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-Nena, te aman - Pasó su brazo sobre mi hombro mientras subíamos al segundo piso - Ah, y gracias por ser tan buena con Richard. Le cuesta mucho abrirse con gente nueva. Solo tiene un par de amigos en la escuela.
-Bueno, creo que es genial. Me recuerda mucho a mí - Dije mientras Edgar abría la puerta al final del pasillo.
-Aquí está - dijo Edgar.
Miré alrededor de su habitación y me reí. Era tan típicamente chico. La colcha de cuadros verdes y azules, el equipo de música en la esquina.
-Oye. ¿Te estás riendo de mí? - Edgar me levantó y me arrojó sobre su cama, saltando encima de mí - Sí, lo estas, Mariabella - Empezó a hacerme cosquillas en el estómago.
-Basta, Edgar - Me reí - Tengo que orinar, ¿recuerdas?
Dejó de hacerme cosquillas inmediatamente - Lo siento cariño - Me levantó para sentarme con él en la cama - Solo quería hacerte reír. Pareces estar llorando mucho hoy. ¿Estás segura de que estás bien?
-Estoy bien, Edgar. ¿No sabes cómo se ven las lágrimas de felicidad? - Me estiré y comencé a hacerle cosquillas en el estómago.
-Está bien, mi baño está justo al otro lado de esa puerta - Dijo, señalando al otro lado de su habitación. Me puse de pie y caminé hacia él - Te esperaré aquí mismo. Echaba de menos mi cama - Edgar se recostó en su cama y cerró los ojos.
Entré y noté el tema de la tela escocesa que llevaba a través de su baño, con su cortina de baño. Rápidamente usé el baño y me lavé las manos, luego me cepillé el cabello y lo recogí en una cola de caballo. Me salpiqué un poco de agua fría en la cara y la sequé. Me puse mi brillo labial de fresa y caminé de regreso a la habitación de Edgar.
Me acerqué y me senté a su lado - Oye, cariño. Estoy lista -.Extendí la mano y froté su estómago tonificado.
Levantó la mano y tiró de mí para acostarme a su lado, con los ojos aún cerrados.
-Mmm. Huelo brillo de labios de fresa - Una sonrisa se dibujó en su rostro y rodó sobre mí. Me miró a los ojos antes de inclinarse para presionar un suave beso en mi boca. Luego se lamió los labios - Sabes tan bien, cariño.
-Edgar. Estás loco - Me reí, empujándolo fuera de mí - Ahora vamos, bajemos, antes de que mi papá venga a buscarme - Bromeé, con un guiño.
Suspiró antes de sentarse lentamente - Sí, está bien. Me muero de hambre, y ahora que he tenido mi aperitivo... - Se detuvo, guiñándome un ojo.
Bajamos las escaleras, tomados de la mano, y salimos por la puerta trasera para unirnos a la parrillada.
-Ahí están, niños. Estaba en camino a buscarlos - Mi papá dijo mientras salíamos al patio.
Miré a Edgar y me reí de su expresión atónita - Te lo dije - Susurré.