Los Demonios de Hades
img img Los Demonios de Hades img Capítulo 6 No lo dejemos al azar
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Capítulo 7 Andrew, ya no existe img
Capítulo 8 Muy cerca del inframundo img
Capítulo 9 Tártaro img
Capítulo 10 Las entrañas del Tártaro img
Capítulo 11 Acorralados img
Capítulo 12 Atrapada (Parte uno) img
Capítulo 13 Atrapada (Parte dos) img
Capítulo 14 Déjame Protegerte img
Capítulo 15 Nunca fui el bueno img
Capítulo 16 Hacia la boca del lobo img
Capítulo 17 Caminos separados img
Capítulo 18 Directo a la trampa img
Capítulo 19 Furia Infernal img
Capítulo 20 El rapto de Perséfone img
Capítulo 21 Hades y Perséfone img
Capítulo 22 La Bestia img
Capítulo 23 Vender el alma img
Capítulo 24 Jugando con fuego img
Capítulo 25 Saltan chispas img
Capítulo 26 Todos los demonios están aquí (parte uno) img
Capítulo 27 Todos los demonios, están aquí (parte dos) img
Capítulo 28 Incorrecto img
Capítulo 29 Adentrándose en la oscuridad img
Capítulo 30 El rescate img
Capítulo 31 Sangre de mi sangre (Parte uno) img
Capítulo 32 Sangre de mi sangre (Parte dos) img
Capítulo 33 Déjame jugar contigo img
Capítulo 34 La Tradición img
Capítulo 35 El lobo y el cordero img
Capítulo 36 La simetría del dolor y el placer img
Capítulo 37 Soy tu amo img
Capítulo 38 La oscuridad que te rodea (Parte uno) img
Capítulo 39 Bajo tu piel img
Capítulo 40 La oscuridad que te rodea (parte dos) img
Capítulo 41 Tentar a un pecador img
Capítulo 42 Castigo. Obediencia. Placer. ¿Amor img
Capítulo 43 La última línea img
Capítulo 44 Carne de Cañón img
Capítulo 45 Bienvenido a casa... img
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Capítulo 6 No lo dejemos al azar

Alessia

Seis meses atrás

-No, maldición. -Gemí al ver que el café que estaba sirviendo para uno de los últimos clientes del día se había derramado por todos lados. -Otra vez no. -Era la tercera vez en el día que me ocurría. Mi cabeza estaba en todos lados y a duras penas podía enfocarme.

No tenía un buen día y para ser honesta, hacía meses que no tenía un buen día. Además para ser completamente realista una fuerza cósmica me tenía atrapada en ese horrible empleo que a duras penas nos daba lo suficiente como para mantener un lugar aún más horrible en el que vivíamos con mamá.

Todo se fue al caño tras una serie de eventos catastróficos que comenzaron desde que baje del avión, luego de ser humillada por Andrew.

Luego de aquel episodio nefasto, mi autoestima estaba tan pisoteado que cometí el tercer error astronómico con hombres de mi vida, una asignatura que sin lugar a dudas era mi puto talón de Aquiles.

Me acosté con mi jefe, era asistente, una buena y la paga era excelente. Lo mejor de aquello era que me sentía útil, la carga de trabajo me desafiaba constantemente. Bueno, todo eso termino cuando decidí acostarme con mi sexy superior, y repetir al día siguiente, al otro y al otro. Hasta que el jefe de mi jefe se enteró de lo que estaba ocurriendo. No hace falta decir que fui despedida ipso facto y en el fondo sabía que era lo correcto, aquello fue horrible, pero era simplemente que estaba en un poso tan profundo que a veces ni siquiera tomaba decisiones coherentes.

Mi papá desapareció tiempo después de la faz de la tierra dejándonos tiradas, mi hermana estaba lidiando con mucho por lo que parecía tenaz llamarla para hablar de mis problemas, así que cada vez que la llamaba, le preguntaba por el embarazo, mi cuñado, su vida en Londres e intentaba tragarme las lágrimas cada vez que me preguntaba qué tal estaba o me decía que no me escuchaba como siempre. Por eso fue un alivio de cierta forma que cortase el contacto durante las últimas semanas, ella estaba bien. Y yo, yo servía café para sobrevivir.

-Psss... -Llamo mi atención América, mi compañera de turno. Una chica preciosa que había llegado desde Ohio, esperando triunfar en Broadway, porque alguien durante una clase motivacional en el último curso, le soltó el rollo de que los sueños se hacían realidad. Patrañas. -¿Quieres que lo haga yo? -Bajé los hombros derrotada.

-Lo siento. -Me disculpé. -El café hoy me detesta. -Supe que enseguida diría que se trataba de mi energía o algo por el estilo y si hablábamos de energía, no tenía energía.

-Ha sido uno de esos días, ¿eh? - Me sonrío. Asentí y sacó la bayeta que llevaba en el delantal para limpiar el desastre de café que había dejado. -Si te hace sentir mejor, yo aún tengo una resaca de los mil demonios. Me rechazaron nuevamente en una audición y como estaba deprimida fui a un bar a tomar una cerveza, conocí a un chico bastante lindo. -Rodé los ojos y ella me sonrío ampliamente. -Una cosa, llevó a la otra y no hace falta contarte el resto. -Se mordió el labio inferior y tomó una taza limpia, mientras yo apoyaba la cadera en la pared cruzándome de brazos.

-Creí que habíamos hablado muy seriamente cuando hicimos aquel pacto de mantenernos a dieta de poll@s. -Le dije bajando la voz, al tiempo que ella servía un perfecto café con espuma y le colocaba chocolate en polvo por encima.

-En mi defensa, estaba muy borracha. -Tomó una servilleta. -No, me corrijo, continuo muy ebria. Además era de esos chicos malos, esos que sabes que me gustan. Organizaba peleas o levantaba apuestas, algo por el estilo. -Enmarqué una ceja.

-Toda una joyita.

-No me juzgues. -Me sacó la lengua, colocando la taza en una bandeja y agregando una dona de jalea. -Juro que ha sido la última vez. Se me parte la cabeza. -Gimió. -Por favor, limpia la tres. -Me señaló la mesa con la cabeza y vi como las dos jóvenes se levantaban dejando un billete de cinco. -La propina, es tuya. -Me guiñó un ojo.

-Era tu mesa, - le recordé.

-Mis padres me enviaron dinero, no te preocupes por mí. -Negué ligeramente, seguramente Galvin, se había ido de lengua nuevamente, ni siquiera lo vi llegar el día anterior cuando me pillo llorando en las escaleras de la puerta trasera.

Era inútil fingir que no lo necesitaba, así que, pensé que discutir podía ser aun peor. Tomé la bandeja y me dirigí a la mesa recién desocupada, coloqué los platos, las tazas, antes de suspirar profundamente cuando tomé el billete y lo metí en el delantal.

Repasé la mesa y me dirigí a la cocina para llenar el lavavajilla.

-¿Todo bien, Allesia? -Me preguntó el cocinero, Galvin. Estaba fregando las ollas y preparándose para terminar su turno. -No te molestes porque le dije a América. -Habló bajito. -Somos un equipo y ya sabes lo que dicen, hoy por ti, mañana por mí o algo así.

Estaba preocupado, podía entenderlo y perdonarlo.

-Todo bien y gracias. -Lo tranquilicé. -Sé que no tuviste mala intención. -Dejé escapar el aire que estaba conteniendo, cuando coloqué el último de los platos. -No ha sido una buena semana, por suerte en solo un momento podremos irnos a descansar y mañana es mi día libre.

-¡Bien por ti cariño! Pero no cantes victoria tan pronto, todavía faltan los rezagados. -Me dijo, señalándome con la cabeza al hombre de espalda ancha que estaba quitándose el abrigo en la mesa que acababa de limpiar.

América, apareció con la bandeja, debajo del brazo.

-El tipo que acaba de entrar, es jodidamente guapo. -Agitó la mano libre y Galvin, abrió los ojos, negando con la cabeza. -Debes atenderlo. -Se apresuró a decir. -Yo ya tuve más que suficiente con lo de anoche y mi hombre rudo me prometió llamarme.

-No lo hará. -Canturreo mientras fregaba.

-¡Cállate, desgraciado! -Le grito antes de volver a mí. -Es tu oportunidad de salir de la sequía.

-Dieta. -Le aclaré.

-Entonces, digamos que es tu permitido. -Me empujó hacia fuera de la cocina.

Tomé la libreta y me acerqué al hombre. Estaba de espaldas, miraba su móvil, por lo que no lograba ver su rostro, aunque si podía sentir el aroma fresco y terroso de su perfume. Su cabello era rubio oscuro y se veía sedoso, de esos cabellos en los que deseas hundir los dedos, solo para ver si es tan suave como parece. Llevaba un traje de esos de miles de dólares, gemelos ónix y su reloj valía lo que probablemente ganaría en un año, incluyendo las propinas.

Saqué la libreta, el bolígrafo cuando estuve frente a él y carraspee para llamar su atención.

-Hola, soy Alessia y seré quien tome tu pedido hoy. -Saqué la libreta y la pluma del delantal. -¿Le gustaría ordenar su bebida o café? -Levanté la vista, cuando escuché la puerta abrirse y vi que un grupo de personas ingresaban, los grupos solían dejar buenas propinas. Puede que América me lo dejase. -¿Prefiere que le dé un momento...? -Mi voz se detuvo cuando hice contacto con mi cliente.

Me volví hacia el hombre que estaba frente a mí y para mi sorpresa no estaba analizando cuidadosamente el menú, si no que tenía la mirada clavada en mi rostro. Entonces me di cuenta de que me era extrañamente familiar.

Estaba prácticamente sin aliento cuando repentinamente se puso de pie. Se veía tan masculino y atractivo que tuve que aferrarme con fuerza de la pluma para no tomar la mesa con mis uñas. Llevaba una impecable camisa blanca y una chaqueta negra. De alguna forma los tonos básicos hacían resaltar sus facciones y el color de sus ojos.

-No puedo creerlo. -Sus labios se curvaron en una sonrisa. Se quedó muy quiero analizándome durante un minuto. -No parece que te alegrase mucho verme. -Bromeo.

¿Era atractivo y jodidamente sexy?

Claro.

¿Era evidentemente educado y agradable?

Por supuesto.

Sin embargo, no tenía ni la mínima idea de quien era o por qué se sentía tan feliz por verme. Él lo notó enseguida.

-Soy Ben, ¿me recuerdas? -Mordí el capuchón de la pluma, mientras veía a América y Galvin cotilleando. -El Pub, ¿no? -Inclinó la cabeza hacia un lado. -En Londres, te fuiste con el tipo enorme, alto, oscuro... -Su mirada se clavó en mis labios unos segundos. -No es que esté celoso o algo así, solo que realmente pisoteaste mi ego esa noche. Aunque créeme que fue peor cuando no llamaste. -Metió las manos en los bolsillos y me di cuenta de que estaba nervioso. Lo recordaba, claro, pero no podía decirle que ni siquiera me molesté en tomar su tarjeta. -Probablemente no debería haber dicho todo eso, ya te había dicho que suelo hablar demasiado. -Una risita escapó de mis labios inconscientemente.

-Ya te recuerdo. -Cambie mi peso de una pierna a la otra. -Perdí la tarjeta, no es que no tuviese intenciones de llamarte. -Técnicamente no era mentira, aunque me dio la impresión de que el sabía exactamente la verdad.

-Ya, entiendo. El tipo rudo era una mejor opción que Ben. -No tenía idea de cuan equivocado estaba. -Sin embargo, ya que nos encontramos casualmente, aquí...-La diversión iluminó sus ojos y eso me gusto porque no había diversión en mi vida desde hacía muchísimo tiempo.

-No eres un acosador algo así, ¿verdad? Porque vi la serie y créeme que tengo mis técnicas de defensa bien afinadas. Pasé, de hecho mucho tiempo pensando en ello. -Me di unos golpecitos en la barbilla con el bolígrafo. -En eso y en cómo sobrevivir a un apocalipsis zombi.

Se sentó en la silla, echándose hacia atrás, y cruzó los brazos sobre su pecho, lo que hizo que la camisa se ajustara pecaminosamente a su torso.

-Vaya. -Fingió sorpresa. -No sé si es más brutal que me hayas acusado de acosador o que tengas una estrategia pensada para sobrevivir un apocalipsis zombi.

Comenzó a reír y parpadee un par de veces, captando su rostro sensual. Sacudí la cabeza, justo cuando el móvil en el bolsillo trasero comenzó a sonar.

Me di cuenta de que mis dedos temblaban y me faltaba el aliento, no me sentía así desde...Mejor no recordar desde cuándo, había puertas que era mejor no abrir. No obstante, no podía negar que haberme encontrado con Ben allí me abrumaba, de una forma buena, como cuando te encuentras con un viejo amigo de la escuela. Quizás un poco más que eso porque me gustaba mucho como me miraba.

Tomé el móvil y vi que la pantalla me decía que tenía una llamada perdida de mamá dos. Esa era la forma en la que decidí agendar a la mamá de mi hermana, ya que así lo sentía. Era una de las pocas personas que me escuchaba sin juzgarme, lo que era raro porque hasta no hacia demasiado tiempo literalmente me odiaba.

-Mamá dos...-Murmuré y un mensaje de texto me entró de inmediato. Lo abrí rápidamente y me llevé una mano a la boca. -¡Dios, esto es increíble! -Gemí, emocionada.

Una buena noticia por fin.

-¿Qué ocurrió? -Ben frunció el ceño preocupado.

-Algo bueno. -Le dije, marcándole a mi cuñado. -Acaba de nacer mi sobrina. -Me dio ocupado, seguramente ya todos sabían la noticia. Me mordí el labio, tenía que ir de inmediato al departamento de Nancy...¡Oh, debía acomodar mis turnos!-Tengo que irme, pero te aseguro que América te atenderá maravillosamente.

Le sonreí.

-Espera. -Me dijo sosteniéndome de la mano. No me quitó la mirada del rostro ni un segundo. No me miraba los senos o el culo como todos, me estaba mirando directamente a los ojos. -No voy a volver a perder la oportunidad que perdí en Londres. -Mi corazón derrapó ante la declaración. Sacó del bolsillo de mi delantal la pluma y la libreta para arrancar una hoja. -Dame tu número porque no pienso dejarlo al azar nuevamente.

                         

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