El Castigo del CEO
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Capítulo 4 Capitulo 4

_ Necesito una explicación hijo y ahora mismo_ grito el padre de Ares furioso.

_ Han... cariño_ dijo el padre de la chica afligido.

A Hanah todo le comenzó a dar vueltas, de pronto sentía los parpados pesados, y la oscuridad se cerro a su alrededor.

_ Esto no sé va a quedar asi_ dijo el señor Marshall furioso y levantó en brazos a la chica inconsciente.

_ Que es lo que te pasa Ares? No puedes tener la bragueta de tus pantalones cerrada solo una noche_ le reclamó su padre a Area y se retiro.

Monique se quedo a solas con Ares viéndolo con picardía mientras lo observaba abotonarse la camisa.

Al dia siguiente Hanah se levantó con un terrible dolor de cabeza, y tenía mucho frío, trato de abrir los ojos, pero la luz solo empeoraba su migraña. Cuando por fin pudo abrir los ojos se percató que estaba en la habitación de un hospital, a su lado estaba su madre con los ojos cerrados sentada en una silla sosteniéndole una de sus manos.

_ Mamá_ llamó la chica, pero en cuanto lo hizo se arrepintió, pues sentía la boca seca y la garganta le comenzó a doler.

_ Querida mía, al fin despertaste_ le respondió su madre preocupada.

_ Agua, por favor_ logró susurrar la chica.

La señora Marshall se levantó de la silla y le dio una vaso de agua, que Hanah se bebió inmediatamente.

_ Más por favor_ dijo sedienta.

_ Claro mi niña hermosa, bebé toda la que quieras_ le dijo su dulce madre.

_ Que hago aquí mamá_ le preguntó Hanah confundida.

_ Oh! Mi Han... _ fue lo único que alcanzó a decir su madre antes de echarse a llorar desconsolada.

_ Detente madre, dime qué pasa, que tengo _ se alarmó la chica.

_ Lo que pasa es que anoche en el baile de máscaras alguien puso una droga en tu bebida y...

_ Te violaron_ la interrumpió la voz fría de su hermana Monique, que acababa de llegar y estaba recostada en la puerta de la habitación _ Bueno al menos eso dice papá, porqué yo te vi muy a gusto en los brazos de Ares, anoche.

_ Monique!_ la acalló su madre.

_ Ay mamá! Quítate la venda que tienes de los ojos, todo el mundo sabe que Hanah estaba obsesionada con Ares Prokopis desde que era una niña. Algo me dice que le montó una trampa para seducirlo. Tú perfecta hija no es más que una ramera.

_ Basta Monique _ le gritó su madre _ No te expreses así de tu hermana.

_ Solo digo en voz alta lo que todos en la ciudad comentan_ dijo Monique con desprecio.

_ Qué, qué?_ a Hanah de pronto todo le empezó a dar vueltas, sintiendo náuseas se llevó una mano a la boca.

_ No te hagas la mosca muerta Hanah, ahora papá está en la mansión de los Prokopis _ dijo Monique enfanda.

_ Madre!_ dijo la joven aturdida, como esperando a que su madre desmintiera todo lo que acababa de decir su hermana, pero la señora Marshall seguía llorando desconsolada.

_ Oh, por Dios! Esto no puede ser cierto_ Hanah se sintió desfallecer, quería solo volver a dormir y despertar de esa horrible pesadilla. Su príncipe, su héroe, su amor. No podía ser un canalla.

La chica comenzó a gritar y a llorar histéricamente, una enfermera le dió un calmante para que se tranquilizara, haciéndola caer en un profundo y apacible sueño.

Cuando Hanah despertó ya era de noche, la habitación estaba vacía y en penumbras, solo una lámpara ubicada en la mesita al lado de la cama le daba luz, el silencio que había le helaba los huesos. Un movimiento entre las sombras captó su atención haciéndola ponerse alerta, cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad pudo percibir una silueta de un hombre sentado en una silla alejado de su cama, se sintió atemorizada y trató de incorporarse pero la debilidad de su cuerpo y el cansancio la hicieron desfallecer y se obligó recostarse en la almohada soltando un gemido. Cuando el hombre se movió hacia la luz Hanah se percató que se trataba de Ares Prokopis, quien tenía una expresión fría en el rostro, y la miraba con desprecio.

_ Espero estés feliz con lo que has conseguido_ le dijo Ares a la joven.

Ares notó con fastidio que ella estaba llorando. Y de pronto sintió el impulso de tomarla en sus brazos hasta que cesarán las lágrimas. Hacer el amor con ella debía ser lo último que le pasará por la cabeza, cuando ella intentaba forzarlo a que se casara con él de un modo tan bajo. Estaba claro que ella tenía planes mucho más grandiosos.

Vio como sus manos comenzaron a temblar, estaba asustada ante su presencia. Un asomó de compasión se agitó dentro de él, pero se acorazo ante aquella flaqueza; aquella joven no merecía compasión alguna de él.

Ares estaba furioso. No le gustaba hallarse en medio de aquella trampa. Durante toda su vida había sido un hombre controlado y seguro de si mismo. Su universo era su futuro como el heredero de las empresas Prokopis, y los viñedos de su padre, donde se había esforzado cada día como presidente de la directiva, estaba orgulloso de proteger el bienestar de la familia y la buena reputación de su apellido. Y de pronto aparecía esta mujer, que ya no era la niña dulce, gentil, y solitaria, que él recordaba, aquella que siempre veía con un libro entre sus manos con expresión distraía, ahora estaba en frente de una mujer astuta, y manipuladora. Y él se hallaba ante aquella horrible confabulación.

Al volver la mirada hacia ella cruzó los brazos y casi gozó de su evidente turbación. Ella se merecía aquello y mucho más. Pero, por desgracia él estaba tan enfadado que no podía disfrutar de nada.

_ Por qué clase de tonto me has tomado?_ Preguntó Área furioso.

Ella solo negaba con la cabeza.

_ Que haces aquí? donde están mis padres?_ dijo ella asustada.

_ Deja de fingir que eres una niña indefensa. Los dos sabemos que no tienes ni una pizca de inocencia _ dijo con aspereza _ montaste tú numerito con la intención de forzarme a casarme contigo.

            
            

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