Valentina y el reloj del tiempo
img img Valentina y el reloj del tiempo img Capítulo 3 CAPITULO 2
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Capítulo 3 CAPITULO 2

Cuando

15se levantó para irse y volver a la oficina del abogado de

su tío, se fijó en el lago que hay debajo del león. Cogió

una piedra y recordó que de pequeña le gustaba ver

cuántas veces rebotaba en el agua. Se dispuso a coger

una, vigiló que no hubiera nadie y la tiró. La piedra em

pezó a botar y cuando llegó al medio del lago desapa

reció; a los pocos segundos apareció botando hacia la

derecha. Ella, sorprendida, no entendió porque tiró la

piedra recta y de golpe se desvió hacia la derecha. Era

como si hubiera algo o un muro invisible que desviara la

piedra u otro objeto que se lanzara en dirección al cen

tro del lago. Cogió un palo y lo tiró para comprobar si se

desviaba también como lo hizo la piedra. Exacto, hizo

lo mismo. Ella con la intriga de saber qué pasaba, vio un

hombre en barca y le propuso que se la dejara a cambio

de un poco de dinero. Valentina fue con la barca hasta el

centro del lago y antes de sobrepasarlo, se paró y se fijó

en el dibujo que había debajo del agua. Era un símbolo,

el cual consistía en un reloj de arena dentro un círculo

con unas letras en latín. La frase era: «Tempus circulo». Se

quedó extrañada porque ese símbolo lo recordaba de

cuando era pequeña. Lo llevaba un hombre que la solía

visitar cuando estaba en el colegio. Quería saber a toda

costa que pasaría si cruzaba ese sello como lo hicieron la

piedra y el palo, y por ello, no dudo en hacerlo.

Se abalanzó con la barca y lo atravesó, pero no pasó

nada. Decepcionada porque no entendía nada, devolvió

la barca y le preguntó al barquero si sabía que les pasaba

16a los objetos que se lanzaban hacia el centro del lago.

El barquero le respondió que hacía tiempo que ocurría,

por lo cual la gente ya no se preguntaba el efecto ex

traordinario del lago. Desilusionada, marchó pensativa

hacia la oficina del abogado, aún con muchas dudas de

lo que había pasado en el lago.

Valentina llegó al despacho del abogado a recoger

su herencia y se dispuso a picar el timbre.

-Hola, buenas tardes. Soy... -Antes de que aca

bara la frase, la secretaria le interrumpió.

-Valentina Hughes. Pase, adelante. En breves mo

mentos le atenderá el señor Hoffman -le respondió.

Empezó a subir las escaleras; llegó a la puerta y la

abrió. La secretaria le ofreció un café y le dijo que espe

rase en la sala. Mientras aguardaba, Valentina se fijó en

la decoración de la oficina y pensó que era otro aficiona

do a la relojería, ya que tenía más de un reloj de cuco y

varios relojes de pared con un pájaro peculiar que nunca

ha visto en la realidad.

La secretaria la hizo pasar al despacho. Valentina,

extrañada por la afición del abogado, planeaba pregun

tarle sobre dicha decoración.

-Hola, señor Hoffman -dijo ella.

-Hola, señorita Valentina. Llámeme Rick -le

respondió.

-De acuerdo, Rick. ¿Le quería preguntar por su

afición a la relojería, eso quiere decir que mi tío le inspi

ró a tenerla y también saber porque tiene tantos relojes

17en forma de un pájaro que parece que no es de este

mundo? -le preguntó.

-Bueno, la idea de los relojes me la dio su tío.

Además, siempre me han gustado los relojes de todo

tipo, cucús y de varias formas. Su tío era un muy buen

relojero y tenía mucha imaginación y precisión. ¡Vaya!

Es la primera que me pregunta por la forma de ese pája

ro tan fantástico. Yo nunca lo he visto, pero le pregunté

a su tío si era real y si lo era que me explicara un poco

sobre él. Me dijo que hace años volaban por el mundo

intentando arreglar los desastres de los humanos, tra

tando de modificar un poco los malos actos y que no

fueran tan terribles. Al cabo de los años fueron perdien

do la fe en los humanos y se ocultaron. Según tu tío,

aún están en busca de alguien que les pueda dar otra vez

esa confianza -respondió el abogado-. Bueno, si no

tiene ninguna pregunta más, empecemos con el papeleo

de la herencia y así le puedo enseñar su tienda.

-Vaya, parece que sea una profecía. Lo raro es que

tengo la sensación de que ya los he visto antes. Bueno,

explíqueme que he heredado, porque en la carta apenas

me dijo todo -le contestó ella.

-Estupendo, empecemos con los papeles. -El

abogado se dispuso a buscarlos-. Aquí los tenemos.

Le explico lo que ha heredado y me dice si está con

forme. Este es el legado, léalo. Si me disculpa, señorita

Valentina, voy hacer una llamada mientras se lo lee todo.

Hasta ahora -le dijo el abogado.

Valentina cogió el papel y lo empezó a leer.

18Yo, Rupert Hughes, dejo mis más altas posesiones

a mi sobrina pequeña, Valentina Hughes. Estas inclu

yen el edificio donde se encuentra mi tienda, la tienda de

relojería, todo el contenido de la misma, mi viejo coche

fabricado en Alemania y un objeto bastante peculiar

que no se encuentra a la vista.

Ahora, Valentina, te voy a dar unas pistas que

tendrás que descifrar para encontrar el escondite secreto

de este objeto.

Cuando entres en la tienda y verifiques que no

hay nadie mirando, cierra la puerta y corre las cortinas.

A continuación, te diré las pistas:

Busca en la tienda el reloj de cucú que contenga los

nombres que estén relacionados contigo.

Una vez que lo encuentres, tendrás que poner el

reloj a la hora exacta en que nació el bebé de esa pareja.

Una vez que lo hagas, se abrirá una puerta. Baja

las escaleras.

Cuando estés abajo, verás una caja fuerte con cin

co claves que tendrás que poner. No son números, sino

letras. La respuesta es lo que acabas de preguntar a mi

abogado. Sé que parece raro que te diga esto, pero te lo

explicaran todo en cuánto tengas el objeto.

Y cinco. Una vez que lo tengas, tendrás que darle

al botón que tiene. Te llevarás una grata sorpresa.

Me despido de ti sabiendo que utilizaras el objeto

con cabeza.

Atentamente,

tu tío Rupert

19Valentina se estremeció meditando lo que había leí-

do; no entendía nada, ni que tenía que hacer. Solo pen

saba que era mucha información en muy poco tiempo y

no sabía cómo retenerla.

El abogado volvió al despacho, justo para ver en

ese momento a una Valentina dudosa y con la mirada

pensativa. Los dos abandonaron la oficina y se dirigie

ron a la tienda de relojería. Cuando estaban llegando, de

repente del callejón, salió un perro corriendo, el cual se

lanzó directamente al abogado, cayendo este al suelo.

Valentina se asustó e intentó ayudar a Rick.

De pronto, todo a su alrededor se paró de golpe;

todo el mundo en ese momento se detuvo en el tiempo.

Ella, extrañada, no entendía cómo solo ella se podía mo

ver. Escuchó su nombre proviniendo del callejón donde

salió el perro. Al girar y mirar quien lo decía, solo vio a

alguien con una gabardina y tapado con un sombrero.

En ese momento, Valentina le pregunto quién era y

por qué solo ella y la persona que le hablaba se podían

mover. La persona, perpleja, le respondió:

-Valentina, mi identidad no es de importancia en

este momento. Te voy a dar una pieza y un manual de

instrucciones para que se lo pongas al reloj que vas a

coger ahora mismo en la tienda de tu tío. Es impor

tante que se lo pongas lo antes posible. En su debido

momento, entenderás por qué te doy estas instruccio

nes. Ahora, vuelve a tu normalidad. Yo me tengo que ir.

Adiós, Valentina.

20En ese momento, y antes de que ella pudiera de

cir nada, todo volvió a moverse y el tiempo se resta

bleció. El perro se fue corriendo de nuevo al callejón

y Valentina ayudo a Rick a ponerse en pie. El abogado

se repuso, y al darse este la vuelta, ella escondió lo que

le había dado esa persona en el callejón para que no lo

viera Rick.

Valentina le preguntó si estaba bien o si necesitaba

llamar a una ambulancia por el mordisco del perro, pero

por fortuna este solo era superficial. Se pusieron en

marcha y llegaron a la relojería. Rick, al llegar a la puer

ta, le dio las llaves a Valentina para que hiciera el honor

de abrir su tienda y ser la primera en entrar. Al acceder a

ella, vio todos los relojes en la pared: relojes de bolsillo,

etc. Nunca había visto tantos relojes juntos, tan bien he

chos, y se le iluminó la cara. El abogado le dio todos los

papeles para que los firmara y así completar la entrega.

Rick, entonces, se dispuso a marchar, despidiéndose de

ella dándole las buenas tardes.

Valentina, se puso a mirar la tienda, los relojes, y

empezó a fijarse que en muchos de los relojes de pared

salía el nombre de «Krock» y el pájaro que vio en la

oficina de Rick. No le sorprendió, ya que ahora ya sabía

cómo se llamaba ese pájaro tan extraño. Al seguir mi

rando los relojes, se fijó en uno peculiar: eran un hom

bre y una mujer tallados en madera y debajo de ellos

ponía el nombre de cada uno, «James» bajo el hombre y

«Sheila» bajo la mujer. Ella, pensativa, dijo en voz alta:

21-Se llaman igual que mis padres...

            
            

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