/0/6627/coverbig.jpg?v=03eb344cc3e296b5e803ba72487c1d68)
Edgar estaba emocionado de estar en casa. Cuando se detuvo en el camino de entrada, estacionó el auto y salió por la puerta y dio la vuelta a mi lado antes de que me diera cuenta de que nos habíamos detenido.
-Vamos, bebé. Nos están esperando. No puedo esperar para presentarte - Ni siquiera trató de ocultar el entusiasmo en su voz. Era contagioso. Mis nervios estaban allí, pero ahora que estábamos aquí habían pasado a un segundo plano debido a mi emoción.
Salté del auto y Edgar inmediatamente me puso a su lado. Escuché que la puerta principal se abrió y miré hacia arriba para ver a una adorable niña con un vestido rosa suave y esponjoso. Tenía el pelo corto y negro con flequillo recogido hacia un lado.
-¡Edgar! - Gritó desde el porche, antes de saltar hacia nosotros.
-¡Princesa! - Edgar gritó de vuelta. Apretó mi brazo antes de dejarme ir y caer de rodillas, manteniendo los brazos abiertos para prepararse para su hermana, que ahora corría hacia él lo más rápido que podía en zapatos blancos y brillantes.
Ella saltó a sus brazos. -Estoy tan feliz de que hayas vuelto. Te extrañé mucho - Tenía sus pequeños brazos envueltos con fuerza alrededor de su cuello.
Edgar se puso de pie con Kendra en sus brazos y se giró para mirarme. Inmediatamente su sonrisa cayó - Oh, cariño, ¿qué pasa?
Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba llorando. El amor que le mostró a su hermana y el amor que ella sentía por él era tan claro. Emanaba de ellos en oleadas. Fue una vista hermosa.
-Oh, estoy bien, Edgar. Ella es tan hermosa - Respondí, limpiándome rápidamente los ojos, para no asustar a Kendra.
Kendra se movió en los brazos de Edgar hasta que pudo verme - Hola Mariabella. Soy Kendra. Vamos a ser las mejores amigas - Declaró con total naturalidad, extendiendo su pequeña mano hacia mí para estrecharla.
Tomé su mano en la mía - Yo también lo creo. Es un placer conocerte, Kendra.
-¿Ya te olvidaste de mí, princesa? - Edgar preguntó suavemente en su oído, haciéndole cosquillas con una mano. Estalló en una risa hermosa y tintineante.
Edgar la dejó en el suelo. Agarró la mano de Edgar y empezó a tirar de él hacia la puerta.
-Vamos, Mariabella - respondió ella, tendiéndome la otra mano para que la tomara. Agarré su mano y miré a Edgar quien me sonreía. Me guiñó un ojo y supe que las cosas iban a ser geniales.
Entramos en la entrada y jadeé. Miré hacia arriba para ver una gran pancarta colgada. Decía '¡Bienvenidos a casa, Edgar y Bella!' Miré hacia abajo y vi un grupo de personas que supuse que eran la familia de Edgar. Pero una persona se destacó para mí. Mi papá, en uniforme de guardia de seguridad completo, estaba parado allí con una gran sonrisa en su rostro.