidad.

Cuando está descansando suele pintar cuadros o retra

tos. A ti te hizo una excepción al dejarte ir con su barca,

no suele ser tan simpático -le aclaró su tío.

Cuando estaban aproximándose al lago, Vincent se

les acercó y les saludó. Valentina le comentó que la en

gañó muy fácilmente, que era un placer conocerlo y que

ella también pintaba cuadros, pero no era tan buena.

Rupert se dirigió a Vincent y le dijo:

-Vaya, vaya, así que ya conociste a mi sobrina.

Algún día le puedes pintar un retrato.

Valentina, sorprendida por lo que dijo su tío, le pre

guntó a Vincent cuál era su apellido. Él le contestó que

se llamaba Vincent Van Gogh. Ella se quedó atónita

sabiendo quien era. Le comentó que si podían hacerle

una visita una noche para poder charlar un poco y así

27satisfacer sus curiosidades. Vincent aceptó encantado y

les dijo que si querían que los acompañara con su barca

hacia la entrada.

-No hace falta, Vincent. Con que nos prestes una

de tus barcas será suficiente -le respondió Rupert.

Con el permiso de Vincent, se dispusieron a co

ger una barca. Valentina, dudosa, preguntó hacia donde

iban con la barca. Su tío le dijo que al centro del lago,

donde se encontraba el símbolo de la agencia. Ella le co

mentó que ya había ido con la barca pero no pasó nada;

que se avalentó a cruzar el sello y tampoco ocurrió nada.

Su tío empezó a reírse y le dijo:

-En ese momento, todavía no tenías la llave para

abrir la puerta y así poder entrar a la central.

Cogieron la barca; ella estuvo pensando qué llave

era la que abría la puerta, y se quedó mirando el reloj. Al

llegar al sello, su tío le dijo:

-¿Estás preparada para abrir la puerta?

-Pero ¿cómo se abre? -le preguntó Valentina.

-Tan solo tienes que apretar el botón de la izquier

da y decir tu nombre y apellido -le contestó su tío.

El reloj hacía de señal radiofónica para que la puer

ta se abriera. Valentina apretó el botón de la izquierda,

dijo su nombre y apellido y, de repente, el agua que había

encima del sello empezó a apartarse y la plataforma del

sello comenzó a bajar. Asustada y sin entender lo que

estaba pasando, Valentina solo veía cómo iban bajando

los pisos. Cada vez que bajaban uno, ella miraba lo que

28había en ellos. Vio una biblioteca y su tío le comentó

que ahí era donde se documentaban de las noticias del

pasado, estudiaban si había cambios en el tiempo y su

fuente de información. En el siguiente piso al que baja

ron, se encontraba la cafetería a la cual su tío le dijo en

total confianza que no fuera a comer allí, ya que el café

y la comida no eran muy buenos. En su lugar, le sugirió

que fuera al restaurante localizado en la misma calle que

la tienda de relojería. El tercer piso era el taller. Rupert

le comentó que era donde se arreglaban los relojes y se

mejoraban.

Finalmente, llegaron al piso principal. La puerta del

ascensor se abrió y, así, accedieron a la planta principal.

Bajaron de la barca con cuidado y al salir del ascensor,

la puerta se cerró y la barca volvió a subir. Justo en ese

momento, apareció Blue Lewis. Esta le dijo a Rupert:

-Ya era hora de que llegara, señor Hughes. Llegan

tarde. El profesor Einstein les está esperando, pero an

tes tenemos trabajo. Perdón por mis modales. -Miró

a Valentina-. Hola, Valentina. Me llamo Blue Lewis,

pero me puedes llamar Blue. Encantada de conocerte.

-Gracias, Blue. Lo mismo digo. Es curioso ese

nombre, es la primera vez que lo escucho -le comentó

Valentina.

-Ahh, sí. Mi madre era una adicta al color azul, así

que de ahí viene mi nombre -le explicó Blue-. Venga,

vamos. Parece que ha habido un cambio en el tiempo y

no tenemos tiempo que perder. ¡Vaya! Eso ha sonado

29muy metafórico ¿no? -dijo Blue, a la vez que soltaba

una risa leve.

«Parece que también es algo chistosa», pensó

Valentina.

Los tres se dirigieron a la sala de control lo más

deprisa que pudieron. Al entrar estaba Einstein y, junto

a él, un chico muy serio con gafas. El profesor al verlos

les dijo:

-Hola chicos y Valentina. Sé que no es el mejor

momento para hacer presentaciones, pero no sería lógi

co que no te presentara. Este muchacho jovencito con

gafas y con un humor más seco que un pajar se llama

Leopold García.

-¿Siempre tiene que ser tan gracioso? Hasta en

los momentos delicados como ahora tiene que salir su

humor -intervino Leopold.

-Tranquilo Leopold -le dijo Einstein-, no la

vamos a poner nerviosa a la primera de cambio. -Hizo

una pausa y prosiguió-. Bueno a lo que decía. El cam

bio de tiempo ha sido en el año 58 antes de Cristo, cuan

do la novena legión cayó frente a los britanos en la em

boscada que tuvieron los romanos y perdieron el águila

de oro. Todos sabemos que los romanos perdieron y

ellos recibieron la emboscada, pero aquí vemos que ha

sido al revés. Alguien le dijo al general Augusto que

ellos mismos recibirían una emboscada y les aconsejó

que fueran por otro camino para sorprender a los bri

tanos. Ahora mismo es todo lo que sabemos.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022