Luisa tomó el cuchillo y despegó la nota que decía: "No me gustaba el perro, tampoco me gustan las traidoras." La nota estaba escrita en sangre y no tenia firma, pero ella sabía de quien era el mensaje. Cuando se dio la vuelta ahí estaba él, mirándola con ojos maliciosos. Don Alfonso Domecq siempre estaba presente como una sombra y nada de lo que ella pudiera hacer iba a cambiar la maldad que había dentro de él.
- ¿Por qué no me traes a la mujer que tienes escondida en tu cuarto? Dile que no le haré daño. Explícale que es lo mejor y dile que me gustaría llevarla a su casa. - Don Alfonso tenía su cigarro en la mano e inhaló, luego continúo diciendo - Quiero que vea como compenso a mis enemigos, pasé toda la noche mirando a tu lindo perrito y... - antes de que terminara ella salió corriendo.
-*-*-*-
Llegó a la habitación y cerró la puerta. Estaba fuera de sí. No podía explicarle a Vanessa, sólo le pasó la nota escrita en sangre. Vanessa la leyó y no comprendió.
- ¿Eso es sangre? ¿Qué le pasó al perrito? - prenguntó aterrada.
- Esta muerto... le cortó el pescuezo, pobrecito no tenía la culpa de nada. - decía entre sollozos. Pobre Tranzán - sollozó con tristeza - Me dijo que salieras, quiere llevarte a tu casa... disque no te hará nada, que ya todo pasó.
- ¿Queeee? - todo la situación era una verdadera locura - Yo no pienso salir de aquí, si viene lo mató - le quitó el cuchillo a Luisa y lo empuño firmemente.
- ¡Qué locura Dios mío! Tenemos que pensar en otra solución, salir corriendo no es una buena idea, mucho menos esperar que el venga por ti. El está completamente loco a lo mejor deberíamos actuar como él, como si nada hubiese pasado.
- ¿De qué estas hablando? ¿Qué me haga la loca como él y finja que nada ha pasado? Ay no Luisa, no pienso seguirle el juego a ese hombre...
- Eso es. Pretende que lo de anoche no pasó y quizás así...
- No puedo hacerlo. Por que me dices eso ahora, podría pensar que estas de su parte, que anoche sólo fingías ser comprensiva para evitar que me fuera y llegara a pedir ayuda... puede que estés de parte de ellos...
- No, no. Por favor no piense eso. No estoy segura de lo que estoy diciendo sea lo correcto, pero quiero que salga de aquí, sana y salva, esa es la verdad.
- Mierda esto es una maldita locura. Pero puede que tengas razón.
- ¿En qué exactamente?
- Fingir que nada pasó puede ser mi boleto de salida de esta casa del terror. Tengo que fingir que no haré nada en su contra, que no ire a la policia, que no recuerdo lo sucedido, tal vez así me deja ir
- Tiene que ser convincente señorita y pase lo que pase no demuestres ansiedad, ni temor. Actúe con normalidad, sé que no le harán nada si creen que esta de su parte o que no recuerda lo sucedido.
- Puede que no sea tan mala idea. Esta gente esta loca y fingir estar igualmente loca puede resultar. Dame valor señor para que no me descubran.
- Será mejor que salga, él sabe que usted está aquí conmigo.
- Me estoy cagando de miedo, ese maldito, quien sabe lo que me hará realmente si no lo convenzó de que no soy una amenaza. Y tu también tienes que salir de aquí te prometo que te llamaré cada vez que pueda y trataré de ayudarte desde afuera. Cuídate mucho mientras tanto. – le dio un apretón de manos y aspiró profundamente antes de salir de esa habitación. Luisa le había prestado una camiseta la noche anterior pero para Vanessa era como si estuviera sin ella al no tener un sugetador debajo.
Un mar de incertidumbre le esperaba y tenía que aparentar estar tranquila. Le había anotado su número de teléfono en un pedazo de papel a Luisa y ella anotó el número de la villa en la palma de su mano.
Hora: 8:00 am
Vanessa salió por la terraza y se encontró con Sally en el pasillo. Ambas se miraron y ninguna dijo nada por unos segundos.
- Hola. No pude dormir muy bien y me paseaba por el patio y el jardín, me encanta el aire puro que se respira aquí... - dijo cualquier cosa.
- Si... me imagino que te sientes mejor ahora – le respondió Sally.
- Si claro... No te quise despertar y me siento como en mi casa, por eso comí algo en la cocina. ¿Qué vamos a ser hoy? – Sally la miró incrédula. La actitud de su amiga la dejaba sorprendida. Esperaba encontrar una amiga histérica diciendo cosas y maldiciéndola.
- Bueno no sé... ¿qué quieres hacer tu?
- Voy a vestirme y recoger mis cosas para que cuando tengamos que salir todo este listo. Me gustaría que me prestaras algunos de tus CD's a mi novio le encanta Roxette también y me gustaría grabarle unas cuantas canciones. Estoy loca por verlo... debe estar llamando como un loco a mi casa.
- No me digas – la miró con desconfianza. A Vanessa se le quería salir el corazón del pecho. Trato de disimular:
- Esta muy incomodo porque lo iba a dejar sólo todo el fin de semana. Ya te había dicho que es muy celoso. Me gustaría estar en la casa cuando llegue de su viaje.
- Si te entiendo. Bueno vamos a arreglarnos. – se dirigieron a la habitación.
Vanessa se dio un baño y se vistió. Recogió sus cosas y espero a que Sally terminara de vestirse. Ya se sentía más confiada y relajada. Conversaron otro poco antes de salir de la habitación. Sally le prestó unos CD's y prometió que ella misma iría por ellos cuando los quisiera de vuelta.
Salieron de la habitación de Sally y se dirigieron al comedor. Don Alfonso estaba sentado a la mesa tomando su desayuno, muy calmadamente como si nada hubiera sucedido la noche anterior.
- Buenos días. Sé ven maravillosas esta mañana – comentó el viejo al ponerse de pie para recibirlas.
- ¡Gracias! – dijo Vanessa evitando mirarlo a los ojos. El pánico la invadió de repente, no supo que hacer y entonces Luisa salió en su ayuda.
- ¿Quiere leche o jugo señorita? – se miraron por una fracción de segundo.
- Jugo
- Yo quiero unas tostadas Luisa - dijo Sally. Vanessa no tuvo que volver a dirigirle la palabra a Don Alfonso. Después del desayuno Don Alfonso se encerró en el estudio y llamó a Ramiro para que fuera a llevar a la muchacha a su casa y para que le diera un aviso. Que si se ponía a meter las narices donde no le importaba iba tener problemas.
Ramiro tenía que hacerle entender con la clase de gente que ella esta lidiando.
Mientras las muchachas se quedaron un rato en la piscina. Vanessa no quizo bañarse pero Sally si. A medio día Ramiro ya estaba esperando por ellas para llevarlas de regreso al centro de la ciudad. Don Alfonso se quedó en la Villa y Vanessa agradeció al cielo el no tener que verlo más.
De regreso a la casa Vanessa pensaba en un millón de cosas y entre ellas la terrible noche en que ese viejo asqueroso quizo abusar de ella. A sus ojos asomó una lágrima. Sally se percató del llanto de su amiga pero no dijo nada. Al llegar a la casa Ramiro le abrió la puerta y le susurró algo al oído. " Usted es muy bonita... no pierda su tiempo buscando problemas" Vanessa lo miró sorprendida y se alejó de él. Se despidió de Sally.
Sintió un alivio inmenso cuando entro a la casa y vio a Irene que bajaba las escaleras.
- ¡Vanessa! No pensé que regresarías mañana temprano. Si supieras lo que he estado pensando.
- Irene no te imaginas todo lo que me ha pasado. Es que ni siquiera sé si puedo contártelo. – tiró el bulto que llevaba en la mano y se dejó desplomar sobre un sillón. Irene la miraba con curiosidad. – Sin querer estoy metida en un lío muy grande y no sé que hacer. Quizás si te contara...
- Cuéntame... ¿qué es lo que sucede? Si te puedo ayudar lo haré... pero espero que no tenga que ver con Jaime.
- ¿De qué estas hablando?
- Que no estoy dispuesta a ver como haces que ese muchacho se ponga como loco buscándote y detrás de ti. Ya pasó una vez y no quiero que pase de nuevo.
- Esto no tiene nada que ver con Jaime. Por más que te lo imagines no creo que la pegues, es que ni yo misma sé si me pasó realmente o si lo soñé. ¡Es terrible!
- Habla ya entonces...
- Desde que llegue el ambiente dentro de la casa no me gusto. La muchacha de servicio estaba actuando muy nerviosa y Don Alfonso se transformó en un ogro que le gritaba a cada rato y para cualquier cosa. A la hora de la comida estabamos sentados los tres a la mesa y sentí algo extraño por debajo de la mesa, algo me rozó todo el muslo, como una caricia. Te puedo jurar que era la mano del Señor Domecq, pero cuando le reclame su falta de respeto le echó la culpa a un perrito que andaba por ahí. No quise poner las cosas más grandes de la cuenta y lo dejé así...
- ¡Que viejo tan pervertido! ¿Eso fue todo?
- ¡Claro que no! La relación de Sally y su papá es rarísima, realmente creo que ambos necesitan ayuda... están enfermos!
- ¿Pero qué fue lo que pasó?
Vanessa se paró del sillón y comenzó a pasearse por la sala buscando las palabras adecuadas para contarle a Irene. Se quedó callada por unos segundos.
- Me estas mareando con tantas vueltas ¿por qué no acabas de contarme?
- Es que no lo quiero ni recordar. No quiero pensar otra vez en ese viejo tratando de...
- ¿Queee? ¿Qué te hizo? Me estas asustando. - le reprochó de manera impaciente.
- Ay Irene... ese hombre casi me viola... - hace un gesto de asco.
- ¿Qué, qué? ¿Cómo que casi? ... - a veces Vanessa hacía bromas pesadas pero algo así no era para cogerlo de chiste. - ¿Estas hablando en serio?
- Desgraciadamente estoy hablando muy en serio.
- ¿Y por qué estas como si nada? Deberías estar histérica y asustada, tenemos que denunciarlo.
- No puedo hacer eso. Estoy haciendo un gran esfuerzo por mantener la calma, créeme. La situación es muy complicada y creo que denunciarlo no es conveniente. Nos amenazó, si digo algo nos mata o quien sabe que nos puede hacer. Anoche Luisa encontró a su perro degollado con una nota para mí diciendo que me olvide de lo que pasó. Ese hombre es mismo demonio.
- ¿Piensas quedarte callada? ¿Quién es Luisa?
- Tengo que esperar, además no tengo pruebas. Luisa es la chica del servicio. Me parece que también la tienen amenazada y está encerrada en esa casa sin poder irse. Por otro lado... Jaime... - se puso ambas manos en la cabeza - él no se puede enterar de esto Irene.
- Pero es que no entiendo por que estas tan calmada.
- No se que hacer ¿Cómo quieres que este?, si voy a la policia o hago cualquier movimiento en falso... me pueden matar... ¿entiendes? Ese señor tiene muchas influencias y sus negocios son muy turbios. Estoy aquí de milagro pero la pobre Luisa (la sirvienta) se quedó en esa cueva de lobos.
- Vanessa lo correcto es avisar a la policía - insistió
- ¿Y qué le vamos a decir? No tengo ninguna marca y no hay indicios de violación porque no logró su objetivo cien por ciento... - se le cortó la voz - Seria mi palabra contra la suya y te juro que tengo mucho miedo de lo que me puedan hacer a mi o a las personas que quiero.
- ¿Entonces?
- No sé, no sé Irene. Estoy muy confundida... - concluyó con los ojos llenos de lágrimas.
- Tranquila. Algo se nos ocurrirá y se hará justicia. Ahora vete a descansar. Por otro lado Jaime llamó preguntando por ti...
- Lo menos que quiero es ver a Jaime en este momento. Como podré verle a la cara o dejar que me toque sintiéndome como me siento? Dile que no he llegado, no entres en detalles con él, ¿esta bien?
- Como tu digas. Pero creo que deberías contarle lo que te paso. Sabes que si no le dices nada se enojará y te tratará de manera injusta.
- Si no confia en mí, creo que nuestra relación no tiene futuro. Lo que necesito en apoyo no reproches.
- Si pero eso él no sabrá porque estas distante podria pensar cualquier cosa.
- En este momento no lo quiero ver, y no puedo contarle. Jaime es capaz de buscar a Don Alfonso y matarlo si se entera de lo que me hizo ese maldito viejo... – se echó a llorar.
- No te pongas así. Yo le diré lo que sea, no te preocupes.
- Gracias Mana. – dijo limpiándose las mejillas mojadas y sorviendo la nariz. Subió a su habitación y se tiró en la cama.
Estaba hecha un mar de lágrimas. Hasta que quedó dormida.