Capítulo 8 8

-Nena, te aman - Pasó su brazo sobre mi hombro mientras subíamos al segundo piso - Ah, y gracias por ser tan buena con Richard. Le cuesta mucho abrirse con gente nueva. Solo tiene un par de amigos en la escuela.

-Bueno, creo que es genial. Me recuerda mucho a mí - Dije mientras Edgar abría la puerta al final del pasillo.

-Aquí está - dijo Edgar.

Miré alrededor de su habitación y me reí. Era tan típicamente chico. La colcha de cuadros verdes y azules, el equipo de música en la esquina.

-Oye. ¿Te estás riendo de mí? - Edgar me levantó y me arrojó sobre su cama, saltando encima de mí - Sí, lo estas, Mariabella - Empezó a hacerme cosquillas en el estómago.

-Basta, Edgar - Me reí - Tengo que orinar, ¿recuerdas?

Dejó de hacerme cosquillas inmediatamente - Lo siento cariño - Me levantó para sentarme con él en la cama - Solo quería hacerte reír. Pareces estar llorando mucho hoy. ¿Estás segura de que estás bien?

-Estoy bien, Edgar. ¿No sabes cómo se ven las lágrimas de felicidad? - Me estiré y comencé a hacerle cosquillas en el estómago.

-Está bien, mi baño está justo al otro lado de esa puerta - Dijo, señalando al otro lado de su habitación. Me puse de pie y caminé hacia él - Te esperaré aquí mismo. Echaba de menos mi cama - Edgar se recostó en su cama y cerró los ojos.

Entré y noté el tema de la tela escocesa que llevaba a través de su baño, con su cortina de baño. Rápidamente usé el baño y me lavé las manos, luego me cepillé el cabello y lo recogí en una cola de caballo. Me salpiqué un poco de agua fría en la cara y la sequé. Me puse mi brillo labial de fresa y caminé de regreso a la habitación de Edgar.

Me acerqué y me senté a su lado - Oye, cariño. Estoy lista -.Extendí la mano y froté su estómago tonificado.

Levantó la mano y tiró de mí para acostarme a su lado, con los ojos aún cerrados.

-Mmm. Huelo brillo de labios de fresa - Una sonrisa se dibujó en su rostro y rodó sobre mí. Me miró a los ojos antes de inclinarse para presionar un suave beso en mi boca. Luego se lamió los labios - Sabes tan bien, cariño.

-Edgar. Estás loco - Me reí, empujándolo fuera de mí - Ahora vamos, bajemos, antes de que mi papá venga a buscarme - Bromeé, con un guiño.

Suspiró antes de sentarse lentamente - Sí, está bien. Me muero de hambre, y ahora que he tenido mi aperitivo... - Se detuvo, guiñándome un ojo.

Bajamos las escaleras, tomados de la mano, y salimos por la puerta trasera para unirnos a la parrillada.

-Ahí están, niños. Estaba en camino a buscarlos - Mi papá dijo mientras salíamos al patio.

Miré a Edgar y me reí de su expresión atónita - Te lo dije - Susurré.

                         

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