Capítulo 2 Aprovechemos el tiempo

Jueves 09, Mayo 1991 - 1:26 pm.

- Estoy aquí porque creo merezco una explicación. - la miró de pies a cabeza y se alejó de ella.

Ella lo agarró de la mano y caminaron hasta la terraza. Él se sentó en uno de los sillones de mimbre, viendo a cualquier lado menos a su novia. Su lenguaje corporal indicaba su desánimo.

- No tienes que hablarme de esa manera. Quiero y voy a contarte lo que pasó pero tienes que cambiar de actitud. No me gusta que...

- ¿No te gusta mi actitud? - le dijo de mala forma, miró a su alrededor exhalando todo el aire con exasperación - Eres la mejor, pero dale me gustaría oír la explicación que me "quieres" dar. - hizo énfasis en la palabra "quieres" haciendo las comillas en el aire con sus dedos.

Vanessa se agachó frente a él y le tomó ambas manos, como gesto de cariño y así comenzar a derribar el muro corporal que su novio siempre erguía cuando tenían diferencias de ese tipo.

- Ayer, cuando llegue de la universidad recibí una llamada. Era una paciente de Mami que estaba muy complicada con su problema de asma y estaba sola. No te voy a negar que me demoré vistiéndome pero eso fue antes de la llamada. Cuando cogí el teléfono iba de salida pero saqué paciencia para calmar a la pobre señora, que ni siquiera podía hablar bien. No podía colgar, así que me quedé hablándole. Cuando lo creí conveniente tuve que colgar y llamar a Mami para que fuera hasta ella para ayudarla. Mami me pidió que le llevara las llaves de su consultorio porque tenía que sacar unas medicinas para llevarselas a la señora, pues era muy querida y segun me enteré no tiene a nadie que la cuide. No me pude negar porque sabes como es mi mamá y eso era de urgencia... Salí a llevarle las llaves y traté de llamarte, cuando logré comunicarme a tu casa, ya no estabas. Fui al restaurante y no estabas, me cansé de dar vueltas, me molesté porque sabía que te ibas a enojar por algo que no pude evitar. En fin, regresé aquí y me acosté a dormir. Esta mañana tenía una reunión en la universidad para llenar los papeles de la pasantía y no te llamé para darte tiempo a calmarte, ahora ya no puedo hacer nada para cambiar lo sucedido y lo que creo es que ya es bastante con que solo nos veamos una o dos veces a la semana, como para que nos la pasemos peleando por estas cosas ¿me perdonas?... - concluyó con suavidad mientras le acariciaba el dorso de los dedos de ambas manos con cada pulgar, tal cual le había agarrado para agacharse frente a él.

- No es justo - declaró Jaime en tono pausado. Su expresión se había suavisado y por fin la miraba fijamente.

- Ay ya mi amor, olvidalo. - cambió de posición para sentarse junto a él soltando sus manos para pasar a acariciar su espalda y su pierna al quedar sentada a su lado sin dejar nada de espacio entre ellos - Además, ¿Dónde te metiste? ¿Por qué no me esperaste? Eres muy impulsivo mi amor. Pudiste haberme llamado.

- Te espere por más de una hora. Salí con Edgar y fuimos al club a ver una obra de teatro. De no ser por él, mi noche hubiese sido peor.

- Mi amor ya por favor - Vanessa pone cara de ternura.

- Mañana tengo que viajar a Santiago a buscar una mercancía. ¿Te das cuenta? No podemos seguir así. - le tomó el rostro entre sus manos - Yo quiero verte todos los días a todas horas ¿me entiendes?

- Jaime nuestros encuentros son tan intensos precisamente porque no nos vemos todos los días, si me vieras todos los días te cansarías de mí... y te buscarías a otra...

- Eso nunca... - se quedó mirándola y la besó. Ambos se pusieron de pie y se dieron un abrazo.

- ¿Ya estamos bien?

- Así estamos perfecto - apretó el abrazo, hundió su cara en el cuello de su chica para besar y aspirar después - pero me muero de hambre - salió de su escondite, se estiró, dio media vuelta y la tomó de la mano en dirección al comedor - Irene me invitó a comer cuando llame esta mañana. Vamos!

-*-*-*-

Almorzaron tranquilamente en el comedor de la cocina. Vanessa disfrutaba verlo comer. Era increíble el deseo con que devoraba la comida. Se quedaron conversando sentados en el comedor por un buen rato. Irene quitó la mesa y sirvió café.

- Cecilia debe estar por llegar y yo tengo que irme. No creo conveniente que los encuentre solos, ya saben como es. Karina anda inventando cosas que contarle a su madre sobre ustedes dos, así que no den de que hablar.

Irene se marchó a los dos minutos y se quedaron solos. Karina estaba en su habitación escuchando la música pop del momento en sus audífonos.

- Entonces te vas... - Venessa comenzó a tantear el terreno para hablarle de su posible salida de fin de semana con su amiga Sally - Eso significa otro fin de semana sin estar juntos. ¿Vez lo que te digo?... - le acariaba el brazo que reposaba en su regazo con la yema de los dedos, un roce superficial y leve como el roce de una pluma - Estos inconvenientes son los que hacen que el deseo de estar juntos sea tan intenso. - entrelazó sus dedos y apretó su agarre en espera de alguna reacción.

- Entonces aprovechechos el tiempo - Jaime conectó sus labios a los de su novia y se quedaron quietos por varios segundos, sin moverse solo sintiendo el calor y la suavidad de estos y el hormigueo que le recorría desde los pies hasta la base de la nuca. Lentamente la calidez de su lengua zurcó la frontera de su propia boca deslizándose por el labio superior de la ella para luego chupar suavemente en retirada. Repitío el recorrido de su lengua ahora por el labio inferior provocando un suspiro en ella al sentir el efecto fugaz del roce en su boca, en el ricón escondido al sur de su bajo vientre. Las caricias igual de discretas comenzaban a pasearse por zonas peligrozas en busca de saciar las ausencias mencionadas y las venideras.

La mano inquieta de Jaime se posó en la cadera de Vanessa, jugueteando peligrosamente con la orilla del short mientras su boca paseaba por su cuello a una velocidad tortuosa y precisa. Con la técnica especial que según Vanessa ya había comprobado era exclusiva de su querido novio; una succión leve como cierre de una caricia humeda con la punta de su lengua.

Las manos de Vanessa arañaban con firmeza los hombros y espalda del esbelto cuerpo masculino que la calentaba con su cercanía. Lo abrazó más fuerte y regresó a su capturar su boca y esta vez poder dominar ella el beso. Después de unos minutos entre besos y caricias olvidaron que estaban sentados en uno de los muebles de la terraza. Karina estaba en el segundo piso. Lulu jugaba con su peluche favorito, acostada en su camita, en una esquina de la cocina. Cualquier cosa podía pasar, estaban a solas.

Jaime levantó a su chica por las piernas para que esta se montara sobre las suyas sin dejar de besarse. Vanessa colocó sus rodillas a los costados de él y se acomodó sobre las piernas de su chico sintiendo la rigidez de éste contra su muslo. Él le levantó la camiseta para meter sus manos y sentir la piel de su espalda directamente. Frontando la cintura y la baja espalda. Robándole un leve jadeo cuando sus pulmones reclamaron oxigeno durante del beso y pudo separar sus bocas para respirar.

- Me encantas - dijo Jaime y volvió a besar su cuello subiendo hasta la oreja y dando el trato especial a esta - me gusta todo de ti - sus manos comenzaron a subir hasta el broche de su Bra...

- Espera... - dijo Vanessa con la respiración agitada. Había caído en cuenta de que no podían seguir cuando escuchó unos pasos en la distancia.

- ¿Qué pasa?

- Karina viene bajando las escaleras y sabes que Mami esta por llegar - se bajó del regaso y trató de acomodarse la ropa - Esta noche resolvemos este detalle. Ahora arréglate la camisa y el pantalón mi amor. - lo ayudó a abotonarse. - Date prisa baby

- Esta noche te paso a buscar, no quiero malos entendidos, ni llamadas de última hora... ni ninguna excusa!

- Esta bien. A las ocho y media, la uni, contaré las horas. Te prometo que no habrá excusa que me impida tenerte para mi solita esta noche. - Su noche con Jaime decidiría lo del viaje con su amiga Sally.

Vanessa estaba arreglándose para salir a la universidad. Estaba sentada frente a su espejo cuando llegó Irene a la habitación.

- Explícame que es eso de que te vas de fin de semana a una casa de campo y ni siquiera me lo habías dicho. - Irene acababa de enterarse por Cecilia. Vanessa la miró y se echó a reír.

- Vamos Irene esto fue un imprevisto yo no tenía ningún plan para este fin de semana. Bueno si tenía planeado estar con Jaime pero él tiene que viajar a Santiago por motivo de trabajo y me parece justo que yo me distraiga después de pasarme más de seis meses encerrada en ese hotel el fin del mundo. Al principio fue bueno pero te juro que lo que tuve que hacer en muchas ocasiones no era tan divertido: asear la cocina, los baños, trabajar en la lavandería y servir en los restaurantes. Lo que si me gusta de mi carrera es el contacto con la gente y el conversar con los turistas, la administración y organización de actividades y del personal. Ser la que manda ¿me entiendes? Me merezco un descanso y Sally me ha invitado, te acuerdas de ella ¿verdad? No podía negarme. En realidad quiero ir pero todavía no es definitivo que vaya, todo depende de esta noche con Jaime, tenemos que arreglar unos detalles antes...

- ¿Detalles? ¿Cuales detalles? ¿Estan peleados? Pensé que todo entre ustedes estaba bien.

- Si todo esta muy bien, es solo que tenemos mucho tiempo sin estar juntos y es algo difícil de manejar. Sabes lo exigente que son ellos.

- Con que así están las cosas.

- Ay por favor Irene, tu eres la experta aquí ¿Te imaginas que estamos de besitos y nada más? – río suavemente.

- Eso creía yo, que eras una inocente paloma. Quien la viera con esa carita de yo no fuí - Vanessa se terminó de peinar el cabello y recogió sus libros.

- Deja la llave debajo de la alfombra de la entrada y dile a Mami que salgo tarde de clases. Si me llama Sally dile que mañana temprano me comunico con ella para confirmar lo del viaje.

- Esta bien. Cuídate mira que a veces no sabemos lo que estamos haciendo. Lo digo por los detalles - la relación entre Irene y Vanessa era muy cercana. Aunque le contaba todas sus cosas a su prima, a veces, prefería no hablarle tanto de su novio, ya que ella ponía cara de tonta y un brillo extraño surgía en sus ojos. Así que mejor evitar confusiones.

-*-*-*-

Hora: 8:40 pm

Vanessa terminó antes de tiempo todo lo que tenía que hacer en la universidad. Una vez vio el carro de Jaime ella se acercó y subió al carro.

- ¡Hola amor! - lo saludó

- ¿Dónde estabas?

- Estaba en... ¡ay no! No empieces con tu mal humor ¿Por qué mejor me llevas a algún sitio y te relajas?

- ¿Por qué no me quieres decir donde estabas? - Ignoró la incomodidad de su novia ¿Qué le estaba ocultando? Jaime era realmente paranoico en ese sentido.

- Estaba con Carolina acompañándola a sacar unas fotocopias. ¿Por qué siempre tienes que saberlo todo? Yo sólo quiero que me lleves a un lugar tranquilo, disfrutar contigo de una linda conversación... - le besa la mejilla - que me des mucho cariño, muchos besos ricos de esos que solo tu sabes darme y verme en esos hermosos ojos que Dios te dio... no seas tan paranoico mi amor.

- Tienes razón, perdóname por preguntar tanto. ¿A dónde quieres ir? - otra pregunta. Vanessa solo suspiró resignada.

- Esta vez decide tu. Sólo quiero estar contigo en un lugar cómodo y a oscuras donde se escuche el mar y la brisa nos acaricie la piel... - le dio otro beso en la mejilla. Él conducía despacio. Había descrito el lugar así que Jaime no tenía que decidir solo encaminarse a la orilla del mar más cercana.

- ¿Quieres comer ahora o más tarde?

- ¡Después! - en todo el camino Vanessa hablaba de su experiencia en el hotel donde había hecho su pasantía.

La llevó a la playa y le sorprendió con una botella de vino metida en una cubeta con hielo y dos copas. Sacaron todo del baul del carro, junto con una manta blanca.

- Te parece un buen lugar, o acaso ¿le falta algo de lo que tu mencionaste?

- ¡Está perfecto! Y tragiste vino, no se te escapó ningún detalle mi cielo, eres sorprendente! - caminaron por la orilla de playa buscando un lugar apropiado para sentarse a conversar y respirar el aire puro del mar. Vanessa se quitó los zapatos y los cogió en una mano. Pasearon. Conversaron de todo un poco. Jaime puso vino en las copas y se sentaron debajo de una palmera a contemplar las estrellas y la luna llena que iluminaba mágicamente el lugar, brindandoles luz suficiente para verse pero la privacidad adecuada para los amantes.

- Esto es divino. Gracias por hacerme sentir tan bien y por escucharme - dijo Vanessa, quien hablaba sin parar. A él le gustaba escucharla, porque sabía que ella le contaría todo lo que él necesitaba saber para estar tranquilo y no sentirse inseguro de su cariño. Debía aprender a esperar sin hacer tantas preguntas.

- ¡Gracias a ti por ser así como eres! – dijo Jaime. Le acarició el pelo ondulado que caía suavemente sobre sus hombros. Se quedaron callados por un instante. - A veces pienso que tienes razón cuando dices que las ganas de vernos son más grandes porque estamos mucho tiempo separados, pero por otro lado, cuando estamos juntos soy tan feliz que me gustaría sentirme así siempre. Que nada existiera a mí alrededor y que todo lo que me envolviera fuera esta sensación. Sentir que soy el dueño de tu mundo... - la acercó a sí y la besó.

Era un beso con calma y suavidad, de esos que te van encendiendo despasito. Como si fuera la primera vez que se besaban, explorándose uno al otro con cuidado. Sus labios, sus manos, su piel, su olor. Lo disfrutaba tanto que se olvidaba del resto de universo. Él recorrió lentamente la curva de su cuello a besos, lamió la parte inferior de su oreja embriagándose de su sabor. Volvió a cubrirle los labios con sed de ahogarse en ella.

Un mar de sensaciones les corría por las venas y las ansias de sentirse más cerca crecían a cada segundo. Vanessa se recostó sobre la arena y comenzó a quitarse la blusa, botón por botón, él se quitaba la suya botón por botón con los ojos clavados en los de su chica. Se quitó la camisa y la puso a un lado, se soltó el cinturón y tomó su copa con la mano derecha. La oscuridad les permitía ir más allá sin preocupación.

Ella seguía tendida mirando cada movimiento y esperando por él. Se dejó la blusa abierta y se quedó quieta. Él despejó su vientre, echando a un lado la blusa, le acarició los senos por encima del sostén y sus pezones se pusieron en alerta. La miró a los ojos y sonrió. Subió la copa y brindó a su salud, roció todo el contenido por su pecho y vientre mojándole el sostén y parte del cuello. Le tomó ambas manos y las puso por encima de su cabeza, para luego comenzar a secar el licor con su traviesa y experta lengua.

Ya nada podía evitar que hicieran el amor.

-*-*-*-

Hora: 10:49 pm

- ¿Te sientes bien? - le preguntó al sentirla tan callada y quieta. Los dos conocieron algo nuevo. Estar juntos sin importar el lugar era un afrodisíaco que no habían experimentado. Con la luna menguante como testigo pudieron amarse sin ser descubiertos y la adrenalina del peligro añadió varios puntos positivos al resultado final.

- Sí claro. Estoy pensando en ¿cómo lo haces? Tienes que haberlo planeado todo. Cada caricia, cada beso...

- Cada movimiento... - se movió un poco para sentirla más cerca.

- Es que siempre tienes el control verdad. Esto ha sido increíble, completamente maravilloso señor, de ahora en adelante seré su servil doncella ¿Quiere ser mi amo y señor?

- ¿Qué quieres decir con eso? ¿Acaso hay otros posibles amos y señores?

- Claro que no Jaime... ¿Por qué a veces, eres tan inseguro? No tienes que analizar todo lo que digo. ¡Relájate! - le dio un beso y lo abrazó con fuerza. Se quedaron recostados por un rato.

-*-*-*-

Hora: 11:22 pm

Luego se vistieron y regresaron. En la entrada de la casa, ambos se despedían con un abrazo y un beso.

- ¿Te vas a ir con tu amiga?

- Quiero ir – se quedaron callados un momento. – Jaime por favor es una vieja amiga del colegio tenemos años sin vernos. Era mi mejor amiga. ¿Alguna vez te mencioné a Sally Domecq?

- No nunca la has mencionado. Cualquier excusa es buena ¿verdad? No pierdes oportunidad de salir por ahí a no sé donde, con no sé quien, dizque a recordar viejos tiempos. La verdad no me parece...

- ¿Por qué tienes que ser así? Creí que habíamos acordado no discutir más. Es un reencuentro con una amiga del colegio, no es una orgía en París, ni una sesión de promiscúos y degenerados en San Francisco, es solo una visita a una amiga. Te prometo presentártela cuando regreses de Santiago. Si no fueras tan responsable a lo mejor pudiéramos ir juntos a esa casa de campo y pasarla tan bien como esta noche... - le acaricio la nuca, le besó la barbilla y lo mordió suavemente en la base del cuello.

- Deja de hacer eso. Me tengo que ir y este no es el lugar más apropiado para esos jueguitos.- la agarró por los hombros y la alejó un poco para mirarla a la cara. - Ve con tu vieja amiga, no hay problema. Yo no puedo dejar de ir a Santiago porque es imprescindible traer esos materiales para el lunes o si no perdemos el cliente. No puedo delegar este viaje en nadie más. Pero me voy muy intranquilo sabiendo que tu estas de fin de semana en la casa de campo con quien sabe quienes más. Y no es que esté enojado, sólo estoy inconforme...

- Jaime no es el fin del mundo ¡Por Dios! Se razonable un momento. Tienes que trabajar, y eso es muy importante para ti. Yo estuve encerrada seis meses en ese hotel haciendo de todo para poder terminar la pasantía y graduarme. Necesito distraerme un poco. No me hagas sentir culpable por querer salir con mis amigas. Además aprecio mucho a Sally no me gustaría hacerle un desplante luego que se tomó la molestia de invitarme, han pasado cinco años desde la última vez que nos vimos. No quiero que te vayas intranquilo, por favor amo y señor concedame su bendición! - hizo un hermoso puchero y puso ojitos tiernos.

- Vanessa es muy tarde, no me hables así por favor. Te llamo antes de salir de la casa. Vete con tu amiga no te preocupes por mí. - le dio un besito, dio media la vuelta para dirigirse al auto. Ella lo observó unos segundos y comprendió que no valía la pena seguir con el tema. Ella también estaba cansada.

- Te adoro. Que duermas bien amor... ten cuidado en la carretera y piensa en mi, me oyes, yo voy a pensar en ti veinticinco horas al día, por si estas muy ocupado pienso por los dos, no hay problema ¿me oyes? Cuídate... - antes de encender el carro, la miró y sonrió.

- Tu también cuídate mucho.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022