El Castigo del CEO
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Capítulo 8 Capitulo 8

HANAH MARSHALL.

Hanah se encontraba agotada había descansado muy poco desde que huyo de la casa de sus padres y de Ares Prokopis, ya tenía una semana vagando sin rumbo por las calles de la ciudad y la temperatura invernal no le hacían las cosas más sencillas, ya se estaba quedando sin dinero y sin esperanzas, había dormida en la estación del metro, en algunos albergues para personas sin hogar, justo como ella se encontraba en ese momento, sin hogar, no podía darse el lujo de pagar un hotel porque entonces su escaso presupuesto desaparecería rápidamente.

En el albergue había conocido a una mujer de aspecto amable quien le sugirió buscar trabajo en los supermercados cercanos de Hingleville, localidad en la que ahora se encontraba, y donde según la mujer pagaban bien. Así que Hanah se dirigió temprano en la mañana a la dirección que le habían dado, con la esperanza de que la contrataran.

La recibió un señor de unos cincuenta y tantos años, con uniforme de la tienda, quien se identifico como el gerente.

_ Según la ficha que lleno señorita Marshall, me dice que usted tiene experiencia en atención al cliente_ dijo el hombre.

_Así es_ le respondió Hanah con una tímida sonrisa.

_ No acostumbramos a contratar a personal tan joven_ dijo el gerente_ Pero debido a que hoy no tengo muchas opciones, la pondré a prueba si le parece. Estaría cobrando el mismo salario solo que sin contrato.

_ Está bien, me parece perfecto_ dijo la joven aliviada.

_ Entonces señorita Marshall, puede comenzar desde ahora_ le respondió el señor.

_ Si claro desde luego_ dijo ella animada.

La chica se sentía por primera vez a salvo, comenzando desde cero en un lugar donde nadie la conocía, no tenia que ocultarse más, porqué al parecer ya se habían olvidado de ella. Había ganado la suficiente confianza en sí misma como para llegar a saludar a las personas que veía todos los días de camino al trabajo, ya había conseguido un acogedor departamento con una renta baja. Por las noches su única compañía eran los libros que había adquirido en una tienda de rebajas, ya había leído dos, pero como le gustaron tanto los estaba releyendo, aun esperaba poder estudiar en la universidad, ese sueño la mantenía determinada y llena de esperanza, porqué para ella era importante volver aferrarse a algo.

Ares Prokopis ahora solo era un mal recuerdo para ella, como extrañar algo que nunca había tenido, solo había sido un tonto espejismo, una ilusión que ella y sus estúpidas ideas infantiles habían creado, y que con el tiempo le dieron fuerza a él para hacerle daño, no quería volver a verlo nunca más, el solo hecho de recordarlo le causaba dolor.

Hanah solo esperaba que a esas alturas ya hubiera encontrado a otra a quien lastimar, ya no le importaba lo que él hiciera, o por lo menos eso era lo que ella se quería hacer creer.

_ Vamos Han..., no seas aguafiestas_ le dijo Alex a Hanah mas tarde.

_ No soy muy buena para relacionarme con las personas Alex, de verdad que no me gustan las fiestas_ le respondió Hanah.

_ Te prometo que solo será un trago, y luego te llevo a casa, además las chicas también irán_ dijo Alex señalando a dos mujeres detrás de una caja registradora.

_ Otro día la verdad no me apetece, lo siento_ le respondió Hanah.

Después de su experiencia con los tragos Hanah se prometió así misma no volver aceptar bebida de ninguna persona, Alex era un encargado de los pasillos del supermercado donde trabajaba, era un chico cinco años mayor que ella, que le había dejado claro que le gustaba, pero la joven no estaba lista para comenzar un romance de ningún tipo, la verdad no se sentía interesada en ningún hombre al menos no por ahora, y después de su reciente decepción con el sexo opuesto, dudaba en volver a creer de verdad en el amor.

Todas las noches aparecía en sus sueños aquel hombre dueño de unos impactantes ojos color esmeralda, quien le hacía el amor ardientemente, y por más que ella tratará de exorcizar ese demonio de su vida, la seguía persiguiendo y torturando.

_ Si tan solo recordara lo que paso_ pensó Hanah.

Pero no había nada en su mente, que clase de droga había usado en ella como para que en su mente no quedara ningún vestigio de lo que había pasado entre ellos.

Siempre imagino que su primera vez seria inolvidable, un momento que recordaría toda su vida, pero sencillamente en su mente solo habia oscuridad, y lo peor de todo es que ella deseaba recordar algo, así sea algún sentimiento, alguna sensación, que le dieran una idea de cómo se sintió estando en los brazos de Ares, acaso estaba asustada, o satisfecha, pero no había nada y eso era lo que no la dejaba dormir.

A veces se encontraba imaginando nuevamente estar cerca de Ares, y eso la asustaba aun más, tendría acaso el síndrome de Estocolmo, ese hombre la estaba volviendo loca, no solo había poseído su cuerpo sin su consentimiento, también había poseído su alma, su mente, y su corazón, se podría ser tan tonto como para amar y odiar al mismo tiempo a una persona, podría ella ser tan estúpida como para seguir amando de ese modo tan irracional a un hombre que la violó. Pero cuando pensaba en Ares como su agresor, algo dentro de ella aún duda, pero luego se decía a si misma que era solo un estado psicológico normal, en alguna parte había leído, que el cincuenta por ciento de las víctimas de violación siente culpa por haber sido atacadas, y Hanah pensaba arraigadamente que ese era su caso, porque si lo era entonces tendría que pasar al siguiente diagnóstico menos favorecedor para ella "Estaba enloqueciendo". Así que se sentía más segura con la primera teoría "Culpa", culpa por haber asistido al baile, por quizas usar un vestido tan provocativo, por a ver aceptado la copa de vino, por tratar de seguirlo defendiendo y culpa por dudar de ella misma antes que en él. Como podia ser capaz de justificar la acción de Ares, en cambio él estaba tan seguro de que ella se le había ofrecido, al igual que Monique. O es que acaso el amor platónico que se siente por alguien es justificante para que ese alguien abuse sexualmente de ti?

            
            

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